28 de junio de 2016

Venezuela, nuestra América y el factor chino


Por Ernesto Wong Maestre *



La fortaleza política e ideológica bolivariana alcanzada por una gran mayoría del pueblo se ha hecho evidente en estos últimos cinco meses del año en que las fuerzas del orden neoliberal burgués han arremetido contra la verdad, la democracia, la paz y el derecho internacional.  Hoy apreciamos en algunos acontecimientos internacionales que no solo los bolivarianos hemos constatado esa fortaleza, como también observamos que varios gobiernos legales o espurios  de la región se vienen plegando de nuevo al dictamen del gobierno de EEUU.

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Como en toda guerra, en este conflicto generado por la oposición burguesa y parasitaria con apoyo internacional, la primera víctima de esa fuerza reaccionaria es la verdad, y ante todo es la verdad sobre el país y sobre lo que a diario hace el Gobierno presidido por el camarada Nicolás Maduro, primer Presidente chavista y de la clase obrera que ha tenido Venezuela y que aspira a seguir transformando las estructuras sociales, políticas, económicas, científicas y tecnológicas que por carencia de tiempo no pudo cambiar el Comandante Supremo, Hugo Chávez. Por ahí andan las campañas mediáticas burguesas y personeros antipatriotas contra Venezuela, sin importarles los millones de ancianos, niños y mujeres que la Revolución ha dignificado o sin el menor reconocimiento a la propia paz existente, añorada por muchos pueblos del mundo.

Maduro convirtió en Ley el significativo Plan de la Patria 2013-2019 que hoy guía a los 15 Motores, en plena efervescencia, al Consejo Nacional de la Economía Productiva, al Sistema de Misiones Sociales, y a cuanto proyecto popular se emprenda en el marco de la democracia participativa y protagónica, esa que las oligarquías latinoamericanas le temen tanto por ser el sistema político que más puede contribuir a alcanzar ese desiderátum bolivariano resumido en alcanzar la mayor suma de felicidad posible, de seguridad y de estabilidad política, y los tres grandes fines en necesarios contextos nacional y regional de paz y de respeto a los principios y normas del derecho internacional, con alianzas estratégicas con Cuba, China, Rusia, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Irán, entre otros.

Para el pensamiento burgués actual de las mayorías de las oligarquías latinoamericanas  que han perdido como objetivo claro y viable de alcanzar “el american way of life”, dada la galopante crisis estructural del capitalismo en general y del capitalismo estadounidense y europeo en particular, la opción o alternativa china comienza a tener una mayor significación en las decisiones de política exterior de aquellos gobiernos latinoamericanos y caribeños. Y las razones son evidentes: la República Popular China es el principal acreedor de los EEUU y lleva una carrera de crecimiento incesante de más del 7% anual;  es el país no emisor que posee los mayores niveles de dólares en sus arcas, y posiblemente de oro;  es el país que ha hecho una amplia alianza estratégica geopolítica y económica con el gigante ruso y actualmente hegemoniza económicamente al mundo asiático, africano e incluso suramericano con amplia presencia en Europa Occidental y en los propios EEUU.

El factor chino tiene influencia en la opinión pública latinoamericana y caribeña a la hora de que los pueblos evalúen a los candidatos en las elecciones. Tiene tanta influencia ese factor chino que hasta los gobiernos latinoamericanos de corte neoliberal burgués como en su momento fue el de Sebastián Piñera en Chile o el actual de Mauricio Maccri en Argentina, Juan Manuel Santos en Colombia o Pedro P. Kuczynski en Perú,  han enrumbado su principal accionar económico hacia China, incentivándose las contradicciones inter burguesas ya que realmente EEUU ya no puede ofrecer a todos los sectores pudientes las expectativas de enriquecimiento que sí ofreció la potencia norteña a las burguesías o dictadores militares en las décadas de los 60, 70 y 80.

Pudiera haber una contradicción en la postura china, diría cualquier analista marxista dogmático, pero la realidad es que el factor chino ha venido desestructurando al sistema imperialista desde su base económica,  como nunca lo pudo hacer la URSS que se dedicó a desestructurar la superestructura (ideología y política) del sistema imperialista cooperando con países europeos y del sur para que se salieran de la órbita política estadounidense pero no fortaleciéndose competitivamente para derrotar a las mega corporaciones imperiales, algo que sí lo ha hecho inteligentemente China, incluso con la propia participación de algunas de ellas.

Cuba, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, los otros países del Alba, Brasil del PT, El Salvador, Costa Rica, varios países caribeños y otros de la CELAC establecen amplios y ricos convenios de beneficio compartido con China. Es la realidad.

El factor chino en Venezuela ha sido aprovechado por mutuo acuerdo de forma más integral, como en ningún otro país suramericano. Las razones están en la naturaleza de la Revolución Bolivariana y en la voluntad de sus líderes que hoy junto al pueblo van recibiendo los grandes beneficios que fueron sembrados por el Gigante Chávez y hoy Nicolás los vuelve a sembrar y a cosechar. Pensemos solamente en el proyecto constructivo de la GMVV, en que China tiene un accionar múltiple que ya ha permitido sobrepasar la cifra del millón doscientas mil casas construidas y entonces preguntémonos ¿cuántos millones de niños se han beneficiado con una vida más urbana, más segura? ¿A cuántos millones de mujeres jóvenes, mayores o ancianas se les ha aliviado o hecho feliz la vida con sus nuevas casas? ¿Cuántas decenas de millones de camas, de puertas, de ventanas, de llaves de baño, de cocina, de equipos de hogar, de pisos, de techos que debieron ser producidos para garantizar la entrega? ¿Cuánto ha significado para esos cientos de millones de trabajadores y trabajadoras, el empleo fijo en estos últimos años? Son preguntas que deben hacerse constantemente en el discurso que busque el consenso y el comportamiento electoral patriótico.

Sin embargo, lo ocurrido en la OEA hasta el momento en que se escribe este artículo (23 de junio) muestra la vulnerabilidad de los gobiernos miembros de la Alianza del Pacífico y otros espurios para mantenerse en una posición soberana e independentista debido a que están subordinándose indignamente al gobierno y otras instituciones de EEUU, interesadas en derrocar al gobierno venezolano para después apoderarse de los recursos naturales y no renovables del país suramericano. La unidad latinoamericana y caribeña está en peligro porque es uno de los objetivos destructivos de EEUU para evitar que las potencias emergentes extra continentales, como Rusia, Irán, India y China logren consolidar sus presencias económicas y tecnológicas en esta región y cada vez más se reduzca la dominación económica de las corporaciones estadounidenses.

Ante esta dinámica, el factor chino-ruso tiene un significado más relevante. La Cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) o el Foro de San Petersburgo  que acaban de celebrarse con el protagonismo de China y Rusia, respectivamente, así como el anuncio de Vladimir Putin, con el respaldo de China, de conformar una poderosa Unión Euroasiática, o los acuerdos de asociación estratégica de China, entre otros, con Pakistán, con Arabia Saudita, con Polonia y con Uzbekistán son acontecimientos que indican la fortaleza de esa inicial unión euroasiática que a su vez es expresión de la fortaleza económica-tecnológica-militar-financiera que tiene la alianza Chino-Rusa.

Todo lo anterior, en estrecha interacción dialéctica, pudiera dar indicios claros para explicar el porqué de la intensa campaña mediática, financiero-económica y militar imperial contra Venezuela, y a su vez comprender la poderosa base de apoyo que posee el pueblo venezolano para resistir, luchar y vencer.

* Publicado en Barómetro Internacional.

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