Por Ernesto Wong Maestre *
La fortaleza política e ideológica
bolivariana alcanzada por una gran mayoría del pueblo se ha hecho
evidente en estos últimos cinco meses del año en que las fuerzas del
orden neoliberal burgués han arremetido contra la verdad, la democracia,
la paz y el derecho internacional. Hoy apreciamos en algunos
acontecimientos internacionales que no solo los bolivarianos hemos
constatado esa fortaleza, como también observamos que varios gobiernos
legales o espurios de la región se vienen plegando de nuevo al dictamen
del gobierno de EEUU.
Como en toda guerra, en este conflicto
generado por la oposición burguesa y parasitaria con apoyo
internacional, la primera víctima de esa fuerza reaccionaria es la
verdad, y ante todo es la verdad sobre el país y sobre lo que a diario
hace el Gobierno presidido por el camarada Nicolás Maduro, primer
Presidente chavista y de la clase obrera que ha tenido Venezuela y que
aspira a seguir transformando las estructuras sociales, políticas,
económicas, científicas y tecnológicas que por carencia de tiempo no
pudo cambiar el Comandante Supremo, Hugo Chávez. Por ahí andan las
campañas mediáticas burguesas y personeros antipatriotas contra
Venezuela, sin importarles los millones de ancianos, niños y mujeres que
la Revolución ha dignificado o sin el menor reconocimiento a la propia
paz existente, añorada por muchos pueblos del mundo.
Maduro convirtió en Ley el significativo
Plan de la Patria 2013-2019 que hoy guía a los 15 Motores, en plena
efervescencia, al Consejo Nacional de la Economía Productiva, al Sistema
de Misiones Sociales, y a cuanto proyecto popular se emprenda en el
marco de la democracia participativa y protagónica, esa que las
oligarquías latinoamericanas le temen tanto por ser el sistema político
que más puede contribuir a alcanzar ese desiderátum bolivariano resumido
en alcanzar la mayor suma de felicidad posible, de seguridad y de
estabilidad política, y los tres grandes fines en necesarios contextos
nacional y regional de paz y de respeto a los principios y normas del
derecho internacional, con alianzas estratégicas con Cuba, China, Rusia,
Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Irán, entre otros.
Para el pensamiento burgués actual de
las mayorías de las oligarquías latinoamericanas que han perdido como
objetivo claro y viable de alcanzar “el american way of life”, dada la
galopante crisis estructural del capitalismo en general y del
capitalismo estadounidense y europeo en particular, la opción o
alternativa china comienza a tener una mayor significación en las
decisiones de política exterior de aquellos gobiernos latinoamericanos y
caribeños. Y las razones son evidentes: la República Popular China es
el principal acreedor de los EEUU y lleva una carrera de crecimiento
incesante de más del 7% anual; es el país no emisor que posee los
mayores niveles de dólares en sus arcas, y posiblemente de oro; es el
país que ha hecho una amplia alianza estratégica geopolítica y económica
con el gigante ruso y actualmente hegemoniza económicamente al mundo
asiático, africano e incluso suramericano con amplia presencia en Europa
Occidental y en los propios EEUU.
El factor chino tiene influencia en la
opinión pública latinoamericana y caribeña a la hora de que los pueblos
evalúen a los candidatos en las elecciones. Tiene tanta influencia ese
factor chino que hasta los gobiernos latinoamericanos de corte
neoliberal burgués como en su momento fue el de Sebastián Piñera en
Chile o el actual de Mauricio Maccri en Argentina, Juan Manuel Santos en
Colombia o Pedro P. Kuczynski en Perú, han enrumbado su principal
accionar económico hacia China, incentivándose las contradicciones inter
burguesas ya que realmente EEUU ya no puede ofrecer a todos los
sectores pudientes las expectativas de enriquecimiento que sí ofreció la
potencia norteña a las burguesías o dictadores militares en las décadas
de los 60, 70 y 80.
