20 de octubre de 2024

Operación Zeppelin: el plan nazi para asesinar a Stalin en 1944


스탈린은 "말을 잘하지 못했"지만 "자주 무식정이처럼 욕" 하는 인물로 묘사된다. 그는 "인육을 먹는다는 소문"이 나돌 정도로 척박한 환경에서도 수출에 꼭 필요하다는 이유로 곡물을 앗아갔다. 한국일보 자료사진

Por Jaime Noguera. Publicado en Russia Beyond.

En 1944, cuando las tropas alemanas se batían en retirada, los cuerpos de operaciones especiales germanos diseñaron un plan con el que esperaban dar un vuelco a la guerra que estaban perdiendo: enviar dos asesinos a Moscú para que eliminasen al líder de la URSS.

En el verano de 1944, la unidad especial de la Lufwaffe KG 200, que además de estar especializada en vuelos de larga distancia y lanzamiento de espías y saboteadores, operaba aviones capturados a los aliados, recibió una llamativa consulta del mismísimo Ernst Kaltenbrunner, jefe de la RSHA (Oficina Central de Seguridad del Reich). ¿Podían lanzar con éxito en paracaídas a un hombre a unos 100 kilómetros de Moscú, muy por delante de las débiles líneas alemanas?

La respuesta, como no podía ser de otra forma, fue afirmativa. En la noche del 4 al 5 de septiembre de 1944, un avión de transporte Arado Ar 232B despegaba de un aeródromo en la actual Letonia y se dirigía, entre tinieblas, al destino marcado, situado entre Smolensk y la capital soviética.

 

Traidores y asesinos

En la parte trasera del transporte alemán, en la semioscuridad y movidos por las turbulencias, viajaban dos ciudadanos soviéticos. Un ex oficial del Ejército Rojo y una mujer. Los dos se habían casado en vísperas de la misión que les llevaba al corazón de Rusia.

Piotr Tavrin (su apellido real era Shilo) era un delincuente común que había sido reclutado como soldado soviético gracias a documentos falsificados y que, temiendo que se le descubriese, había sellado su destino desertando en mayo de 1942. Tras ser reclutado en un campo de prisioneros, fue trasladado a Berlín, donde se le presentó a Heinz Gräfe, uno de los responsables del proyecto Zeppelin. Tras este nombre se ocultaba un ambicioso plan, diseñado para eliminar el mayor obstáculo para una cada vez más complicada victoria del Tercer Reich: Stalin. El colaboracionista soviético fue entrenado en Pskov y más tarde en Riga, bajo la supervisión de un legendario especialista en operaciones especiales: Otto Skorzeny.


Objetivo: tomar el Kremlin

El plan para asesinar al líder soviético requería de una fuerte moral y de cierto grado de alienación total, por lo descabellado de este. Según KG 200: The True Story, de P. W. Stahl, Tavrin y su esposa Lidia Shílova (encargada de coordinar las comunicaciones por radio con Alemania) iban a ser lanzados sobre territorio soviético para luego dirigirse hacia Moscú y conectar allí con líderes de la oposición clandestina rusa. Junto con otros conspiradores, Tavrin debía irrumpir en el Kremlin con documentos falsos durante una de las recepciones que allí se celebraban. Una vez estuviese lo suficientemente cerca del líder soviético, debía asesinarle con balas envenenadas. La muerte de Stalin sería la señal para que tropas germanas aterrizaran entonces en las afueras de Moscú para tomar con la mayor rapidez un Kremlin supuestamente desmoralizado y paralizado por la sorpresa. El plan de reserva era disparar a través del blindaje del coche de Stalin con un pequeño lanzacohetes especialmente diseñado para la ocasión (se escondía en la manga de la chaqueta), cuando el cortejo de Stalin se dirigiese al Kremlin.

El asesino y su esposa Lidia, recibirían una motocicleta y las armas necesarias para matar a Stalin mientras se desplazaba por la ciudad. Aunque la misión tenía un eminente carácter suicida, al matrimonio de ejecutores se les aseguró que se habían preparado un escondite en Moscú, así como provisiones para esconderse y escapar en cuanto surgiese la oportunidad.

Una serie de catastróficas desdichas

Se lanzó primero un grupo de paracaidistas sobre la zona de aterrizaje del avión alemán. Debían confirmar a Berlín que se cumplían las condiciones sobre el terreno para la llegada del aparato. Así lo hicieron. Sin embargo, ni los potenciales verdugos de Stalin, ni la inteligencia alemana, supo que el equipo de avanzada había sido capturado, y obligado a enviar la señal de radio convenida a Alemania.

El Arado 232B, mientras tanto, cuando realizaba el vuelo dentro del espacio aéreo soviético, fue dañado por fuego antiaéreo. Dada la intensidad de este, el piloto acabó por elegir un lugar de aterrizaje alternativo en las cercanías de Karmanovo, al este de Smolensk. Sin embargo, una de las alas de avión chocó al tomar tierra con un árbol, arrancando un motor y prendiendo un fuego que, estaban seguros, no tardaría en atraer tropas soviéticas al lugar.

Camino de Moscú

La tripulación del avión siniestrado se dirigió a pie, con la vana esperanza de alcanzar las líneas alemanas. La tripulación llevaba mapas, así como provisiones, sí, pero no hablaban ruso, y llevaban uniformes alemanes. Casi todos fueron hechos prisioneros.

El supuesto Mayor Tavrin y la falsa subteniente Shílova, subieron a la motocicleta que habían sacado del fuselaje del Arado y se dirigieron hacia Moscú, cargados con 428.000 rublos, sellos de caucho y una serie de documentos en blanco que, en teoría, una vez cumplimentados les permitirían entrar en el Kremlin, y acercarse lo suficiente a Stalin como para terminar con su vida.

Detenidos

Los asesinos viajaron en mitad de la noche. Todo parecía ir bien hasta que su suerte terminó de gafarse cuando fueron detenidos en un control de carreteras. Los dos hablaban ruso, por supuesto, y sus uniformes y medallas atestiguaban que eran oficiales de alto rango. Además, todos sus documentos parecían reales. Sin embargo, un pequeño detalle, un error de los que nos irritan cuando lo notamos en una película, les delató.

