Aniversario tergiversado de la Liberación de París, conmemoraciones groseramente partidistas del Tratado de No Agresión germano-soviético,
de la apertura del Muro de Berlín, de la proclamación de la República
Popular China o de la Revolución Cubana de 1959: arrimando el ascua a su
sardina, truncando los hechos y practicando desvergonzadamente las
amalgamas más indecentes, losestrategas de la contrarrevolución ideológica permanentehanorganizado
cuidadosamente su ballet mediático hecho de recocido anticomunismo, de
banal antisovietismo, de rusofobia llena de odio y de xenofobia sin
límites.
Están tan seguros de sí mismos que excluyen
“democráticamente” las voces discordantes de los grandes medios
estatales y de la gran prensa privada monopolizada por los amos del gran
capital.
Los objetivos de esta campaña política travestida en “deber de memoria” son claros:
1º) Con respecto a la resistencia armada comunista francesa,
se trata de minimizarla o de criminalizarla directamente, borrando el
hecho principal de que los comunistas franceses comenzaron a resistir al
fascismo mucho antes de la declaración de guerra de 1939 (lanzamiento
del Frente Popular antifascista, organización de las Brigadas
Internacionales de España por iniciativa de la Internacional Comunista y
rechazo de la “no intervención” decretada por Leon Blum, denuncia del
Pacto de Munich, llamamiento clandestino a la resistencia lanzado por
Charles Tillon desde el territorio nacional el 17 de junio de 1940 en
nombre del PCF, Llamamiento Thorez-Duclos del 10 de julio de 1940,
incluida la frase histórica “Jamás un gran pueblo como el nuestro será
un pueblo de esclavos”…) y que, con gran diferencia, fueron las
organizaciones FTPF y FTP-MOI, creadas por iniciativa del PCF
clandestino, la punta de lanza de la Resistencia Armada interior
coronada por la insurrección parisina de Agosto de 1944, sin olvidar a
los maquis del Limousin y la gran huelga patriótica de los mineros del
Norte convocada por el PCF y la CGT en mayo y junio de 1941: además, sin
minimizar de ninguna manera la contribución de las otras fuerzas
resistentes del interior y del exterior, son los comunistas y los
cegetistas quienes más sufrieron los fusilamientos de masas de
Châteaubriant, de la Ciudadela de Arras y del Mont Valérien, por hablar
solo de ellos; el objetivo de los conjurados del anticomunismo
contemporáneo es, sin lugar a dudas, aprovechando la avanzada edad de
los combatientes de la Resistencia, privar a los comunistas franceses de
su legitimidad patriótica: por eso procuran ocultar la contribución
decisiva de los comunistas a la elaboración del programa del Consejo
Nacional de la Resistencia, que dio como resultado los avances sociales y
democráticos de los que los ministros comunistas de 1945/47 fueron los
principales artífices: primera forma de SMIG [salario mínimo], estatuto
de los mineros, estatuto de los funcionarios, nacionalización del
subsuelo (Mauricio Thorez), nacionalización de EDF, Renault y SNECMA
(Marcel Paul, Charles Tillon, François Billoux ), Seguridad social,
pensiones por reparto, Código Laboral, comités de empresa,
generalización de los convenios colectivos (Ambroise Croizat),
renacimiento democrático de la Educación Nacional y de la Investigación
Pública (Henri Wallon, Frédéric Joliot-Curie…), todos estos logros de la
civilización que hizo posible el proyecto del CNR de “poner al mundo
del trabajo en el centro de la vida nacional” son hoy en día destruidos
metódicamente, en nombre de la “construcción” europea, por los sucesivos
gobiernos de Maastrichtianos, los cuales se entiende fácilmente por qué
apoyan de tapadillo las campañas anticomunistas: denigrar y ensuciar el pasado es indispensable para impulsar los retrocesos actuales y futuros…
2º) Con respecto al Tratado de no agresión soviético-alemán de 1939,
se trata de presentarlo tergiversado, como si hubiera consistido en una
“alianza de los totalitarismos contra las democracias”; sin embargo, en
la década de 1930, la URSS no había cesado de proponer una alianza
militar antihitleriana a las democracias burguesas occidentales; pero
éstas habían preferido, por antisovietismo e inconfesable simpatía de
clase hacia los regímenes fascistas violentamente antiobreros,
antisoviéticos y anticomunistas, respaldar a Mussolini, favorecer la
rebelión franquista y dejar que Hitler desplegara todas sus rapiñas,
desde el rearme oficial al Pacto de Munich, pasando por el Anschluss
de Austria. Objetivamente, si no quería verse aislada frente al
conjunto del mundo capitalista –no solo los nazis sino las “democracias”
occidentales en vías de fascistización e incluso optando por la “guerra
extraña” y luego por la derrota en 1939/40-, si además quería evitar
quedar atenazada entre los fascistas occidentales y la dictadura
militar-fascista de Japón (“Pacto Anti-Comintern”), a la URSS no le
quedaba otra posibilidad que dividir el amenazador frente antisoviético
de las potencias imperialistas occidentales, ganar tiempo para armarse,
tratar de alejar lo más a la amenazante Wehrmacht de sus fronteras
occidentales.
