Por Oleg K.
“Disponiéndoos a emprender el camino de la vida, partiendo de los fáciles años juveniles para entrar en el duro camino del hombre hecho y derecho, lleváos consigo todas las formas humanas de actuar, no las perdáis por el camino, después será difícil recuperarlas” –Almas Muertas– Nicolai V. Gogol
Como se forjó su mentalidad
Anton Semionovich Makárenko nació en 1888, en la aldea de Bielópolis, cerca de Jarkov, Ucrania. Su padre, Semión Grigórievich, era un obrero ferroviario, pintor de brocha gorda, que trabajó en una fábrica de vagones en el suburbio de Kriukov, de la ciudad de Kremenchug, situada a orillas del río Dniéper, en Ucrania. En uno de sus escritos nos habla con dolor de “aquel extraordinario obrero… que durante decenas de años… se levantaba a las cinco de la mañana y volvía a las seis de la tarde, cubierto de polvo y serio”. De su madre, Tatiana Mijáilovna, extrae su optimismo y alegría; excelente narradora, le infunde la confianza en el ser humano. A los cinco años Antón ya sabía leer, preferiendo los libros a los juegos infantiles. Durante seis años estudió en la escuela de Kremenchug, siendo muy brillante alumno, con un gran conocimiento de los clásicos rusos y extranjeros, así como filosofía, astronomía y ciencias naturales.
En 1904, a la edad de 16 años se preparó como maestro en unos cursos para dar clases a párvulos de la propia fábrica donde trabajaba su padre. Él mismo iba a ella. Su relación con los obreros le marcaría durante buena parte de su vida, al comprender su explotación, compartiendo sus luchas por su emancipación social. La revolución de 1905 marcaría no solamente a Antón sino a todos los profesores que entendían que la autocracia zarista era un enemigo eterno de los pueblos de Rusia. Sus compañeros maestros de escuela estaban suscritos al periódico legal bolchevique Novaya Shizn (“La nueva vida”), por las tardes se reunían todos juntos para discutir acaloradamente de los sucesos que ocurrían y cantar himnos revolucionarios. En 1911 le nombran inspector en la aldea de la estación ferroviaria de Dolinskáia, a fin de apartarle de la labor docente, pero a la vez observado por las autoridades. No por ello Antón dejó de influir en los alumnos sus concepciones educativas. En cierta ocasión se hizo cargo de conmemorar la expulsión de las hordas napoleónicas de Rusia. Makárenko preparó un espectáculo teatral que no solamente extasió a la chiquillería del poblado, sino también a los adultos. Toda la noche ardieron en la estepa las llamas de los barriles de alquitrán, hasta el amanecer tronó el “cañoneo” y se oyeron los gritos de victoria. Las “acciones militares” solo acabaron al despuntar el día, cuando bajo los jubilosos gritos de los vencedores y del público condujeron a la escuela a las columnas deprimidas del “enemigo apresado”. Pero su verdadera labor la realizaba por las noches.
Makárenko reunió a su alrededor a un círculo de tendencias revolucionarias, compuesto de intelectuales y obreros ferroviarios. Los domingos se reunían en el bosque próximo a la estación.
En 1914 ingresa en el Instituto Pedagógico de Poltava, al conseguir una beca por oposición. Termina sus estudios pedagógicos en el verano del 17, muy brillantemente, el primero, medalla de oro del instituto con la recomendación de enseñar y ocupar la dirección de escuelas de Segunda Enseñanza. Por aquél tiempo, envió a Alexei Maxímovich Gorki un pequeño relato. Éste, devolviéndoselo incluyó esta anotación “...está escrito débilmente, el dramatismo de los sufrimientos del pope no está claro, no describe el fondo y el diálogo no es interesante. Pruebe a escribir alguna otra cosa”. Gracias a la franqueza de Gorki, desterró de su mente los sueños literarios. Por aquel tiempo, también estudia a Marx, Engels, y diferentes pensadores revolucionarios. Tras múltiples peripecias es descartado del servicio militar por su miopía.
Pero todo lo barrió la Revolución de Octubre. Durante tres años, intensos combates se desarrollan en la región de Kremenchug. Aún así, El Consejo de Comisarios del Pueblo reorganiza todas las instituciones de enseñanza de la Región de Jarkov, y pone a Antón como responsable de la escuela primaria de Poltava. Comprueba la terrible secuela de la guerra civil, los miles de niños abandonados que habían caído en la delincuencia y olvido, decidiendo que era una labor imprescindible. Su solución, allí entre edificios destartalados, funda una institución modelo de recogida, sustento y educación de aquellos olvidados.
Ya como Colonia Gorki y ante el volumen de su actividad, en 1923 se traslada a la finca de Tepke y posteriormente al monasterio de Kuriag, donde va desarrollando sus experiencias cada vez con más jóvenes, en lucha constante con los viejos prejuicios burgueses anclados en las instituciones pedagógicas recién creadas. A consecuencia de esas discusiones deja la Colonia Gorki, y con el apoyo de la Comisión Especial de lucha contra la delincuencia y la contrarrevolución (VChka), comprende que debe forjarse ya la nueva escuela soviética. Por entonces escribe un avance de sus ideas en el folleto “Marcha del año 30 en tono mayor” y la novela "FD-1".