Un centinela se dio cuenta de que tanto la motocicleta como la pareja estaban totalmente secos, aunque había llovido hasta no mucho antes. Claro, los sicarios de Hitler no se habían empapado en el interior del avión. El guarda ruso dio la señal de alarma y los agentes nazis fueron arrestados.

Trabajo para el contraespionaje soviético

El joven capitán Grígori Grígorenko, del departamento especializado en radio de la SMERSH (abreviatura de SMERt SHpiónam o “muerte a los espías”), recibió el encargo de usar a los agentes detenidos contra los alemanes. Tavrin aceptó colaborar, con tal de salvar el cuello, y envió un mensaje por radio a Berlín en el que informaba sobre su exitosa llegada a Moscú. Los germanos se tragaron el anzuelo, con lo que iniciaba la operación Tumán (Niebla, en español).

Con este plan, se estableció como objetivo identificar a espías alemanes operando en la capital soviética, con la excusa de que debían conectar con Piotr Tavrin para ayudarle a llevar a cabo el magnicidio contra Stalin. La operación Tumán se llevó a cabo hasta el final de la guerra.

Shilo/Tavrin, dejó de ser de utilidad para aquellos a los que había traicionado, fue condenado a muerte y ejecutado el 28 de marzo de 1952. Su esposa, Lidia Shílova, sufrió el mismo triste destino el día 2 de abril del mismo año.


Fuentes:

- Hitler's Intelligence Chief: Walter Schellenberg, de Reinhard Doerries.

- The Brandenburger Commandos: Germany's Elite Warrior Spies in World War II, de Franz Kurowski.

- The Third Reich's Intelligence Services, de Katrin Paehler.

- Operaciones secretas de la Segunda Guerra Mundial, de Jesús Hernández Martínez.



19 de octubre de 2024

Cómo Jruschov descarriló la locomotora de la historia


Por Serguei Kostrikov y Elena Kostrikova (1). Traducción Marianne Dunlop.

Estamos entre nosotros... en este blog que ha roto vínculos con las redes sociales y que busca construir en nuestro pequeño colectivo un lugar de reflexión colectiva ya que esto no está permitido en el espacio político-mediático que se encamina hacia la guerra, la fascistización, divisiones clientelistas y el miedo a afrontar tanto el pasado como el futuro. Como intenté explicar, estamos en una paradoja temporal, la de un cambio histórico. Está claro que a lo que nos enfrentamos es nuevo, las soluciones son inusuales y requieren experimentación, reflexión colectiva... 

Pero al mismo tiempo lo que impide esta cooperación esencial, es la forma en que nos hemos logrado convencer, a la clase trabajadora, a la juventud, a todas las víctimas del capitalismo, que no hay otra alternativa que el afrontamiento individualista... 

Lo que está pasando es abominable, y nuestros dirigentes nos están conduciendo hacia el apocalipsis, pero el ataque al socialismo, a las ideas colectivistas, es peor. Y no las superaremos, sin afrontar este trauma del pasado como hacen los rusos y los chinos. Una vez más, esta traducción de Marianne, de este escrito sobre el “descarrilamiento jruscheviano", representa una contribución honesta.

Mientras se la ignore, no puede haber un partido revolucionario y ni siquiera reformista que luche por el socialismo. Dado que con el fin de la URSS, y el fin de las ideas reformistas, solamente los partidos que desean aminorar este tiempo de regresión imperialista, negocian con los gobiernos.

(Nota de Danielle Bleitrach)

Este texto es en realidad la conclusión del libro de Serguei Kostrikov y Elena Kostrikova, Las locomotoras de la historia: el año revolucionario 1917, título que alude a la famosa frase de Karl Marx: “Las revoluciones son las locomotoras de la Historia”. No creo traicionar a los autores al atribuir a Jruschov gran parte de la responsabilidad del descarrilamiento de la locomotora, aunque no haya sido él único. (Notas y traducción de Marianne Dunlop para Historia y Sociedad).

Estamos convencidos de que los materiales contenidos en este libro, tomados de publicaciones periódicas rusas del año revolucionario de 1917, prueban de manera convincente que la revolución burguesa de febrero y la gran revolución socialista de octubre eran inevitables. Contrariamente a las predicciones de sus enemigos, Rusia no sólo no se hundió en el abismo del olvido, sino que se convirtió en una de las mayores potencias mundiales, derrotó el mal universal del fascismo, lideró la lucha de las fuerzas avanzadas de la humanidad contra la opresión, por la democracia real, por la justicia, por la liberación nacional y social: este es el mérito histórico de los trabajadores, liderados por el Partido Bolchevique.

Los opositores ideológicos del marxismo dirán con sarcasmo filisteo: "Bueno, ¿adónde se fue su poder mundial, por qué se derrumbó, dónde está su marxismo-bolchevismo?" El sistema soviético, la economía socialista y la amistad entre nuestros pueblos, resistieron la prueba de fuerza durante los años de guerra implacable. En la URSS, a diferencia de la Rusia zarista, no había contradicciones irreconciliables ni problemas económicos y sociales que no pudieran resolverse en el marco del socialismo. 

Nuestro poder no se ha desintegrado, ha sido destruido. 

A finales del siglo XX, todos fuimos testigos de una traición monstruosa, cuyo ejemplo es difícil de encontrar en la historia. Esta traición fue cometida por representantes de la “élite” gobernante, que se pusieron al servicio de fuerzas externas que nunca habían dejado de luchar contra el primer país socialista del mundo.

Las raíces de la tragedia que ocurrió no se encuentran en los errores del socialismo, sino en el hecho de que en cierto momento la dirección del Partido Comunista se apartó de la ideología marxista, y desdeñó la necesidad de su desarrollo. 

"Sin teoría estamos muertos", advirtió Stalin. El mundo estaba cambiando, la situación internacional planteaba cuestiones cada vez más difíciles, y en ese momento el campo de la ideología en nuestro país se fue estancando gradualmente.

