“Un nuevo peligro amenaza la dominación de la burguesía –las trabajadoras están adoptando con decisión el camino de la organización internacional de clase. Los oprimidos, los esclavos sumisos humildemente inclinados ante la omnipotencia del Moloch moderno del capital están, bajo la influencia de la reactivación de la doctrina socialista, levantando la cabeza y levantando su voz en defensa de sus intereses como mujeres y sus intereses comunes de clase”.
Estas palabras de A.
Kollontay referidas a la Primera Conferencia Internacional de Mujeres
Socialistas celebrada en Stuttgart en 1907, son el aliento que nos empuja a las
mujeres trabajadoras en la lucha por la emancipación de la clase obrera y con
ella, hacia la propia emancipación como mujeres. La Mujer Nueva que se está
gestando bajo las condiciones de opresión ejercidas por el capitalismo aprende
de la experiencia y se forja en la lucha contra la opresión de la clase
dominante y su moral violenta e hipócrita.
Se cumplen este 2017
los CIEN AÑOS del triunfo de la REVOLUCIÓN BOLCHEVIQUE y con ella el triunfo de
las mujeres rusas sobre la opresión del zarismo y el capital como obreras y
campesinas. La lucha por alcanzar la igualdad política de las mujeres obreras
es parte de la lucha global de la clase obrera. Y con el triunfo de esta lucha todas
las mujeres alcanzan sus derechos.
A día de hoy tenemos
mujeres Presidentas de Gobiernos, representantes de organizaciones económicas
mundiales (FMI), máximas representantes y propietarias de empresas, entidades
bancarias, multinacionales, etc., pero además, también, las mujeres se han
convertido en inspiradoras revolucionarias. Por ejemplo, durante la Comuna de
París donde destacó la Unión de Mujeres
para la Defensa de París y Ayuda a los Heridos fundada por miembros de la I
Internacional Obrera; o en Febrero de 1917 (8 de marzo en el calendario actual),
cuando las obreras de Petrogrado iniciaron la huelga general, a las que se
unieron madres y esposas de trabajadores, cansadas del hambre y desesperadas
ante la pérdida de sus seres queridos (en la que fue 1ª Guerra Mundial) en una
gran manifestación bajo las consignas de “Paz
y Pan” y contra la represión zarista. Esta manifestación de las mujeres trabajadoras,
hijas y madres de trabajadores, alentó el inicio de la Revolución de Febrero
que llevó a la abdicación del Zar. Y en Octubre de ese año (1917), participando
en los consejos obreros y campesinos (Soviets), formaron parte de la Revolución
de Octubre hasta tomar el poder. Y con este poder se pusieron en práctica las
medidas que permitieron el avance hacia la emancipación de la mujer ante la ley,
avanzando hacia la emancipación de la mujer ante la vida.
La importancia de la
mujer obrera en la lucha por la defensa de sus intereses fue tan relevante que ya en 1910, por ejemplo,
el movimiento sindical en Austria tenía alrededor de 44 mil miembros mujeres y un
periódico de mujeres con tirada de 20 mil ejemplares; en Inglaterra más de 200 mil
mujeres eran miembros del sindicato obrero; en todas partes las mujeres trabajadoras
despertaban creando movimientos socialistas de mujeres que reivindicaban entre
otros: el Sufragio Universal para
todas las mujeres, exigiendo que fuera sin titulación de propiedad, de
impuestos, educación o cualquier otra condición que impidiera a las mujeres
obreras votar; igualdad en las
condiciones de trabajo masculino y femenino, así como salarios justos e iguales para
un mismo trabajo; jornada laboral de 8
horas y 16 semanas de licencia para
mujeres embarazadas y lactantes; la introducción del principio de seguro de
maternidad obligatorio incluidas las mujeres con trabajo no remunerado
(esposas de obreros trabajadores).
Mientras el movimiento feminista afirma reclamar derechos
para todas las mujeres, reprocha a obreras y trabajadoras comunistas de estar
luchando solo por sus intereses de clase y no contra el “patriarcado”. Pero la
práctica ha mostrado precisamente lo opuesto: en la conquista de los derechos
políticos de las obreras, se abrieron camino también los derechos de todas las
mujeres.
En 1917, con el
poder de los Soviets (Consejos obreros/as y campesinos/as), guiados por el Partido
Comunista Bolchevique, por primera vez
en el mundo, una mujer -Alejandra Kollontay- forma parte del Gobierno de un
Estado y con la responsabilidad no poco importante de Comisaria del Pueblo para la Asistencia Pública (Ministra).
Por primera vez, se
introduce el Matrimonio voluntario y el Derecho al Divorcio a requerimiento
de cualquiera de los conyugues y no solo del hombre; la obligación de manutención del padre hacia los hijos hasta los 18
años aunque la relación con la madre hubiese sido breve. Se elimina la distinción entre hijo legítimo e
ilegítimo asegurando con ello la no discriminación de menores ni de madres.