Junto con los “Chequistas” crea la Comuna Dzerzhinski, en recuerdo a Felix Dzerzhinski, con lo más avanzado en pedagogía aplicada de aquel tiempo, bautizada como “Colonia Primero de Mayo”, donde aplica sus métodos, a la vez que va publicando durante los años 1933, 1934, 1935 sus experiencias y soluciones en el libro “Poema Pedagógico” –subtitulado "El Camino de la Vida"-. Gracias a que sus tesis son confirmadas por su puesta en práctica, en diferentes lugares, sus ideas se propagan por todas las instituciones pedagógicas de la Unión Soviética, aplicándolas, desterrando los clichés burgueses en boga de que a los chicos “rebeldes” había que meterlos en correccionales y cárceles para menores.
En 1935 concluye la dirección de la Comuna Dzerzhinski. El partido y el Consejo de Comisarios cree oportuno que supervise toda la labor educativa que se estaba generando para erradicar la delincuencia juvenil y desarrollar una vía de actuación en cada eventualidad concreta. Aquél año se edita la pieza de teatro “Tono Mayor”, a la vez que supervisa la obra “Metodología para la organización del proceso educativo”. Hasta 1937 es Vicedirector de la Sección de Colonias de Trabajo del Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos de Ucrania. Desarrolla en dos años una actividad frenética, con continuos viajes por muchas ciudades, reuniendo a los consejos escolares, instituciones pedagógicas, dando conferencias, elaborando manuales, acogiendo a los nuevos egresados de las universidades y explicándoles sus métodos. Fruto de esos años escribe la excepcional novela “Bandera en las Torres”, donde expone sus experiencias en la Comuna Dzerzhinski.
Pero ya está sintetizando gradualmente sus conclusiones. En el folleto “El honor” vierte sus concepciones pedagógicas extendidas a toda la sociedad, pidiendo una renovación en la forma de enseñar, no ya de los niños delincuentes, sino en la enseñanza a todos los jóvenes, en la creación de una Nueva Sociedad, que pueda desarrollar una nueva generación de muchachas y muchachos con unas concepciones sociales más desarrolladas, que la herencia recibida del capitalismo. Su plasmación por escrito lo hace en la revista “Krasnoya nov” con el título “El libro de los Padres”. También por aquel tiempo, edita los artículos literarios “La Felicidad”, "Un carácter de verdad" y "En comisión de servicio".
La concreción de su proyecto pedagógico integral, se ha extraído de las charlas que realizó de 1937 a 1939, de las ocho conferencias por radio sobre el tema de la educación en la familia, y así también en diferentes charlas con profesores y los colectivos de enseñanza, cartas, artículos en revistas, encuentros y respuestas con pedágogos, obreros, comunas, familias, colectivos de mujeres. Todo este importante material fue recopilado por su compañera Galina Stajievna Makárenko, también pedágoga, en siete tomos. El 31 de Enero le conceden la Orden de la Bandera Roja al trabajo Antón S. Makárenko. Pero no hubo más tiempo. Con cincuenta y un años falleció cuando iba a uno de esos cursillos en un ferrocarril.
Compromiso social
Tras la Revolución de Octubre, la lucha contra la delincuencia juvenil tenía dos componentes muy ligados: el futuro de cientos de miles de niños y un problema educacional que requería una respuesta rápida, eminentemente práctica. Para los bolcheviques era una responsabilidad social. Todas las instituciones estaban abarrotadas, faltaban materias primas y escasez de todo tipo de comida y artículos industriales. A pesar de ello, el Comisariado del Pueblo de Sanidad Pública creó en 1918, sucesivos decretos para la alimentación infantil en cada territorio. Su distribución y lucha por arrancar a aquellos niños del hambre y la miseria correspondió a la Comisión extraordinaria de toda rusia para prevenir la contrarrevolución y el sabotaje (VChK) y como el tiempo era el principal enemigo, Félix Dzerzhinski tuvo la responsabilidad de crear la llamada “Detkomissia”, Comisión para la Infancia. En una conversación con Lunacharski, éste en sus memorias cuenta las palabras de Félix: “He llegado a esta conclusión, partiendo de dos consideraciones. Primero, es una gran calamidad. ¡Los frutos de la revolución son para ellos y no para nosotros! Sin embargo, cuántos niños sufren la guerra y la miseria. Debemos correr en su ayuda, como si esos niños estuviesen ahogándose. El Comisariado del Pueblo de Educación (Narkomprós) por sí solo no está en condiciones de remediar la situación. Se requiere mucha ayuda de todos los medios sociales soviéticos. Hay que constituir una comisión adjunta al Comité Ejecutivo Central (VTsIK) en que participe, desde luego, el Narkomprós, una comisión representativa de la que formen parte todos los departamentos y organismos útiles para este asunto. Ya he hablado con diversas personas, me gustaría encabezar esta comisión y quiero incorporar efectivamente en este trabajo al aparato de la VChK. Hay otra razón que me lleva a ello: creo que nuestro aparato es uno de los mejor organizados. Tenemos representantes nuestros en todas partes. Nos tienen en cuenta. Nos temen un poco…”. Desde la Detkomissia se dirigió a la KOMINTERN (Internacional Comunista), al fondo de ayuda a los hambrientos de Rusia, a organizaciones internacionales, con fondos propios y donaciones de los obreros. Ya en 1920, 300 mil jóvenes fueron evacuados así como otros 350 de 1921 a 1922. En esta tarea colaboró eficazmente el Ejército Rojo, los sindicatos y las organizaciones campesinas. Para 1923 eran ya un millón de niños los evacuados, en total, creándose una vastísima red de instituciones de educación y orfanatos, estableciéndose gradualmente colonias de trabajo y estudio, así como Comunas Infantiles de nuevo tipo. Uno de aquellos revolucionarios educadores fue Antón Semionovich Makárenko.
