Por Carlos Hemida, extraído del PCE, M-L.
Entre las figuras más eminentes de la Física del siglo XX destaca el soviético Lev Davidovich LANDAU (1908-1968). Nació en Bakú, en el seno de una familia judía. Su padre era ingeniero de la industria petrolífera y su madre ejercía la medicina. Su prodigiosa capacidad para las matemáticas le encaminó hacia las ciencias desde una edad muy temprana. A los 14 años se matriculó en la Universidad estatal de Bakú, donde estudió simultáneamente dos cursos de Ciencias Físico-Matemáticas y Química. En 1924 se trasladó a Leningrado, se dedicó a la Física Teórica y se graduó en 1927. En el Instituto Físico-Técnico de esa ciudad se matriculó en estudios de posgrado y se doctoró con 21 años de edad.
Su inmenso talento le hizo acreedor en 1929 de una beca de viaje concedida por el gobierno soviético y, tras una breve estancia en Göttingen y Leipzig, se trasladó a Copenhague para trabajar en el prestigioso Instituto de Física Teórica dirigido por Niels Böhr, al que consideró siempre como su maestro. Después de visitar Cambridge y Zurich regresó a la Unión Soviética en 1932.
Entre 1932 y 1937 dirigió el Departamento de Física Teórica en el Instituto de Mecánica y Construcción de Maquinaria de Járkov. En 1938, en respuesta al requerimiento de Pyotr Kapitsa, uno de los más prestigiosos físicos de la Unión Soviética, se trasladó a Moscú para dirigir la división técnica del Instituto de Problemas de Física. El 28 de abril de ese mismo año, Landau fue arrestado y encarcelado por actividades contrarrevolucionarias. Sin embargo, Kapitsa escribió a Molotov, presidente del gobierno, solicitando su puesta en libertad para que le ayudase en un importante descubrimiento en el que estaba trabajando. Landau salió en libertad condicional en abril de 1939 y retomó sus investigaciones.
Este episodio nos parece relevante en varios sentidos. El físico holandés Hendrik Casimir, que conoció a Landau en Copenhague, le recuerda como un comunista ferviente que ensalzaba las oportunidades que la revolución había deparado al desarrollo de la Física. Es probable que fuera objeto de una falsa acusación y, por tanto, víctima de una represión que respondía a causas extremadamente complejas, entre ellas la agresividad que las potencias fascistas mostraban hacia la URSS, los sabotajes internos y la oposición a la política de planificación y colectivización. Ahora bien, el hecho de su liberación, tras un año de encarcelamiento, desmiente que el sistema penitenciario soviético fuera una especie de inmenso agujero negro que engullía a millones de personas cuyo destino indefectiblemente era la muerte. El caso de Landau no es una excepción y demuestra que el sistema penal de la URSS, del que formaban parte los campos de trabajo, no tenía nada que ver con el universo concentracionario de arbitrariedad y exterminio que dibujan los historiadores anticomunistas.
Landau desarrolló un amplio campo de trabajo que incluye la teoría de la superconductividad y la superfluidez, la electrodinámica cuántica, la física nuclear y la física cuántica. En 1962 obtuvo el Premio Nobel de Física por su teoría para explicar la superconductividad del helio II, estado del helio líquido por debajo de los 2,2º K.
La superconductividad es un estado de la materia en el cual no existe resistencia eléctrica, lo que significa que no hay disipación de energía al pasar corriente eléctrica por un material superconductor, y sus aplicaciones son de tres tipos: generación de campos magnéticos intensos, la fabricación de cables de conducción de energía eléctrica y la electrónica. Dentro del primer tipo destaca la posibilidad de fabricar trenes “levitados”; es decir, que flotan sobre los raíles sin tener fricción con ellos, alcanzando altísimas velocidades. El helio II es una mezcla de dos fluidos, conocidos como componente normal y componente superfluido. A medida que va disminuyendo la temperatura y se llega a los 0º Kelvin, todo el helio II es superfluido. En ese estado se convierte en un elemento con propiedades de superconductor. Landau estableció la teoría que explicaba esa propiedad especial, cómo se producía y a través de qué mecanismos.
Tras el final de la Segunda Guerra Mundial, Stalin aceleró el programa atómico soviético y Landau tuvo una importante participación en el proyecto, especialmente en la faceta de cálculos matemáticos. Tal y como sus colegas afirmaban, «en el inmenso edificio de la física del siglo XX, no hay ninguna puerta cerrada para Landau». Bajo su dirección trabajaron renombrados científicos, como Lev Pietaevskii, Alexei Alexeevich Abrikosov, Evgeny Lifshitz, Lev Gorkovo o Isaac Jalatnikov. Aficionado a las clasificaciones, estableció una lista en la que incluyó a diferentes físicos ordenándolos con notas de 0 a 5, siendo el 0 la calificación más alta. Este fue el grado que mereció Isaac Newton. Albert Einstein recibió un 0,5. Los padres de la física cuántica, Niels Böhr, Werner Heisenberg, Paul Dirac y Edwin Schrodinger recibieron un 1 y él mismo se otorgó un 2,5, que mejoró después con un 2.
En 1962 sufrió un gravísimo accidente automovilístico que le ocasionó lesiones de las que nunca llegó a recuperase completamente, falleciendo en 1968.
Landau publicó numerosas obras, destacando el “Curso de Física Teórica”, escrito en colaboración con E. M. Lifshitz, y publicado en siete volúmenes en 1938, que después se ampliarían a diez. Su trabajo fue ampliamente reconocido. Además del Premio Nobel, obtuvo el título de “Héroe del Trabajo Socialista” (1954), la “Orden de Lenin” en tres ocasiones (1949, 1954 y 1962), la “Orden de la Bandera Roja del Trabajo” (1945) y tres “Premios Stalin” (1946, 1949 y 1953). También fue galardonado en Alemania con el Premio Planck en 1960. Fue miembro de la Royal Society de Londres y de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos.
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