Por Nestor Guadaño
En la odisea del cerebro navegante,
cada arribo, cada nueva tempestad,
le hace pensar en todos los instantes,
cuanto en su vida, de bueno o malo habrá,
pero si la tormenta barre para adentro,
si la justicia, busca portavoz,
solo encuentra defensor más diestro,
al capitán, sin dueño y sin temor.
Hacer capitán del caído u olvidado,
entusiasmar al río, con un fin,
subir consciente los mundos inexplorados,
de la cultura de clase por venir,
porque el ser humano, es más que el universo,
la falta de trabajo, exige igualdad,
o derechos iguales del sexo contrario,
lo hoy logrado, nunca debe quedar atrás.
Retrocediendo del camino conseguido,
del colectivo instinto por ser feliz,
impide avanzar los impulsos creativos,
excusas, desaniman buscando el dormir,
mas la lluvia al fango renueva,
como un huracán llamado Revolución,
arrastra las ideas y a los pobres eleva,
una voluntad de radical transformación.
Se acabarán las caretas y las clases,
las naciones, banderas y patrón,
una economía habrá de comunes intereses,
por el pan, el trabajo y la canción,
pero construir las puertas de los deseos,
requiere estudio perenne para analizar,
la línea y aspiraciones consecuentes del obrero,
el vínculo de su rabia luchadora de verdad.
Aprenderemos de la ola de fracasos,
quitaremos a los débiles la voz,
aguantando inquebrantables los principios,
del partido leninista con sudor,
y aunque el esfuerzo no tenga descanso,
o algunos abandonen la faena sin terminar,
surgirán del pueblo, nuevos proletarios,
que hagan del Comunismo, su meta y libertad.
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