Por Oleg Yegórov en RBTH (Russian Beyond the Headlines)
Las encuestas de opinión pública muestran que en 2016 el apoyo a Stalin
en Rusia es más alto que nunca: más de la mitad de los rusos opina que
el líder desempeñó un papel positivo en la historia del país. Los
comunistas planean utilizar la imagen del líder soviético en las
elecciones parlamentarias, algo que podría tener un efecto positivo en
sus resultados.
Cuando Iósif Stalin murió en 1953
era una especie de semidios para el pueblo soviético. A causa de la
propaganda, gran parte de la población adoraba a Stalin: le erigieron
monumentos en vida, cantaban canciones sobre él y varias ciudades
llevaban su nombre.
Tras su muerte el culto a la personalidad decayó rápidamente. El nuevo líder, Nikita Jruschov,
condenó la "represión estalinista", provocó la muerte de millones de
personas inocentes. En los años 50 comenzó el proceso de
desestalinización: se retiraron monumentos al líder y los políticos
preferían no mencionar su nombre.
Durante la perestroika y tras la caída de la URSS, el silencio fue
reemplazado por la crítica. “La culpa de Stalin ante el Partido y ante
el pueblo por haber permitido la represión masiva y la ausencia de leyes
es enorme e imperdonable”, declaraba Mijaíl Gorbachov en un informe de
1987. Los líderes postsoviéticos también han condenado en numerosas
ocasiones los crímenes del periodo "estalinista".
Una desestalinización sin éxito
Y a pesar de todo, en el siglo XXI en Rusia siguen construyéndose
monumentos a Stalin. Generalmente se trata de pequeños bustos erigidos
por los comunistas. Desde 2012, en algunas ciudades de Rusia, hay
activistas que instalan retratos de Stalin en los autobuses, a los que
llaman “stalinobuses”, durante la celebración del Día de la Victoria en la Segunda Guerra Mundial.
En Penza (a 640 kilómetros al sureste de Moscú) los comunistas han abierto un Centro-Stalin, análogo al Centro Yeltsin de Ekiaterimburgo, y han proclamado el 2016 como el Año de Stalin.
Las iniciativas de los comunistas suelen ser bien recibidas por la
población. Según muestra una encuesta del centro Levada celebrada en
marzo de 2016, un 54 % de los rusos opina que Stalin desempeñó un papel
positivo en la historia del país. Se trata del índice más alto que se
consigue desde que se celebra este tipo de encuestas (desde 2003).
El número de rusos que valoran positivamente el trabajo de Stalin fue
reduciéndose hasta el año 2008 (39 %), pero después volvió a subir. La
proporción de rusos que opinan que las represiones estalinistas fueron
una “necesidad política” también ha resultado más alta que nunca: esta
es la opinión de un 26 % de los encuestados.
Alexéi Makarkin, vicepresidente del Centro de Tecnologías Políticas,
opina que la desestalinización no funcionó porque esta época se asocia
con numerosos fracasos e infortunios.
“Durante la perestroika se criticó activamente a Stalin y se destaparon "sus crímenes",
esto provocó una gran conmoción. Ahora la perestroika se percibe como
una época de errores y fracasos, por lo que la gente aplica la lógica a
la inversa: como en la perestroika se criticaba a Stalin, debemos
suponer que era bueno”, aclara el experto a RBTH.
La imagen del vencedor
Según Makarkin, la razón principal de la popularidad de Stalin fue la
victoria en la Segunda Guerra Mundial: “Stalin era el Comandante
Supremo. En la sociedad rusa el culto a la Victoria es muy fuerte, y en el imaginario colectivo no se puede ignorar el papel que jugó el hombre que dirigía el ejército”.
Otros éxitos de la época del mandato de Stalin también se añaden a la
lista, según opina Makarkin: “En la conciencia de los "estalinistas" fue
él quien realizó la industrialización del país, construyó fábricas y se
anexionó nuevos territorios. Ahora en Rusia impera el enfoque pragmático
de la historia, no el moral. Si has aumentado el territorio del país,
eres un líder de éxito”.
Stalin para el vecino
Valeri Solovéi, analista político y profesor del Instituto Estatal de
Relaciones Internacionales de Moscú, asegura que “cuando la gente
afirma sentir simpatía por Stalin en realidad no se refiere a que le
gustaría haber vivido en su época. Todo el mundo quiere a Stalin para su
vecino, no para él mismo”. La estadística confirma las palabras de
Solovéi: la encuesta de Levada muestra que, a pesar del gran número de
simpatizantes con Stalin, solo a un 23 % de los rusos le habría gustado
vivir y trabajar con su gobierno.
El "estalinismo" ruso moderno, según los expertos, es una voluntad más
bien de protesta. “La imagen de Stalin es la de un líder modesto que
viste un sencillo abrigo. En una situación en la que las élites aparecen
corrompidas, muchos perciben a Stalin como un modelo de honradez”,
comenta Alexéi Makarkin. Solovéi está de acuerdo: “La expresión del
cariño hacia Stalin es una protesta simbólica, un deseo de recuperar una
mano dura que ponga orden”.
Una bandera para los comunistas
En septiembre se celebran las elecciones parlamentarias.
Los representantes del Partido Comunista (el segundo partido con mayor
representación en el parlamento actualmente) ya han declarado que
planean utilizar en su campaña la imagen de Stalin para “atraer un mayor
número de votos”.
Los expertos valoran este paso de los comunistas como una estrategia
que puede surgir efecto: los más nostálgicos con la URSS se alegrarán de
recuperar a Stalin. “El electorado del Partido Comunista tiene una
buena opinión sobre Stalin — asegura Alexéi Makarkin — . Esto podría
ejercer cierto efecto sobre ellos, movilizarlos”.
Un obstáculo para los comunistas podría ser el proyecto de ley de los
diputados del nacionalista LDPR, que propone prohibir el uso de la
imagen de personas fallecidas durante la campaña electoral. Según estos
diputados, el proyecto de ley no está relacionado con la iniciativa del
Partido Comunista, pero de aprobarse, los comunistas deberán
arreglárselas en la campaña de 2016 sin su líder muerto.
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