Su legado dialéctico
Su trabajo no fue fácil, pues se enfrentó a un sinnúmero de problemas, comenzando por su propia falta de experiencia y conocimientos para convivir entre delincuentes, pasando por la resistencia que los propios jóvenes le oponían, así como las dificultades económicas y materiales, hasta aquellos obstáculos generados por otros educadores y autoridades que no entendieron y desaprobaron su trabajo, ya que lo consideraban un pedágogo controvertido. Al principio sin saber que hacer, recurrieron Makárenko y sus ayudantes a los libros de pedagogía. Pero la llamada teoría pedagógica no daba respuestas prácticas sino formulas retóricas faltas de realidad. Y tenían que actuar sin demora porque cada día las dificultades se acumulaban (mayor número de educandos, robos, falta de materiales, comida, etc.) Había que crearlo allí, con lo que tenía. Para educar a todos a la vez, y no a cada uno por separado, hay que tener la perspectiva necesaria igualmente comprensible para todos. En la situación dada, esta perspectiva podía ser levantar con prontitud la economía de la colonia y satisfacer plenamente las demandas materiales y culturales más apremiantes de los colonos. Debería organizarse la vida de tal manera que los propios colonos fueran los que respondieran por todo; por los bienes inmuebles, por el plan de producción, por la distribución de los ingresos, por el orden y la disciplina. Ellos mismos deberían educarse unos a otros: exigir, subordinarse, respetarse, merecer la estima, preocuparse y ayudarse mutuamente. Y, lo último: la colonia no es una suma mecánica de individuos, sino que es un complejo social único, de la pertenencia a la cual se enorgullecen en igual medida tanto los educandos como los educadores. Eso lo que se llama colectividad.
Pero no solamente hizo hincapié en su entorno de colectividad de niños abandonados, mucho más tarde lo hizo en la educación de la población infantil en general: “En la práctica, las bases fundamentales de la educación residen hasta los cinco años, y lo que ustedes hayan hecho hasta esta edad constituye el 90 % de todo el proceso educativo, después la educación de la persona continua, prosigue su formación, pero, en general, ustedes comienzan ya a recoger los frutos, mientras que las flores que cuidaron duraron hasta los cinco años. De aquí que hasta los cinco años el problema trascendental sea el de medir la severidad y la caricia. A menudo permiten al niño toda clase de caprichos y que pase el día gritando: otras veces le prohíben incluso llorar. Hay pequeños que no están quietos un momento, agarran cuánto se ofrece al alcance de su mano, importunan con preguntas y no hay manera de que nos dejen tranquilos… En mi práctica me enseñé a ser severo utilizando un tono muy cariñoso. Yo podía expresar con absoluta amabilidad, cordialidad y tranquilidad palabras ante las que palidecían mis colonos. La severidad no supone que obligatoriamente haya que gritar o gruñir. Esto sobra. En cambio, su tranquilidad, su seguridad, su firme decisión expresadas cariñosamente, ejercen mayor impresión. “'Fuera de aquí”, esto impresiona: más también surte efecto y, quizás mayor, si se dice tenga la 'bondad de salir'… "En cada familia debe regir un orden tal que sea obligatorio señalar la menor infracción del régimen, esto se debe cumplir desde la temprana edad y cuanto más severos sean los padres en exigir su cumplimiento, tanto menos infracciones habrá y, en consecuencia se evitará la necesidad de recurrir a los castigos".
“Hay familias buenas y malas. No puede afirmarse que la familia eduque como es debido, como tampoco podemos decir que la familia puede educar como quiera. Debemos estructurar una educación familiar a la que sirva como principio organizativo la escuela, como representante de la educación estatal. La escuela debe orientar a la familia”. "La ayuda a los padres por parte de la escuela sólo es posible cuando esta última representa toda una colectividad única que sabe lo que se exige de sus discípulos y que presenta con firmeza estas exigencias." "Paso a la siguiente cuestión. Yo planteo la tesis de que la verdadera familia debe ser una buena colectividad administradora. También el niño debe ser desde su más tierna infancia un miembro de esta colectividad administradora. Debe saber de dónde proceden los medio de subsistencia de la familia, qué se compra, por qué se puede comprar esto, mientras lo otro no se debe, etc.” “Hay que inculcar en los hijos la preocupación por los padres, educar en ellos el deseo sencillo y natural de renunciar a la satisfacción propia, en tanto no se hayan satisfecho las del padre o la madre."