Después de la Segunda Guerra Mundial, la autoridad de la URSS y del socialismo habían alcanzado un nivel excepcionalmente alto. Prueba de ello es el nuevo papel de nuestro país en el mundo, el surgimiento de nuevos estados socialistas, el ascenso a la vanguardia de los partidos comunistas y obreros en muchos países, el desarrollo del movimiento de liberación nacional de los imperios coloniales. Desde el punto de vista de los ideólogos y políticos burgueses, era necesario interrumpir esta ola de crecimiento de la autoridad del socialismo y la influencia de la ideología marxista. Y en el campo burgués, era necesario encontrar formas de modernizar el capitalismo. Esto se ve claramente no sólo en la alternancia de partidos conservadores y liberales en el poder, el establecimiento del neoliberalismo y el neoconservadurismo en la economía y la política. Habían resurgido movimientos reaccionarios, incluidos los neofascistas. También intentaron penetrar en la esfera de la ideología de izquierda, no sólo en cada país capitalista, sino también en los países socialistas. Aparecieron muchas organizaciones de izquierda. Todos ellos se caracterizan por el revolucionarismo pequeñoburgués, frases ultraizquierdistas, distanciamiento del marxismo-leninismo, su revisión, intentos de interpretación pequeñoburguesa en relación a las nuevas condiciones, o un rechazo total de la doctrina y una lucha contra ella.

Estas agrupaciones reflejaban las tendencias objetivas de las sociedades occidentales, en las condiciones de la revolución científica y técnica, y los procesos socioeconómicos que engendró. Los ingenieros, técnicos y otros intelectuales, antes privilegiados, inevitablemente se transformaron en “proletarios del trabajo mental” abiertamente explotados, y se radicalizaron políticamente. Por otro lado, muchos izquierdistas reflejaban la lucha de la burguesía contra el verdadero movimiento comunista, contra la ideología marxista. 

Es importante que entendamos lo principal: en Occidente hubo una búsqueda intelectual activa, encaminada a crear construcciones ideológicas que se opusieran o destruyeran el marxismo. Este fue un nuevo frente importante de lucha ideológica. Y tuvimos que afrontar este desafío con todas nuestras fuerzas.

¿Por qué, después de haber creado un poderoso Estado socialista y haber obtenido la Gran Victoria, no estábamos preparados para una confrontación con estas nuevas embestidas? ¿Por qué, después de lograr un avance gigantesco hacia el futuro, no fuimos capaces de evaluar verdaderamente lo que habíamos logrado, y defenderlo, cuando era el momento adecuado? ¿Por qué personas que no sólo eran dogmáticas, sino que no desarrollaban el marxismo, no eran marxistas en absoluto, se pusieron a la cabeza del partido?

Una de las razones radica en los cambios de personas dentro del Estado, de la dirección del partido que tuvieron lugar en el período de posguerra, y especialmente después de la muerte de Stalin. 

Nuestra victoria se pagó cara. 

Las pérdidas humanas fueron cuantiosas e irreparables. En gran medida, la guerra destruyó a toda una generación de soviéticos recién formados. Se podría decir que eran personas del futuro, con buena salud física y moral. Hijos de trabajadores y campesinos que, sin la guerra, se habrían convertido en directores de producción, científicos, representantes de profesiones creativas, líderes militares y políticos.

Constituyeron un patrimonio genético invaluable para la nación. Hoy no sólo los extrañamos a ellos, sino también a sus hijos, que habrían sido criados para convertirse en verdaderos soviéticos, verdaderos patriotas de su país. Los que tuvieron la suerte de sobrevivir realizaron un verdadero milagro: en pocos años restauraron lo destruido, crearon una superpotencia y fueron los primeros en avanzar hacia el espacio.

Desgraciadamente, mientras los mejores representantes de nuestro pueblo luchaban y creaban, los arribistas con tarjetas del Partido llegaban al poder, haciéndose pasar hábilmente por comunistas que conocían la ideología marxista leninista. A mediados de la década de 1950, en la cúspide de los departamentos funcionariales burocráticos del partido, cuyos vicios habían sido combatidos implacablemente por Stalin, había una carrera por el poder. Los resultados son conocidos. En primer lugar, la denuncia y liquidación de Beria, luego "el desmantelamiento del grupo antipartido Molotov-Malenkov-Kaganovich y otros". Al final, Jruschov ignorante pero hábil en el arte de la intriga, prevaleció sobre todos los demás.

Bajo Stalin, todo funcionario público, cualquiera que fuera su rango, sabía muy bien que su posición no lo protegía de las sanciones más severas. Con Jruschov, los "apparatchiks" recibieron una garantía de inmunidad, –es decir, de hecho, irresponsabilidad– frente al aparato, degenerando en más burocracia del partido. A partir de ese momento comenzó un proceso de decadencia e imposición masiva, y acelerada, de la burocracia gobernante. 

“Los cuadros deciden todo” (2), decía Stalin. Los “dientes de dragón” sembrados bajo Jruschov produjeron durante mucho tiempo brotes venenosos. En la década de 1980, los “cuadros” de la era Jruschov ascendieron al más alto nivel de poder. Fue Jruschov quien permitió que personas como Gorbachov, Yeltsin, Yakovlev y los de su calaña, se colaran en las filas más altas del partido. “Teníamos demasiados 'Jruschov'”, recordó más tarde con amargura V. M. Molotov.

Para Jruschov, la imprudente “denuncia del culto a la personalidad” sirvió, sobre todo, para su propia justificación y autoafirmación, y en absoluto para la restauración de las normas leninistas. Él mismo violó fácilmente estas normas al despedir de sus cargos, despedir de la capital o jubilar a todos aquellos que no estaban de acuerdo con su orientación aventurera, y a quienes consideraba peligrosos para él mismo, incluso. No los encarceló ni les disparó sólo porque se había apartado de este camino. Pero los humilló sin piedad. Molotov, Málenkov, Zhúkov, Shepílov, Furtseva y muchos otros lo entendieron perfectamente. Todo esto no mejoró el partido. Sino que socavó su autoridad, así como la dirección del socialismo en el escenario mundial. Como un comerciante negociador, Nikita desperdició, y despilfarró el gigantesco capital moral y político, adquirido a costa de la sangre y el sudor de nuestro pueblo.