En las grandes
propiedades, el Estado Socialista construyó comedores y lavanderías populares,
casas de maternidad, guarderías y parvularios, escuelas, centros de planchado y
reparación de ropas, etc., liberando a la mujer de las tareas domésticas. Estas
pasaban así a manos del Estado liberando a la mujer de la esclavitud del hogar.
Para ello, ayudó la abolición del derecho de herencia y con ello se posibilitó
que los niños y niñas, no solo de los ricos, fueran criados en ambientes sanos
y alegres, eliminando en las madres los estados de ansiedad que crea el cuidado
y la atención de los hijos.
En 1920, se despenalizó el aborto pasando a ser un derecho gratuito a realizarse
por el servicio público de salud. Se potencia la importancia del parto sano
para la mujer. Como el hombre, ella tiene el derecho de participar activamente
como fuerza productiva y para ello debe estar en las mejores condiciones
posibles de salud. Tiene el derecho de recibir del Estado lo mismo que el
hombre. La mujer deja de ser solo el instrumento para criar hijos al formar
parte integrante de los deberes y derechos del colectivo social del Estado de
las trabajadoras y trabajadores.
Se aplicó el mismo
salario para igual trabajo entre hombres y mujeres, se crearon guarderías en
las fábricas así como aseos y comedores, derechos aun no conquistados
plenamente bajo el capitalismo; con la Revolución de octubre se fomentó la
formación de mujeres para establecer iguales cualificaciones que el hombre y
participaron activamente en los comités de los sindicatos y en los diferentes comités
de control donde llegaron alcanzar un alto porcentaje. La salud y la educación
fueron gratuitas lo que permitió a las niñas participar en igualdad de
condiciones en las escuelas.
Con respecto a la
prostitución el Estado Socialista estableció que “una mujer de la Republica del
trabajo soviético es un ciudadano libre con igualdad de derechos y no puede y
no debe ser objeto de compraventa” (A. Kollontay. ”La prostitución y las formas de combatirla”. Discurso en 3ª
Conferencia de toda Rusia de los jefes de departamento regional de mujeres,
1921). Se fomentó y estableció como norma el respeto a las relaciones sanas
entre individuos; se penaban los conatos que indicaran abuso o utilización de
menores y las tendencias al vicio inherentes a la ociosidad de las clases ricas.
Lo importante era el colectivo social priorizando el cuidado de las madres y
los hijos. Por el contrario, en las sociedades capitalistas, rige el principio
del individualismo que genera un egoísmo tal que, cuando hay crisis en las
relaciones de pareja, este egoísmo desata “las
dos características del hombre moderno: la idea de ‘poseer’ al cónyugue y la
creencia de que los dos sexos son desiguales, que son de valor desigual en
todos los sentidos, en todas las esferas, incluida la esfera sexual” (A.Kollontay.
“Relaciones sexuales y la lucha de clases”.
1921)
Podemos afirmar que
con la Revolución de Octubre se aplicaron por primera vez todas las
reivindicaciones proclamadas en las Conferencias de Mujeres Socialistas y todas
aquellas reivindicaciones reclamadas por las feministas. Con el Poder de los
Soviets, la mujer no solo pudo votar sino que fue la fuerza que eliminó el
analfabetismo y logró ser médica, científica, maestra, matemática, bióloga, jueza,
abogada, etc.; fue la fuerza que participó activamente en una guerra como
piloto aéreo asegurando con su participación la victoria sobre el fascismo; la
fuerza de la mujer trabajadora en la URSS hizo que pudiera convertirse en cosmonauta,
siendo una soviética la primera mujer en orbitar la Tierra. El enorme salto cualitativo de la mujer dado
con la Revolución de Octubre y bajo el poder Soviético, alentó en todos los países
a la movilización pero, sobre todo, sentó las bases para los derechos de la
mujeres y los niños y reafirmó la importancia de la mujer de la clase obrera,
de la mujer trabajadora en la sociedad.
Con la desaparición
del Poder Soviético, las mujeres rusas han perdido derechos valiosos: ha
aumentado la comercialización del cuerpo por las necesidades económicas,
alquilan su vientre mercadeando con sus propios hijos para sobrevivir; han
dejado de percibir los salarios dignos e igualitarios, ya no tienen viviendas
gratis ni centros satisfactorios de salud, ha aumentado el numero de maltratos,
las atenciones dadas por el Estado han descendido o desaparecido y los niños
abandonados en las calles han surgido como nuevo referente de la existencia del
capitalismo.
Al cumplirse los Cien
Años de la Revolución de Octubre, las mujeres de la clase trabajadora debemos
retomar el camino que nos marcaron las revolucionarias: participar en los
sindicatos luchando contra las reformas laborales y contra el individualismo y
egoísmo en la lucha, en defensa de los intereses de la clase y por ende de las
mujeres trabajadoras; formarse y prepararse para la lucha que nos queda por
afrontar, la lucha contra el imperialismo capitalista y por el poder de la
clase trabajadora, por la emancipación total ante la ley, caminando hacia la
emancipación ante la vida.
¡HACE 100 AÑOS COMENZÓ EL FUTURO!
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