Sus métodos de trabajo
Antón fue formulando sus tesis a partir de sus propias experiencias, a la vez que gradualmente desechaba los principios educativos recibidos de la formación zarista. No entendía a los chavales como una masa amorfa a modelar, como los catalogaba la ciencia burguesa al uso, sino de transmitirles el objetivo de que cada uno supiese pensar y razonar. El mismo comprendió que para educar había que saber ver la originalidad de cada discípulo, tener en cuenta sus particularidades individuales. La metodología del trabajo educativo no puede reducirse a la metodología de la enseñanza, la primera es una rama especial de la ciencia pedagógica que tiene su objeto y sus leyes.
El sentimiento comunista de este pedágogo, quien no olvida su origen obrero, y como maestro de forjadores para el futuro, se opone al individualismo y hace un gran énfasis en la organización de la escuela como colectividad, e insiste que en las escuelas no prestan la debida atención a la organización de la experiencia infantil, la experiencia de la vida, y la creación de la nueva sociedad.
Para hacer esto se propone un modelo educativo que vincule la vida del trabajo con la escolar para que la primera incorpore principios de la ciencia a la rutina laboral haciéndola un acto consciente, con el objetivo final de eliminar la división social del trabajo entre el trabajo intelectual y el manual, que favorece la explotación del segundo por el primero. Además, se busca dar una formación cultural y espiritual que permita a los hombres el disfrute de los bienes espirituales producidos por la humanidad y contribuir al saber universal con una cultura proletaria.
Ejemplo anterior son sus primeros destacamentos. La célula estructural de partida en la colonia era el destacamento, que constaba de 10-12 colonos, mandados por un jefe. Además de los destacamentos permanentes, que constituían el armazón de la colectividad, tenían amplia práctica los llamados destacamentos mixtos. Los últimos, se formaban para un plazo no mayor de una semana, se ocupaban del cumplimiento de una tarea temporal y eran disueltos en cuanto ésta se había realizado. Esta organización de la colectividad, nueva, inventada por Antón, abría horizontes para solucionar tareas de educación muy sutiles y complejas.
El Consejo de Jefes nombraba responsables de los destacamentos mixtos a todos los educandos, por turno excepto a los más incapaces. Gracias a los destacamentos mixtos, el papel de jefe de destacamento permanente se limitaba un tanto. Este salía a la tarea como número raso del destacamento mixto, y se subordinaba durante el cumplimiento de esta misión al jefe del destacamento mixto. Tal estructura organizativa móvil impedía que hasta la individualidad más fuerte se pusiera por encima de la colectividad.
Su concepción de la enseñanza
Makárenko sostiene, en efecto, una posición pedagógica llena de originalidad. Además se queja de no contar con técnicas pedagógicas válidas y para él la literatura pedagógica es pura charlatanería, está vacía de técnicas, de métodos y de instrumentos válidos para su aplicación por un educador cargado de problemas. Afirma además que los pedágogos no saben absolutamente nada de educación, que están siempre en las nubes, la llama "pedagogía del Olimpo". En ésta sólo valen las teorías mientras las técnicas son tenidas como herejías, siendo radical su oposición al movimiento paidológico y al ideario de la nueva escuela.
Makárenko no acepta que la educación deba fundamentarse sobre las necesidades del niño y más bien, las necesidades en que debe ponerse más énfasis son las de la colectividad, de la sociedad, del país y el sentimiento del deber tiene que ir siempre ligado a esas necesidades; opina además que el hombre se mueve según las leyes de la naturaleza y por consiguiente el papel de la educación consiste en educar esa naturaleza en función de esa sociedad, de tal manera que los educadores soviéticos no son los servidores de la naturaleza sino los maestros. Afirma que el culto a la espontaneidad no sólo menosprecia el papel de la educación sino que es socialmente perjudicial y entonces, no queda otra alternativa que abandonarlo; establece que a la autodisciplina y a la autoorganización se les debe de sustituir por una disciplina consciente, entendiendo por disciplina no la inhibición de las acciones, sino que debe ser enfocada desde el punto de vista soviético: debe inducir a vencer dificultades, debiendo ser disciplina de lucha y avance, de inspiración de algo y lucha por algo, cuyo objetivo está expresado en el logro de las cualidades del carácter que definen a la personalidad comunista; exige además una educación de la voluntad, capacidad absolutamente necesaria para el progreso de la comuna y la sociedad, ya que si el niño se habitúa a realizar sus deseos sin ponerles nunca freno, nunca tendrá fuerza de voluntad.
Menciona además que se deben lograr otras cualidades como: la honestidad, la diligencia, la eficiencia, la puntualidad, la capacidad de orientación, la subordinación y la capacidad de mando; estas dos últimas cualidades son claramente comunistas.
Proceso social colectivista
Makárenko perseguía un nuevo estilo y una nueva forma de organización, y partía de que la base de la educación es ante todo un proceso social y que, en consecuencia, el hombre soviético no podía ser educado bajo la influencia de una sola personalidad; entendía que la esencia de la educación no estaba en las conversaciones con el niño, en la influencia directa que un educador podía ejercer sobre él, sino "en la organización de la vida del niño y en el ejemplo que se le brinda con la vida personal y social. El trabajo educativo es ante todo un trabajo de organización". “Yo exigía mucho y lo exigía asimismo a toda la colectividad. La emulación se establecía sin recurrir a los compromisos por parejas, sino mediante un acuerdo general de todas las clases y destacamentos que comprendía todos los índices: ser amable, comportarse correctamente, etc. Yo llevaba el fichero y hacía el cómputo. Al mejor destacamento, vencedor en la emulación mensual, le entregaba como premio: seis entradas diarias al teatro para todo el destacamento, para los 30 que lo componían, y el derecho a limpiar los excusados." “El desarrollo de la lógica de la exigencia condujo a formas muy originales: la realización del trabajo más desagradable se encomendaba con carácter especialmente preferencial."
En el funcionamiento del colectivo, es fundamental el papel del director (el mismo Makárenko), cuya función consiste en orientar, encauzar, sistematizar y encontrar la urdimbre básica que coloque a la colectividad como centro de todo el trabajo. Para ello, el mismo se integraba como modelo, como ejemplo y guía, como mantenedor del tono, el estilo y las tradiciones de la colectividad; como padre de niños sin padre, como amigo de cada colono y de cada educador a sus órdenes, como compañero de descansos, de dificultades y alegrías. “Camaradas, esta lógica no es una invención mía, es una lógica natural que arranca de las exigencias. No se pueden plantear ninguna exigencia si no existe una colectividad auténticamente fusionada. Si a mí me entregaran hoy una escuela, en primer lugar haría esto: reuniría a los maestros, diciéndoles: queridos amigos, les propongo hacer las cosas así. Y al maestro que se mostrase disconforme, por muy calificado que fuese, le diría: márchese a otra escuela. A una joven de dieciocho años, si es que estaba de acuerdo conmigo, le aconsejaría: usted carece aún de experiencia, pero su mirada brilla, veo que usted quiere trabajar, quédese y trabaje, nosotros la enseñaremos.”
Es pues el colectivo la piedra angular del sistema educativo. Makárenko veía la necesidad de educar por la experiencia colectiva y así desarrollar una educación comunista de largo alcance. Conseguir las metas propuestas, entre todos sus componentes, tenía un potencial educativo y terapéutico excepcional. De esta forma, se realizaba así el proceso:
* Respecto del educando, cuando éste había asimilado el espíritu de la colonia, pasaba a ser colono y a formar parte de un destacamento, célula base de la organización.
* Existía además un consejo de responsable de destacamentos (jefes) que se reunían con bastante frecuencia para dilucidar, junto con Makárenko, sobre los muchos problemas cotidianos que surgían en la colectividad y además decidía sobre los castigos a imponer. Es importante destacar que la condición indispensable para el funcionamiento de cada unidad y de la colectividad entera era el sentimiento de unidad y de cohesión, porque la integridad de la colectividad es condición única de una buena educación.
* Exigencia, extraordinariamente importante, de la renuncia, de cada uno de sus miembros a los intereses personales en aras de los intereses de la colectividad; lo importante es la marcha de la colonia y el cumplimiento del programa establecido, la buena marcha de la colonia preserva la buena marcha de cada uno de sus miembros, esté o abandone la colonia cuando finalice su estancia.
* Exigencia, igualmente importante, para los propios educadores. Cuando un educando no desarrolla sus cualidades personales, no alcanza la calificación de sus estudios, es responsabilidad totalmente del educador. Cuando se educa a una persona se debe saber precisamente lo que saldrá de las manos, respondiendo de los avances y retrocesos de cada una, no solamente de él sino de toda la colectividad pedagógica. Para llegar a obtener un producto tan definido, se requieren proyectos previos, planes de trabajo que definan exactamente cual será el resultado final, siendo éste el sentido de la educación activa, esto es, fijarse una meta y poner los medios que hagan falta para conseguirla.
* La perspectiva de futuro. Esta perspectiva de su felicidad en el mañana, tiene que ser continua constantemente y totalmente definida para cada educando: inmediata, mediata y lejana.
El trabajo, componente social de la educación
Las colonias de Makárenko son por lo tanto colonias de trabajo, y lo son por razones de tipo teórico, pues la tradición marxista defiende al trabajo como un elemento básico, como un componente esencial de la educación, pues no se concibe una educación soviética correcta que no sea una educación para el trabajo; y de tipo práctico, porque las comunas de Makárenko debían mantenerse a sí mismas y de su trabajo los colonos se vestían, se alimentaban y se divertían.
El trabajo no era pues una táctica educativa, sino una actividad productora de la riqueza necesaria para la colonia y para el país. Es en este sentido, Makárenko se refiere a él como un trabajo creador. De ahí que uno de los objetivos de la educación sea la formación del hábito del trabajo creador. Puesto que el trabajo tiene un sentido social y no meramente educativo, debe someterse a la disciplina social y no quedar al arbitrio de los deseos o veleidades individuales. En base a lo anterior, Makárenko recomienda a los padres que acostumbren a sus hijos desde pequeños a realizar tareas que no les interesen y que les resulten poco agradables, con objeto de que se habitúen a buscar en el trabajo no el entretenimiento, sino su utilidad y necesidad social: "Esta educación será eficaz cuando se llegue al punto que el niño ejecute tareas desagradables pacientemente sin quejas y paralelamente con su crecimiento adquiera una sensibilidad tal que el trabajo menos grato llegará a proporcionarle placer y se comprenda su utilidad social."
