29 de noviembre de 2016

De una abuela cubana, hija de españoles

Por Lina Rey Gallego


¿Por qué lloras abuelita?  Me preguntaba Mariana, mi nieta de 4 años. Es que ha muerto Fidel nena y es como si hubiera muerto nuestro padre. El padre de todos los cubanos, le respondo.

Pocos oyeron la noticia el 25 de noviembre por la noche. A otros los llamaron desde el exterior amigos o familiares. La mayoría nos enteramos el 26 en la mañana.

Mi hija tocó la puerta de nuestra habitación y nos preparó como quien se apresta a dar la inesperada noticia del deceso de un familiar. El grito no salió de la garganta. Salió del corazón. Era un dolor desgarrador que nos unió a los tres en un abrazo. Se nos fue Fidel. El momento que no queríamos que hubiese llegado jamás. El inevitable. El momento ansiado por la execrable gusanera de Miami que tan pronto conoció la noticia comenzó impúdicamente a festejar.

Millones de hombres y mujeres en el mundo lloran hoy con los buenos cubanos la partida del hermano. Anónimamente llevan flores a las embajadas de Cuba y muestran su amor y su solidaridad con nuestro pueblo.

La bulliciosa Habana amaneció en silencio. Hasta los protestones de siempre se recogen con el impacto de la noticia.

Fidel se ha unido en la eternidad de los grandes a su hermano Ernesto, nuestro Che; a Chávez su hijo de ideas y acción; a Almeida, su hermano de tantas batallas; a Camilo, que apenas llegó a disfrutar el triunfo de la Revolución, y a tantos y tantos otros que la muerte, implacable arrancó de nuestro lado.

Fidel se ha ido. El valiente guerrillero. El líder que siempre estaba en la primera línea de combate. El estadista preclaro que, como alguien dijera, viajaba al futuro y regresaba para contarlo. El hombre que hablaba con su pueblo y era capaz de explicarle las situaciones más difíciles y guiarlo hacia su objetivo. ¿Qué jefe de estado ha sido capaz de mantener millones de personas de pie en una plaza atentos a su palabra durante horas, a veces hasta siete horas, sin que nadie abandone su puesto, cual soldados defendiendo su trinchera?

Cuba es libre, soberana y socialista por Fidel. Al igual que Martí, su maestro, supo que la clave del éxito en la lucha antiimperialista  por la independencia era la UNIDAD del pueblo en torno a un partido único.

Cuando pocos contaban con la sobrevivencia de la Revolución después de la caída de la URSS, cuando Cuba entera era un “apagón” y los cubanos parecían espectros de tan delgados, Fidel supo inculcar la esperanza y la convicción de que seguiríamos adelante y  que había que salvar la Revolución. Y lo logró.

¿Cuál era el  misterio de este gran  hombre? ¿De dónde surgía esa luz y esa energía que desprendía su presencia? ¿De dónde procedía su magnetismo? 


Último discurso del camarada Fidel Castro Ruz.

Contaba una periodista que hace años, en un viaje a cierto país de América Latina, le llamó la atención que algunas personas no conocían el nombre de su propio presidente y sin embargo al conocer  que era cubana, enseguida le hablaban de Fidel. Y es que Fidel es Cuba.

¿Qué era Cuba antes de Fidel, antes de 1959? Nada. El traspatio de los yanquis que venían a pasar su fin de semana en casinos y demás. Pero, como cantaba Carlos Puebla, “llegó el Comandante y mandó a parar”

Fidel le dio luz al entendimiento de su pueblo. “No te vamos a decir cree, te vamos a decir lee” y así se hizo la Campaña de Alfabetización. Y los cuarteles se transformaron en escuelas, y se  llevó la enseñanza al más recóndito lugar del país y ya no hubo más niños sin escuelas. Y cada cubano, sólo por la condición de serlo, tiene derecho a una asistencia  médica gratuita. Y los médicos de Cuba han llegado a todas partes del mundo, porque Fidel nos enseñó que solidaridad no es dar lo que nos sobra, sino compartir lo que se tiene. Pero sobre todo nos hizo una nación digna.

No alcanzan las cuartillas para los recuerdos. Las Zafras del Pueblo, los trabajos voluntarios, las Milicias, las plazas llenas en los 1º de mayo, las batallas por el regreso del niño Elián, por la liberación de los Cinco Héroes. Y antes, La Coubre, Girón, la crisis de Octubre, la lucha contra bandidos en el Escambray, las marchas por la liberación de los pescadores secuestrados. Las protestas  por las agresiones yanquis. Las quemas de cañaverales, la fiebre porcina. Sabotajes y atentados. Unos tras otros y Fidel resistiendo y su pueblo con él.

La siembra de escuelas por todos el país, el desarrollo de la cultura porque como dijera Martí hay “que ser cultos para ser libres”. El desarrollo de la ciencia en Cuba porque visionariamente Fidel supo que Cuba debería ser un país de hombres de ciencia y ese empeño ya está dando sus frutos.

Fidel, tan grande que se sale de la Isla y se multiplica en América Latina y llega a África, de donde los cubanos se retiraron tras la victoria llevándose tan solo los restos de sus hermanos caídos.

Fidel, que ante la mirada atónita o burlona de algunos jefes de estado, alertaba en 1991 que una especie estaba a punto de perecer, la especia humana. El primero en hablar de la urgente necesidad de cesar la desaforada explotación de los recursos naturales y frenar el cambio climático. Un tema que hoy es agenda obligada de los jefes de estado.

¡Qué grande Fidel! ¡Qué suerte que mi padre hubiera elegido tu Patria para hacerla mía! ¡Cuánto honor haber caminado esos 62 km hasta Girón en homenaje a la proeza de aquellos inolvidables días! Y haber subido al Pico Turquino, y haber participado en las escuelas al campo y haber recogido tabaco y haber aprendido a empuñar un fusil para defender la Patria y haber marchado una y otra vez por la Plaza. Gracias a ti y a tu Revolución, que nos acogieron a mi padre y a mí fui universitaria y lo es mi marido, condición impensable para su humilde familia. Lo son mis hijos y hoy mis nietos tienen una infancia feliz.

Nos dejas una Cuba con una tasa de mortalidad infantil de 4,2 por cada mil nacidos vivos. Una esperanza de vida de 78 años para los hombres y 80 para las mujeres. Cuatro vacunas contra el cáncer y muchos logros más. ¿Qué país en vías de desarrollo, bloqueado, con escasos recursos naturales, puede exhibir esos logros? 

A nosotros nos toca preservar tu obra y consolidarla. Ya lo decías en 1992 «Argumentos tenemos millones para defendernos; el capitalismo es indefendible, el imperialismo es indefendible; el socialismo, cualesquiera que sean los errores que puedan cometer los hombres —y no habrá ninguna obra humana en que los hombres no cometan errores—, es lo más noble, lo más justo y lo más digno que se pueda llevar a cabo».

¡Qué legado nos dejas Fidel! Gracias por tu obra. Gracias por tus ideas. Gracias por tu ejemplo.

No te decimos adiós Comandante porque como  dijera Martí : “La muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida”. Y tu obra nos insta a celebrar tu vida en el momento de tu partida.

                                               ¡Hasta Siempre Comandante!

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