Por
Thierry Meyssan. Publicado en Red Voltaire
Con el tiempo, numerosos líderes políticos del mundo entero han reinterpretado las «primaveras árabes».
Lo que al principio parecía ser una serie de revoluciones espontáneas
contra gobiernos autoritarios se ve hoy en día como lo que realmente es:
un plan anglosajón de desestabilización de toda una región del mundo
para poner en el poder a la Hermandad Musulmana. El recuerdo de la «revuelta árabe de 1916»,
durante la cual Lawrence de Arabia sublevó la región en contra del
Imperio Otomano haciendo que los pueblos soñaran con la libertad para
acabar sometiéndolos al Imperio Británico, está ahí para demostrarnos
que Londres dispone de la experiencia necesaria para ello.
Los anglosajones están preparando al parecer una nueva ola de
seudo revoluciones en Latinoamérica. Todo comenzó con un decreto del
entonces presidente Barack Obama, emitido el 9 de marzo de 2015, que
declaraba un estado de emergencia ante la extraordinaria amenaza que la
situación en Venezuela supuestamente representaba para Estados Unidos.
Ese documento suscitó en todo el continente una ola de indignación que
obligó al presidente estadounidense a presentar excusas durante una
cumbre regional. Obama se excusó… pero no anuló el decreto y
los preparativos para una nueva guerra siguieron adelante.
Es importante observar que el texto de Obama sobre Venezuela no es una ley, como la Syrian Accountabilty Act
adoptada bajo la administración de George W. Bush, en 2003, sino un
decreto presidencial. Eso implica que el poder ejecutivo no está
obligado a rendir cuentas al legislativo sobre los preparativos que
lleva a cabo al respecto.
En el mundo árabe en general, y en el caso de Siria en particular,
los anglosajones necesitaron 8 años para iniciar las acciones. Pero
numerosos elementos hacen pensar que necesitarán menos tiempo para
emprender un programa de destrucción en Latinoamérica.
En Brasil, justo antes de los Juegos Olímpicos, estalló una serie de
desórdenes contra el gobierno de la presidente Dilma Rousseff. Esta
última fue destituida como resultado de un procedimiento parlamentario,
legal pero totalmente en contradicción con el espíritu de la
Constitución.
El golpe parlamentario contra Dilma Rousseff fue implementado, bajo
el control del Banco Central –cuyo segundo al mando tiene doble
nacionalidad brasileña e israelí–, por un grupo de diputados hoy metidos
hasta el cuello en graves escándalos de corrupción. Los servicios de
seguridad brasileños se mantuvieron extrañamente pasivos durante
el golpe. ¿Cómo se explica eso? Con vista a los Juegos Olímpicos,
se hallaban bajo la supervisión de expertos israelíes. Actualmente, el
nuevo presidente, Michel Temer –quien tiene doble nacionalidad brasileña
y libanesa–, es objeto del más amplio rechazo popular.
La situación no es mucho mejor en México, país ya de hecho dividido
en cuatro. El norte exhibe un fuerte crecimiento mientras que el sur
está en plena recesión. Los dirigentes políticos mexicanos han vendido
Pemex, la empresa petrolera nacional, y todas sus reservas a
Estados Unidos, que por consiguiente ya no necesita el petróleo del
Medio Oriente. Sólo el ejército parece creer aún en el concepto de
patria.
En Venezuela, la oposición ha logrado capitalizar algunos errores
económicos del gobierno para realizar unas pocas grandes manifestaciones
pacíficas. Pero también organiza simultáneamente minúsculas
concentraciones extremadamente violentas durante las cuales han sido
asesinados tanto policías como manifestantes. Creando la confusión, las
agencias de prensa internacionales dan la impresión de que ha comenzado
una revolución contra los chavistas, lo cual no tiene absolutamente nada
que ver con la realidad.
O sea, los tres principales Estados latinoamericanos están siendo
desestabilizados al mismo tiempo. Tal parece como si los
neoconservadores estadounidenses, previendo un posible restablecimiento
de la paz en Siria, estuviesen acelerando la aplicación de sus planes en
Latinoamérica.
El viernes, en una alocución transmitida por televisión,
el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, puso en guardia al pueblo
sobre el proyecto anglosajón de «primavera latina». El presidente
Maduro citó amplia y repetidamente los precedentes de Libia y Siria
ante una audiencia de intelectuales latinoamericanos, a quienes tuve la
oportunidad de unirme, como sirio de corazón.
Fuente
Al-Watan (Siria)
Al-Watan (Siria)
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