Se nota también que dentro de la colectividad y por necesidad de producción, los trabajos que se asignaron son siempre especializados y concretos, por lo que Makárenko se declara partidario de la división del trabajo, lo cual indudablemente lo aleja del concepto y las posibilidades del trabajo polivalente. Además manifestaba que un trabajo que no vaya acompañado de una formación, de una instrucción política y social, carece de todo valor educativo y no pasa de ser un proceso neutro.
Makárenko intentó explotar las posibilidades educativas del trabajo, los colonos pasaban la media jornada en la fábrica trabajando, la otra mitad en la escuela, estudiando, y se remarca esa diferenciación entre horas de trabajo y horas de estudio porque es partidario de que no exista relación entre lo uno y lo otro: el trabajo dice, no debe estar ligado al estudio, no niega el valor educativo tanto del trabajo como del estudio y es consciente de que ambos determinan fuertemente la personalidad, pero se niega a establecer nexos entre ellos.
Makárenko proporciona gran cantidad de detalles sobre la vida y el funcionamiento de las fábricas, nunca describe como sucedían las cosas en el interior de las fábricas, aunque es fácil deducir que las escuelas de sus comunas educativas eran bastante tradicionales. De su pensamiento se extrae que su posición educativa para todos los colectivos escolares, era esa combinación de teoría y práctica, escuela y fábrica, como el futuro del sistema educativo soviético. De hecho los índices de conocimientos que adquirían los colonos eran muy superiores a los niños que iban a las escuelas normales.
La disciplina consciente
Para Makárenko la disciplina es un objetivo, una meta hacia la que debe tenderse, como el resultado de la labor educativa, utilizando unos medios de educación colectiva a fin de conseguir esa disciplina. De este modo, la disciplina propugnada por Makárenko no es una disciplina ciega, arbitraria, una disciplina del sometimiento, sino la disciplina defendida por Lenin, la disciplina consciente. De esta manera se desarrolló en cada discípulo su confianza en la sociedad soviética. Desde los primeros instantes en que el colectivo tuvo que enfrentarse a los retos de luchar contra los kulaks campesinos, las bandas de contrarrevolucionarios zaristas, los asaltadores anarquistas de caminos, los especuladores de la NEP, en toda esta lucha tenían a su lado al Poder Soviético, la fuerza y el apoyo del proletariado. De hecho el objetivo a largo plazo es que cada muchacha y muchacho se sintiese orgulloso de ser de la Unión Soviética, fenómeno mundial incomparable, ejemplo de la sociedad y del comienzo del Comunismo.
Así, esta disciplina consciente les introduce en un mundo real de concepciones sociales, muy superiores a las concepciones conservadoras capitalistas. Estas concepciones son:
1/ Sentimiento del deber y de la responsabilidad para los objetivos de la sociedad soviética.
2/ Colaboración, solidaridad y camaradería diametralmente opuesta a cualquier tipo de fantasía o egoísmos individualistas.
3/ Personalidad colectivista, con gran dominio de la voluntad y con las miras puestas siempre a los intereses sociales soviéticos.
4/ Una caracterización comunista que luche contra la sumisión y la explotación del hombre por el hombre.
5/ Sólida formación política que hizo de cada colono un comunista convencido y un propagandista de sus ideas a través de su acción y su palabra.
De esta consciencia surge este binomio disciplina y educación, al servicio de la misma causa que el colectivo, el trabajo, la instrucción: la palanca del cambio social; para hacer de cada educando personas capaces de construir la nueva sociedad, no solamente para inculcar a cada una de ellas la confianza en el comunismo, sino para adecuar las soluciones abordándolas desde la responsabilidad social: obtener los resultados con las menores equivocaciones posibles. Porque si se producían personas deficientes y dañinas no había espacio para las lamentaciones, porque ellas eran parte del Estado soviético. Eran constructores de la sociedad socialista.
Bibliografía consultada
1.- “Problemas de la Educación escolar”. 1975. Ed. Progreso.
2.- “Antón Makárenko, su vida y labor pedagógica” 1975. Ed. Progreso
3.- "Historia de la pedagogía", N. Abbagnano y A. Visalberghi, Fondo de Cultura Económica.
4.- “No hay niños extraños”, Nadezhda Azhguíjina. Agencia de Prensa Novosti. 1988.
5.- "Makarenko y la educación colectiva", El Caballito, SEP Cultura, primera edición 1985, México, DF
6.- “A.S. Makárenko, una antología”, Fabricio Caivano y Jaume Carbonell. Ed. Nuestra Cultura. 1981.
7.- “Colectividad y educación”, Ed. Nuestra Cultura. 1979.
Obras de A. Makárenko consultadas
8.- “Poema Pedagógico” A. Makárenko. Ed. Akal. 1971.