Jruschov cosechó inmerecidamente los frutos de las victorias obtenidas bajo Stalin. El avance hacia el espacio, (3) le permitió distraer durante un tiempo la atención de los problemas socioeconómicos que había causado. Con la llegada de Jruschov, triunfó su línea de la amplia extensión de nuevas medidas en el país y en la economía. La expansión imprudente y desenfrenada de tierras vírgenes, a expensas de la restauración y el desarrollo de las zonas agrícolas autóctonas de Rusia central, diezmadas por la guerra, era espectacular en apariencia, incluso en términos de propaganda. Pero no estaba nada justificada. A principios de la década de 1960, ya habíamos recurrido a las reservas estatales y luego comenzamos a comprar cereales del extranjero con regularidad, financiando a los productores extranjeros.

Los fracasos de la economía y el aumento de los precios provocaron el descontento entre la población. Así dispararon contra los trabajadores en Novocherkassk. ¡Durante todo el período soviético, ningún líder del país se había atrevido a hacer tal cosa!

Como resultado, las políticas de Jruschov se tradujeron para la URSS en gastos sin sentido, dentro y fuera del país, decisiones económicas y políticas aventureras. Eran pura demagogia, estafa y propaganda ideológica revisionista, con la división y el debilitamiento del movimiento comunista internacional, la pérdida de autoridad mundial, tanto en las directrices, de las ideas socialistas, como en la degeneración de los cuadros del partido. Sus políticas arrogantes y conflictivas, casi llevaron a un conflicto nuclear con Estados Unidos en 1962.

El nombre de Jruschov está asociado con el estancamiento en el campo de la ideología. Un hombre sin educación y con una mentalidad pequeñoburguesa, adoptó el lema “alcanzar y superar a Occidente en todos los ámbitos” como su estrategia básica de desarrollo. En la esencia misma de esta consigna, no estaba la idea de nuestra identidad, ni de los beneficios ya obtenidos del socialismo, ni de la autosuficiencia indispensable. Al pueblo soviético se le impuso la idea de que estábamos atrasados, e incluso éramos inferiores a los occidentales. 

Por supuesto, Lenin también habló de la necesidad de que la Rusia soviética “alcanzara a los países avanzados”. Pero habló de superarles, mediante el progreso científico, técnico, cultural e industrial, de una organización avanzada de la gestión y la producción, a partir de la cual se desarrollaría una sociedad completamente diferente. Lenin razonó desde la posición de un político en la década de 1920, a la cabeza de un país devastado por guerras e intervenciones y cultural y técnicamente atrasado. 

Jruschov, por otra parte, era el jefe de una superpotencia que había logrado enormes éxitos en la economía, la ciencia y la cultura, y había logrado ganar una guerra sin precedentes gracias a los logros del socialismo. Era necesario considerar la búsqueda de su desarrollo dialécticamente, y no correr tras el Occidente burgués. 

El lema de Jruschov "alcanzar y adelantar" era profundamente filisteo, y reflejaba una visión pequeñoburguesa del desarrollo, y sus objetivos. 

Nos pidieron que derrotáramos al enemigo en su territorio, y según sus reglas. Jruschov orientó psicológicamente a la población hacia una sociedad de consumo, sin tener en cuenta las tradiciones de nuestros pueblos, la conveniencia económica, las posibilidades estatales y las probables consecuencias socio-psicológicas, ideológicas y políticas.

Las evidentes ventajas del socialismo, que permitía a todos desarrollarse normalmente, sana y creativamente, fueron sustituidas por instintos consumistas pequeñoburgueses: “los suyos son mejores, más grandes, más bellos”. El concepto Occidente lo hubo transformado en un resplandeciente escaparate, de una cantidad infinita de basura, de bienes necesarios y menos necesarios: una auténtica cueva de Alí Babá. 

Como un salvaje cegado por el brillo de una lata, y abandonando joyas reales por baratijas baratas, el hombre común seguidor de Jruschov, estaba dispuesto a dar su alma por mascar chicle, y tener una Coca-Cola, sin dudar de que todos los beneficios del socialismo le estaban garantizados para siempre. 

Por todo ello, ¡Habíamos perdido nuestra “inmunidad” ideológica contra el capitalismo! A diario, Occidente nos estaba superando e imponiendo sus reglas del mercado.

Después de Stalin, la ideología en la URSS se estancó. Desde Jruschov en adelante, ningún alto dirigente del partido soviético, a diferencia de sus predecesores, escribió nada por sí mismo. 

La “élite” del nuevo partido estaba terriblemente alejada de la vida del pueblo. 

Lenin y Stalin, impulsados ​​por el deseo de un orden mundial justo, supieron encender a las masas con sus ideas. En las horas más difíciles, pudieron encontrar palabras cercanas y comprensibles para cada trabajador, que tocaron sus almas e inculcaron en ellas la fe en la victoria. Fomentaron el trabajo y la lucha. Pero quién no comparte ese esfuerzo, nunca podrá liderar a otros.

Animaron a otros a seguirles. La “agitación” burocrática, y desalmada de la era del “estancamiento”, solamente podría desalentar a la mayoría de la población del estudio del marxismo. A pesar de las numerosas universidades, escuelas y círculos marxista-leninistas donde se formalizaron los estudios, la masa del Partido se volvió política e ideológicamente infantil, y fácilmente infectada por instintos pequeñoburgueses.

Nuestro aparato de propaganda ideológica oficial, encabezado por M. A. Suslov, no encontró respuestas apropiadas a los tiempos, no reaccionó correctamente a los nuevos fenómenos que los procesos de la revolución científica y técnica y la globalización pusieron en primer plano. La ideología extranjera comenzó a filtrarse silenciosamente en el espacio desocupado, se tomaron prestadas ideas de filósofos, sociólogos y economistas occidentales. 

Ciertas instituciones académicas se habían convertido en santuarios del oportunismo: el Instituto de Estados Unidos y Canadá, IMEMO, IMRD, etc. Se creó toda una capa de intelectuales que no pensaban de manera marxista. Pero fueron ellos quienes en ese momento asumieron el papel de asesores, consultores y redactores de discursos dentro del Comité Central del PCUS. "Burlatski-Arbatov-Bovine" y otros escribieron los discursos de los líderes, los programas del partido y las resoluciones sobre los temas más importantes.

El famoso “deshielo”, que hizo a Jruschov tan querido por nuestros liberales y los de Occidente, no se produjo por voluntad suya. Lo utilizó primordialmente, como telón de fondo social para afirmar su poder, aplastando a sus predecesores y oponentes políticos. 

Jruschov y el liberalismo se superponen. 

El personaje mismo encarnaba el radicalismo pequeñoburgués. Del "deshielo" de Jruschov nacieron los "sesenta", esos "hijos adultos" del socialismo. 

¿Por qué el socialismo? Porque le debían todo: una vida salvada del fascismo, una mejor educación e incluso su creatividad. Con encantadoras voces de sirena, indujeron a novelistas ingenuos a cantar sobre "la niebla y el olor de la taiga", mientras que ellos mismos creían firmemente sólo en el dinero. Como cucos, destruyeron y devastaron el nido que los cobijaba. Mientras esperaban su momento, estaban felices de relajarse en las casas de la creatividad y en las dachas estatales, agasajando elegantemente a la nomenklatura cuando lo pedían. No arriesgaron mucho porque estaban firmemente convencidos de que sus patrocinadores occidentales no los defraudarían. A la primera oportunidad, “escapaban” al extranjero. Hoy son profesores, como el hijo de Nikita Jruschov, en universidades extranjeras, dejando que la gente salga del lodo al que los han arrastrado.

Los verdaderos héroes de los años sesenta y setenta eran muy diferentes. 

Jóvenes que, siguiendo el ejemplo de sus padres y hermanos mayores, construyeron nuevas ciudades y fábricas, construyeron represas en Angará y Yeniséi, condujeron el ferrocarril Baikal a través de la taiga intransitable hasta el Amur, exploraron el espacio, hicieron descubrimientos científicos y simplemente trabajaron honestamente. Fueron allí donde los llamó la Unión Soviética. Eran verdaderos ideólogos, verdaderos patriotas, cuyo lema era: “¡Mientras viva mi querida patria!” (4). 

Las autoridades actuales se esfuerzan por no recordar aquellos tiempos. Pero los monumentos de aquella gran época, y sus héroes, están en los libros y películas magníficas, canciones verdaderamente talentosas, y mucho más.

¿Qué pasa hoy? ¿Tiene nuestro país, nuestro pueblo, el mundo entero una perspectiva socialista o ha llegado el “fin de la historia proletaria” como galvanizan los burgueses? ¿Qué se debe hacer para dar a los trabajadores de todo el mundo la esperanza de una vida mejor?

En primer lugar, no negar nuestro gran pasado, sacar de él la fuerza para un nuevo avance hacia el futuro. Las enseñanzas revolucionarias del marxismo no están de ninguna manera obsoletas. Sus fundadores vieron lejos. Es en sus escritos donde se encuentra la clave para comprender la era moderna. Volvamos al marxismo leninismo, reaprendamos a pensar científicamente, dialécticamente, desde un punto de vista de clase, y no de manera filistea.

Hace cien años, V. I Lenin declaró proféticamente: “Imaginar que la historia mundial avanza suave y claramente, sin saltos gigantescos hacia atrás, es antidialéctico, anticientífico y teóricamente incorrecto".

Lo que significa: “¡Habrá nuevas victorias, se levantarán nuevos luchadores! ¡Se acerca un nuevo octubre!" (4)

Notas:

1) Los autores del libro “Las locomotoras de la historia: el año revolucionario 1917” son dos historiadores rusos especializados en movimientos revolucionarios. Sergéi Kóstrikov dirige la cátedra de Historia y Ciencias Políticas de la Universidad Estatal de Gestión de Moscú; Elena Kóstrikova es doctora en Derecho, miembro del Instituto de Historia de Rusia de la Academia de Ciencias de Rusia. Publicamos, este artículo a través de su hijo, que escribe sobre salud y seguridad, periodista de Pravda

2) Esta famosa frase de Stalin no debe malinterpretarse: simplemente significa que elegir a los líderes adecuados (en todos los niveles), es de suma importancia.

3) 1957: 1º lanzamiento del Sputnik; 1962: 1º envío del hombre al espacio. Estos proyectos fueron planificados y preparados bajo Stalin.

4) Citas de canciones soviéticas: 


Fuente original:

Comment Khrouchtchev a fait dérailler la locomotive de l’histoire | Histoire et société (histoireetsociete.com)


9 de octubre de 2024

EL PACTO GERMANO-SOVIÉTICO (23 DE AGOSTO DE 1939)

Por Federico Rubio Herrero. Añadidos y redacción AAHS.

Los meses anteriores a la guerra estuvieron llenos de angustiosa expectación. La Unión Soviética no cejaba en sus llamamientos a aunar sus esfuerzos junto a Inglaterra, Francia y todos los pueblos que deseaban la paz.

La invasión de Checoslovaquia por Hitler en marzo de 1939, puso al desnudo toda la nocividad de la política de las potencias occidentales. Así como después de Munich en los medios conservadores y socialdemócratas de Inglaterra y Francia se acogió a Chamberlain y Daladier como pacificadores, ahora eran contados los que no comprendían que la política de "apaciguamiento" constituía un peligro mortal para las potencias occidentales. La reacción de la opinión pública y la desvergonzada actividad de Hitler llegaron a inquietar también a las esferas gobernantes de Inglaterra y Francia. Les alarmaba que Hitler, en vez de proseguir su avance hacia el Este, se volviera de pronto contra Occidente.

Veamos, en primer lugar, lo que ocurrió de notable entre enero de 1933, fecha de la llegada legal de Hitler al poder, y agosto de 1939, cuando se firmó el Pacto.

El 28 de octubre de 1922 Mussolini había organizado la marcha sobre Roma que le permitió tomar el gobierno del país. Y desempeñará un gran papel para establecer negociaciones entre nazis y potencias occidentales. Tras largos debates, se firma un Pacto a Cuatro el 15 de julio de 1933 (Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia): fue el Tratado de Roma que prometía la paz entre los 4 signatarios durante diez años.

El 2 de mayo de 1935 es entre Francia y la Unión Soviética que se firma un Tratado por el que se establece una “ayuda mutua en caso de agresión por una tercera potencia”.

El 7 de marzo de 1936 Hitler invade a Renania, lo que no hace reaccionar ni a Francia ni a Gran Bretaña, luego, con Mussolini, él sostendrá vigorosamente a Franco durante la guerra de España.

En Noviembre de 1937, tuvo lugar un encuentro interesante entre Hitler y el Ministro de Asuntos Exteriores inglés, Lord Halifax, en Berchtesgaden (residencia del Führer), para llegar a un nuevo acuerdo excluyendo siempre a la Unión Soviética. Lord Halifax declara que los círculos dirigentes británicos “son penetrados de la idea que el Führer ha hecho mucho y no solamente por Alemania, ya que el comunismo en su país, le limpió el camino a Europa Occidental y que por esta razón Alemania puede, justificablemente, considerarse como el bastión del Occidente contra el bolchevismo”.

En marzo de 1938 se da el Anschluss, es decir, la anexión de Austria por los nazis que se beneficiaban del silencio de los gobiernos francés e inglés. El mismo año es el turno de Checoslovaquia que es amenazada. Ella conserva sólidos vínculos con Francia y comporta a numerosas minorías nacionales: los checos y los eslovacos sólo representan un 50% de la población. Fue en 1918 que se declaró al Estado checoslovaco. La minoría alemana (3 millones sobre 15 millones de habitantes) constituye una mayoría en la región de Sudètes. Hitler anuncia que desea anexarlo, lo que equivale a una declaración de guerra a Francia.

Es sobre una propuesta de Mussolini, que se va a organizar una conferencia de último momento en Munich, en septiembre de 1938. Ante la sorpresa (y la consternación) general: los cuatro representantes (Daladier, Chamberlain, Mussolini y Hitler) firman un acuerdo a espalda de Checoslovaquia que no ha sido invitada (la URSS tampoco). Prevé que los checos evacuarán el territorio de Sudètes antes del 10 de octubre de 1938 y que las tropas alemanas lo ocuparán progresivamente. La mayoría de los hombres políticos franceses se revelan “muniqueses”. El líder del partido socialista, Léon Blum, se jacta de que “liberó alivio” y escribe en El Popular: “La guerra se descarta, la plaga se aleja. La vida vuelve a ser natural. Se puede reanudar su trabajo y encontrar su sueño. Se puede gozar de la belleza de un sol de otoño”. En cuanto a Georges Bidault, que representa a la democracia cristiana, declara: “Parece de verdad que después de este encuentro de los Cuatro, el recurso a la guerra se convierte en una imposibilidad”. En Francia, solamente el Partido Comunista protesta y sus 73 diputados (más 2 aislados) no votan por la política de Daladier.

De abril a junio de 1939, varios proyectos son presentados por los soviéticos a los anglo-franceses que prevén una asistencia mutua en caso de agresión. Finalmente, una delegación militar llega el 10 de agosto a Leningrado: es dirigida por funcionarios que no tienen ningún poder de negociación a nivel político. Los rusos piden que Polonia deje pasar al Ejército Rojo para que pueda enfrentar a las fuerzas del Reich. Se pide a los Aliados ejercer presión sobre Polonia pero, finalmente, ésta se niega a autorizar a las tropas soviéticas a entrar a Polonia, o a Rumania, en caso de necesidad.

El Gobierno de la URSS deseaba concertar un pacto que asegurara la colaboración efectiva de la Unión Soviética, Inglaterra y Francia en la lucha contra la agresión. Las propuestas soviéticas estaban contenidas en el principio de la plena igualdad de derechos y obligaciones de las partes.

El verano de 1939, la Unión Soviética se vio ante la amenaza directa de guerrear a la vez en dos frentes, y por añadidura en unas condiciones de pleno aislamiento político. Al creciente peligro de inmediata agresión alemana desde Occidente añadíase la amenaza de ataque por el Japón desde Oriente. En mayo, los japoneses irrumpieron en el territorio de la República Popular Mongola, en la región del río Jaljyn-Gol. La Unión Soviética y Mongolia, vinculadas por un tratado de ayuda mútua, tuvieron que desarrollar operaciones militares para expulsar a los invasores. 

"Creí entonces y creo ahora que la conclusión de este tratado era inevitable, forzada y, por lo tanto, la acción correcta frente a la negativa de Inglaterra y Francia a negociar seriamente una coalición anti-Hitler con la participación de la URSS", escribió Mikoyan en sus memorias. "Era obvio que el objetivo de estos dos países era empujar a Hitler hacia 'Drang nach Osten', es decir, alentar a Hitler a atacar a la URSS". (1)

Ante el Gobierno soviético se planteó la tarea de hacer fracasar los planes de la reacción internacional, afanosa de destruir el primer estado socialista del mundo. He ahí por qué el Gobierno soviético no tuvo más remedio que aceptar la firma del pacto de no agresión propuesto por Alemania. 

El pacto se firmó el 23 de agosto de 1939, en Moscú. El Gobierno hitleriano propuso el pacto a la Unión Soviética porque en aquel momento Alemania temía aún empezar la guerra contra la URSS. Abrigaba el propósito de apoderarse primero de los países de Europa Occidental y sólo después de ello, aprovechando sus recursos, lanzarse contra la Unión Soviética.

Al concertar el tratado con Alemania, el Gobierno soviético sabía que, tarde o temprano, ella acometería a la URSS. Sin embargo, el pacto impidió a las potencias imperialistas crear un frente único antisoviético y permitió ganar un tiempo muy necesario para el reforzamiento de la defensa.

