Zhao Yu, "La distribución de la tierra" (1948)
Mucho antes de que la Ley de Reforma
Agraria fuese promulgada el 30 de junio de 1950, el PCCh había estado
experimentando con medidas para devolver la tierra a la gran cantidad de
campesinos. Estos experimentos tuvieron lugar allí donde el partido
había sido capaz de mantener una fortaleza suficiente. La imagen
representa a familias campesinas celebrando la escritura por la que
reciben su porción de tierra, por primera vez en la historia de China.
Los cambios introducidos por el Partido Comunista para promover el
desarrollo de la producción agrícola, facilitaron la industrialización
de China.
Extraído del Blog del Viejo Topo
Presentación y comentario previo sobre el texto que sigue
La siguiente entrada del blog forma parte de una serie de contribuciones
publicadas en nuestra bitácora, orientadas a contrarrestar el
imaginario negativo que el anticomunismo ha propagado desde siempre en
relación con lo que se llamó el socialismo real. En este caso, nuestra
mirada y reflexión bloguera se dirige a los logros de la República
Popular China.
Hace unos 30 años, tuve la oportunidad de leer una monografía publicada
por la Universidad de Santiago en 1983. Su autor, José Luis Outes Ruso,
nos brinda en su libro una comparativa entre el desarrollo económico en
la India y la República Popular China. En aquellos momentos de mi vida,
tenía un especial interés en todo lo que se relacionase con la India y
no dejaba de pensar en el parangón con China. En concreto, me planteaba
lo siguiente:
- China comienza su profundo proceso de transformación socialista en 1949, cuando el Partido Comunista gana la guerra que mantuvo con el Kuomintang. La India accede a su independencia el 15 de agosto de 1947. Por tanto, podemos considerar que el desarrollo de China e India son dos procesos paralelos en el tiempo, una vez se convierten en países soberanos en sentido estricto.
- Ambos países arrancan de una estructura social básicamente campesina y en la que además la propiedad de la tierra está mayoritariamente concentrada en manos de una oligarquía agraria, sobre todo en el que caso de China. La mayor diferencia quizás estaba en que con el dominio británico tiene lugar la expansión de las relaciones capitalistas de producción en el campo (Outes, 1983:33), mientras que la China prácticamente salía de una sociedad feudal.
- La presión demográfica era mucho más negativa para China que para la India. Después de la partición con Pakistán, en 1950 la India tiene una población de 370 millones, frente a los 562 que tenía China en el mismo año (ver series demográficas históricas). Cierto que el tamaño de China es el triple que el de la India, pero esto no resta validez a que el problema fuese mayor en China.
- China arranca desde una situación en la que el país está arrasado, después de la guerra contra Japón y de la guerra civil. Es decir, comparativamente también en esto China arrastraba un lastre considerable.
- La India hereda de los británicos una red envidiable red de comunicaciones vital para el desarrollo, inexistente en China. Por ejemplo, una fabulosa red ferroviaria que todavía hoy en día comunica todo el país. Diríase que en esto también partía de una situación más favorable.
En el momento de la independencia, la India cuenta con una amplia base
de cuadros técnicos formados bajo el dominio colonial, algo que no
existía en China. Nuevamente nos encontramos con un factor de mayor
ventaja para la India.
Considerando estos y otros aspectos, y viendo cómo habían evolucionado
ambos países hasta los años 80, la reflexión personal que en aquellos
momentos desarrollaba me convencía de la superioridad incontestable del
modelo socialista. Y fue entonces cuando tuve la oportunidad de leer el
libro de Outes Ruso, que vino a confirmar el resultado de mi reflexión.
Rescatando la obra del polvo de los estantes de mi biblioteca, me he
animado a digitalizar la introducción (páginas 5 a 7 del libro) y el
resumen final (páginas 181 a 190) basado en una vasta y rigurosa
sucesión de pruebas estadísticas cuya reproducción me pareció excesiva e
imposible en el contexto del blog. Para quien tenga interés en el
libro, reproduzco como apéndice el índice del mismo.