9.- “Banderas en las Torres”, A. Makárenko. 1977, y esta por traducción de la Editorial Mezhdunarodnaia Kniga, 1970.
Bibliografía sobre A. Makárenko.
Sus obras
“Marcha del año 30” (1932), “Poema Pedagógico” (1934-36), “Libro para los Padres” (1937), “Banderas en las Torres” (1939).
Ensayos y guiones literarios: “Problemas generales de la Teoría pedagógica. La educación en la escuela soviética”, “El honor”, “Un carácter de verdad”, “En comisión de servicio”.
A recopilar: Relatos y ensayos de revistas pedagógicas, artículos sobre literatura y reseñas, epistolario con Máximo Gorki.
Sobre A. Makárenko
Conferencias para los padres. Bajo la redacción de G. Makárenko y V. Kolbanovski. Editorial Pedagógica de Moscú. 1940.
Obras pedagógicas escogidas. Artículos, conferencias y charlas. Bajo la redacción general de E. Medinski y N. Svadkovski. Editorial Pedagógica de Moscú. 1947.
Conferencias sobre educación infantil. Bajo la redacción de G. Makárenko y V. Kolbanosvski. Editorial Pedagógica de Moscú. 1947.
Metodología para la organización del proceso educativo. Redacción y prefacio de G. Makárenko. Editorial de las Reservas de Trabajo. Moscú 1947.
Obras pedagógicas. Edición de la Academia de Ciencias Pedagógicas de la PSFSR. Moscú-Leningrado, 1948.
Problemas de la educación escolar soviética. Bajo la redacción de G. Makárenko. Edición de la Academia de Ciencias Pedagógicas de la PSFSR. Moscú, 1949.
Algunas conclusiones de mi experiencia pedagógica. Bajo la redacción de G. Makárenko. Edición de la Academia de Ciencias Pedagógicas de la RSFSR. Moscú, 1950.
Sobre la educación comunista. Obras pedagógicas escogidas. Editorial Pedagógica de Moscú, 1952.
Las colonias de Makárenko son por lo tanto colonias de trabajo, y lo son por razones de tipo teórico, pues la tradición marxista defiende al trabajo como un elemento básico, como un componente esencial de la educación, pues no se concibe una educación soviética correcta que no sea una educación para el trabajo; y de tipo práctico, porque las comunas de Makárenko debían mantenerse a sí mismas y de su trabajo los colonos se vestían, se alimentaban y se divertían.
El trabajo no era pues una táctica educativa, sino una actividad productora de la riqueza necesaria para la colonia y para el país. Es en este sentido, Makárenko se refiere a él como un trabajo creador. De ahí que uno de los objetivos de la educación sea la formación del hábito del trabajo creador. Puesto que el trabajo tiene un sentido social y no meramente educativo, debe someterse a la disciplina social y no quedar al arbitrio de los deseos o veleidades individuales. En base a lo anterior, Makárenko recomienda a los padres que acostumbren a sus hijos desde pequeños a realizar tareas que no les interesen y que les resulten poco agradables, con objeto de que se habitúen a buscar en el trabajo no el entretenimiento, sino su utilidad y necesidad social: "Esta educación será eficaz cuando se llegue al punto que el niño ejecute tareas desagradables pacientemente sin quejas y paralelamente con su crecimiento adquiera una sensibilidad tal que el trabajo menos grato llegará a proporcionarle placer y se comprenda su utilidad social."
Se nota también que dentro de la colectividad y por necesidad de producción, los trabajos que se asignaron son siempre especializados y concretos, por lo que Makárenko se declara partidario de la división del trabajo, lo cual indudablemente lo aleja del concepto y las posibilidades del trabajo polivalente. Además manifestaba que un trabajo que no vaya acompañado de una formación, de una instrucción política y social, carece de todo valor educativo y no pasa de ser un proceso neutro.
Makárenko intentó explotar las posibilidades educativas del trabajo, los colonos pasaban la media jornada en la fábrica trabajando, la otra mitad en la escuela, estudiando, y se remarca esa diferenciación entre horas de trabajo y horas de estudio porque es partidario de que no exista relación entre lo uno y lo otro: el trabajo dice, no debe estar ligado al estudio, no niega el valor educativo tanto del trabajo como del estudio y es consciente de que ambos determinan fuertemente la personalidad, pero se niega a establecer nexos entre ellos.
Makárenko proporciona gran cantidad de detalles sobre la vida y el funcionamiento de las fábricas, nunca describe como sucedían las cosas en el interior de las fábricas, aunque es fácil deducir que las escuelas de sus comunas educativas eran bastante tradicionales. De su pensamiento se extrae que su posición educativa para todos los colectivos escolares, era esa combinación de teoría y práctica, escuela y fábrica, como el futuro del sistema educativo soviético. De hecho los índices de conocimientos que adquirían los colonos eran muy superiores a los niños que iban a las escuelas normales.
