Por Alexandre Garcìa
“El ajedrez aporta la prueba indiscutible
de la superioridad de la cultura socialista sobre la cultura decadente
de las sociedades capitalistas.”
(Alexander Kótov)
“El ajedrez es una herramienta
de la cultura proletaria”.
(Yuri Averbaj)
Este escrito pretende reivindicar la contribución
de la Unión Soviética al desarrollo del deporte mental más popular
del mundo. De todos es conocida la supremacía que llegó a alcanzar
la Unión Soviética en las competiciones mundiales de ajedrez de alto
nivel, sobre todo tras la II Guerra Mundial. Si nos fijamos en las veinte
ediciones del campeonato mundial de la FIDE1 celebradas desde 1948 hasta la última edición
antes de la disolución de la Unión Soviética, podemos constatar que
el título de campeón mundial sólo fue obtenido en una ocasión por
un no-soviético, concretamente por el estadounidense Bobby Fischer
(que junto con Gary Kaspárov se disputa la condición de mejor jugador
de la historia) en el histórico match contra Spassky en 1972. Todo
el resto de campeonatos han sido ganados por jugadores de nacionalidad
soviética, e incluso hoy, tras el colapso del socialismo en los países
del Este de Europa, muchos jugadores nacidos en antiguas repúblicas
soviéticas siguen ocupando un lugar prominente en la élite mundial.
Lo mismo se puede decir de las olimpiadas de ajedrez organizadas por
la FIDE desde 1927, donde la Unión Soviética ha mantenido una supremacía
indiscutible e ininterrumpida desde 1952 (si exceptuamos las olimpiadas
de Tel Aviv 1964, en las que la Unión Soviética no participó por
boicot, y las de Buenos Aires 1978 en las que Hungría dio la sorpresa).
Esto es igualmente cierto en lo que respecta al campeonato mundial femenino
a título individual, en el que jugadoras soviéticas se proclamaron
ganadoras en todas las ediciones celebras
entre 1950 y 19912. Algo parecido ocurre con la versión femenina de
las olimpiadas, que se organizan simultáneamente con las masculinas
desde el año 1957, y en cuyas ediciones la Unión Soviética
fue ganadora de manera continua, excepto en la edición de Tel Aviv
1964 y las dos ultimas ediciones antes de su disolución, en 1988 y
1990, en las que la vencedora fue, también, Hungría.
Pese a que hoy el primer puesto en el ranking de
la FIDE lo ocupa el joven prodigio noruego Magnus Carlsen, en términos
generales la hegemonía de los antiguos países de la Unión Soviética
continúa hasta hoy, cosa que hemos podido ver con la reciente victoria
del equipo armenio liderado por Levon Aronián en las olimpiadas de
Estambul 2012.
Durante la segunda mitad del siglo XX, esta supremacía en ajedrez
se tradujo, además de en títulos, en la innumerable cantidad de jugadores
que salieron de la Unión Soviética, y en la importantísima contribución
de los soviéticos en el plano de la teoría y la técnica a este deporte
mental que, como lo expone el campeón mundial Tigran Petrosián, “es un juego por su forma, un arte por su contenido y una ciencia por
su dificultad”.
La Unión Soviética fue el único país donde el ajedrez llegó a
alcanzar el rango de deporte nacional, lo cual es un hito en sí mismo.
Esta tremenda popularidad de la que gozó el juego entre las nacionalidades
de la Unión Soviética, y el importante lugar que ocupo en la formación
intelectual de la sociedad, sólo fue posible gracias al enorme compromiso del Estado soviético,
mediante su política de captación y entrenamiento de talentos infantiles
ya desde la escuela, y el cuidado con el que trataba a los jugadores
para que se pudiesen desarrollar hasta niveles profesionales. El propio
Bobby Fischer siempre envidió el respeto, y sobre todo el apoyo económico
que los jugadores soviéticos recibían por parte del Estado. Como indicador
del grado de popularidad que tenía el ajedrez en la Unión Soviética,
baste decir que en la RSS de Georgia, donde la escuela nacional de ajedrez
le daba especial importancia al ajedrez femenino3,
era tradición autóctona en las bodas el ofrecer un tablero de ajedrez
para el ajuar de la novia.
Tras la toma del poder en Octubre de 1917, V.I. Lenin,
para quien el ajedrez era “la gimnasia de la mente”,
y el Partido Bolchevique en general, tomaron resueltamente medidas para
alcanzar estos resultados, buscando de esta manera prestigiar a la nueva República Soviética mediante el ajedrez. Tras vencer en la
guerra civil de 1918-1921, la Rusia soviética permanecía aislada del
resto del mundo. No estaba reconocida por la Sociedad de Naciones. De
alguna forma, había que dar un golpe en la mesa, en un afán de demostrar
que, en un deporte intelectual, los soviéticos podían ser los mejores.
Y los dirigentes soviéticos lo lograron con creces.
Antecedentes
Cierto es que en la vieja Rusia zarista ya se encontraba
cierto caldo de cultivo para lo que surgiría después de la Revolución
de Octubre. Desde el siglo XVIII, en el imperio ruso se practicaba el
ajedrez con cierta dedicación, aunque estaba reservado para unas pocas
élites. De los 70 millones de personas que habitaban el imperio, apenas
un par de miles practicaban el ajedrez con asiduidad, y sólo unos cientos
frecuentaban clubes y torneos. La escasez de medios era tal que las
personas que poseían algún libro sobre ajedrez no pasaban de las 150.
Por lo tanto, la práctica del ajedrez no era cosa fácil la Rusia zarista,
no habiendo además muchos torneos en los que jugar.
Sin embargo, en los siglos XVIII y XIX surgieron
una veintena de jugadores que jugaban a un nivel magistral, como Alexander
Petrov, Ilya Shumov, Emmanuel Schiffers, o el más importante de ellos, Mijaíl Ivánovich Chigorin
(1850-1908), considerado padre de la llamada ‘escuela rusa de ajedrez’.
Pese a no hacerse nunca con el título de campeón del mundo oficial,
Chigorin se situó en la élite mundial en el periodo comprendido entre
1883 y 1898, compitiendo con jugadores de la talla de Wilhelm Steinitz
o Emmanuel Lasker, y llegando incluso a disputar un match por el campeonato
mundial en La Habana en 1892 contra el mismo Steinitz. Se sabe que el
gran escritor realista León Tolstói, él mismo un aficionado, era
un enamorado del juego de Chigorin.
Chigorin fue un jugador creativo, algo irregular
en las competiciones, pero que hizo grandes contribuciones a la teoría.
Partidario del juego abierto y de la belleza como medio de obtener la
victoria, fue de los pocos que se atrevieron a refutar algunas de las
ideas posicionales de Steinitz4 que empezaban a predominar en la época. Chigorin
defendía que lo fundamental era un rápido desarrollo de las piezas
para atacar rápidamente el enroque del rival, y no tanto el ir acumulando
pequeñas ventajas. Respondía a las aperturas cerradas defendidas por
Steinitz con defensas que no estaban en la teoría, pero que degeneraban
en partidas cuyas posiciones se volvían muy abiertas, como por arte
de magia. De esas innovaciones nació, por ejemplo, la defensa Chigorin5. Aunque ésta, precisamente, no ha alcanzado gran
popularidad, sus ideas supusieron un gran avance en la teoría de aperturas,
y sus ideas sirvieron de base sobre la que después se desarrollaría
la escuela soviética.
Chigorin tuvo una destacada labor para que el ajedrez
se hiciera popular en Rusia, organizando, por ejemplo, los primeros
torneos exclusivamente para jugadores rusos. Con sus ganancias, impulso
varias revistas de ajedrez, como “El heraldo de ajedrez”
y “La hoja de ajedrez”,
que sacaban unos pocos cientos de ejemplares y apenas se sostenían
económicamente. En ellas colaboraban con asiduidad grandes maestros
rusos, gracias al tiempo libre que les dejaba la falta de torneos.
Para principios del siglo XX, gracias a sus esfuerzos
y el otros colaboradores, ya había unos 500 aficionados a la práctica
organizada del ajedrez, de los que medio centenar era capaz de competir
con los maestros del resto de países europeos. Pero el nivel de Rusia
aún estaba lejos de alcanzar al de Alemania o el del Imperio Austro-Húngaro,
situación que empezaría a cambiar durante la era de la construcción
del socialismo. La contribución de Chigorin al ajedrez soviético sería
recordada más tarde en 1958, cuando se emitió en la Unión Soviética
un sello conmemorativo de este jugador.
Chigorin influyó de manera especial en el siguiente
jugador que conviene mencionar: Alexander Alexandróvich Alekhine
(también conocido como Aliojin), campeón del
mundo en cuatro ocasiones, en 1927, 1929, 1934 y 1937. A Alekhine no
lo podemos relacionar directamente con la era soviética, puesto que
en el momento de ganar sus cuatro títulos mundiales ya había adquirido
la nacionalidad francesa, pero su carrera coincide parcialmente con
la aparición de la Unión Soviética. Aunque fuera un personaje polémico
y políticamente reprobable6, la escuela soviética siempre consideró que había
una línea evolutiva entre el ajedrez dinámico de Chigorin y Alekhine
y el aprecio por el juego de ataque de los soviéticos, que se reflejaba
en el juego de ajedrecistas como David Bronstein o Mijaíl Tal.