Es muy importante que consideremos que la obra de Outes no hace
referencia a la China actual, ya que su análisis abarca hasta el final
de la década de los años 70. Es pues un libro que, en lo que respecta a
China, habla única y exclusivamente de la China socialista en sentido
estricto. No entramos en la polémica de lo que es la China actual ni es
el objeto de esta entrada (téngase muy en cuenta para los comentarios).
El autor, José Luis Outes Ruso, actualmente es Catedrático de Teoría
Económica en la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la
Universidad de Vigo. Se formó en la Universidad de Mainz en Alemania e
hizo su doctorado también en este país, en RWTH Aachen (Aquisgrán). La
referencia de la obra es la siguiente:
José Luis Outes Ruso: Desarrollo Económico en la India y la República Popular China. Estudio de las dos alternativas bajo una perspectiva histórica. Ed. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Santiago de Compostela. Santiago, 1983.
Desarrollo Económico en la India y la República Popular China. Estudio de las dos alternativas bajo una perspectiva histórica.
José Luis Outes Ruso
INTRODUCCION [Páginas 5-7 del libro]
A partir de 1949 India y China ocuparon un puesto primordial en la
discusión sobre la problemática de los países subdesarrollados. El deseo
de numerosos teóricos de estudiar y comparar el desarrollo de dos
países de características similares pero con diferente sistema político,
alcanzaba a casi todas las esferas de las ciencias sociales.
En los años cincuenta estaba de moda en los países de Occidente el
caracterizar a la India y a la China Popular como dos alternativas, bien
diferenciadas, de desarrollo socioeconómico en los países del llamado
“tercer mundo" [1].
Sobre este tema apareció una amplia bibliografía, que, con pocas
excepciones, tenía como conclusión: la China Popular estaba condenada a
ser el perdedor en su competición con la India a pesar de los enormes
esfuerzos que estaba empleando en su intento de superar el
subdesarrollo, independientemente de los éxitos parciales que obtuviera.
Se solía escribir que la democracia en la India posibilitaría un
desarrollo más rápido y continuado que en la China, la cual a
consecuencia de su sistema político no podía ser un ejemplo a seguir por
los países de África y Asia que a raíz de la segunda guerra mundial
comenzaba a liberarse del colonialismo.
En el transcurso de los años se fue perdiendo el deseo de comparación,
la realidad ha echado por tierra los prognósticos de los ideólogos y
apologistas.
Del mismo modo nos encontramos con investigaciones sobre el desarrollo
económico en ambos países a partir de 1949 donde no se hace diferencia
alguna sobre los resultados de la política seguida por cada uno de ellos
para superar el subdesarrollo. [2]
La diferencia entre los resultados en uno y otro país se concretan en el
estancamiento económico de la India y el constante incremento del nivel
de vida en China. Para comprender éste fenómeno de un modo adecuado es
necesario tener en cuenta la estrategia seguida en ambos casos en
estrecha relación con el desarrollo político del sistema.
En el transcurso de la investigación se mostró necesario exponer con
mayor profundidad de lo previsto aspectos fundamentales de los
condicionantes socio-económicos en el pasado. De este modo estábamos en
mejores condiciones de exponer las condiciones del subdesarrollo y los
cambios habidos durante el período al que concretamente se refiere
nuestra investigación.
En la primera parte del trabajo exponemos el desarrollo socio-económico
de la India desde la época de los Moghuls hasta 1947; esta primera
exposición se representa con amplia profundidad por los siguientes
motivos:
- 1) con ayuda del material existente se puede fundamentar la tesis de que el subdesarrollo de la India es ante todo la consecuencia de la opresión colonial;
- 2) el modo en que se manifiesta el subdesarrollo de la India son típicas de aquellos países que se reproducen en condiciones de dependencia;
- 3) el amplio material empírico hacía posible una exposición más amplia de esta fase que en el estudio correspondiente al caso chino.
En la segunda parte nos ocupamos del desarrollo en China sobre todo en
los referente a la situación de la agricultura anteriormente al año
1949. Aquí se exponen entre otras la influencia de las relaciones “casi
feudales” sobre el desarrollo de la producción agrícola y la del capital
extranjero sobre la estructura de la producción.
