¿Por
qué lloras abuelita? Me preguntaba Mariana, mi nieta de 4 años. Es que
ha muerto Fidel nena y es como si hubiera muerto nuestro padre. El
padre de todos los cubanos, le respondo.
Pocos
oyeron la noticia el 25 de noviembre por la noche. A otros los llamaron
desde el exterior amigos o familiares. La mayoría nos enteramos el 26
en la mañana.
Mi
hija tocó la puerta de nuestra habitación y nos preparó como quien se
apresta a dar la inesperada noticia del deceso de un familiar. El grito
no salió de la garganta. Salió del corazón. Era un dolor desgarrador que
nos unió a los tres en un abrazo. Se nos fue Fidel. El momento que no
queríamos que hubiese llegado jamás. El inevitable. El momento ansiado
por la execrable gusanera de Miami que tan pronto conoció la noticia
comenzó impúdicamente a festejar.
Millones
de hombres y mujeres en el mundo lloran hoy con los buenos cubanos la
partida del hermano. Anónimamente llevan flores a las embajadas de Cuba y
muestran su amor y su solidaridad con nuestro pueblo.
La bulliciosa Habana amaneció en silencio. Hasta los protestones de siempre se recogen con el impacto de la noticia.
Fidel
se ha unido en la eternidad de los grandes a su hermano Ernesto,
nuestro Che; a Chávez su hijo de ideas y acción; a Almeida, su hermano
de tantas batallas; a Camilo, que apenas llegó a disfrutar el triunfo de
la Revolución, y a tantos y tantos otros que la muerte, implacable
arrancó de nuestro lado.
Fidel
se ha ido. El valiente guerrillero. El líder que siempre estaba en la
primera línea de combate. El estadista preclaro que, como alguien
dijera, viajaba al futuro y regresaba para contarlo. El hombre que
hablaba con su pueblo y era capaz de explicarle las situaciones más
difíciles y guiarlo hacia su objetivo. ¿Qué jefe de estado ha sido capaz
de mantener millones de personas de pie en una plaza atentos a su
palabra durante horas, a veces hasta siete horas, sin que nadie abandone
su puesto, cual soldados defendiendo su trinchera?
Cuba
es libre, soberana y socialista por Fidel. Al igual que Martí, su
maestro, supo que la clave del éxito en la lucha antiimperialista por
la independencia era la UNIDAD del pueblo en torno a un partido único.
Cuando
pocos contaban con la sobrevivencia de la Revolución después de la
caída de la URSS, cuando Cuba entera era un “apagón” y los cubanos
parecían espectros de tan delgados, Fidel supo inculcar la esperanza y
la convicción de que seguiríamos adelante y que había que salvar la
Revolución. Y lo logró.
¿Cuál
era el misterio de este gran hombre? ¿De dónde surgía esa luz y esa
energía que desprendía su presencia? ¿De dónde procedía su magnetismo?
Último discurso del camarada Fidel Castro Ruz.
Contaba una periodista que hace años, en un viaje a cierto país de América Latina, le llamó la atención que algunas personas no conocían el nombre de su propio presidente y sin embargo al conocer que era cubana, enseguida le hablaban de Fidel. Y es que Fidel es Cuba.
¿Qué
era Cuba antes de Fidel, antes de 1959? Nada. El traspatio de los
yanquis que venían a pasar su fin de semana en casinos y demás. Pero,
como cantaba Carlos Puebla, “llegó el Comandante y mandó a parar”.
Fidel le dio luz al entendimiento de su pueblo. “No te vamos a decir cree, te vamos a decir lee” y
así se hizo la Campaña de Alfabetización. Y los cuarteles se
transformaron en escuelas, y se llevó la enseñanza al más recóndito
lugar del país y ya no hubo más niños sin escuelas. Y cada cubano, sólo
por la condición de serlo, tiene derecho a una asistencia médica
gratuita. Y los médicos de Cuba han llegado a todas partes del mundo,
porque Fidel nos enseñó que solidaridad no es dar lo que nos sobra, sino
compartir lo que se tiene. Pero sobre todo nos hizo una nación digna.
No
alcanzan las cuartillas para los recuerdos. Las Zafras del Pueblo, los
trabajos voluntarios, las Milicias, las plazas llenas en los 1º de
mayo, las batallas por el regreso del niño Elián, por la liberación de
los Cinco Héroes. Y antes, La Coubre, Girón, la crisis de Octubre, la
lucha contra bandidos en el Escambray, las marchas por la liberación de
los pescadores secuestrados. Las protestas por las agresiones yanquis.
Las quemas de cañaverales, la fiebre porcina. Sabotajes y atentados.
Unos tras otros y Fidel resistiendo y su pueblo con él.
La
siembra de escuelas por todos el país, el desarrollo de la cultura
porque como dijera Martí hay “que ser cultos para ser libres”. El
desarrollo de la ciencia en Cuba porque visionariamente Fidel supo que
Cuba debería ser un país de hombres de ciencia y ese empeño ya está
dando sus frutos.
Fidel,
tan grande que se sale de la Isla y se multiplica en América Latina y
llega a África, de donde los cubanos se retiraron tras la victoria
llevándose tan solo los restos de sus hermanos caídos.
Fidel,
que ante la mirada atónita o burlona de algunos jefes de estado,
alertaba en 1991 que una especie estaba a punto de perecer, la especia
humana. El primero en hablar de la urgente necesidad de cesar la
desaforada explotación de los recursos naturales y frenar el cambio
climático. Un tema que hoy es agenda obligada de los jefes de estado.
¡Qué
grande Fidel! ¡Qué suerte que mi padre hubiera elegido tu Patria para
hacerla mía! ¡Cuánto honor haber caminado esos 62 km hasta Girón en
homenaje a la proeza de aquellos inolvidables días! Y haber subido al
Pico Turquino, y haber participado en las escuelas al campo y haber
recogido tabaco y haber aprendido a empuñar un fusil para defender la
Patria y haber marchado una y otra vez por la Plaza. Gracias a ti y a tu
Revolución, que nos acogieron a mi padre y a mí fui universitaria y lo
es mi marido, condición impensable para su humilde familia. Lo son mis
hijos y hoy mis nietos tienen una infancia feliz.
Nos
dejas una Cuba con una tasa de mortalidad infantil de 4,2 por cada mil
nacidos vivos. Una esperanza de vida de 78 años para los hombres y 80
para las mujeres. Cuatro vacunas contra el cáncer y muchos logros más.
¿Qué país en vías de desarrollo, bloqueado, con escasos recursos
naturales, puede exhibir esos logros?
A nosotros nos toca preservar tu obra y consolidarla. Ya lo decías en 1992 «Argumentos
tenemos millones para defendernos; el capitalismo es indefendible, el
imperialismo es indefendible; el socialismo, cualesquiera que sean los
errores que puedan cometer los hombres —y no habrá ninguna obra humana
en que los hombres no cometan errores—, es lo más noble, lo más justo y lo más digno que se pueda llevar a cabo».
¡Qué legado nos dejas Fidel! Gracias por tu obra. Gracias por tus ideas. Gracias por tu ejemplo.
No
te decimos adiós Comandante porque como dijera Martí : “La muerte no
es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida”. Y tu obra nos
insta a celebrar tu vida en el momento de tu partida.
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