El 1 de septiembre de 1939, Alemania atacó a Polonia. En respuesta a la agresión, el 3 de septiembre Inglaterra y Francia declararon la guerra a Alemania. En apariencia, esto se hizo para "salvar" a Polonia. En realidad, la suerte del pueblo polaco les tenía completamente sin cuidado a las esferas gobernantes inglesas y francesas. Viéronse obligadas a entrar en conflicto armado con Alemania porque temían su excesivo robustecimiento como rival imperialista. Pese al calculo de los "muniqueses" en desencadenar la guerra entre la Alemania nazi y el estado socialista aislado, la contienda bélica estalló en el seno del mundo capitalista.

Veamos algunos hechos indiscutibles que resumen muy brevemente la posición de la URSS en la cuestión de la guerra contra el imperialismo.

Primero: se trataba de un intento de la Unión Soviética de no encontrarse implicada en una guerra contra el imperialismo.

Segundo: dado que no dependía enteramente de ella evitar tal guerra, si el imperialismo hubiera estado dispuesto para librar una guerra contra la Unión Soviética, ésta no debía encontrarse en una situación que le obligara a luchar en solitario, y menos a enfrentar los ataques combinados de los principales países imperialistas: Alemania, Gran Bretaña, Francia, Estados Unidos, Italia y Japón.

Tercero: para este fin, las divisiones entre los Estados imperialistas fascistas, por un lado, y los Estados imperialistas democráticos, por otro lado, debían explotarse al máximo. Estas divisiones entre los dos grupos del imperialismo no fueron producto de la imaginación de Stalin. Eran reales y radicaban ​​en los intereses materiales de los dos grupos de Estados en cuestión. El desarrollo desigual del capitalismo empuja a algunos Estados a adelantarse y otros a rezagarse. La antigua división del mundo ya no corresponde al equilibrio de fuerzas, lo que hace necesaria una nueva división del mundo. Esto fue precisamente lo que estuvo en juego en la Primera Guerra Mundial; y era precisamente lo que querían Alemania, Italia y Japón, que habían dado un salto en el desarrollo capitalista de sus economías, mientras que los antiguos países imperialistas, y especialmente Gran Bretaña y Francia, se habían quedado atrás en el desarrollo capitalista de sus economías, en comparación con los recién llegados, entre ellos Alemania, y estaban plenamente satisfechos con la antigua división del mundo. Al exigir una nueva división, los Estados fascistas estaban invadiendo los intereses materiales de los Estados imperialistas democráticos. Entonces la URSS tenía posibilidades de sacar provecho de este conflicto de intereses.

Cuarto: con este fin, la URSS, siguiendo una política exterior muy complicada, hizo todo lo que podía para concluir un pacto de seguridad colectiva con los Estados imperialistas democráticos, a fin de desalentar cualquier agresión por parte de los Estados fascistas, pacto que garantizaría una acción colectiva contra los agresores, en caso de tal agresión.

Quinto: cuando los Estados democráticos imperialistas, sumergidos en su odio al comunismo, se negaron a firmar un pacto de seguridad colectiva con la URSS y siguieron su política de apaciguamiento de los Estados fascistas –especialmente de la Alemania nazi- en un esfuerzo por dirigir su agresión hacia el Este, es decir, contra la Unión Soviética, ésta última fue obligada a probar otro método que protegiera los intereses de la madre patria socialista del proletariado internacional. La URSS dio la vuelta a la situación creada por la política exterior de los Estados imperialistas democráticos al firmar, el 23 de agosto de 1939, el pacto de no agresión germano-soviético.

Sexto: al firmar este pacto, la URSS garantizaba no solamente que no iba a luchar sola contra Alemania, sino que esta última también lucharía contra las mismas potencias que habían intentado, con su negativa a acordar la seguridad colectiva, enrolar a la URSS en una guerra contra Alemania. El 1 de septiembre de 1939, Hitler invadía Polonia. Dos días después, el ultimátum anglo-francés expiraba, y Gran Bretaña y Francia entraban en guerra contra Alemania.

Séptimo: las disposiciones del protocolo secreto complementario contemplaban proteger las «zonas de interés» soviéticas que, como se verá, resultaron vitales para las defensas soviéticas cuando la guerra golpeó realmente a la URSS.

Finalmente: el pacto de no agresión germano-soviético le valió a la Unión Soviética un período de dos años extremadamente provechoso, que le permitió reforzar sus defensas antes de entrar en una guerra de la que sabía que no podría mantenerse a salvo por mucho tiempo.

A fin de cuentas, cuando la guerra le fue impuesta a la Unión Soviética, ésta contribuyó de la manera más heroica a la gloriosa victoria final de los aliados contra la Alemania nazi y sus propios aliados. El Ejército Rojo y el pueblo soviético demostraron su tenacidad, así como la capacidad y superioridad del sistema socialista al derrotar a los nazis en la URSS, y al perseguirlos implacablemente hasta Berlín, liberaron así a un país tras otro de la ocupación de la dictadura nazi, e instaurando el socialismo en Europa Oriental. (2).

El camarada Molotov explicó en aquellos años:

«Este tratado se basa en la firme confianza en nuestras fuerzas reales, en la preparación operacional completa en caso de cualquier agresión contra la URSS.» 

(Molotov, On ratification of the Soviet-German non-aggression treaty, Moscú, 1939, página 15, edición en Ruso)

"El camarada Stalin enseñó que es necesario, en cada momento, para mantener a toda la URSS en alerta y todas las fuerzas en un estado de movilización. Ante la amenaza de un ataque militar contra la URSS nunca debe caer en ningún tipo de trucos disimulados del enemigo y nunca debe ser tomado por sorpresa por la guerra.

El pacto de no agresión entre la URSS y Alemania provocó una nueva campaña de tormenta contra la Unión Soviética. La prensa reaccionaria en Inglaterra y Francia despotricó contra la alianza contra natura entre el comunismo y el fascismo. La Agencia Reuter informó por radio, que la Unión Soviética sería responsable de la ruptura de las negociaciones con Inglaterra y Francia como consecuencia del tratado con Alemania".