En los dos capítulos siguientes tratamos el desarrollo económico en
India y China Popular durante los primeros veinte años que siguen a la
Independencia de la India y a la victoria de la revolución socialista en
China. Motivo principal de la investigación son las reformas agrarias
en ambos países, para cuya tarea hemos partido de la estructura interna
de las medidas tomadas y su incidencia sobre el desarrollo económico en
su totalidad.
En los dos últimos capítulos se describen los elementos básicos de la
política de desarrollo industrial practicada en los dos países,
concentrándonos en el caso de la India en la política estatal respecto
la industria —capitalismo de estado—. Aquí tratamos de dar respuesta a
la pregunta de si la política agraria y la industrial no son dos
aspectos relevantes de la misma política a nivel global.
En lo que respecta a la China Popular nos concentramos en la superación
de las antiguas relaciones de producción en la industria y su influencia
sobre la industrialización del país. Paralelamente a esto se expone la
contribución de la agricultura al desarrollo industrial del país así
como la de la industria pesada.
En el anexo hemos introducido tanto material estadístico como documentos
oficiales de la India y la China Popular que consideramos de
importancia como: la “Industrial Policy Resolution” (1956), extractos
del “Programa Común” (China Popular) y de la Constitución de este país.
También hemos elegido por su gran importancia el texto completo de la
Ley de Reforma Agraria de la República Popular China.
[1] H.v.Lehn, Indien und China. Zwei Entwicklungswege, en: Vereinte Nationen, Nr. 2. 1969
[2] Típicos representantes de esta tendencia son: S. Swami, W. W.
Rostow, Kuan I Chen y J.S. Uppal, entre otros. En contraposición a estos
autores cabe citar los trabajos de Ch. Bettelheim, K. Buchanan, W.
Malenbaun donde se expone la problemática del subdesarrollo partiendo de
exámenes profundos donde se tienen en cuenta los condicionantes
históricos.
RESUMEN [Páginas 181 a 190 del libro]
El desarrollo de las economías hindú y china se caracteriza hasta el año 1949 por los siguientes rasgos:
- a) la intensa explotación a la que estaban sometidos ambos países, bien por una o por varias potencias coloniales,
- b) la apropiación y uso no-productivo de una gran parte del excedente económico por una minoría de la sociedad.
La importancia de estos factores está definida por diferentes momentos
históricos. El sometimiento de la India dentro de la esfera de influencia
de Inglaterra, con las consiguientes relaciones de dependencia y
explotación, frenó el papel histórico que debería haber jugado la, en
aquel entonces, todavía no del todo desarrollada burguesía del país
asiático.
Como hemos visto, previamente al sometimiento de la India ofrecia este
país un alto nivel de desarrollo de las fuerzas productivas. Con el
establecimiento del poderío ingles y el uso de una parte considerable
del excedente económico para fines que no potenciaban el desarrollo
económico, se programaba el futuro subdesarrollo.
No fue una casualidad histórica, que el comienzo de la revolución
industrial en Inglaterra coincidiese con el “saqueo” de la India; vemos
pues que un hecho concreto, el establecimiento del poder
político-económico inglés en la India, tuvo dos consecuencias inmediatas
pero de signo contrario: la primera, el subdesarrollo (India), la
segunda, industrialización en Inglaterra (desarrollo) como consecuencia
de la apropiación de una parte del excedente económico de la India.
El proceso de “integración” se reflejaba en un proceso dialéctico con dos
vertientes claramente definidas y contrapuestas: el subdesarrollo y
desarrollo, la industrialización y la pauperización. La liberación de la
clases oprimidas pasaba ahora ya no sólo por la superación de la propia
burguesía nacional sino también por la independencia nacional.
El segundo factor que fomentó el subdesarrollo, fue el papel
colaboracionista que jugó la todavía débil burguesía agraria y la
capitalina, que al amparo de las fuerzas coloniales se apropiaban y
hacían uso improductivo del excedente económico.
Por otra parte la explotación profunda a la que estaba sometido el
campesinado indio y la destrucción de la industria rural agudizaban
todavía más el subdesarrollo.
