Aunque se
trate de editoriales diferentes, solo caben dos posibilidades ante
semejante barbaridad: o bien estas empresas se han puesto de acuerdo
para prostituir la historia de la forma más canallesca posible, o bien
los autores de “Lorca murió cerca de su pueblo” y “Machado se fue a
Francia con su familia”, hacen horas extras para llenar de mierda el
cerebro de los y las jóvenes estudiantes de este país.
Esto,
esta cosa, esta aberración, no tiene nombre. Están reescribiendo el
pasado sin el más mínimo pudor, y no solo lo están haciendo estas
editoriales, Anaya y Santillana (Grupo Lagardère y Grupo Prisa respectivamente),
sino muchas más. Y lo que es más grave: al menos en España lo hacen con
el consentimiento de un Gobierno que o bien no cumple con su obligación
de supervisión, o bien, y esto sería todavía más grave, sí lo hace y
está satisfecho con los contenidos.
¿Alguien
imagina la desorientación de los y las que en el futuro profundicen en
estos contenidos? ¿Alguien imagina, si es que consiguen desaprender lo
asimilado, lo complicado que les resultará enfrentarse a los conceptos
primarios de esa mayoría que no profundizará? ¿Alguien imagina cómo será
la cosmovisión de la sociedad del mañana?
Si
alguien se siente tentado a matizar que el contenido dice algunas
medias verdades descontextualizadas, que ni lo intente. Mejor que vuelva
a leer el texto como si no supiera nada de Marx, y seguro que así acaba
con la tentación.
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