En una entrevista con el «Izvestia», publicado el 27 de agosto de 1939, el camarada Voroshilov rechazó todas estas afirmaciones falsas. Explícitamente argumentó:

«Las negociaciones militares con Inglaterra y Francia no fueron cancelados debido a la URSS ratificó un tratado de no agresión con Alemania, pero a la inversa, la URSS firmaron un tratado de no agresión con Alemania, entre otros, también debido al hecho de que las negociaciones militares con Francia e Inglaterra estaban en un punto muerto debido a los desacuerdos insuperables.”

Posteriormente, después de acabada la Gran Guerra Patria, en Febrero de 1948, la Oficina de Información Soviética, elaboró un informe político-militar, en vista de una ofensiva imperialista de propaganda contra la URSS.

"La acusación de que el gobierno Soviético se negó a participar en la preparación de la publicación de materiales de archivo Alemanes es falsa. Simultáneamente a la publicación de la colección mencionada, una nueva campaña de hostigamiento desenfrenado y la calumnia, como si en la ola de una varita mágica, barrió los Estados Unidos y los países que dependen de ella, en relación con el pacto de no agresión firmado entre la URSS y Alemania en 1939, y supuestamente dirigidos contra las potencias occidentales. Así, el verdadero propósito para el cual se publicó la colección de documentos sobre las relaciones entre la URSS y Alemania en el período de 1939-1941 en los Estados Unidos de América evoca sin duda, lo que sea. Esto no se hizo con el propósito de dar una exposición objetiva de los acontecimientos históricos, pero con el fin de presentar una imagen distorsionada de los acontecimientos, se concentra en la Unión Soviética, para calumniar, y socavar la influencia internacional de la Unión Soviética como un luchador verdaderamente democrática y firme contra las fuerzas agresivas y anti-democráticas.

Esta actitud traidora está en conformidad con los puntos de vista sobre el carácter de las relaciones inter-aliada que son típicos de los círculos gobernantes de los países angloamericanos, y la sustancia de las cuales es que, en lugar de las relaciones honestas y sinceras entre los aliados, en lugar de la confianza mutua y el apoyo, no se están realizando una política de utilizar todos los medios, incluyendo incluso la calumnia, con el propósito de debilitar nuestra aliada, de explotarlo en propios y estrechos intereses de uno, y de fortalecer la propia posición a expensas de ese aliado.

Uno debe, además, no perder de vista los esfuerzos realizados por los círculos gobernantes de los Estados Unidos de América para socavar, por medio de su campaña de calumnias contra la URSS, la influencia de los elementos progresistas de su propio país, que abogan por una mejor las relaciones con la URSS.

La colección está llena de documentos inventados por funcionarios diplomáticos hitlerianos en las profundidades de las oficinas diplomáticas alemanas.

Este solo hecho debería haber servido como una advertencia contra el uso unilateral y la publicación de documentos que son de un solo lado y tendenciosa, dando cuenta de los acontecimientos desde el punto de vista del Gobierno de Hitler, y que están destinadas a presentar estos eventos en una luz que lo haría favorable a los hitlerianos. El estadounidense, británica, y los gobiernos franceses han publicado de forma unilateral los documentos Alemanes sin vacilar a falsificar la historia en sus esfuerzos para calumniar a la Unión Soviética, que llevó la peor parte de la lucha contra la agresión hitleriana.

En vista de ello, el Gobierno Soviético por su parte se siente con derecho a hacer públicos los documentos secretos referentes a las relaciones entre la Alemania de Hitler y los gobiernos de Gran Bretaña, los Estados Unidos de América y Francia, que cayeron en manos del gobierno Soviético, y que los tres gobiernos antes mencionados silenciaron a la opinión pública. Ellos ocultaron estos documentos, porque no quieren que se hagan públicos. Pero creemos que después de todo lo que ha tenido lugar, estos documentos deben hacerse públicos, para que las verdades históricas objetivas a través de los hechos comprobados, sean restablecidos.

El Gobierno Soviético posee documentos importantes, que fueron capturados por las tropas soviéticas durante la caída de la Alemania de Hitler. La publicación de estos documentos ayudará a presentar una imagen real de cómo fueron en realidad, los preparativos de la agresión de Hitler y la Segunda Guerra Mundial, y porqué se desarrollaron".

... La agresión hitleriana fue posible, en primer lugar porque los Estados Unidos de América ayudó a los Alemanes para establecer dentro de poco tiempo una base económica guerra por la agresión Alemana y por lo tanto siempre que esta agresión con armas. En segundo lugar, porque el rechazo de la seguridad colectiva por los círculos gobernantes anglo-franceses desorganizó las filas de los países amantes de la paz, se interrumpió el frente único de estos países contra la agresión, allanó el camino para la agresión Alemana y ayudó a Hitler a dar rienda suelta a la Segunda Mundial Guerra. ¿Qué hubiera pasado si los Estados Unidos no habieron financiado la industria pesada de la Alemania de Hitler, e Inglaterra y Francia malo no hubieran rechazado la seguridad colectiva, sino por el contrario, hubiesen organizado conjuntamente con la Unión Soviética la resistencia colectiva a la agresión Alemana? El resultado habría sido que la agresión hitleriana carecería de armamento, la política anexionista de Hitler habría sido capturado en la prensa de un sistema de seguridad colectiva, el azar los hitlerianos de éxito en el desencadenamiento de la Segunda Guerra Mundial se habría reducido al mínimo. Y si a pesar de las condiciones desfavorables, los hitlerianos habían todavía aventurado a dar rienda suelta a la Segunda Guerra Mundial, habrían sido derrotados en el primer año de guerra. 

Por desgracia, esto no ocurrió debido a la política ruinosa que fue perseguido por los Estados Unidos de América, Inglaterra y Francia durante el curso de todo el período anterior a la guerra. Son ellos los que son culpables de permitir que los hitlerianos para desatar con cierto grado de éxito, la Segunda Guerra Mundial, que duró casi seis años se llevó millones de vidas humanas". (3).

 


Fuentes: 
Instituto de marxismo-leninismo. Moscú    



3.- https://www.autistici.org/.