Antes de la I Guerra Mundial, Alekhine ya cosechaba
éxitos con regularidad en torneos de ajedrez, siéndole entregado el
título de Gran Maestro7 por el mismísimo Zar. Proveniente de una familia
aristocrática, tras la Revolución de Octubre emigra a Francia y en
1925 adopta la nacionalidad francesa. Gran innovador de la teoría ajedrecística,
su juego era de una gran riqueza de ideas. Según Kaspárov fue “probablemente el primer profesional
de ajedrez”. Jugador muy serio y dinámico, con una gran capacidad
de trabajo y estudio teórico, era excelente en muchas facetas del juego.
Virtuoso del ajedrez de ataque, fue, en este aspecto del juego, uno
de los mejores jugadores tácticos de la historia, cosa que aunaba con
una técnica exquisita y un profundo sentido estratégico. Como exponente
de la llamada escuela hipermoderna8 de ajedrez, a su juego se añadía una desbordante
fantasía. Su aportación fue tremendamente enriquecedora, especialmente
en lo relativo a la técnica de finales, que dominaba hasta tal punto
que gracias a ello pudo vencer a José Raúl Capablanca en el torneo
mundial 1927.
Octubre 1917: empieza el despegue
Como dijimos ya, en la época en la que Alekhine
aprendía a jugar ajedrez a principios del siglo XX, el juego estaba
pensado para unas élites. Esta situación empezó a cambiar de manera
radical a partir de la Revolución de Octubre. Por indicaciones de V.I.
Lenin, los bolcheviques orientan el ajedrez hacia la mayoría de la
población, promoviéndolo en la educación primaria, donde el ajedrez
pasó a ser una asignatura complementaria. Los líderes bolcheviques
vieron en la práctica del ajedrez un medio para conducir el ideario,
la conducta y la disciplina comunista, pues los valores de este deporte
mental (paciencia, disciplina, capacidad, intelectual y espíritu colectivo,
pues no hay que olvidar que el ajedrez es un juego de equipos, en el
que cada pieza debe estar coordinándose con las demás) se ajustaban
bien al sistema de valores que propugnaba la nueva sociedad proletaria.
El ajedrez fue tomado como un proyecto de prestigio, en el que todos
debían trabajar unidos para llevarlo a cabo. Era, además, una forma
de demostrar con el tablero la validez del materialismo dialéctico
como concepción del mundo, aspecto del ajedrez que por motivos de espacio
no podemos abordar en este artículo. Pero las palabras de Nikolái
Krilenko, Comisario del Pueblo para Asuntos Militares, para quien el
ajedrez era “una expresión de los modos marxistas
de pensamiento”, son ilustrativas a este respecto.
Además, las condiciones económicas de la nueva
Rusia soviética empujaban a ello. Todos conocemos el contexto que se
daba en la época: tras tres años de guerra con Alemania, durante y
después del comunismo de guerra, la pobreza y la devastación de la
economía eran espantosas. Los líderes bolcheviques vieron en el ajedrez
un medio barato de prestigiar a la Unión Soviética en una disciplina
deportiva. El ajedrez no requería de una grandes inversiones. Para
impulsar el ajedrez, no se requiere casi nada, no hacen falta pistas
de atletismo, gimnasios ni estadios de futbol, sólo un tablero de madera
y unas piezas.
Anatoli Kárpov describe aquella época con estas
palabras: “[el ajedrez] era parte de la vida de la alta
sociedad rusa y también lo jugaban algunos grandes escritores y científicos
en la época imperial. Tras la Revolución, el nuevo poder decidió
que Rusia era un país con mal nivel educativo, porque después de la
Revolución muchos intelectuales dejaron el país. Eso provocó que
hubiera que construir una nueva, por así decirlo, inteligencia o población
bien formada. Pensaron que una de las formas más sencillas e inteligentes
para hacerlo era a través del ajedrez… El nuevo poder decidió utilizar
el ajedrez para educar a la gente y tuvo éxito.”
La gran tarea de divulgar el ajedrez recayó
primero sobre Alexander Iliin-Zhenevski9, comisario de la Organización General de Reservistas
de Moscú. Gran aficionado al ajedrez, introdujo el ajedrez en el Ejército
Rojo. Iliin-Zhenevski estaba convencido de que el ajedrez podía jugar
un papel importante en el plano político y que debía estar subordinado
a la lucha ideológica.
Los primeros progresos tardaron poco en producirse.
Antes de la guerra civil, los propios sindicatos ya organizaban un pequeño
torneo en la República Soviética de Transcaucasia. Después, en plena
guerra civil, Iliin-Genevski organizó la primera olimpiada de ajedrez
de la RSFS de Rusia en octubre de 1920. Aquel torneo supuso el aldabonazo
inicial para muchos otros en Moscú y Leningrado, como el torneo Internacional
de Moscú de 1925 en el que Iliin-Genevski se convirtió en el primer
soviético en derrotar al mismísimo campeón mundial, Capablanca.
En 1924 se fundó la Sección de Ajedrez del
Consejo Supremo de Cultura Física. El comandante Nikolái Krilenko,
a cargo de la misma, lanzó la consigna: “¡Llevad el ajedrez a los trabajadores!”.
Secciones similares se fueron fundando en los Consejos de Cultura Física
locales. “Debemos acabar de una vez por
todas con la neutralidad del ajedrez, hemos de organizar brigadas de
choque de jugadores de ajedrez y empezar de inmediato a cumplir el plan
quinquenal del ajedrez.” Se puso en marcha la llamada escuela
soviética de ajedrez, caracterizada por su afán por descubrir jóvenes
talentos desde muy temprana edad, con un sistema de entrenamiento al
más alto nivel. Se lograron grandes avances en las técnicas de enseñanza:
surgieron entrenadores de ajedrez de alta especialización como Romanovsky,
Rabinóvich y Levenfish, quienes, asesorados por especialistas en psicología
y pedagogía como Vigotski, Luria y Leontiev, idearon un sistema de
enseñanza de máximo desempeño. Así, el ajedrez llego a tener un
lugar reservado en los palacios de pioneros, las entidades culturales
que centralizaban las actividades juveniles, en los que siempre había
siempre una sección de ajedrez formada por niños de entre 6 y 17 años.
El numero de aficionados se disparo durante los años
20 y 30. De unos 1000 jugadores registrados en 1923, se pasó a 150
000 en 1929. Los sindicatos y los clubes de trabajadores fueron el alma
de este movimiento de apasionamiento por el juego. A finales de los
años 20, cada sindicato tenía un equipo con 28 jugadores registrados.
Para hacernos una idea del lugar que ocupaba el ajedrez entre buena
parte del proletariado soviético, baste decir que la industria automovilística
Likachov de Moscú contaba con clubes de 26 deportes diferentes, siendo
el de ajedrez el más grande de todos.
El resultado de décadas de dedicación al deporte
mental fue que a mediados de los años 80, un total de 4 200 000 personas
estaban inscritas en la Federación Soviética de Ajedrez, de las más
de un centenar de estas personas poseían el título de Gran Maestro. Cada año, cientos de miles de
niños participaban en el torneo ‘Torre Blanca’. En total, se estimaba
que unos 12 millones de ciudadanos jugaban al ajedrez con asiduidad.
Botvínnik: precursor del sistema
soviético de preparación
Fue después de la época de Alekhine, tras la II
Guerra Mundial, cuando los años de trabajo para fomentar el ajedrez
por parte del Estado soviético comenzaron a mostrar claramente sus
frutos.
Generalmente, cuando se habla de la escuela soviética
de ajedrez se suele pensar en jugadores de ataque con un estilo de juego
dinámico, rápido y agresivo. Sin embargo, una de las excepciones fue
precisamente el primer pionero de la nueva escuela: el ingeniero Mijaíl Moiséyevich Botvínnik
(1911-1995), patriarca del ajedrez soviético, al cual siguió todo
el resto de grandes jugadores. Según Gary Kaspárov, con Botvínnik
se produce en el ajedrez un “salto verdaderamente revolucionario”.
Seis veces campeón de la Unión Soviética y cinco veces campeón del
mundo, en 1948, 1951, 1954, 1958 y 1961. Cierto es que hay que reconocer
que Botvínnik se vio beneficiado por el estallido de la II Guerra Mundial,
que le despejó el camino hacia la cumbre. En el año 1948, en que se
celebra el primer torneo mundial tras el final de la guerra, sólo permanecía
Botvínnik de entre los luchadores al máximo nivel.
Botvínnik fue el gran exponente del sistema de preparación soviético,
aspecto del juego que en sí mismo es una de las contribuciones de la
Unión Soviética al juego. Este cuidadoso sistema de preparación se
hizo posible sobre todo por el apoyo que los jugadores
recibían del Estado. Pocos jugadores en Occidente podían dedicar tanto
tiempo al entrenamiento y la preparación. Los jugadores soviéticos
recibían el apoyo económico y material necesario, y se les ponía
al corriente de la práctica y las innovaciones teóricas en todo el mundo,
facilitándoles gran cantidad de libros, revistas, boletines, etc.,
que se publicaban permanente en la Unión Soviética. En su libro La Escuela Soviética de Ajedrez, Botvínnik explica: “Debe darse crédito a los maestros
soviéticos por haber elaborado métodos de preparación. El nuestro,
está disponible para todos y podemos asumir que la mayoría de los
maestros soviéticos lo emplea cuando se prepara para alguna competencia
importante. La parte más destaca del sistema consiste en la preparación
de aperturas, entrenamiento físico, prácticas para corregir defectos;
también cuestiones relacionadas con la rutina de los torneos”.
