Por Sara Rosenberg.
Texto leído por Sara Rosenberg el 10 de Enero de este año, en el acto del de apoyo a la asunción del presidente
Nicolás Maduro. Acto convocado por el FAI, Casa de vacas del Retiro.
“Estar hoy aquí es combatir contra el espíritu de la derrota y la política neoliberal”
Estamos hoy aquí para
reafirmar nuestro apoyo al gobierno y al pueblo venezolanos, acosados
por una guerra imperialista implacable desde la llegada de Hugo Chávez
al poder y el inicio de la Revolución bolivariana. Podemos decir que
este episodio de hoy, 10 de enero del 2019, el ataque a la soberanía y
la legitimidad del gobierno del Presidente Maduro, es un capítulo más de
una guerra prolongada. Recuerdo que el gran Ho Chi Min, definía la
guerra de Vietnam como guerra popular y prolongada hasta que vencieron
al invasor Yanqui. Este concepto de guerra popular y prolongada como
estrategia de lucha contra el imperio en Venezuela adquiere otras
características, porque si bien no hay una invasión directa de tropas
americanas la agresión ha sido y es implacable y constante, y la
resistencia popular y prolongada a la guerra imperialista también. Son ya veinte años de ataques al pueblo venezolano y son veinte años de resistencia y de lucha.
Es importante recuperar nuestra historia anticolonial y
antiimperialista y entender que la lucha en Venezuela es una lucha por
un modo de vida humana diferente y un estado soberano, enfrentado
radicalmente a la peste del neoliberalismo y en proceso de construcción
del socialismo. Para oprimir a los pueblos es necesario no sólo
castigarlos económicamente, bloquear- boicotear- y crear el caos, sino
sobre todo destruir el sentido de la vida y arrebatarles su historia. La
resistencia al imperialismo se nutre del conocimiento de nuestra
historia y de la defensa de una esperanza radical en un mundo sin
explotados ni explotadores, de una sociedad socialista. El ejemplo de
Cuba está presente. Y recordemos, la destrucción de la URSS no fue un
tema económico, sino profunda y complejamente ideológico, político.
Con
inmensos medios ideológicos, culturales, propagandísticos, informativos,
y usando tecnologías comunicacionales de última generación las grandes
corporaciones imperialistas y los gobiernos de Estados unidos y Europa
han tratado de destruir la revolución bolivariana, tal como intentaron
destruir nuestra querida revolución cubana y tal como intentan destruir
toda lucha emancipadora en Nuestra América y el mundo. De allí que en
este momento la guerra ideológica, la guerra comunicacional pase a
primer plano. La guerra mediática contra Venezuela ha sido feroz. Y para
nuestra desgracia, como habitantes de este país, España cumple en este
sentido un papel criminal. Desde hace veinte años, los medios hacen
grandes campañas de difamación, verdaderas bombas comunicacionales
dirigidas a sembrar la desconfianza, a criminalizar al gobierno
democrático con más elecciones de la historia contemporánea, a degradar
los logros sociales y políticos y hasta a crear con esto un tema
nacional de conflicto interno digno de la época de la caza de brujas,
donde cierta progresía se ha visto impulsada a tener que hacer meas
culpas denigrantes pero, claro, previsibles por su propia debilidad o
carencia de proyecto político socialista.
Este es el poder inmenso con
el que nos enfrentamos y este es el sentido de estar hoy aquí diciendo
una vez más.
¡No pasarán!
Y no pasarán mientras consigamos desnudar la
mentira y el cinismo que utilizan para atacar no solo al gobierno
bolivariano sino al Estado, la soberanía y la legitimidad misma del
estado. Invierten el sentido de las palabras para confundir, llaman
dictadura a un gobierno que ha realizado 25 elecciones en 19 años, con
23 de ellas ganadas, y en nombre de la democracia atacan a la democracia
participativa y protagónica cuyo sujeto histórico es el pueblo de
Venezuela, asediado y en resistencia. Para sobrevivir, el capitalismo
necesita la guerra, el caos y estados débiles y sumisos. Mafias y
partidos y gobiernos empresariales como los que forman el cartel de
Lima. Y por eso desde hace veinte años el enemigo de la humanidad ataca y
pretende debilitar al estado soberano: criminalizar, aislar y agredir
militarmente son fases que se han dado en Venezuela, a veces de manera
simultanea y estamos en la fase de una posible agresión militar directa.
La violencia, el bloqueo, el sabotaje, el crimen, la persecución contra
la unidad latinoamericana que Chavez propuso y desarrolló, no
conseguirán aislar a Venezuela, y al no poder aislarla tampoco podrán
invadir en nombre de ese falso humanitarismo que ha destruido ya muchos
pueblos usando la excusa de la democracia mientras siembran de muerte y
uranio la tierra. Y la tarea desde aquí, desde el riñón del imperio, es
impedir ese aislamiento, construir vínculos internacionalistas,
desmontar el discurso de la gran mentira mediática y aprender del camino
emancipador bolivariano.
En Europa vivimos una época de profunda barbarie programada y
programática, un tiempo de neoliberalismo a ultranza y de agresión a los
pueblos del mundo que no aceptan los mandatos imperiales. Y sin duda
hemos de luchar desde el corazón del monstruo como decía Martí, aunque
Europa realmente es el riñón del monstruo, porque si bien forma parte de
la punta de lanza de la agresión imperialista en medio oriente y en
América latina, al mismo tiempo es dependiente de los mandatos de
Estados Unidos, al menos hasta ahora, donde empiezan a aparecer algunas
contradicciones inter-imperialistas que están desplazando los ejes
hegemónicos.
El antiimperialismo y el internacionalismo, son dos conceptos amplios
que es necesario hoy más que nunca recargar de significado, porque para
poder enfrentar a la hidra capitalista hay que conocer con precisión sus
múltiples cabezas, cómo y desde donde lo estamos combatiendo, es decir
cuál es el rol de este país, España, en relación con el imperialismo y
en especial con la política imperialista en América Latina. La
resistencia antiimperialista del pueblo español es esencial no solo para
apoyar a los pueblos agredidos sino para fortalecer y refundar el
espíritu de lucha que necesitamos y que ha sido arrasado por una cultura
de la derrota, que el neoliberalismo ha conseguido imponer. España es
no solo un país que coloniza América Latina a través de sus grandes
empresas, sino una polea de transmisión –la historia, la lengua y la
proximidad cultural han jugado a su favor- de las políticas del imperio.
Los distintos gobiernos han impulsado en la UE la política de acoso y
sanciones contra Venezuela y han apoyado siempre a la oposición – a la
criminal y a la que se disfraza de demócrata-. (Para corroborar esto,
basta leer los periódicos, hoy mismo la máquina de mentiras, el diario
el país titula: “La toma de posesión de Maduro culmina la quiebra
institucional de Venezuela”…una prueba evidente de la inversión del
sentido, y del uso perverso del lenguaje).
Hoy reafirmamos que nuestra
solidaridad se inscribe en el antiimperialismo consecuente, es urgente
revitalizar el pensamiento crítico y crear una izquierda
internacionalista en Europa capaz de luchar en contra de las políticas
de recolonización y destrucción el mundo.
El capitalismo ha mutado y por lo tanto también sus guerras de
conquista y rapiña son distintas a las que tuvieron lugar en la época
del capitalismo de los siglos anteriores. Hoy utilizan medios más
sofisticados en nombre de la democracia: el golpe blando, el golpe
judicial, el golpe parlamentario, las revoluciones de color, las
guarimbas, la ignorancia programática de la barbarie instalada en el
lenguaje para crear un mundo de esclavos sin capacidad de imaginar otras
posibilidades, esas son sus armas letales. Y aunque resulte vulgar la
metáfora, sin horizonte no puede haber amanecer. Esto es lo que hay que
comprender cuando hablamos de una programada guerra ideológica: se
construye al enemigo, se lo inviste de los peores rasgos (ya lo hicieron
con Sadam, con Gadaffi, y con tantos otros cuyas muertes aún están sin
juzgar…), se miente y se denigran los logros, se habla de oposición
cuando se queman a personas vivas, se calla frente al magnicidio, se
oculta que el bloqueo económico existe, y en nombre de una supuesta
democracia se termina apoyando el crimen y la guerra contra los pueblos.
Cada victoria en esta guerra popular y prolongada contra el imperio ha
de ser celebrada, y celebro la victoria del pueblo sirio, como celebro
la victoria del pueblo venezolano hoy, cuando se inicia un nuevo periodo
presidencial que sin duda nos llevará a profundizar nuestro camino al
socialismo y a la unidad de América Latina.
Hoy,
aquí, una vez más al lado de nuestros hermanos venezolanos y de todos
los que resisten la guerra y la depredación imperialista, decimos desde
este castigado país y desde Madrid
¡No pasarán!
¡Viva Venezuela soberana
y socialista!
¡Venceremos!
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