Por lo tanto, resulta escandaloso (¡y lleno de ingratitud
histórica!) intentar amalgamar bajo el nombre de “totalitarismo” al
Tercer Reich exterminador y al país que, a costa de enormes sacrificios,
destruyó la Wehrmacht desde Stalingrado hasta Berlín, y que soportó
durante mucho tiempo la mayor parte del peso de la guerra antifascista,
la cual le costó casi 30 millones de muertos. Durante ese tiempo, la
burguesía francesa, algunos de cuyos herederos continúan dirigiendo el
aparato estatal y el CAC-40, colaboraba en el desmantelamiento de
Francia, mientras que la SFIO [la socialdemocracia], junto con la
derecha y los radicales, había participado en el persecución
anticomunista en Francia (decreto de Sérol de abril de 1940, castigando
la propaganda comunista ¡con la pena de muerte!), mientras que los
Estados Unidos de América se demoraron en abrir el “segundo frente”
contra Hitler hasta el momento en que el grueso de las fuerzas alemanas
concentradas en el Este ya se estaba derrumbando, de Leningrado a Kursk y
hasta Berlín (gracias a la acción en solitario de los soviéticos ),
ante el irresistible empuje del Ejército Rojo obrero y campesino.
Es
lamentable, vergonzoso para la actual intelectualidad francesa y para
los medios dirigentes de la Educación Nacional que, de ahora en
adelante, la mayoría de los jóvenes franceses puedan creer de buena fe
que Hitler y Stalin fueron amigos durante la guerra (!), que fueron
principalmente los anglosajones quienes ganaron la guerra, que la
Resistencia francesa luchó solo por el honor (cuando asestó golpes muy
duros al ocupante y liberó a París en lo esencial con sus propias
fuerzas) mientras que el general de Gaulle declaró francamente en 1946: “los franceses saben que la Rusia soviética ha jugado el papel principal en su liberación“.
¡Cómo calificar de otra manera que como negacionista esta empresa
permanente de falsificación de la historia que minimiza, niega, incluso
demoniza las hazañas de la URSS sin las cuales el nazi-fascismo aliado
con los militaristas japoneses y apoyado por el llamado “Estado francés”
de Pétain se habría adueñado indudablemente del mundo y sin las cuales
no podríamos discutir libremente hoy en día! (…)
Por la dirección nacional de la CISC, Pierre Pranchère , presidente honorario, ex diputado, ex resistente de FTPF, Jean-Pierre Hemmen , presidente ejecutivo de la CISC, hijo de Resistente Fusilero, Vincent Flament, secretario general y editor en jefe de Solidarité de clase, Madeleine Dupont, tesorera nacional, Georges Gastaud, secretario internacional, hijo de un resistente gaullista.
En particular, se solidarizan con este texto:Léon Landini,
antiguo oficial de FTP-MOI, Medalla de la Resistencia, Oficial de la
Legión de Honor, condecorado por la URSS por actos de la Resistencia,
Presidente de la Amicale Carmagnole-Liberté, Presidente Nacional del Polo del Renacimiento Comunista en Francia (92); Annie Lacroix-Riz, profesora emérita de historia contemporánea, historiadora (París VII); Jacques Kmieciak , periodista, activista de CGT, presidente de la Asociación Amigos de Edward Gierek (62); Annette Mateu-Casado , coordinadora nacional del PRCF, hija de combatientes comunistas antifranquistas (66); Fadi Kassem, subsecretario nacional de la PRCF, asociado de historia (78); Gilda Guibert , asociada de historia, animadora de los Cafés Marxistes (París); Jany Sanfelieu, activista del PRCF, hija de un luchador republicano español antifascista (89); Aurélien Djament, matemático, sindicalista del CNRS (59); Jean-Claude Houseaux, doctor (84); Didier Olmos, activista del PRCF (18); Marie-France Fovet, activista internacionalista (56); Gilliatt de Staërck, conductor, responsable nacional de los Jóvenes por el Renacimiento Comunista en Francia (22); Stéphane Sirot , historiador del sindicalismo y del movimiento social (59); Anna Persichini , activista sindical de la metalurgia (06); Anne-Marie Coustou , profesora de historia jubilada; José Minard, trabajador de la construcción jubilado, gerente de PRCF del Boulonnais;Ekin Tek, activista comunista (75);; Benoit Foucambert , profesor (81); Laurent NARDI, concejal de Passy (74)
Este próximo viernes día 29 de Noviembre a las 17,30 hs. en el Instituto Pushkin (calle Galileo, 26 de Madrid, metro Moncloa o Quevedo), tendrá lugar la proyección con debate, de la película "La balada del soldado".
La Asociacion de Amistad Hispano Soviética tiene el gusto de invitarle, junto con la Asociación de Jovenes de Rusia y Blagoe Delo.
Miles de mujeres saharauis en los territorios ocupados del
Sáhara Occidental son víctimas de violencia por parte de las fuerzas
marroquíes por razón de su pensamiento político.
En 1993, la Asamblea General de las Naciones Unidas, a propuesta de la
República Dominicana, y con el apoyo de 60 países más declaró el Día
Internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer el 25N.
En 1999, a propuesta de la República Dominicana, la jornada de
reivindicación fue asumida por la Asamblea General de las Naciones
Unidas en su resolución 54/134 invitando a gobiernos, organizaciones
internacionales y organizaciones no gubernamentales a convocar
actividades dirigidas a sensibilizar a la opinión pública sobre el
problema de la violencia contra las mujeres.
La
violencia contra la mujer saharaui en los territorios bajo ocupación
marroquí, es una de las violaciones de los derechos humanos más
reiterada y que cada vez afecta a un mayor número de personas. Miles de
mujeres saharauis en el Sáhara Occidental son víctimas de violencia por
parte de las fuerzas marroquíes por razón de su pensamiento político.
Los datos arrojan una realidad preocupante, las diferentes
organizaciones saharauis y asociaciones que trabajan sobre el terrerno
indica que en lo que va del 2019 más de cien mujeres saharauis de
diferentes edades han sido encarceladas, torturadas y/o asesinadas.
Pero la violencia contra la mujer en el Sáhara ocupado está cargada de
cifras ocultas. Según una encuesta de Violencia contra la Mujer Saharaui
en El Aaiún, el 20% de las mujeres de las diferentes edades que viven
en los Territorios Saharauis han sufrido violencia física ejercida por
policías y agentes en los últimos 20 años. Si se extrapola el porcentaje
a la población femenina estaríamos hablando de más de la mitad de
mujeres que viven bajo la ocupación. Sólo en lo que va del 2019, más de
200 mujeres han sufrido violencia física por participar en las
manifestaciones y las protestas pacíficas.
La
ocupación marroquí ha dividido al pueblo saharaui y su territorio en
dos a través de un muro rodeado de soldados, alambradas y millones de
minas antipersona que perpetúan la etapa en la que Marruecos bombardeaba
a la población saharaui con Napalm y Fósforo blanco con el objetivo de
hacer una limpieza étnica del pueblo saharaui, como lo sigue haciendo
hoy en día a través del encarcelamiento, secuestros y asesinatos de
jóvenes y activistas solo por el hecho de reivindicar el derecho a la
libertad.
El Consejo de Seguridad, órgano que decide la prórroga de la misión,
sigue sin introducir cambio alguno, parece haber asumido que no lleva a
ningún lado el debate recurrente sobre la ampliación del mandato de la
MINURSO para que vigile los Derechos Humanos, sobre todo después de que
en 2014 EE.UU presentara una resolución que fue rechazada por Marruecos,
España y Francia.
El discurso se trasladó a la relación entre Marruecos y las Naciones
Unidas. El Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, pidió
establecer un mecanismo independiente e imparcial de supervisión del
respeto a los derechos humanos en el Sáhara Occidental en su último
informe semestral.
Con respecto a la situación de los Derechos Humanos, gracias al informe
emitido por la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para la misión de
los Derechos Humanos en el Sáhara Occidental y los campamentos de
refugiados saharauis, el informe declaraba que se está siguiendo de
cerca su evolución con el fin de tratarlo en el campo de los derechos
humanos y solucionar los desafíos en el terreno, así como explorar
nuevas vías de cooperación para garantizar la protección efectiva de los
derechos humanos en el Sáhara Occidental ocupado.
La misión de Naciones Unidas, MINURSO, se estableció en 1991 para
vigilar el alto el fuego entre Marruecos y el Frente Polisario y
elaborar un censo de la población que tendría derecho a votar en un
futuro referéndum de autodeterminación.
En la actualidad la misión de la ONU se dedica fundamentalmente a tareas
de desminado en la zona. También ha colaborado en el intercambio de
visitas familiares entre los habitantes del Sáhara Occidental ocupado y
los refugiados de los campamentos saharauis.
El día a día de los saharauis que viven en los territorios ocupados
sufren la constante represión marroquí por fuerzas policiales que arma y
entrena España a través de los distintos programas de colaboración
entre ambos ministerios. Secuestros, palizas, violaciones y
humillaciones es el pan de cada día de cualquier saharaui que salga a la
calle a reivindicar su propia tierra y sus derechos.
La
sublevación de los militares monárquicos en 1936, es obvio decirlo, significó
un profundo tajo en la historia de España: las libertades públicas alcanzadas
durante la República desaparecieron, para dar paso a la guerra más sanguinaria
conocida hasta entonces. Aquella trágica circunstancia histórica alteró la vida
de los españoles en todos sus aspectos, y en el caso de los escritores modificó
también su escritura. Es lo que sucedió con la de Ernestina de Champourcin,
autora de cuatro libros de poemas publicados hasta entonces, en los que además
de temas de cada día expuso su concepto del amor. Todo ello quedó olvidado ante
la conmoción de la guerra, dando lugar a una nueva poética imposible antes.
Su vida de señorita burguesa terminó en ese
momento. Ya antes había demostrado un compromiso social con los necesitados, en
lo que coincidía con su amiga Constancia de la Mora, que se casaría con Ignacio
Hidalgo de Cisneros, el renovador la aviación republicana. Sus convicciones democráticas
la alinearon junto al pueblo agredido por los militares monárquicos. Debido a sus
ideas sociales, y por su amistad entonces con el que enseguida iba a ser su
marido, Juan José Domenchina, secretario particular primero y después político de
Manuel Azaña, se ofreció para trabajar al servicio de la República, y lo hizo
como enfermera y como responsable de una residencia de niñas abandonadas a
causa del conflicto. Y lo mismo que su vida, se modificó su poética.
En el número XII de la revista Hora de España, impreso en Valencia en
diciembre de 1937, se publicaron cuatro poemas de Ernestina, bajo el título
común de "Sangre en la tierra", claramente anunciador del tema que
los inspiraba. Cada uno de ellos presenta su propio título entre paréntesis y
al margen, lo que implica que se trata de una serie unitaria.
Fueron escritos en versos alejandrinos, uno
de ellos quebrado. El primero y el tercero sostienen en todos los versos la
asonancia en i-o, lo que imita al romance de los cantares de gesta, puesto que
cada verso debe dividirse en dos hemistiquios heptasílabos. Por su parte, el
segundo y el cuarto se estructuran en estrofas de cuatro versos blancos, una
forma frecuente en la poesía de esta escritora.
Canto al miliciano desconocido
El primer poema, titulado "(El
centinela)", es una celebración del Ejército popular, representado en un
soldado anónimo que hace guardia frente al enemigo. Es un símbolo
representativo de todos aquellos jóvenes obreros, pescadores y campesinos, que
dejaron sus ocupaciones para tomar las pocas armas de que se disponía, y
enfrentarse a un enemigo dotado del armamento más moderno entonces, facilitado
por sus patrocinadores los nazis alemanes y los fascistas italianos. Es también
un símbolo de la victoria del pueblo contra sus agresores, anunciada por la
escritora utilizando una metáfora sencilla: la del amanecer vencedor de la
noche en que la traición había sumido a España. Así lo explican los versos:
Bajo el viento y la lluvia
tu frente con su signo.
Tu soledad poblada de puños
encendidos.
Tus ojos acechando, tus
venas en delirio
latiendo con el pulso
insomne del destino.
Tus dos pies en la tierra
que un sórdido designio
intenta enajenar. Tus pies
libres, cautivos
de su afán indomable.
¡Clávalos en el limo
que harás fértil un día y no
cedas el sitio
que tus plantas bautizan con
el orgullo esquivo
de su inmóvil cansancio! ¡Ya
se abre el camino
del alba entre la niebla!
¡Hay un silencio herido
por el heroico esfuerzo con
que miles de gritos
sofocan sus clamores! Cerca
de ti un gemido
gotea de amargura , y en
medio del rocío
va sembrando el dolor su
simiente de lirios.
¡Amanecer de muerte sobre
los campos fríos!
Bajo el sol que aún no quema
sigue tu piel erguida
y en tus manos heladas una
visión de siglos
palpita ya hecha carne.
¡Sobre el mundo en peligro
se convierte en aurora la
noche que has vencido!
El anónimo miliciano representa a todo el
Ejército popular que combate contra el nazifascismo internacional. Está solo,
pero siente a su lado miles de puños, símbolo de los partidos de la izquierda
política. Permanece inmóvil en el lugar que le corresponde, cumpliendo con su
deber disciplinadamente en el puesto asignado, durante una noche de viento y
lluvia. Pronto llegará la aurora, vencedora de la oscuridad, como una señal de
la victoria del pueblo frente a sus agresores reaccionarios, las fuerzas
oscuras del mal lanzadas sobre España.
Son muy significativas las palabras
empleadas para describir la postura del centinela: pies libres, orgullo
esquivo, heroico esfuerzo, y otras semejantes. La palabra final del poema es la
más intensa, puesto que califica de vencedor al miliciano, con una victoria que
debía ser la del Ejército al que servía en defensa de las libertades públicas. La
autora expresó así un sentimiento compartido entonces por los milicianos.
El dolor como esperanza
El segundo poema, titulado "(La amante)",
reproduce el lamento de una mujer que intuye certeramente la muerte de su
compañero soldado. Padece un gran dolor, pero matizado por la confianza de que
esa muerte del amado habrá servido para colaborar a la victoria final del
Ejército popular en el que servía. Por eso la amante no llora por el muerto,
sino que manifiesta su fe en el triunfo final del pueblo contra el nazifascismo
internacional.
En un momento en que los sublevados
bendecidos por el Vaticano invocaban a un extraño dios alentador de sus
crímenes, Ernestina hace decir a esa mujer que ningún dios conseguiría derrotar
al pueblo en armas. Fue su denuncia contra ese dios criminal, del que
blasfemaba su amigo León Felipe con palabras tronantes, porque era un dios
anticristiano. Así se expresaba la amante ya viuda:
Ahora sé que no vuelves: lo
sé en mi carne muerta
a todos los latidos que no traen tu
recuerdo,
en la inmovilidad de mis
manos febriles,
en el mudo abandono de mi
sien resignada.
Lo sé tácitamente con la
firme certeza
de lo que nadie puede borrar
de nuestra vida,
con la seguridad punzante y
destructora
de lo que ningún dios hará
retroceder.
Lo sé porque aún me ciñe en
fervoroso abrazo
tu cuerpo que prolonga su
verdad en el mío
para que así perdure en
colmo de piedades
su última caricia.
Lo sé: ya nadie intenta desclavar
de mi pecho
la horrible certidumbre que
sin querer acuno:
es el postrer regalo de tu
amor: lo recibo
con las palmas abiertas,
iluminadamente.
También sé que vendrá un día en que tu
gloria
será la gloria pura del mundo liberado,
un día en que tu sangre
derramada en secreto
recogerá la mies de su don
decisivo.
Sin ti nada es posible y por
eso te he dado
el azar tenebroso de la lucha
suprema,
porque sé que perdiéndote
ganaré para todos
un limpio amanecer desnudo de
rencores.
No es resignación, sino convencimiento de
que la muerte del compañero va a ser la simiente necesaria para la victoria del
pueblo movilizado en defensa de sus libertades. Y cuando eso suceda, en ese día
glorioso también el muerto gozará de esa gloria compartida. El último verso
repite la metáfora utilizada al final del poema anterior, y anuncia "un
limpio amanecer" al término de la guerra, cuando los rebeldes fuesen derrotados
por el pueblo.
Heridos
y vencidos
Con el tercer poema, "(El herido
ciego)", descubrimos el hospital de sangre instalado en el Instituto
Oftálmico de Madrid, donde sirvió Ernestina como enfermera. La escritora
dialoga idealmente con un soldado que se ha quedado ciego. Está vencido ya por
completo, aunque la guerra continúe, y por eso dice que se halla en la noche,
ya que para él no habrá amanecer, esa luz que esperaba en los dos poemas
precedentes, que aquí se describe como un “amanecer a oscuras”. La insensatez
de la guerra ha acabado con el sentido de la vista del miliciano, y la
escritora lamenta que no pueda conseguir devolvérselo, no le es posible más que
protestar contra el horror de la guerra organizada por los sublevados monárquicos:
La noche se hizo carne en
tus ojos heridos.
¡Carne de soledad! Qué
angustia de caminos
empañados en niebla, de sones desvaídos
que a nada se refieren, de
inútiles designios
que tu pupila, inmóvil, no
abarcará, vencidos.
¡Qué amanecer a oscuras en
tierras sin sentido
donde todo es volumen, donde el silencio
mismo
se hace duro y compacto,
donde el roce más nimio
desgarra y estremece como
un inmenso grito
de luz y primavera! --¡Qué
sombra de martirio
en tu mirar enhiesto que cercaba
al destino
rompiendo sus contornos,
destrozando sus mitos,
dejándolo desnudo, sin
farsas ni egoísmos!...--
La noche para siempre, la
noche con su esquivo
y vacilante rumbo. Nada
puede ya el lino
de mis manos abiertas ni su
apoyo tendido
en el rastro borroso de tu
andar indeciso.
Nada puede mi voz contra
el áspero frío
que inundando tus ojos te
aísla de lo vivo
y te roba la gracia del
paisaje encendido
del horizonte en fiesta
donde todo es camino.
¡No te queda más ruta que
la que va a ti mismo!
El herido ciego no volverá a contemplar los
paisajes. Sí lo hace Ernestina en el cuarto poema, titulado simplemente
"(Paisaje)". En los anteriores se refería a un amanecer luminoso, en
el que simbolizaba la victoria popular. Aquí empieza por alabar la belleza
simple del campo, al ver el cielo azul reflejado sobre un río, en la
tranquilidad del mediodía sereno, pero inmediatamente recuerda que muy poco más
allá está la muerte despertada por los rebeldes, porque escucha un "atroz
repiqueteo". Le parecía haber contemplado en un sueño aquel paisaje
bucólico, del que despertaba violentamente. La placidez idílica del paisaje en
paz es falsa en ese momento:
¡El cielo sobre el río!
¡Qué castidad de sienes
bañadas en la pura delicia
de su abrazo!
¡Y qué lenta embriaguez de
sol y de quietudes,
qué distancia tendida
entre el odio y la paz!
Más allá de este azul que
todo lo acrisola,
de esta belleza inmune donde el pulso se
inhibe,
los ávidos nudillos de la
muerte despiertan
a los que no rehúyen su atroz
repiqueteo.
--¡Despertarse sangrando
del sueño de la vida,
en otro sueño oscuro del que
jamás se vuelve,
trocar las realidades
febriles de la lucha
por un falso y estéril
reposo sin victoria!--
El ágil mediodía radiante
de promesas
descubre luz a luz sus
pródigos designios,
pero el eco inseguro de
las voces tronchadas
le interrumpe,
quebrándole, su cálida ascensión.
¡Río y cielo! Qué venda
para ceñir las frentes
y contener el soplo vital
que se desliza
camino de la nada. ¡Qué
toque de milagro
para unir el espíritu a
su carne ya en fuga!
Esta
poesía sobre la guerra es peculiar, diferente de los cantos épicos escritos
entonces por Rafael Alberti, Nicolás Guillén o Pablo Neruda, para citar tres
ejemplos magistrales, de tres procedencias diferentes. Se dirá que es poesía
femenina, y efectivamente lo es, porque expresa unos sentimientos proyectados
por una sensibilidad de mujer. Poesía de una mujer comprometida con la causa
popular, que tomaba parte en la guerra de la forma que le era posible, y que
cantaba a los milicianos como símbolo de la libertad. Y es sobre todo poesía,
algo que a veces no se daba en muchos de los poemas inspirados por la
contienda, mejor intencionados que escritos.
Presencia de la muerte
Esta serie titulada "Sangre en la
tierra" tuvo su continuación en dos poemas aparecidos en un folleto de
cuatro páginas, dirigido por Juan José Domenchina, Poesía Española. Suplemento Literario del Servicio Español de
Información, impreso en Valencia en mayo de 1938; los poemas de Ernestina
están separados, en las páginas 3 y 4, y tienen como protagonista a la muerte;
importa recuperarlos, porque no los recogió en ninguno de sus libros. El primero,
"Muerte sin nombre", alude a la de un niño desconocido, víctima de
alguna acción de los sublevados. Al contemplar su cuerpo inerte, piensa
Ernestina que hubiera podido haber sido un hijo suyo, y describe su evolución
desde que era un feto hasta ese momento trágico en que ella, madre de un
muerto, lo acuna mientras le dice lo que no podía ser una nana, en alejandrinos
blancos:
Porque ignoré tu nombre,
tu voz y tus caprichos,
porque no palpitaste sin
forma en mis entrañas,
ni bebiste en mis senos
la vida que ahora mueres,
porque no me llamaron tus
torpes balbuceos,
porque no fuiste mío,
acuno tu morir.
Pudiste haber secado la
fuente de mis sueños
robándole a mis horas su
luminosa espera,
pudiste navegar hacia la
nada inerte
llevándote mi aliento en
un postrer vagido.
Pudiste serlo todo para
mis manos lacias
que se abrirían hoy con
mayor amargura,
pudiste desgarrarme con
tu muerte lejana
que en mí hubiera cuajado
su eternidad de hielo.
Hoy, que no eres de nadie
y que tu sien bautiza
con tu sangre inocente la
tierra mancillada,
repetiré tu nombre que
nunca he pronunciado
hasta que tu presencia vuelva a crearse en
mí.
Le hubiera gustado ser madre de un niño,
pero al mismo tiempo reconoce que si ese niño desconocido hubiera sido hijo
suyo, ahora estaría llorando su muerte. Da la vuelta al simbolismo cristiano
del bautizo mediante el agua derramada en la cabeza de los niños, diciendo que
la sangre de ese niño asesinado por los rebeldes bautiza a la tierra sobre la
que cae. Volveremos a comentar que es poesía femenina, por su tonalidad maternal,
pero no es más que la expresión de un
sentimiento humano ante la muerte de un niño. Todos los muertos en las guerras
son innecesarios, pero los niños además son víctimas inocentes.
Un anticanto a la primavera
El otro poema se titula "Primavera en
la muerte", con un subtítulo, "(Elegía de los sentidos)",
también compuesto en alejandrinos blancos. La primavera está considerada una
estación feliz, y solía ser cantada por los poetas como una invitación a la
vida, porque significa el renacer de la naturaleza. Sin embargo, Ernestina
escribe un anticanto, porque la primavera de 1938 fue especialmente nefasta,
llena de muertes motivadas por la caída de Aragón en manos de los rebeldes, y
por los criminales bombardeos sobre Barcelona entre el 16 y el 21 de marzo, que
causaron cerca de cuatro mil muertos y heridos entre la población civil. Por
ello nadie se percató de que había llegado la nueva estación, habitualmente
llamada la de las flores, pero que en 1938 fue de las muertes:
Viniste de puntillas, sin que nadie te oyera.
El clamor de la sangre cegó
nuestros oídos
con un grumo de angustia
mientras tú, solitaria,
recorrías tu senda entre
cuerpos tronchados.
Tu presencia de luz se nos
hizo invisible
por no herir las pupilas
inmóviles, cuajadas
en el mirar atroz,
concreto, de la muerte.
Viniste rastreando las
huellas del dolor.
Abandonaste el haz de todas
tus fragancias
en el tibio refugio del
nido más secreto.
La brisa se negaba a
manchar tus aromas
en la atmósfera tensa de
gritos y rencores.
Un lento florecer de pálidos
capullos
se abrió al mágico roce
de tus manos abiertas.
Corolas prematuras
acercan a los labios
con honda pesadumbre un
fruto de ceniza.
Llegaste medio oculta sin
atreverte apenas
a acariciar la fiebre de
los pulsos, tendidos
en inmortal galope sobre
esos campos yermos
que te niegan un surco
propicio a florecer.
Llegaste medio oculta sin
que nadie ofreciera
un remanso de paz a tu
dulzura impúber,
y ungiste suavemente con
tus besos de virgen
las sienes de los niños
muertos en tu regazo.
Este verso final del poema lo enlaza con el
anterior, y el tema de los dos poemas se une al de la serie "Sangre en la
tierra". Esa primavera de 1938 la tierra española se hallaba ensangrentada
por culpa de unos militares traidores a la República y a la patria. Los
campesinos no la sembraron, porque debían empuñar las armas para defender su
libertad contra esos militares sublevados. No nacerían tampoco flores, porque
la tierra estaba regada con sangre de mártires. Sólo se veía desolación en los
yermos campos españoles, sementados de víctimas inocentes. Era una
"Primavera en la muerte", efectivamente, y el poema contiene una
"(Elegía de los sentidos)", porque todos quedaron dañados en esa
circunstancia trágica.
La muerte fue asimismo la protagonista de
la novela ambientada en el Madrid de 1936, que debiera haberse titulado
probablemente Mientras allí se muere.
La muerte fue la compañera inevitable de aquellos días, y por eso se metió en
sus escritos en prosa y en verso. Constituía una motivación fatídica para la
escritura, porque era la consecuencia inevitable de la guerra, en la que ella
participaba de la única manera que le estaba permitido hacerlo: con su trabajo
en ayuda de los niños y de los heridos, y con su pluma, convertida en arma
acusadora contra los sublevados, causantes de aquella inmensa tragedia.
La pluma y la pistola
Ernestina de Champourcin se había alineado
como su marido al servicio de la República, con mayor verdad que los
integrantes de la agrupación así denominada. Hasta la sublevación de los
militares monárquicos escribió sobre los temas inquietantes para todos los seres
humanos en sus variados aspectos, con atención destacada al sufrimiento. Después
su escritura se centró en un único asunto, el de la guerra, cuando el sufrimiento
se alojó en la entraña del pueblo obligado a defenderse de la agresión impuesta
por los militares rebeldes. Lo trató con una sensibilidad especial, que es
lícito denominar femenina, aunque este término padezca actualmente una devaluación
absurda. Puesto que Ernestina era mujer sentía como mujer, y reflejaba sus
sentimientos en la escritura como mujer también.
Cada persona actuó según sus posibilidades.
Por ejemplo, Machado, aviejado y enfermo, deseaba que su pluma de poeta
equivaliese a la pistola del general Enrique Líster, para combatir a los
rebeldes, y con ella le dedicó un excelente poema. La pluma de Ernestina no
quiso cantar a los generales leales, ni las acciones heroicas realizadas por
los milicianos. Se alegraba al conocerlas, y confiaba en el triunfo popular,
desde luego, pero su pluma se mojaba en los acontecimientos cotidianos, que
eran trágicos en esos días.
Cuidaba a los niños abandonados, y escribía
sobre los niños asesinados por la barbarie fascista. Atendía a los heridos y
contaba sus dolores. Sabía que tras los generales leales, ensalzados en los
noticiarios como consecuencia de una acción victoriosa, se alineaban los
muchachos anónimos, obreros, pescadores y campesinos, que acudieron voluntarios
a defender la libertad alcanzada en su patria, y les dedicaba sus versos.
Siguió las consideraciones anotadas por Azaña en su diario el 22 de junio de
1937, después de recibir a la redacción de Hora
de España precisamente, en el cuaderno “La Pobleta, 1937”, incluido en el
sexto volumen de sus Obras completas editadas
por el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales en 2007, en la página
345:
Me parece corto, escaso, el impulso que
lleva, más o menos a sabiendas, a cantar
el heroísmo. La guerra no se compone toda de heroísmo, ni principalmente.
Habría que mostrar, con la evidencia comunicativa de lo poético, el sufrimiento
humano, dentro del cuadro grandioso y terrible de la guerra; el eterno
sufrimiento del hombre, aherrojado por su destino implacable.
Es lo que hizo exactamente Ernestina en sus
poemas compuestos durante la guerra: mostró en verso el sufrimiento humano. Su
pluma valió como una pistola de capitán, igual que la de Machado y la de todos
los poetas leales. Cada uno de ellos estuvo en su puesto sin dudar, por
conciencia del deber, según decía Ernestina, frente a los que traicionaron a su
patria, a su condición y a su palabra.
Fieles hasta el final, Ernestina y Juan José
Domenchina cruzaron la frontera francesa en febrero de 1939, compartiendo el
éxodo de soldados, mujeres, niños y ancianos, para evitar las sangrientas
represalias de los vencedores. Se instalaron inicialmente en Toulouse, donde
sufrieron tres meses de privaciones y miseria, hasta que lograron embarcar para
México, gracias a la recomendación de don Manuel Azaña, que seguía manteniendo
correspondencia con su antiguo secretario. La rebelión de los militares monárquicos
destruyó la felicidad del pueblo español, hundiéndolo en la noche más negra de
su historia. Es cierto que dio lugar a una espléndida poesía, pero eso no puede
compensar las muertes, el exilo y la cárcel que originó.
ARTURO DEL VILLAR
PRESIDENTE DEL COLECTIVO REPUBLICANO TERCER MILENIO