Pudiera haber una contradicción en la
postura china, diría cualquier analista marxista dogmático, pero la
realidad es que el factor chino ha venido desestructurando al sistema
imperialista desde su base económica, como nunca lo pudo hacer la URSS
que se dedicó a desestructurar la superestructura (ideología y política)
del sistema imperialista cooperando con países europeos y del sur para
que se salieran de la órbita política estadounidense pero no
fortaleciéndose competitivamente para derrotar a las mega corporaciones
imperiales, algo que sí lo ha hecho inteligentemente China, incluso con
la propia participación de algunas de ellas.
Cuba, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, los
otros países del Alba, Brasil del PT, El Salvador, Costa Rica, varios
países caribeños y otros de la CELAC establecen amplios y ricos
convenios de beneficio compartido con China. Es la realidad.
El factor chino en Venezuela ha sido
aprovechado por mutuo acuerdo de forma más integral, como en ningún otro
país suramericano. Las razones están en la naturaleza de la Revolución
Bolivariana y en la voluntad de sus líderes que hoy junto al pueblo van
recibiendo los grandes beneficios que fueron sembrados por el Gigante
Chávez y hoy Nicolás los vuelve a sembrar y a cosechar. Pensemos
solamente en el proyecto constructivo de la GMVV, en que China tiene un
accionar múltiple que ya ha permitido sobrepasar la cifra del millón
doscientas mil casas construidas y entonces preguntémonos ¿cuántos
millones de niños se han beneficiado con una vida más urbana, más
segura? ¿A cuántos millones de mujeres jóvenes, mayores o ancianas se
les ha aliviado o hecho feliz la vida con sus nuevas casas? ¿Cuántas
decenas de millones de camas, de puertas, de ventanas, de llaves de
baño, de cocina, de equipos de hogar, de pisos, de techos que debieron
ser producidos para garantizar la entrega? ¿Cuánto ha significado para
esos cientos de millones de trabajadores y trabajadoras, el empleo fijo
en estos últimos años? Son preguntas que deben hacerse constantemente en
el discurso que busque el consenso y el comportamiento electoral
patriótico.
Sin embargo, lo ocurrido en la OEA hasta
el momento en que se escribe este artículo (23 de junio) muestra la
vulnerabilidad de los gobiernos miembros de la Alianza del Pacífico y
otros espurios para mantenerse en una posición soberana e
independentista debido a que están subordinándose indignamente al
gobierno y otras instituciones de EEUU, interesadas en derrocar al
gobierno venezolano para después apoderarse de los recursos naturales y
no renovables del país suramericano. La unidad latinoamericana y
caribeña está en peligro porque es uno de los objetivos destructivos de
EEUU para evitar que las potencias emergentes extra continentales, como
Rusia, Irán, India y China logren consolidar sus presencias económicas y
tecnológicas en esta región y cada vez más se reduzca la dominación
económica de las corporaciones estadounidenses.
Ante esta dinámica, el factor chino-ruso
tiene un significado más relevante. La Cumbre de la Organización de
Cooperación de Shanghai (OCS) o el Foro de San Petersburgo que acaban
de celebrarse con el protagonismo de China y Rusia, respectivamente, así
como el anuncio de Vladimir Putin, con el respaldo de China, de
conformar una poderosa Unión Euroasiática, o los acuerdos de asociación
estratégica de China, entre otros, con Pakistán, con Arabia Saudita, con
Polonia y con Uzbekistán son acontecimientos que indican la fortaleza
de esa inicial unión euroasiática que a su vez es expresión de la
fortaleza económica-tecnológica-militar-financiera que tiene la alianza
Chino-Rusa.
Todo lo anterior, en estrecha
interacción dialéctica, pudiera dar indicios claros para explicar el
porqué de la intensa campaña mediática, financiero-económica y militar
imperial contra Venezuela, y a su vez comprender la poderosa base de
apoyo que posee el pueblo venezolano para resistir, luchar y vencer.
* Publicado en Barómetro Internacional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario