5 de julio de 2010

Shostakovich, uno de los mayores creadores musicales del siglo XX

Por Oleg K.


Dimitri Dimítrievich Shostakóvich (en ruso: Дмитрий Дмитриевич Шостакович) nació en San Petersburgo, el 25 de septiembre de 1906. Ha sido uno de los más renovadores compositores soviéticos de mediados del siglo XX.

Su vida


Fue un niño prodigio. Tuvo una sólida formación. Hijo de Sofía Vasilievna, jóven pianista casada en 1902 con el químico e ingeniero Dimitri Boleslalovovich Shostakovich. Ya en 1915 sucedió el siguiente caso: “… su hermana María recibía clases de piano, vio como el pequeño seguía sus movimientos, alegre decidió enseñarle a tocar rudimentariamente las teclas. Dimitri, ante el estupor de su hermana le dijo que le diera una partitura. Su madre, divertida, le puso en el atril un andante de una sinfonía de Haydn. Con sus manitas (9 años), ante el asombro de todos, lentamente pero con seguridad, inventándose una digitación adoptada por él, tocó la pieza. Dos días después interpretó con soltura el Álbum para niños de Chaikovski”. Así demostró ese talento innato.


De 1919 a 1925 estudió en el Conservatorio de Petrogrado teniendo como profesores a Alexander Glazunov y Maximilian Steinberg, el alumno preferido de Rimski-Korsakov. Glazunov comprendió su singularidad, eximiéndole de todos los demás cursos de teoría e integrándole en composición, con estas palabras: “Tenemos un nuevo Mozart”. Su oído era increíble. De un simple vistazo conocía el mínimo detalle de una partitura; interpretaba obras orquestales al piano haciendo la reducción simultáneamente; tocaba cualquier pieza pianística a primera lectura, pero su mayor afán era la composición. Como obra de graduación compuso su Sinfonía nº1 en fa menor, opus 10, a los 19 años, obteniendo el premio de composición. Estrenada el 12 de Mayo de 1926 por la Orquesta Filarmónica de Leningrado, obtuvo un éxito inmediato, de público y crítica en la URSS.

Así fue desarrollando sus investigaciones. Mientras realizaba la 4ª Sinfonía, presentó la ópera “La nariz” (1928), con un planteamiento expresionista y por momentos atonal, seguida en 1934 por otra ópera “Lady Macbeth of Mtsensk”. Tras un intenso debate entre las diferentes corrientes de pensamiento en la música soviética de su tiempo, Dimitri entendió que en aquellos momentos de gran intensidad de trabajo social y de dedicación a la educación, se requería un tipo de obras que conectasen más con el proletariado. Fruto de esa reflexión fue la Sinfonía nº5 en re menor, opus 47 (1937, subtitulada "respuesta de un artista soviético a una crítica justa") y la Sinfonía nº6 en si menor, opus 54 (1939), bien recibidas y sobre todo, comprendidas. Su Sinfonía nº7 en do mayor, opus 60, Leningrado (1942), compuesta durante el asedio a Leningrado en la II Guerra Mundial, obtuvo un gran éxito. Desde entonces realizó una ingente labor de composición recibiendo los premios Lenin y Stalin, por su trayectoria, y en 1966 fue el primer compositor que recibió la condecoración de Héroe del Trabajo Socialista. Ya en 1962 Kiril Kondrachiu estrenó la Sinfonía nº13 en si bemol menor, opus 113 Babi-Yar con textos de Evtushenko. La Sinfonía nº14, opus 135, incluye textos de Apollinaire, García Lorca y Rilke.

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Además de sus 15 sinfonías, su extensa producción abarca multitud de géneros. Los 15 cuartetos para cuerda de Shostakóvich (1935-1974) se consideran una gran contribución a la música de su época. Compuso asimismo 6 conciertos (2 para piano, 2 para violín y 2 para violonchelo), música de ballet, canciones (con textos de Alexander Blok, Marina Tsvetaieva y Miguel Ángel) y bandas sonoras para películas. A pesar de que en sus primeras obras experimentó con la atonalidad, la obra global de Shostakóvich puede ser considerada como una importante contribución a la música tonal en un momento en el que sus contemporáneos más influyentes estaban experimentando con el serialismo o el neoclasicismo. Esta tendencia tonal se aprecia principalmente en sus sinfonías, que continúan la tradición de Gustav Mahler tanto en la forma como en el lenguaje armónico.

Su aportación a la música universal

Considerado unánimemente como el compositor de música clásica mas importante del siglo XX, sus obras marcan un antes y un después en el devenir musical del mundo. Pero sobre todo, es el músico soviético más creativo, tanto en cantidad como en calidad. Gracias a sus melodías, muchos compositores tanto soviéticos como de Occidente evolucionaron gradualmente de unas posiciones mecanicistas hacia el arte de la experimentación subliminal del consciente colectivo. Con Dimitri y su profundo conocimiento de la orquesta sinfónica, cada nota vibra como una voz solista, que juntándose con otras van perfilando imágenes. Podemos no comprender su música, para aquellos que no les gusta, pero es muy difícil permanecer indiferentes, cuando se oyen sus composiciones. El mismo decía cuatro años antes de fallecer, “No puedo vivir sin componer”. Se negaba a morir, así lo desarrollo en su 14ª Sinfonía, sobre lo absurdo que es dejar este mundo, sin haber plasmado todo lo que un cerebro puede dar de sí. En su Suite sobre poemas de Miguel Ángel escribe “Aunque enterrado en la tierra, no estoy muerto. Ahora vivo en el corazón de las gentes”. Falleció en Moscú el 9 de agosto de 1975.

Pero además, su vastísima obra va plagada de profundas investigaciones sobre composiciones musicales incidentales y de corte exploratorio. Música vocal, sobre el folclore ruso, y otros folclores (inglés, americano y judío), sátiras musicales, obras de cámara, saludos, acompañamiento a obras de teatro, divertimentos coreográficos, canciones populares y festivas. Impresiona su importante legado musical en variedad y sobre todo de gran calidad.

Compromiso de clase y su propia lucha por encontrar un idioma musical propio, soviético e internacionalista.

Con 11 años asístió con miles de personas al recibimiento de Lenin en la Estación Finlandia. Dos años después compuso las piezas “El soldado”, “Himno a la libertad”, “Marcha fúnebre en memoria de las víctimas de la Revolución de Octubre”. De hecho, siempre en todas sus memorias y declaraciones dijo que era hijo de la Revolución. Después del estallido de libertad que supuso su 1ª Sinfonía, va, en sucesivos momentos, marcando un viaje metódico hacia la creación de un lenguaje muy personal pero íntimamente unido a su pueblo. Su gran capacidad artística en la composición, unido a su compromiso con la revolución de las ideas y de la sociedad, cuando se estaba gestando la construcción del socialismo, permitió a este verdadero genio, influir extraordinariamente en la educación musical de la URSS. Mientras en el capitalismo la música clásica es patrimonio de una élite de entendidos “cultistas” alejados de la plebe, en la Unión Soviética es un engranaje más de la educación musical de la población.


Shostakóvich, Meyerhold, Mayakovsky & Rodchenko (1929)

Todos los compositores soviéticos atienden al bienestar cultural del pueblo, a través de sinfonías, melodías, cuartetos, piezas para niños, ballets, valses, etc. La elevación intelectual de la población soviética avanzó muchísimo más que en Occidente, en escasos 20 años. Eran muy pocos las obreras y obreros que no conociesen las melodías de los diversos compositores. Este concepto no ha sido digerido muy bien por los críticos burgueses, que perplejos no comprenden como Shostakóvich desarrolla formas muy avanzadas de música atonal con vibrantes cantos a las epopeyas revolucionarias, cuartetos intimistas y excelentes marchas divulgadas por radio. Comprendió que este compromiso era justificado por las sugerencias y apoyo de los propios trabajadores, así realizó muchas obras de encargo (melodías, conciertos, marchas festivas, valses, jazz) y éstas a su vez influyeron en la sociedad. Sus alumnos, colegas compositores, intérpretes de sus obras y el proletariado en general, también van enseñándole a la vez a él la profunda significación de la inexplorada unión de la música popular con la “clásica”, aportando su calidad a la música soviética. De hecho, cuando el trabajo de la composición, le aísla de la mayoría de las vivencias de su tiempo, su implicación en la música de encargo, le hace imbricarse en la vida diaria de lucha de la clase obrera por construir una nueva sociedad.

Esta unión de lo popular con lo “culto”, tiene su expresión más elaborada en su relación con el cine. Sus partituras cinematográficas, muy poco divulgadas en las citas sobre el compositor en los medios occidentales, son la mayoría de ellas, verdaderas obras maestras, siendo copiadas irreverentemente cambiando tonos y compases, sin revelar su autoría, por diversos compositores de Hollywood.

Fue una guerra ideológica soterrada que dura hasta hoy día, para que la mayoría de la población del mundo no tenga un conocimiento de la trayectoria y las cotas de calidad a las que llegó Dimitri. En una sociedad capitalista la libertad en la creación que tuvo Dimitri no sería posible, ya que como ocurrió con multitud de autores solamente los encargos eran los que les daban dinero, último fin del arte occidental; al contrario esa “libertad de creación en la Unión Soviética” contrastaba con lo que ocurrió después de la IIª Guerra Mundial. La lucha de clases a partir de 1945 fue muy enconada en el arte. Compositores estadounidenses sufrieron una censura tremenda por defender valientemente la calidad artística soviética, el más claro ejemplo fue Dimitri Tiomkin, compositor de películas en EEUU, perseguido por la “caza de brujas” de 1948.

Su aportación al cine

Estamos hablando de una extraordinaria y fecunda trayectoria de composición de 38 bandas sonoras, que van desde intimistas odas como “La nueva Babilonia”, a románticas como “Ovod” subtitulada –El tábano- sobre un héroe popular, de denuncia como en “Cinco días, Cinco noches” sobre la destrucción de Dresde, a vibrantes partituras de lucha y conciencia como “La Jóven Guardia” o de auténticas sinfonías hechas cine como “La Caída de Berlín”. Nuestro mejor homenaje es escucharle.


Su inspirador fue el proletariado soviético, y su obra es su más fiel ejemplo.


Por el silencio occidental indico las partituras que realizó:


1929 NAVYY VAVILON -La Nueva Babilonia- (Grígori Kozintsev). Opus 18

1931 ODNA (Grígori Kozintsev). Opus 26

1931 “Montañas doradas”. Opus 30

1932 VSTRECHNY (L.Arnshtam). Opus 33

1934 “El cuento del Pope y su criado Balda”. Opus 36

1934 “El amor y el odio”. Opus 38
1935 JUNOST MAKSIMA. “La juventud de Maxim-El bolchevique” (Grígori Kozintsev). Opus 41/1

1935 “Las compañeras”. Opus 41/2

1937 “El regreso de Maxim”. Opus 45

1937 “Los días de Volochayer”. Opus 48

1938 “Distrito de Viborg”. Opus 50
1938 DRUZJA “Los amigos” (L.Arnshtam). Opus 51

1938 “El gran ciudadano” 1ª. Parte. Opus 52

1938 “El hombre del fusil o Noviembre”. Opus 53

1939 “El gran ciudadano” 2ª. Parte. Opus 55

1939 “El ratoncito estúpido”. Opus 56

1940 “Las aventuras de Korzinka”. Opus 59

1944 ZOYA (Lev Arnshtam). Opus 64
1945 PROSTIYE IYUDI “La gente sencilla” (Grígori Kozintsev). Opus 71

1947 MOLODAJA GUARDIJA “La jóven guardia” (S. Gerasimov). Opus 75

1947 PIROGOV (Grígori Kozintsev). Opus 76
1948 MICHURIN (A.Dovzhenko). Opus 78
1948 VSTRECHA NA ELBE “Encuentro sobre el Elba” (E. Ermler). Opus 80
1949 “La caída de Berlín”. Opus 82
1951 BELINSKY B (Grígori Kozintsev). Opus 85

1951 “El inolvidable año 1919”. Opus 89
1954 DAS LIED DER STROME “El canto de un gran río o Unidad” (J.Huisken). Opus 95
1955 OVOD “El tábano” (A.Fajntsimmer). Opus 97

1956 “El primer escalón”. Opus 99

1960 “Cinco días, cinco noches”. Opus 111
1961 KHOVANSHCHINA (V.Stroyeva)
1962 I SEQUESTRATI DI ALTONA (V.De Sica)
1963 CHERYOMUSHKI (G.Rappaport).
1964 GAMLET (Grígori Kozintsev). Opus 116
1965 GOD, KAK ZHIZHN “Un año como una vida” (G.Roshal). Opus 120
1966 KATERINA IZMAILOVA (Mikhail Shapiro)

1967 “Sofía Perovskaia”. Opus 132
1970 KAROL LIR –
El Rey Lear- (Grígori Kozintsev). Opus 137


Libros consultados


- “Shostakóvich: su vida, su obra, su época", del compositor polaco Krzysztof Meyer. 1997. Madrid. Alianza Editorial.

- “Dmitri Shostakóvich” de José Luís Pérez Arteaga. 1984 Salvat, S.A. de Ediciones.

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