Los manuales de preparación de la Unión Soviética hacían especial
hincapié en la importancia de tener una buena condición física. Se aconsejaba a los jugadores
que participaran en los programas de entrenamiento físico del GTO (Gotov ka Trudu i Obóronnie SSSR,
‘Preparación para el Trabajo y la Defensa de la URSS’). Los entrenadores
se tomaban este aspecto del juego tan en serio que las preparaciones
de los torneos se llegaron a hacer en balnearios. En 1953, para la preparación
del torneo de candidatos al título mundial de Zurich, el equipo soviético (compuesto
por Smyslov, Keres, Bronstein, Petrosián, Geller, Kótov, Taimánov, Averbaj y Boleslavski) estuvo dos
semanas dedicándose sólo a la preparación física con entrenadores de natación
y atletismo y como especialistas en dietética. Sólo a partir de la
tercera semana empezaron a tocar un tablero. De hecho, algunos grandes
maestros soviéticos han destacado en otros deportes. Puede mencionarse
a Keres, varias veces campeón de tenis en Estonia, a Geller, notable
jugador de baloncesto, y a Spassky, que hacía los 100 metros en 11
segundos.
El siguiente aspecto a destacar del sistema de preparación
era el minucioso estudio de las aperturas. Botvínnik cuenta que cuando
se preparaba para jugar el match con el checoslovaco Salomon Flohr en
1933, analizó más de 100 partidas de su adversario antes de decidir
qué aperturas tenía que jugar. Casi 30 años después, Botvínnik
atribuyó su triunfo en el match de revancha con Tal a la floja preparación
de éste en las aperturas. Sólo el estudio de las partidas ya consumía para el
ajedrecista soviético cientos de horas, meses de estudio. Esto le permitía
extraer conclusiones sobre las cualidades y los defectos de los adversarios.
También jugaban un papel importante las partidas de entrenamiento,
en las cuales se sometían a prueba nuevas variantes y se podían corregir
defectos del jugador, llevando las partidas a posiciones en el tablero
que no eran de su agrado.
La dedicación de Botvínnik al entrenamiento era
tal, que él, que detestaba el humo de los cigarrillos, se acostumbró
a jugar partidas de entrenamiento con Ragozin, pidiéndole que fumara
constantemente.
En cuanto al estudio teórico, los soviéticos le daban mucha importancia
al estudio de las tres fases del juego (apertura-medio juego-final),
en coherencia con el modo marxista de pensamiento que no concibe las
fases del juego como estancas y aisladas entre sí. Siguiendo el consejo
de Capablanca, que decía que “el ajedrez se aprende empezando por el final”,
con mucha razón, pues al fin y al cabo el objetivo del juego es dar
mate, en las escuelas se hacia especial hincapié en que los niños
aprendieran a manejarse en diversos tipos de final de partida, para
aprender la autonomía de las piezas y su técnica de manejo (cosa que
dio lugar a la expresión periodística “la técnica soviética se impuso en el final”),
saber en qué casos un alfil es superior a un caballo, etc. Y a la vez
se analizaban las aperturas en conexión con el medio juego, o inclusive
con un posible final de partida, en la que uno u otro bando tenga una
desventaja estructural. De hecho, la importancia que se le da hoy en
día al hecho de que tras los primeros movimientos un bando se queda
con dos islas de peones y otro con tres islas10,
quedando éste en inferioridad estructural, es una aportación exclusiva
de los soviéticos. Mediante el estudio de este aspecto del juego querían
saber qué variantes de una apertura permitían llegar una ventaja ganadora.
Antes de la escuela soviética, había una cierta tendencia a analizar
superficialmente las variantes de una apertura, y limitarse a decir
que tal o cual bando tenía ventaja. Los soviéticos querían ir más
lejos, y experimentaban con las aperturas llevándolas hasta el medio
juego, para averiguar de qué manera esa ventaja estratégica se puede
convertir en victoria. Este mayor avance en el estudio del desarrollo
del medio juego pudo constatarse en un partida de un match Estados Unidos-Unión
Soviética de 1945 entre Smyslov y Reschevsky, en la que tras la jugada
20 Smyslov apenas había empleado 6 minutos, mientras que Reschevsky,
que era un genio, ya se encontraba apurado de tiempo.
La importancia que llegaron a tener el ajedrez soviético en el plano
de la teoría fue tal, que el propio Fischer aprendió ruso para poder
leer los tratados de teoría provenientes de la Unión Soviética, y
gracias a los cuales el norteamericano refinó muchos aspectos de su
juego.
Por ultimo, los especialistas soviéticos consideraban
que otro requisito para alcanzar el mayor nivel ajedrecístico era tener
una buena cultura general y variados intereses intelectuales. Se puede
recordar al respecto la habilidad lingüística de Alekhine, los trabajos
de Botvínnik en el campo de la ingeniería eléctrica, el talento
musical de Taimánov y Smyslov, o el hecho de que Kárpov sigue siendo
actualmente catedrático de economía en la Universidad Lomonosov de
Moscú. Ello se hacia valer criticando por contra el limitado horizonte
intelectual de muchos jugadores de Occidente, como Fischer, que abandonó la escuela secundaria para dedicarse al ajedrez.
Años 50: inicio de la supremacía
soviética
En los años 30 el contacto con los círculos occidentales
de ajedrez se había restablecido, con la organización en los años
20 y 30 del torneo internacional de Moscú, donde fueron invitados Lasker
y Capablanca. Sin embargo, los maestros soviéticos eran desconocidos
en Occidente. La FIDE era percibida con recelo por considerarse una
organización pro-capitalista, y la Unión Soviética mantenía a sus jugadores alejados de la misma. Hasta la
aparición de Botvínnik, a quien se dio un permiso para jugar torneos
de la FIDE, con la condición de que ganara. Así, en los años 30 Botvínnik ya se encontraba en la élite mundial, cosa
que demostró ganando en el torneo de Moscú de 1935, por delante de
Lasker y Capablanca, o con sus victorias contra Alekhine en el torneo
AVRO de Holanda de 1938, donde quedó tercero. Era el líder de una
nueva generación. Su popularidad era inmensa. Gente aún analfabeta,
durante los años 30, sabía por todos los rincones de la Unión Soviética
quién era Mijaíl Botvínnik.
Botvínnik fue miembro del equipo nacional que venció en
todas las olimpiadas de ajedrez entre 1952 y 1964. Es precisamente en
la olimpiada de Helsinki 1952 cuando se empezó a ver qué país iba
a empezar a tener la hegemonía mundial. Era la primera vez que la Unión
Soviética participaba como equipo nacional, además con la incorporación
de Estonia a la patria soviética, con lo que el equipo nacional ganaba
además la incorporación del genial jugador de ataque Paul Keres. En
aquel torneo se constató lo que todo el mundo ya sabía: en 1948, de
los cinco aspirantes individuales al título mundial (que en teoría
deberían haber sigo seis, pero el estadounidense Reuben Fine renunció
a su plaza), estaban Euwe y Reshevsky como jugadores no soviéticos,
y los otros tres eran Botvínnik, Keres y Smyslov. Era normal sospechar
que, en lo que respecta al ajedrez de alta competición, en la Unión
Soviética algo estaba a punto de estallar.
Así, cuando entró de lleno en su primera competición
por equipos en 1952, la Unión Soviética aplastó al resto de equipos,
incluyendo a los Estados Unidos, que habían ganado las anteriores cuatro
ediciones. La diferencia con el resto de naciones ya era abismal. Los
deseos de V.I. Lenin se habían hecho realidad. Esa hegemonía de la
Unión Soviética en las olimpiadas se vería brevemente interrumpida
con la victoria de la República Popular de Hungría en la edición
de Buenos Aires 1978, en la que los húngaros empataron a 2 con los
soviéticos, que no fueron capaces de remontar una derrota contra la
RFA, mientras que los húngaros no fallaron.
Cabe destacar, para constatar el nivel que habían
alcanzado los soviéticos, el hecho de que se incluso había hecho más
difícil ganar el campeonato de la Unión Soviética que el mismísimo
título mundial. Ello se debía a que para clasificarse para el campeonato
mundial había que jugar un torneo zonal, y luego otro interzonal del
que se clasificaban 8 jugadores para disputar el torneo de candidatos
al título mundial, y del cual no se podían clasificar más de 3 jugadores
con la misma nacionalidad. En cambio, en aquellos años jugar el campeonato
nacional de la Unión Soviética suponía enfrentarse a Keres, Smyslov,
Geller, Petrosián, Bronstein, Taimánov, Averbaj, Kótov, Tal, Tolush,
Boleslavsky, y un largo etcétera. En la XIX edición del campeonato
en 1951, Keres se hizo con el título de campeón nacional, ¡mientras
que Botvínnik, que era el campeón del mundo reinante, quedó el quinto
en la competición! Otro apunte para ilustrar lo tremendamente competitivo
que era el campeonato es que el mismísimo Gary Kaspárov nunca fue
capaz de ganarlo en solitario: de sus cuatro participaciones, fue noveno
en 1978, segundo en 1979, y empató en el primer puesto con Psajis en
1981 y con Kárpov en 1988.
Botvínnik, considerado en su época como el mejor
jugador de la historia, fue por tanto el paradigma de jugador soviético:
jugador muy teórico y muy estudioso, que se preparaba mucho las partidas,
con un estilo muy profesional. Con él, el ajedrez se convirtió en
una verdadera ciencia, y demostró que una buena preparación es la
clave de un éxito duradero.
En cuanto a su estilo, era un jugador muy posicional.
La clave de su éxito residía en sus rigurosos estudios de las aperturas,
muy por encima de cualquier otro jugador de la época, en un cálculo
profundo y en una aguda técnicas en los finales. Francamente hay que
decir que su estilo de juego era poco apasionante, sus planteamientos
eran muy lógicos, pero profundizaba como nadie en las posiciones, por
lo que era muy difícil ganarle, debido a la solidez de su juego. Sabía
explotar la mas minima ventaja que le concediera el rival, estilo de
juego emulado posteriormente por jugadores como Petrosián o Kárpov.
