14 de abril de 2018

Una ofensa estúpida a Neruda

Por Arturo del Villar *.

ASOMBROSAMENTE Lucía Etxebarria ha acusado a Pablo Neruda de machista. Ella, acusada con pruebas fehacientes de plagiaria en verso (Estación de infierno) y en prosa (Amor, curiosidad, prozac y dudas), califica de machista el decimoquinto de los Veinte poemas de amor y una canción desesperada, uno de los más populares del conjunto, glosado y hasta plagiado muchas veces, que aprenden de memoria los jóvenes enamorados hablantes en castellano, y yo lo recuerdo todavía, cuando ni soy joven ni estoy enamorado.

Lo cuenta el diario El Dínamo, editado en el municipio de Providencia (Santiago de Chile), fechado el 11 de abril de 2018. La actriz Leticia Dolera propuso a través de Twitter que se indicaran los poemas de contenido machista incluidos en los programas escolares, para solicitar su revisión. La plagiaria convicta Lucía Etxebarria respondió a la invitación con este mensaje así escrito: “El famoso ‘me gustas cuando callas porque estás cómo ausente’ no tiene desperdicio”, así, con tilde en el adverbio relativo, que cualquier estudiante de parvulario sabe que no la tiene. Lo que sí tiene la premiada escritora y profesora es una incultura soberbia. 

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Ese poema estuvo dedicado a uno de los amores de juventud, Albertina Rosa Azócar, a la que amaba fogosamente, según demuestra la correspondencia de aquel tiempo, publicada precisamente en Madrid en 1975 por la editorial Rodas, con el título Cartas de amor de Pablo Neruda. Los dos enamorados eran pobres y se hallaban distanciados geográficamente, así que su amor no tuvo un final románticamente feliz. Además, a la familia de la muchacha no le inspiraba simpatía el entonces bohemio escritor. Nada de machismo puede encontrarse en estas 111 amorosas cartas, que con seguridad Lucía Etxebarria desconoce. 
 
El decimoquinto de los Veinte poemas de amor describe esa realidad: “y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca”, debido a la separación. Ella le oía en la distancia al leer sus cartas, pero aquella voz estaba escrita, no sonaba en el aire. Por eso tampoco él podía escuchar lo que Albertina pensaba: “Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo”, lejano como las estrellas celestes, y sencillo porque se refería a un solo tema, el amor. Es inimaginable descubrir machismo en el silencio.

Como si estuviera muerta

Era un amor intenso volcado solamente en la escritura de cartas y poemas. Tan separados se encontraban que al joven Neruda le parecía que su amada estaba muerta: “Distante y dolorosa como si hubieras muerto”, escribió en un lamento angustiado, ya que no era factible el encuentro físico, por hallarse cada uno de los enamorados en un lugar distinto, y sin esperanzas de conseguir enseguida un encuentro. Sin embargo, aunque equiparase la lejanía de la amada con su muerte, saber que eso no era cierto, sino que vivía y le aguardaba, le permitía sentirse alegre y esperanzado, por imaginar que alguna vez se solucionaría el problema, según advierte el verso final: “Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.” 
 
Fue un amor adolescente concluido en la desesperación, como relata la canción final. Solamente una persona perversa puede calificar de machista esta historia de amor puro, irrealizable debido a las circunstancias en que se hallaba la pareja. Aunque Neruda otras veces fue un gran poeta erótico, según corresponde a un gran amador real, en este poema no se aprecia ningún deseo carnal, sino espiritual, como acertadamente describen dos versos: “Mariposa de sueño, te pareces a mi alma, / y te pareces a la palabra melancolía.” El alma, por ser inmaterial, se halla incapacitada para albergar sentimientos lujuriosos, y el poeta la compara con una mariposa, el ser vivo más etéreo de los existentes. Ni siquiera le bastó con fijarla en esa imagen, sino que además la hizo más ingrávida todavía, calificándola de “Mariposa de sueño”, una entelequia irreal, una quimera lírica.

Por todo ello esa ambientación conduce a resumir la imagen ausente de la amada en una palabra, muy gustosa para los románticos, y este libro primerizo de Neruda se encuentra dominado por el romanticismo, palabra dilapidada por sus herederos los modernistas: “y te pareces a la palabra melancolía.” No comprendo cómo ninguna mente descerebrada es capaz de atreverse a identificar la melancolía con el machismo. Para cualquier ser razonador parecen términos incompatibles. Pero si Lucía Etxebarria fuera capaz de razonar sabría que es un delito plagiar a otros escritores, como hace ella en prosa y en verso, según está documentado.

El escritor es un ser humano

Las personas que han respondido a su disparate, según publica El Dínamo, se dividen en dos grupos: uno la insulta por su estupidez, aunque sin demostrarla, como pretende aclarar esta nota, y el otro la apoya, basándose en la vida privada del poeta, que estuvo unido a varias mujeres sucesivas, y en algún momento a la vez. Eso es histórico, y para relacionarse con una nueva debió separarse de la anterior. Aceptemos que esa actitud es machista, pero lo será el poeta, no su poesía. Lo que importa de un escritor es su escritura, de un músico su música, de un pintor su pintura, no su vida privada, sometida al cotilleo de los envidiosos. 
 
Seguro que Lucía Etxebarria quiere quemar toda la obra de Shakespeare, porque se comportó de una manera que ella calificará de machista, y puede que con razón, respecto a su legítima esposa. Sin embargo, la obra de Shakespeare resiste al tiempo, sus tragedias nos emocionan, sus sonetos nos maravillan, y a los espectadores y a los lectores nos tienen sin cuidado los líos de alcoba protagonizados por su autor. En cambio, los plagios de Lucía Etxebarria son ya una miseria ridícula.

Conviene que nos preguntemos por qué la escritura de Pablo Neruda encuentra tantos detractores, y la respuesta se ve también en los comentarios a su mensaje publicados en El Dínamo. Lo que molesta a mucha gente, del jaez de Lucía Etxebarria, es que Neruda fuese el más grande cantor de la Revolución Soviética en lengua castellana. Lo dijo él mismo en un resumen general de su vida: “Nací para cantar a Stalingrado”, y a todo lo que representó la Unión Soviética, que liberó a Europa del horror nazi. No le perdonan que pusiera su escritura al servicio de la Revolución, y permaneciera fiel a su ideario hasta su muerte ejemplar, cuando su patria caía bajo el terror del fascismo militar que allanó su casa para asesinarle, sin conseguirlo porque había muerto a causa del dolor promovido por el golpe de Estado. Aquel momento parecía una representación de la canción desperada en su tremendo final: “Es la hora de partir. Oh abandonado!” 
 
Cuando se confunde la escritura con la biografía, se cae en disparates como el perpetrado por Lucía Etxebarria, y secundado por algunos de los que respondieron a su mensaje. Un escritor es un ser humano, dominado por las miserias inevitables en nuestra condición. Ni Shakespeare ni Neruda fueron ángeles, sino hombres, que han dejado a la posteridad sendas 0bras literarias admirables. Eso es único valioso que debe interesarnos, y no espiar por un agujero histórico para comprobar con quién compartían la cama.

¡Llibertat presos polítics!



Notas.
* Arturo del Villar es Presidente del Colectivo Republica Tercer Milenio.

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