La disciplina consciente
Para Makárenko la disciplina es un objetivo, una meta hacia la que debe tenderse, como el resultado de la labor educativa, utilizando unos medios de educación colectiva a fin de conseguir esa disciplina. De este modo, la disciplina propugnada por Makárenko no es una disciplina ciega, arbitraria, una disciplina del sometimiento, sino la disciplina defendida por Lenin, la disciplina consciente. De esta manera se desarrolló en cada discípulo su confianza en la sociedad soviética. Desde los primeros instantes en que el colectivo tuvo que enfrentarse a los retos de luchar contra los kulaks campesinos, las bandas de contrarrevolucionarios zaristas, los asaltadores anarquistas de caminos, los especuladores de la NEP, en toda esta lucha tenían a su lado al Poder Soviético, la fuerza y el apoyo del proletariado. De hecho el objetivo a largo plazo es que cada muchacha y muchacho se sintiese orgulloso de ser de la Unión Soviética, fenómeno mundial incomparable, ejemplo de la sociedad y del comienzo del Comunismo.
Así, esta disciplina consciente les introduce en un mundo real de concepciones sociales, muy superiores a las concepciones conservadoras capitalistas. Estas concepciones son:
1/ Sentimiento del deber y de la responsabilidad para los objetivos de la sociedad soviética.
2/ Colaboración, solidaridad y camaradería diametralmente opuesta a cualquier tipo de fantasía o egoísmos individualistas.
3/ Personalidad colectivista, con gran dominio de la voluntad y con las miras puestas siempre a los intereses sociales soviéticos.
4/ Una caracterización comunista que luche contra la sumisión y la explotación del hombre por el hombre.
5/ Sólida formación política que hizo de cada colono un comunista convencido y un propagandista de sus ideas a través de su acción y su palabra.
De esta consciencia surge este binomio disciplina y educación, al servicio de la misma causa que el colectivo, el trabajo, la instrucción: la palanca del cambio social; para hacer de cada educando personas capaces de construir la nueva sociedad, no solamente para inculcar a cada una de ellas la confianza en el comunismo, sino para adecuar las soluciones abordándolas desde la responsabilidad social: obtener los resultados con las menores equivocaciones posibles. Porque si se producían personas deficientes y dañinas no había espacio para las lamentaciones, porque ellas eran parte del Estado soviético. Eran constructores de la sociedad socialista.
Bibliografía consultada
1.- “Problemas de la Educación escolar”. 1975. Ed. Progreso.
2.- “Antón Makárenko, su vida y labor pedagógica” 1975. Ed. Progreso
3.- "Historia de la pedagogía", N. Abbagnano y A. Visalberghi, Fondo de Cultura Económica.
4.- “No hay niños extraños”, Nadezhda Azhguíjina. Agencia de Prensa Novosti. 1988.
5.- "Makarenko y la educación colectiva", El Caballito, SEP Cultura, primera edición 1985, México, DF
6.- “A.S. Makárenko, una antología”, Fabricio Caivano y Jaume Carbonell. Ed. Nuestra Cultura. 1981.
7.- “Colectividad y educación”, Ed. Nuestra Cultura. 1979.
Obras de A. Makárenko consultadas
8.- “Poema Pedagógico” A. Makárenko. Ed. Akal. 1971.
9.- “Banderas en las Torres”, A. Makárenko. 1977, y esta por traducción de la Editorial Mezhdunarodnaia Kniga, 1970.
Bibliografía sobre A. Makárenko.
Sus obras
“Marcha del año 30” (1932), “Poema Pedagógico” (1934-36), “Libro para los Padres” (1937), “Banderas en las Torres” (1939).
Ensayos y guiones literarios: “Problemas generales de la Teoría pedagógica. La educación en la escuela soviética”, “El honor”, “Un carácter de verdad”, “En comisión de servicio”.
A recopilar: Relatos y ensayos de revistas pedagógicas, artículos sobre literatura y reseñas, epistolario con Máximo Gorki.
Sobre A. Makárenko
Conferencias para los padres. Bajo la redacción de G. Makárenko y V. Kolbanovski. Editorial Pedagógica de Moscú. 1940.
Obras pedagógicas escogidas. Artículos, conferencias y charlas. Bajo la redacción general de E. Medinski y N. Svadkovski. Editorial Pedagógica de Moscú. 1947.
Conferencias sobre educación infantil. Bajo la redacción de G. Makárenko y V. Kolbanosvski. Editorial Pedagógica de Moscú. 1947.
Metodología para la organización del proceso educativo. Redacción y prefacio de G. Makárenko. Editorial de las Reservas de Trabajo. Moscú 1947.
Obras pedagógicas. Edición de la Academia de Ciencias Pedagógicas de la PSFSR. Moscú-Leningrado, 1948.
Problemas de la educación escolar soviética. Bajo la redacción de G. Makárenko. Edición de la Academia de Ciencias Pedagógicas de la PSFSR. Moscú, 1949.
Algunas conclusiones de mi experiencia pedagógica. Bajo la redacción de G. Makárenko. Edición de la Academia de Ciencias Pedagógicas de la RSFSR. Moscú, 1950.
Sobre la educación comunista. Obras pedagógicas escogidas. Editorial Pedagógica de Moscú, 1952.
1 comentario:
Excelente aporte camarada ! me gustaría ponerme en contacto con ud.
fernando.cs@hotmail.es
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