A partir de 1960 se dedicaría al desarrollo de programas informáticos
de ajedrez y a la formación de jóvenes ajedrecistas. Gary Kaspárov
y Anatoli Kárpov se encontrarían entre sus alumnos.
Para los más curiosos, anotar que una variante de
la Apertura Inglesa lleva su nombre, la que se plantea con los movimientos
1.c4 e5 2.Cc3 Cc6 3.g3 g6 4.Ag2 Ag7 5.e4.
Campeones de leyenda
Continuaremos este artículo haciendo un breve repaso
de la vida de otros grandes jugadores soviéticos que surgieron después
de Botvínnik. No podemos, por motivos de espacio, hablar de todos los
grandes jugadores, así que nos limitaremos a los que se hicieron con
el título de campeón mundial. Así, queremos dejar claro que nos dejamos
en el tintero a grandísimos jugadores de la talla de Paul Keres, David
Bronstein o Efim Geller, algunos de los cuales son considerados ‘campeones
sin título’, jugadores que por su dimensión eran merecedores de
obtener el título mundial, pero que por una serie de circunstancias
se quedaron a las puertas de hacerlo.
Vasili Vasílievich Smyslov (1921-2010) fue campeón del mundo en 1957, en su
segundo intento tras perder contra Botvínnik en 1954, y fue campeón
de la Unión Soviética en 1949, empatado en el primer puesto con Bronstein.
A los 6 años empezó a jugar a ajedrez, llegando a ganar en 1938 el
campeonato juvenil de la Unión Soviética. Además de ajedrecista,
era un destacado barítono. Vassili llegaba a afirmar que su vida era
“mitad ajedrez, mitad cantar”.
A veces, en los torneos ofrecía recitales, siendo acompañado en ocasiones
por el pianista y también gran jugador Mark Taimánov. Entre 1952 y
1972, Smyslov gano 17 medallas en las nueve olimpiadas que disputó
con la Unión Soviética, lo que le convierte en el jugador mas laureado
de la historia de las olimpiadas.
La mala suerte de Smyslov es que coincidió
con Botvínnik, en una época en que las reglas que regían el campeonato
mundial le perjudicaron claramente. Dichas reglas establecían que en
caso de empate el campeón mantenía el título. Botvínnik pudo así
defender por los pelos su título empatando con Bronstein en 1951 y
con Smyslov en 1954. En 1957, Smyslov se hizo con el título mundial,
pero por aquella época existía la famosa regla del ‘match de revancha’,
que le permitía al vigente campeón mundial volver a disputar un match
de revancha. Gracias a esta otra regla, Botvínnik recuperó el título
en 1958 al vencer a Smyslov por 7 a 5. Esta misma jugada, Botvínnik
se la volvería a hacer a Tal en 1961. Tras esta derrota, Smyslov declaró
“creo que llevo toda la vida enfrentándome
a Botvínnik”. De estos tres campeonatos mundiales, Botvínnik
fue vencedor en dos de ellos, pero si vemos los puntos cosechados por
cada uno, vemos que Smyslov ganó más partidas en total.
Artista tanto fuera del tablero como dentro, para Smyslov “la maestría en ajedrez significa un logro creador
y un logro científico”. Jugador técnicamente muy bueno, sobre
todo en los finales, donde era un grandísimo jugador. Se caracterizaba
por tener un juego muy sencillo, lógico y natural. La claridad de su
mente le llevaba a simplificar las posiciones, cambiando piezas para
llegar a posiciones finales donde él se encontraba como pez en el agua,
siendo en este aspecto un serio oponente a Botvínnik. Su contribución
a la teoría de aperturas es inmensa, al haber desarrollado nuevos sistemas
de desarrollo en diversas aperturas, o reviviendo otras con éxito,
como la variante del fianchetto de la Apertura
Ruy López, que se plantea con los movimientos 1.e4 e5 2.Nf3 Nc6 3.Bb5
g6. También existen distintas variantes de aperturas que llevan su
nombre, concretamente en la Defensa Grünfeld (la variante Smyslov,
que se plantea con los movimientos 1.d4 Cf6 2.c4 g6 3.Cc3 d5 4.Cf3 Qg7
5.Db3 dxc4 6.Dxc4 0-0 7.e4 Ag4 8.Ae3 Cfd7), en la Defensa Eslava (1.d4
d5 2.c4 c6 3.Cc3 Cf6 4.Cf3 dxc4 5.a4 Ca6) y en la Ruy López cerrada
(1.e4 e5 2.Cf3 Cc6 3.Ab5 a6 4.Aa4 Cf6 5.0-0 Ae7 6.Te1 b5 7.Ab3 d6 8.c3
0-0 9.h3 h6).
Admirado por su ‘sentido posicional’, su juego
destacaba por la gran armonía con la que colocaba las piezas, demostrando
que el ajedrez es un juego de belleza y en el que muchas veces se gana
con la máxima sencillez. Él solía decir en broma que jugaba “con las manos” en vez
de con el cerebro, como si no lo necesitara para moverlas a tal o cual
casilla, debido a la naturalidad con la que movía las piezas.
En 1984 batió todos los récords de longevidad
al enfrentarse con Kaspárov en la final de candidatos al título mundial
a la edad de 63 años. Falleció en 2010 en un hospital de Moscú a
causa de complicaciones cardiorrespiratorias.
Mijaíl Nezhemiévich Tal (1936-1992) nació en Riga en el seno de una familia
judía con dos dedos menos en la mano derecha (lo cual no le impedía
tocar el piano excelentemente). Es uno de los jugadores más queridos
por la comunidad ajedrecística. A todo el mundo le gusta Mijaíl Tal,
porque era la magia. Su estilo, de una imaginación desbordante, fue
inigualable incluso hasta hoy día. Kaspárov no tiene reparos en decir
que es el jugador mas talentoso que ha existido. Lo que está claro
es que fue el mejor jugador de ataque de todos los tiempos. Desde pequeño
su ascensión fue meteórica. En 1957, a la edad de 21 años, ya consiguió
ganar el campeonato de la Unión Soviética, obteniendo además el premio a la belleza por
unas tablas contra Aronin, consideradas por Euwe11 como “las tablas mas brillantes de
la historia”. Campeón del mundo en 1961 ante Botvínnik (contra
quien perdería el match de revancha al años siguiente) a la edad de
23 años, por entonces el campeón del mundo mas joven de la historia,
y 6 veces campeón de la Unión Soviética, empatado con Botvínnik.
Sus problemas de salud y la vodka impidieron que su talento se desarrollara
hasta niveles superiores. Un jugador de este tipo ya sería algo raro
hoy en día, por lo que es difícil imaginarse el impacto que causó
en los años 50 del siglo pasado. Su estilo, revolucionario y romántico,
lleno de energía, era un torrente incontenible que barrio con los anquilosados
conceptos del ajedrez posicional de Botvínnik. Después de un jugador
tan serio y rígido, era natural que apareciera alguien para traer un
soplo de aire fresco.
Jugador de ataque muy agresivo, con partidas llenas
de golpes tácticos, iniciando ataques a degüello, gustaba de buscar
la máxima complicación en el tablero, lo que crispaba a sus adversarios.
Tal incendiaba el tablero desde las primeras buscando el ataque, convirtiéndolo
en un campo de minas donde una mínima ruptura podía hacer estallar
todo. Así lo describía el propio Botvínnik: “...me sorprendió el hecho de que,
en lugar de jugar forma posicional, como yo fui enseñado en mi juventud,
mi oponente pudiese realizar jugadas de apariencia ilógica. Su lógica, tenia, en realidad,
un estricto valor práctico: plantearle al rival los mayores problemas
posibles. Y cuando éste se equivocaba, Tal sabia encontrar soluciones
elegantes e inesperadas.”
Tal, gustaba de agradar al publico con jugadas arriesgadas,
dejando el final en un segundo plano. De pronto, en una partida, Tal
entregaba una pieza, o incluso varias, sin motivo aparente. En esos
sacrificios, había mucho de psicología. De hecho, muchas veces no
eran correctos, cosa que se ha demostrado posteriormente a sus partidas,
pero ¡eso es precisamente lo que le convierte en un grandísimo jugador!
Sus rivales estaban tan nerviosos y se quedaban tan desconcertados,
que eran incapaces de encontrar la continuación correcta. Y es que
una cosa es refutar una jugada de Tal tranquilamente en una habitación,
varios meses después, utilizando un programa informático, y otra cosa
es estar allí, enfrente de Tal, en un torneo, con el reloj contando
los minutos, tratando de buscar la mejor respuesta posible en el menor
tiempo. Así lo explicaba él: “el ajedrez de torneo y las matemáticas
son dos cosas distintas”.
Tal solía bromear con su peculiar estilo diciendo:
“sólo hay dos tipos de sacrificios,
los que son correctos y los míos”. Una vez, le preguntaron
como podía dejarse tantas piezas, a lo que respondió: “sólo me pueden comer una a la
vez”.
Su obsesión por el ataque a toda costa, sin importarle
dejarse piezas por el camino, llegaba hasta tal punto que en una partida
con el danés Bent Larsen en el ano 1969, Tal realizo un dudoso sacrificio
de peón que le costó la partida. Más tarde, analizando la partida
con Geller, éste le dijo: “Y ahora, Misha, ¿por qué no
toma usted en e6? Obtiene un peón a cambio y la posición no es totalmente
desesperada.” A lo que Tal contesto: “¡Yo sólo miraba al Rey negro!
No había pensado ni por un momento en esa posibilidad! ”
En los últimos años de su carrera, Tal trabajó
de comentarista en radio y televisión, donde estuvo comentando las
partidas del match entre Kárpov y Kaspárov de 1984. En 1988 gano el
primer campeonato del Mundo de ajedrez relámpago, a partidas cortas,
en el que también participaron Kárpov y Kaspárov.
Excelente persona, sus golpes de humor marcaron su
personalidad para la eternidad: en las Olimpiadas de Leipzig de 1960,
Fischer se le acerco y leyó la mano al estilo de las gitanas decidoras de futuro :
“veo que eres un buen jugador,
campeón del mundo, pero también veo que el título te lo va a arrebatar
un joven Gran Maestro de Estados Unidos” (refiriéndose a él
mismo). Acto seguido Tal se acercó a Lombardy, que recientemente había
obtenido el título de Gran Maestro, y le estrechó la mano: “Mis felicitaciones, William.
Serás el próximo campeón del mundo”.
Tal, fue protagonista de multitud de anécdotas curiosas
durante su carrera. Una vez, en un torneo del año 1947, Tal disputaba
una partida que tenía perdida y en la que pensaba abandonar. Pero al
llegar a la jugada 40 se aplazó la partida para el día siguiente.
Aquella noche soñó con una variante que le libraba de la derrota,
al día siguiente decidió aplicar lo soñado y consiguió salvar la
partida.
En 1969 los médicos le extirparon un riñón. En esos días corrió
el rumor de que no había podido superar la operación y había fallecido.
Incluso en Yugoslavia (país donde era muy querido) apareció su esquela
en la prensa. Un mes después de la operación Tal volvió a la competición
en el torneo de Tbilisi ganando el primer premio, realizando una gran
partida contra Suetin, en la que hizo un maravilloso sacrificio. Tras
ganar la partida comentó: “no está nada mal para un difunto.”
Murió en un hospital moscovita en 1992, a la edad
de 55 años.
Tigrán Vartánovich Petrosián (1929-1984), nació en Tiflis, Georgia, aunque étnicamente
era armenio. Aunque su padre fuera analfabeto, en la escuela era un
excelente estudiante, al igual que sus hermanos. Se quedo huérfano
durante la Gran Guerra Patria, viéndose obligado durante la misma a
barrer las calles para sobrevivir. En esa época empezaría a desarrollar una sordera en uno de los oídos. Durante la guerra, con su ración compró la obra La práctica de mi sistema
de Nimzowitch12, lo que acabaría teniendo una gran influencia en su juego.
Campeón del mundo en 1963 y 1969 y campeón de la
Unión Soviética en cuatro ocasiones. Posiblemente el jugador con los
mejores conceptos defensivos de la historia. Después de Tal, hacía
falta alguien más frío, para completar el cuadro evolutivo del ajedrez,
preparando los cimientos para la formación de los futuros campeones,
que serían más universales que todos los jugadores anteriores.
Como estudioso de las teorías de Nimzowitch, tenía
una comprensión del juego posicional como pocos (tal vez Kárpov es
el único que luego le haría sombra en este aspecto). Demostró que
esperar a que ataque el contrario también puede ser una buena táctica.
En lugar de lanzarse al ataque conseguía pequeñas ventajas que aprovechaba
con precisión matemática, lo que le valió el apodo de ‘boa constrictor’.
Petrosián quería enfrentarse de forma obsesiva al plan del contrario,
anticipándose a sus movimientos, cosa que no es nada fácil. En este
sentido era famoso por su comprensión de la profilaxis13. Se defendía tan bien que neutralizaba las amenazas
del adversario antes de que éste se diera cuenta de ellas. Tal llegó
a decir de él, con uno sus típicos golpes de humor: “Petrosián ve llegar el peligro
varios días antes”. Fischer decía de él: “Tiene un sentido táctico increíble,
y un excepcional sentido del peligro… No importa lo profundo que calcules…
Se olerá cualquier peligro 20 movimientos antes que tu.”
No obstante, ganó muy pocos torneos, porque hacía muchas tablas
y porque, a diferencia de los matches individuales, en los torneos tenía
pocas probabilidades de ganar contra jugadores agresivos, cosa que encajaba
con el carácter conformista que moldeaba su estilo de juego. No obstante,
era un jugador muy difícil de batir: no perdió ni una sola partida en
todas sus participaciones en las olimpiadas (79 victorias y 50 tablas).
Petrosián era un experto en luchar contra la defensa India de Rey,
contra la que desarrolló la llamada variante Petrosián (1.d4 Cf6 2.c4
g6 3.Cc3 Ag7 4.e4 d6 5.Cf3 0-0 6.Ae2 e5 7.d5). Existen otras aperturas
donde desarrolló variantes que ahora llevan su nombre, notablemente
en la Defensa India de Dama (1.d4 Cf6 2.c4 e6 3.Cf3 b6 4.a3), la Defensa
Grünfeld (1.d4 Cf6 2.c4 g6 3.Cc3 d5 4.Cf3 Ag7 5.Ag5) y la Defensa Francesa
(1.e4 e6 2.d4 d5 3.Cc3 Ab4 4.e5 Dd7). También se le atribuye, conjuntamente
con Smyslov, una variante de la Defensa Caro-Kann, la conocida como
Petrosián-Smyslov (1.e4 c6 2.d4 d5 3.Cc3 dxe4 4.Cxe4 Cd7).
Los problemas de audición de Petrosián le llevaron a veces a situaciones
curiosas. En una partida, le ofreció las tablas a Glígoric, que éste rechazó aunque cambió de opinión pocos instantes después. Pero al hacerlo Petrosián no le oyó y al final ganó la partida. Falleció en Moscú en 1984 debido a un cáncer del estomago. El 7 de julio de 2006 se inauguró un monumento en su honor en el distrito Davtashen de la capital de
Armenia, Yerevan.
Boris Vasílievich Spassky, nació en 1937 en Leningrado. Campeón del mundo
en 1969 y campeón de la URSS en dos ocasiones, en 1961 y 1973. Este
jugador tiene la desgracia de ser más conocido por haber perdido frente
a Bobby Fischer en el campeonato mundial de 1972, hecho que fue acogido
en la Unión Soviética como una tragedia nacional. Su infancia también
fue traumática: en 1943, a la edad de 8 años, tuvo que escapar de
Leningrado durante la Gran Guerra Patria.
Jugador de un estilo bellísimo y universal, posiblemente
de los más completos que ha existido. Tras volver a Leningrado, ingresó en el Palacio de Pioneros de la ciudad, desarrollando
un estilo de juego frío y posicional, sin arriesgar apenas en sus partidas.
Ello restringía su creatividad y decidió cambiar de entrenador, pasando a ser tutelado por
Alexander Tolush, que le enseñó otra forma de entender el ajedrez, volviéndose
así un jugador mas osado y agresivo. En 1965 pasaría a ser entrenado por Igor Bondarevsky, gracias al
cual su estilo se volvió de nuevo posicional y su repertorio de aperturas mejoró notablemente. Aun así de vez en cuando brindaba alguna partida espectacular
a la afición.
Lo cierto es que se esperaba mas de él de lo que
dio durante su brillante carrera. Se pensaba que iba
a ser campeón mundial antes de cumplir los 25 años, pero la
derrota ante Tal en el torneo interzonal de Portoroz en 1958 le afecto
profundamente. En 1964 logró vencer en el torneo de candidatos por el título
mundial, venciendo a Keres, Geller y Tal, pero pierde ante Petrosián
el match por el título mundial, que obtendría al verse de nuevo las caras con el jugador armenio.
En 1972 Spassky tiene que defender en Reykjavik el título mundial ante la joven estrella ascendente, Bobby
Fischer, que había pasado como una apisonadora derrotando a Taimánov,
Larsen y Petrosián. En plena Guerra Fría, el mundo entero aguantaba la respiración ante la celebración de este enfrentamiento que seria conocido como
el ‘match del siglo’. Sin embargo el match empieza mal: cuando Spassky
ya había llegado, Fischer no se presenta en Reykjavik, alegando que
la dote del premio al título mundial es insuficiente.
El departamento de Estado norteamericano interviene
para convencer a Fischer de que juegue el match. Tras perder la primera
partida (por un error garrafal al comerse un peón con el alfil en la casilla “h2”), Fischer sigue
con sus extravagancias: exige que se retiren las cámaras de televisión del torneo. Al no satisfacerse su petición, amenaza con volver para America. En la segunda
partida, el árbitro pone el reloj en marcha, pero Fischer no aparece.
La Federación Soviética considera que su campeón ha sido humillado. En ese momento, Spassky es presionado
desde Moscú para que solicite la suspensión del match. Los miembros
del Politburó sabían que, de ser así, Spassky gozaría del respaldo
de la opinión publica internacional.
Pero Spassky se negó a obedecer. Siendo consciente de que podía perder, quiso ganarle a Fischer sobre el tablero.
Al final Spassky perdió el match por 12,5 puntos a 8,5, y Fischer acabo
con 24 años de hegemonía soviética. Spassky cayó en desgracia en la Unión Soviética, siendo acusado por el Partido Comunista
de desleal y de no haberse preparado a fondo. Spassky volvió a jugar torneos de clasificación por el título mundial, pero nunca volvió a ser el mismo, cayendo en una suerte de conformismo
que le haría renunciar a lucha por el título. En 1984 emigró de la Unión Soviética y se nacionalizó francés.
Exponente de un estilo universal: su juego no era ni claramente combinativo
ni claramente posicional. Gracias a los entrenadores tan dispares que
había tenido, era capaz de destacar en todas las facetas del juego.
Tenía una visión muy amplia del ajedrez, con un gran sentido de la
adaptación. Se sentía cómodo en diversos tipos de posiciones: era
capaz de ganarle una partida posicional a Petrosián y de ganarle a
Tal con un Gambito de Rey, (que se plantea con las jugadas 1.e4 e5 2.f4),
apertura arriesgada a la vez que agresiva, muy poco frecuente a nivel
magistral, con la que cosechó grandes éxitos. Era excelente en el
medio juego, en el que desplegaba un juego muy imaginativo, aunque a
la vez profundamente meditado, en el que a veces irrumpían golpes tácticos.
Según Kaspárov, su estilo supuso un progreso que “abrió una etapa para una nueva
profesionalidad del ajedrez”.
Por otra parte, su contribución a la teoría de aperturas es notoria.
Hizo grandes contribuciones resucitando la variante Marshall de la Apertura
Ruy López (1.e4 e5 2.Cf3 Cc6 3.Ab5 a6 4.Aa4 Cf6 5.0-0 Ae7 6.Te1 b5
7.Ab3 0-0 8.c3 d5) o desarrollando la variante Leningrado de la Defensa
Nimzo-India (1.d4 Cf6 2.c4 e6 3.Cc3 Ab4 4.Ag5) o la variante cerrada
de la Defensa Siciliana (1.e4 c5 2.Cc3). Algunas otras variantes llevan
su nombre, notablemente la variante Spassky de la Defensa India de Rey
(1.Cf3 Cf6 2.g3 b5).
Será recordado por su comportamiento cortés y educado
durante las partidas, cosa que le hizo ser uno de los campeones del mundo más populares que se recuerdan. Curiosamente, Spassky
siempre dijo que el ajedrez no era su vida. De hecho se sabe que dedicaba
mucho tiempo al atletismo, la natación, el tenis, la música clásica rusa, la literatura...
Con esto se puede entender su falta de ambición tras perder con Fischer, sobre todo tras lograr
su objetivo, que era ser campeón del mundo.
En 1992 jugó un match de revancha amistoso con Fischer, en el
que volvería a ser derrotado. En 2010 sufrió un ataque que le dejo paralizado el lado izquierdo
del cuerpo. Tras un largo periodo de rehabilitación en Francia, regresó a Rusia después de 28 años. Es el campeón mundial de mayor edad en la actualidad.
Años 80: dictadura de ‘la doble
K’
Finalizaremos este breve repaso a los grandes ajedrecistas
soviéticos con la pareja de jugadores que dominó el ajedrez mundial durante los años 80 y buena
parte de los 90: los llamados ‘dos K’, Gary Kaspárov y Anatoli
Kárpov, que durante largos años protagonizaron la mayor y mas larga
rivalidad de la historia del deporte (si, han leído bien, de la historia del deporte, no solamente
del ajedrez). Su enfrentamiento alcanzó dimensiones gigantescas, no sólo por el hecho de que en el tablero se enfrentaban
dos concepciones radicalmente distintas del ajedrez, sino también por
las connotaciones políticas que tenía su rivalidad, en un momento en que la Unión Soviética estaba de camino hacia la restauración capitalista: Kárpov era el abanderado del régimen
soviético, el campeón designado para propagar las ventajas del socialismo.
Kaspárov, en cambio, fue escogido como símbolo de las fuerzas favorables a la perestroika14 así como por las fuerzas nacionalistas de los países transcaucásicos.
Anatoli Yevguénevich Kárpov, nació en Zlatoust, en los Urales, en 1951. Cuatro
veces campeón del mundo, en 1975, 1978, 1981 y 1984, y tres veces
campeón del mundo de la FIDE tras el cisma de los años
9015, en 1993, 1996 y 1998. Tres veces campeón de la URSS, en 1976, 1983 y 1988. Una marca excepcional.
Sin ningún tipo de dudas podría haber sido campeón mundial por más tiempo, de
no ser porque Kaspárov se cruzo en su camino.
En medio del frío clima de los Urales, de pequeño unos problemas
pulmonares le causaron grandes dificultades, siendo el ajedrez para
él una válvula de escape. A los cuatro años aprendió a jugar y a los siete ya le ganaba al mejor jugador
de su pueblo natal. En 1966, a la edad de 15 años, se convierte en
el Maestro Nacional mas joven de la historia. En 1970 adquirió el título de Gran Maestro. Además de ajedrecista, desempeñó
distintas labores políticas. Muy comprometido con el Komsomol, fue miembro
de la Comisión de Asuntos Extranjeros del Soviet Supremo. En 1982
fue elegido en presidente de la Fundación Soviética por la Paz, una ONG soviética.
Kárpov tuvo el honor de ser aquel que le devolvió el orgullo nacional a la URSS después de la derrota
ante Fischer en 1972. En 1975, fue la gran baza del Partido Comunista
para disputarle el título mundial al norteamericano. Sin embargo, el match
no se llegaría a celebrar debido a las extravagancias de Fischer,
que por aquel entonces ya estaba bastante trastornado: el norteamericano
imponía a la FIDE unas condiciones imposibles para la celebración del match: pretendía que para ser campeón del mundo, Kárpov tenia que ganarle por dos puntos,
cosa inaceptable para la FIDE. Fischer no se presentó a jugar la primera partida. A diferencia de Spassky,
Kárpov no desoyó las directrices del Partido Comunista y fue declarado
nuevo campeón del mundo. Muchos creen que Fischer impuso estas
condiciones porque tenía miedo de perder el título mundial que había sido su obsesión durante toda su vida.
Sin embargo esta victoria tuvo un sabor agridulce
para Kárpov, que se quedaría, durante el resto de su carrera, con las ganas
de demostrar que era el mejor, demostrándolo con resultados. Ello se
traduciría a la postre en los más de 160 torneos que ganó. Una barbaridad. En 1978 y 1981 revalidó su título mundial contra el disidente exiliado de la Unión
Soviética, feroz enemigo del régimen soviético Victor Korchnói16, que compitió sin bandera.
Gary Kímovich Kaspárov nació en Bakú, en la RSS de Azerbaiyán, en 1963.
Nacido como Gary Kímovich Veinshtéin, de madre armenia y padre ruso-judío.
Cuando su padre fallece, a la edad de 7 años, su madre decide ponerle
su apellido, Kasparián, rusificándolo, pasando el joven Gary a apellidarse
Kaspárov. A partir de ese momento, su madre va a tener una sola obsesión: convertirlo en campeón de ajedrez.
Campeón del mundo en cuatro ocasiones, en 1985, 1986, 1987
y 1990, y dos veces campeón del mundo ‘clásico’ por el torneo de la PCA,
en 1993 y 1995. Para muchos, es el mejor jugador de la historia. Ganó 9 veces el torneo de Linares, Jaén, por aquella
época el mas fuerte del mundo. Todo un record histórico.
A la edad de 10 años se matricula en la Escuela
Botvínnik de Moscú. Con 12 años se enfrenta a un Kárpov mucho mayor
que él, en un partida simultánea en la que acaba perdiendo, pero presentando
batalla hasta el final. En 1978, se clasifica para el campeonato de
la Unión Soviética, a la edad de 15 años, el más joven en conseguirlo
por entonces. Su gran salto a la fama se produce en 1979 en el torneo
de Banja Luka (Yugoslavia). Los organizadores del torneo estaba molestos
con los soviéticos por alinear a un jugador tan joven, pero Kaspárov
acalló todas las criticas llevándose el primer premio
a la edad de 16 años y obteniendo la norma de Gran Maestro.
En septiembre de 1984, se va a celebrar el match
donde le disputará el cetro de campeón mundial a Kárpov, después de haber eliminado
en la fase preliminar a Beljavski, Smyslov y Korchnói. Si bien antes Kárpov tuvo que enfrentarse a Korchnói, que el mejor jugador no-soviético de la época,
el match entre los dos ‘K’ confirmaba de nuevo la supremacía de
la Unión Soviética en el deporte. En el tablero, se van a enfrentar
dos filosofías distintas de entender el ajedrez.
Kárpov, mas que un jugador, es una computadora. Cuando juega, es
mas frío que un témpano de hielo, nunca se sabe si está ganando o perdiendo.
De ahí que se le conozca como ‘el gélido Tolia’. Su estilo, de
una precisión milimétrica, es muy posicional, sin correr riesgos de ningún tipo,
pero reaccionando enseguida ante cualquier error de su contrincante.
Es un experto a la hora de comprender la esencia de la posición, sabiendo convertir una mínima ventaja en una ventaja enorme, acorralando
a su rival mediante un trabajo artesanal de obrero. Es capaz de sacar
petróleo de una piedra. Así lo describe el propio Tolia con estas instructivas
palabras:
“Digamos que el juego puede evolucionar de dos
maneras: una de ellas es un bello despliegue táctico que de lugar a
variantes que no permiten un calculo preciso; la otra es una clara presión posicional que lleve a un final de partida con
microscópicas posibilidades de victoria… Yo escogería la ultima sin pensarlo dos veces. Si mi oponente
plantea un juego agudo, no pongo objeciones; pero en tales casos obtengo
una menor satisfacción, incluso cuando gano, que en una partida conducida
según las reglas de la estrategia, con su lógica fría y despiadada.”
Kaspárov, en cambio, es un jugador más agresivo, tremendamente combinativo,
que plantea un ataque en tromba, buscando asesinar el adversario rematando
las partidas con bellas combinaciones. Según el periodista Leontxo
García, “representa las fuerzas de la naturaleza volcadas
sobre un tablero”, un ganador nato que lucha por la victoria
hasta el fin. Un jugador apasionado, físicamente un portento y muy
fuerte mentalmente, caracterizado por jugar con mucho riesgo, incluso
en competiciones de alto nivel. Pero lo mejor es su gran técnica, y,
al igual que Kárpov, su facilidad para comprender las posiciones. A
ello se ha de añadir su profundo conocimiento de la teoría de las
aperturas, uno de los grandes de la historia en este aspecto. A los
más curiosos les interesará tal vez saber que existe una famosa variante
de la Defensa Nimzo-India que lleva su nombre, que se plantea con los
movimientos 1.d4 Cf6 2.c4 e6 3.Cc3 Ab4 4.Cf3.
Para el encuentro de 1984, la FIDE toma una decisión dudosa: estrena
un sistema de competición sin precedentes, en el que las tablas no
cuentan: ganará el primero a seis victorias, sin límite alguno de
partidas. Kaspárov, que sólo tiene 21 años, empieza de forma muy impetuosa, sin tener en cuenta
los puntos fuertes de su oponente, y se lleva un serio rapapolvo. A
las nueve partidas, Kárpov ya ganaba por 4 a 0. En la partida 27 Kaspárov
ya pierde por 5 a 0, y en la 31 está a punto de ser aniquilado, pero
consigue defender brillantemente una partida completamente perdida,
acabando en tablas. La historia del ajedrez, y posiblemente la carrera
de Kaspárov, habrían sido totalmente distintas de haber rematado Kárpov esa partida.
A partir de allí Kaspárov experimenta un cambio. El mítico entrenador Yuri Averbaj17,
que hacía de árbitro en esa competición, lo relata con estas palabras: “Vi cómo Kaspárov cambió durante el primer match. Al principio era un
joven muchacho. Al final del mismo se había convertido en un hombre adulto, en un fuerte
luchador. Kárpov no se dio cuenta de ese cambio”. En la partida 32 Kaspárov obtiene el primer triunfo.
El match se prolonga hasta abril de 1985. Kaspárov consigue llegar
a las 5 victorias, y el campeón vigente, Kárpov empieza a mostrar signos de agotamiento físico y psicológico. No estaba en buena forma. Kaspárov, en cambio, le daba muchísima importancia a la preparación física: practicaba deporte con asiduidad: atletismo, natación, fútbol, hockey sobre hielo… Por cierto que Mijail Botvínnik
seguía siendo el entrenador de Kaspárov. Cuando éste perdía por 4 a 0, le dijo: “juega como si estuvieses ganando, no tengas miedo
de hacer tablas. Él tiene menos resistencia física que tú, y se cansará antes.”
Un día antes de cumplirse los seis meses de campeonato, el presidente de
la FIDE, Florencio Campomanes, por miedo a que el match termine en una
prueba de resistencia física, decide suspender el match, declarándolo sin vencedor. Así, Kárpov retuvo el título mundial. La noticia fue un escándalo mundial, que acabó trascendiendo al plano político. Tras la decisión de la FIDE, ambos jugadores se acusaron mutuamente de querer suspender
el match. Kaspárov le reprochó a Kárpov el apoyo que recibía del Politburó, mientras que Kárpov acusaba a Kaspárov de tener el apoyo de un
alto cargo azerí del KGB, Heydar Aliyev, que habría intercedido por su paisano. La tensión, como puede imaginarse, era grande por los tiempos que corrían.
El match por el título mundial se volvería a celebrar en septiembre
del mismo año en el Teatro Tchaikovski de Moscú. La expectación a escala mundial se había disparado.
El sistema de competición volvía a ser el de siempre: gana el mejor
a 24 partidas. Para entonces el juego de Kaspárov había madurado mucho. Supo emplear contra Kárpov los mismos trucos que había empleado contra
él, haciendo un juego más pausado y meditado. Kaspárov llegaría a confesar: “He tenido el mejor profesor particular
que hubiera podido desear.”
Ante un público repleto de azeríes, armenios y judíos, aquella Kaspárov vez se hizo con el título mundial, a la edad
de 22 años, superando el récord de Tal.
La ‘doble K’ volverían a jugar la final campeonato mundial en tres ocasiones más, en
1986, 1987 y 1990, en las que Kaspárov ganaría de nuevo, teniendo el match en Sevilla 1987 un seguimiento gigantesco
en España. En 1993, tras la ruptura de los aspirantes al título mundial Kaspárov y Nigel Short con la FIDE, ésta decidió organizar un match con los dos semifinalistas eliminados: Kárpov
y el holandés Jan Timman. De esta forma Kárpov se hizo de nuevo con
el título de campeón del mundo ‘oficial’.
No obstante, aunque en cuatro campeonatos del mundo Kaspárov siempre
estuvo por delante de Kárpov, sus victorias siempre fueron extremadamente
reñidas. En 144 partidas del campeonato mundial, el balance de victorias
a favor de Kaspárov sólo es de dos. Un diferencia ínfima. Kárpov tendría de hecho la posibilidad de volver a demostrar su valía, dando la sorpresa ante la opinión pública al firmar en 1994, en el torneo de Linares una de las mejores
actuaciones de la historia, arrasando con todos los rivales y obteniendo
el primer puesto con 2,5 puntos por delante del favorito, Kaspárov.
Tras proclamarse ganador en el mismo torneo en el año 2005 Kaspárov
anunció su retirada del ajedrez profesional, para dedicarse por completo
a la política. Kárpov sigue compitiendo ante el tablero, aunque sus apariciones
se han hecho más raras. Actualmente ocupa el puesto n°191 del ranking
mundial de la FIDE.
Aunque su actividad política es más moderada que la de Kaspárov, es miembro de la Cámara
de Comunes de Rusia como representante de las asociaciones, presidente
de la Comisión para los Damnificados de Chernóbil, y mantiene su puesto de presidente
de la antigua Fundación Soviética para la Paz, aunque en su versión homologada a la Federación Rusa, el Fondo Internacional para la Paz. En 2010 presentó su candidatura como presidente de la FIDE, con el apoyo de Kaspárov. Sigue ejerciendo
de profesor de economía en la Universidad de Moscú.
Un legado que pervive
En 1991, el socialismo sufrió una derrota temporal con la dramática desintegración de la Unión Soviética, que pondría punto final a un largo proceso de degeneración revisionista del Partido Comunista. Pero la influencia
del ajedrez soviético se mantiene 21 años después, tanto en el plano
de la enseñanza como en las competiciones de alto nivel. Las escuelas
de Moscú y San Petersburgo en Rusia y las de Kiev, Odessa y Lvov en
Ucrania se mantienen entre las líderes del mundo, pero las escuelas de
países anteriormente pertenecientes a la Unión Soviética, principalmente
Armenia, Georgia y Azerbaiyán, compiten con éxito con las rusas y
ucranianas. Hoy, es imposible hablar de la historia del ajedrez sin
mencionar a los Grandes Maestros de la era soviética, a la vez que
su enriquecimiento de la teoría ajedrecística ya es patrimonio de
todas las academias y escuelas a lo largo y ancho del mundo.
Estos logros inmensos de la Unión Soviética en
el campo del ajedrez, a la vez que tantos otros logros en el terreno
científico y cultural y del bienestar de la población, son inseparables
del socialismo como formación
social y económica, superior al sistema capitalista. Existe una ligazón estrecha entre socialismo y ajedrez, tanto por
sus beneficios en la educación de los niños, desarrollando en ellos
valores éticos, como por ser un deporte que estimula la mente, además
de fomentar la capacidad de análisis y reflexión, la capacidad de
decisión, la creatividad y el espíritu critico. El ajedrez estuvo
estrechamente unido a la construcción del socialismo en la Unión Soviética,
y volverá a ocupar un puesto privilegiado en la formación intelectual
de la clase obrera cuando el socialismo se extienda por todo el mundo.
Ello hasta que las reglas de este juego se desarrollen hasta alcanzar
una forma cualitativamente superior o aparezca otro deporte mental que
lo sustituya.
Ni qué decir tiene que, debido a la influencia
soviética, la popularidad del ajedrez conoció un auge creciente en resto de países de la comunidad socialista o en países que al menos lo fueron en su día. Tema que no pretende abordar ampliamente este
articulo, aunque podemos ofrecer algunas pinceladas.
El ajedrez soviético sigue dejando hoy una huella indeleble en las
competiciones de alto nivel. Y cuando hablamos de la Unión Soviética,
nos referimos a todas las naciones que la compusieron. Tras los matches protagonizados por
la ‘doble K’, todas las ediciones del campeonato del mundo situadas
entre 1993 y 2005, ya sea de la FIDE o de la PCA, fueron proclamados
vencedores jugadores nacidos en países socialistas (si exceptuamos
la victoria del hindú Viswanathan Anand en el año 2000 contra el hispano-letón Alexei Shírov) Cabe destacar, por ejemplo, al ruso Vladimir
Kramnik, al Búlgaro Veselin Topálov o al uzbeco Rustam Kazimdshánov.
Si cogemos a los 20 mejores jugadores actuales según
el ranking mundial de la FIDE, vemos que 14 de ellos son originarios
de países tales como Rusia, Ucrania, Armenia, Azerbaiyán y China (y
eso si descontamos al finalista del campeonato mundial de 2012, el israelí
nacido en Bielorrusia Boris Gelfand).
China, precisamente, ha surgido como potencia mundial gracias al impulso
inicial de entrenadores ex-soviéticos. Ello se puede ver sobre todo
en ajedrez femenino, donde China es una superpotencia, hecho que se
refleja en las victorias en los campeonatos mundiales por parte de Xie
Jun entre 1991 y 1996 y de Zhu Chen entre 2001 y 2004, y las más recientes victorias en 2010 y 2012 por parte de
la jovencísima Hou Yifan, de tan sólo 18 años, mujer más joven de la historia en obtener el título de Gran
Maestro, a la edad de 14 años. La húngara Susan Pólgar, la búlgara Antoaneta Stefanova y la rusa Alexandra
Kosteniuk completan ese panteón del campeonato mundial femenino.
Siguiendo con el ajedrez femenino, cabe destacar también a la n°1
del mundo, Judit Pólgar, hermana de Susan, mejor ajedrecista femenina
de todos los tiempos, única ajedrecista femenina que llegó a estar entre los 10 primeros del ranking mundial
de la FIDE, lográndolo en 1996. No posee el título de campeona del
mundo porque, debido a la educación no-sexista que recibió por parte de su padre, participa exclusivamente
en torneos mixtos. Actualmente ocupa el puesto 45 en el ranking mundial
(mixto) de la FIDE.
Y en cuanto a la otra gran competición organizada por la FIDE, las
olimpiadas de ajedrez, cabe destacar que todas las ediciones tras 1991
se proclamaron vencedoras Rusia, Ucrania y Armenia. Particularmente
relevante fueron, en la última edición 2012 en Estambul, Turquía,
el 4° y 7° puesto obtenidos por China y Vietnam, respectivamente,
y el 11° puesto logrado por Cuba, por encima de países como Alemania,
Italia e Inglaterra.
Notas:
1 Siglas en francés de la Federación Mundial de Ajedrez,
fundada en París en 1924.
2 Si exceptuamos la edición de 1927 en la que la jugadora de origen anglo-checoslovaco
Vera Menchik obtuvo el título mundial representando a la Unión Soviética.
3 Georgia es, de hecho, una pequeña nación de la
que salieron grandísimas jugadoras. Nona Gaprindashvili y Maya Chiburdanidze
fueron campeonas del mundo durante los periodos 1962-1978 y 1978-1991
respectivamente. Incluso hoy, Nana Dzagnidze y Bela Khotenashvili ocupan
respectivamente los puestos 6 y 15 del ranking mundial femenino de la
FIDE.
4 Wilhelm Steinitz (Praga, 1836-Nueva York, 1900),
jugador de nacionalidad austríaca. Fue primer campeón del mundo oficial
de la historia en 1886. Se le considera el primer teórico que intento
explicar el ajedrez de forma científica. Precursor del juego estratégico,
estableció muchos de los principios en los que se basaría el moderno
juego posicional.
5 Defensa contra el Gambito de Dama, que se plantea
con las jugadas 1.d4 d5 2.c4 Cc6.
6 Alekhine fue un personaje contradictorio y un tanto
oportunista. Se sabe que apoyó la Revolución de Octubre, pero tras
la misma su familia, de origen aristocrático, fue desposeída de todos
sus bienes. En 1919 fue encarcelado en Odessa acusado de espionaje.
En la cárcel, tras jugar unas partidas con Trotski, consigue el favor
de éste para ser liberado, tras lo cual emigra a Francia, donde Alekhine
adoptó la nacionalidad francesa en 1925. Está demostrado que bajo
la ocupación alemana de Francia, colaboró con los nazis al redactar
varios artículos con un marcado contenido antisemita, lo que le permitió
jugar torneos bajo territorio ocupado. Tras la guerra se refugio en
el Portugal de Zalazar donde murió en 1946.
7 Corriente filosófica de ajedrez en los años 20
del siglo pasado, que reaccionó contra los postulados del ajedrez moderno
de finales del siglo XIX, que decían que en la apertura lo fundamental
era el control del centro del tablero. La escuela hipermoderna planteó
nuevas formas de atacar el centro desde los costados, usando los caballos
y peones laterales y sacando los alfiles por las casillas en fianchetto
(por las casillas ‘b2’ y ‘g7’, o ‘b7’ y ‘g7’), y desarrollando
un plan independiente sin preocuparse al principio de las intenciones
del contricante de ocupar las casillas centrales.
8 Al igual que en otras disciplinas, como el judo,
donde existen cinturones de diversos colores para establecer categorias,
en ajedrez el máximo título es el de Gran Maestro. Despues, de mayor
a menor importancia vienen los títulos de Maestro Internacional, Maestro
FIDE, Maestro Nacional, etc. Para ascender al título de Gran Maestro
hay que conseguir una serie de resultados excelentes en distintos torneos,
llamados ‘normas’.
9 Nombre adoptado en recuerdo a su exilio en Ginebra
suiza en la época de la lucha en clandestinidad de los bolcheviques.
10 La expresion ‘isla de peones’ se refiere a una
cadena de peones separada de otra cadena de peones, por una o varias
columnas. Asi, tras distintos cambios de piezas, en un partida lo normal
es que en cada bando haya dos, tres o hasta cuatro islas de peones.
El hecho de tener varias islas de peones es en sí mismo una debilidad estructural porque supone la
existencia de una columna abierta, aprovechable para una torre, y sobre
todo porque supone que en el tablero hay peón que ya no está defendido por ambos lados por otro
peón, sino por uno sólo, cuando no es un peón aislado (es decir,
que no tiene peones contiguos), lo cual es una debilidad aún mayor.
11 Max Euwe (1901-1981), jugador holandés y profesor
de matematicas, quinto campeon del mundo entre 1935 y 1937, presidente
de la FIDE enre 1970 y 1980.
12 Aaron Nimzowitch (1886-1935), jugador y teorico danés
de origen letón. Exponente de la escuela hipermoderna de ajedrez,
sus teorías se oponían a los convencionalismos de su época. Escribió varios tratados de estrategia, entre los que se encuentran Mi sistema o La práctica de mi sistema, que se consideran unos clásicos de la literatura ajedrecistica. Desarrolló distintas aperturas y variantes que llevan su nombre,
como la Defensa Nimzo-India.
13 Término acunado por Nimzowitch, que significa ‘prevención’.
Las jugadas profilácticas son aquellas que tienden a anticiparse a
los planes del contrario para conjurar peligros, antes de lanzarse al
ataque.
14 Al igual que Alekhine, Kaspárov es sin duda un personaje
un tanto polémico. En 1984 se unió al Partido Comunista y en 1987
fue elegido para el Comité Central del Komsomol, pero lo dejó el Partido
en 1990 para participar en la creación del Partido Demócrata de Rusia,
próximo a las tesis de Yeltsin. En 1991, Kaspárov obtuvo el reconocimiento del Centro para
las Políticas de Seguridad, un think tank estadounidense, por su resistencia anti-soviética
y su “defensa de los valores de los
Estados Unidos alrededor del mundo”. Sin embargo hoy, desencantado
con el cambio en Rusia, es un feroz opositor al régimen de Vladimir
Putin. Tras retirarse del ajedrez en 2005, Kaspárov creó el Frente
de Unión Civil, cuyo objetivo es “trabajar para preservar la democracia
electoral en Rusia”. Hoy participa en la coalición ‘La Otra
Rusia’, que además del FUC incluye varios partidos nacionalistas
e incluso al antisemita y ultraderechista Partido Nacional-Bolchevique
(siendo, él mismo, judío). En 2007 fue detenido en Moscú, tras un
intento de ‘La Otra Rusia’ por boicotear la comisión electoral,
siendo penado con cinco días de cárcel. Anatoli Kárpov fue la única personalidad de mundo del ajedrez que intentó
visitarle en prisión. Parece ser que al señor Kaspárov no le gusta
el régimen que él mismo contribuyó a dar vida, y que la brillantez
en el tablero no tiene por qué traducirse en inteligencia política.
15 El cisma en la FIDE se produjo en 1993 cuando Gary
Kaspárov y el aspirante inglés al título mundial, Nigel Short, se
enfrentaron a la FIDE, a la que acusaron de corrupcion y falta de profesionalismo.
Ambos salieron de la FIDE y decidieron crear la Asociacion Profesional
de Ajedrez (PCA por sus siglas en inglés), que entre 1993 y 2006 organizaría
sus propias competiciones internacionales. Con la salida de Kaspárov,
la FIDE le despojó de su título de campeon de mundo, que gracias a
su ausencia Kárpov volvería a ganar en repetidas ocasiones. En 2006
las dos asociaciones enfrentadas llegaron a un acuerdo para celebrar
un match de “unificación” por el título mundial. Hoy la FIDE vuelve
a ser la única organizadora oficial del campeonato mundial.
16 La hostilidad entre Korchnói y Karpov llegaba a tales
límites que se cuenta que en la final por el título mundial de 1978
en Baguio, Filipinas, se tuvo que poner una tabla de madera entre ambos
jugadores para evitar que se dieran patadas por debajo de la mesa.
17 Yuri Lvovich Averbaj, ajedrecista nacido en Kaluga,
Rusia, en 1928. Campeón de la Union Soviética en 1954. A la edad de
30 años obtuvo el título de Gran Maestro. Es el Gran Maestro de mayor
edad en la actualidad. Como jugador, siempre estuvo un peldaño por
debajo de los más grandes, pero será recordado por ser un entusiasta
del ajedrez, al que le dedicó toda su vida. Fue entrenador de grandes
campeones (entre otros, Petrosián), juez de concursos de composiciones
ajedrecísticas desde 1956, árbitro internacional desde 1969, y presidente
de la Federación de Ajedrez de 1972 a 1977, además de haber escrito
varias obras literarias, entre las que destaca De viaje al reino del ajedrez.