En China, por el contrario, se constata que la explotación a la que
estaba sometido el campesinado y el uso no productivo de una parte del
excedente económico por parte de las clases propietarias nacionales eran
los factores decisivos para el bajo desarrollo de las fuerzas
productivas. Bajo estas condiciones no es de extrañar que fuese China en
el año 1949 un país en el que la producción agrícola per cápita tuviese
un nivel muy bajo; el empleo de una técnica arcaica tenía que ser
compensada con fuerza de trabajo, lo que a su vez implicaba unos
rendimientos muy bajos.
Esta situación se reflejaba, al igual que en la India, en una estructura
económica débil y con carácter crónico y que se manifestaba claramente
en el hecho de que a pesar de ser un país agrícola, la agricultura no
jugaba su papel de potenciador del desarrollo económico.
El carácter “casi feudal” ‘de la sociedad china favoreció en el siglo
pasado la inclusión de este país en la esfera de influencia de las
potencias coloniales europeas, las cuales frenarían el desarrollo
socio-económico de este país. Este papel negativo de las potencias
occidentales en China no fue sin embargo tan negativo como en el caso de
la India, no por último debido a la fuerte competencia existente entre
los países de Occidente sobre suelo chino.
El crecimiento demográfico fue durante largos períodos de tiempo
relativamente bajo, tanto en China como en la India, lo que nos indica
aún más claramente que: a) el nivel de desarrollo de las fuerzas
productivas era muy bajo, b) que el bajo abastecimiento de la población
con productos alimenticios no se debía en primer término al crecimiento
excesivo de la población.
En nuestra exposición del desarrollo económico de ambos países después
de la independencia de la India el 15 de Agosto de 1947 y de la llegada
al poder del gobierno revolucionario el 1 de Octubre de 1949 en China,
nos hemos concentrado en el análisis de los cambios habidos en el sector
agrario.
Mientras que estos tenían en la India un carácter típicamente
estabilizador del sistema capitalista, eran en China una parte
fundamental de una política que tenía como tarea inmediata la abolición
de la propiedad privada sobre los medios de producción.
La meta inmediata de la política agraria hindú a partir del año 1947 fue
la de introducir los cambios necesarios, y mínimos, que favoreciesen la
industrialización, pero que lógicamente no afectasen los intereses de
los grandes propietarios. Con la pretendida desaparición de las
relaciones “casi-feudales” existentes en el campo, se perseguía un
desarrollo capitalista de la agricultura, que a su vez debería ser
secundado por un desarrollo capitalista en los restantes sectores de la
economía.
A pesar de un desarrollo considerable de la producción agrícola a partir
de la independencia, se puede constatar que la agricultura no cumplió,
en la medida esperada, con su misión de convertirse en el sector base
del desarrollo económico. El nivel de abastecimiento de la población con
productos alimenticios apenas se diferencia en la actualidad del nivel
existente en el año 1947. En algunos casos incluso ha empeorado, debido a
los mecanismos de distribución de la economía de mercado. La
legislación agraria de la India tenía un “carácter nominalmente
progresista”, lo que en práctica se demostró aún mejor con el hecho de
que fuesen aquellas mismas fuerzas que promulgaron las leyes, las que
impedirían que no se llevasen a la práctica.
No fueron pues los campesinos los que decidieron su propio futuro, sino
los propietarios los que una vez más decidían sobre las masas
desposeídas.
El diferente carácter de la política agraria en un país y en el otro se
refleja en el desarrollo de la producción de cereales per cápita.
La tabla muestra una diferencia considerable entre el desarrollo
absoluto y relativo de la producción de cereales en ambos países.
La clase dominante de la India ha intentado salvar la contradicción
existente entre propietarios y los no propietarios con propuestas
“verbalistas y radicales”, como pueden ser la famosa frase de Indira
Ghandi “acabemos con la pobreza” y las promesas confusionistas de la
construcción de una sociedad “socialista”.
Una política verbalmente tan “radical” no se puede mantener a largo
plazo, sobre todo si en la práctica va en contra de los intereses de las
masas populares. Sólo se podrá intentar y llevar a cabo bajo unas
condiciones concretas de dictadura (y no lejos de ello se encontraba el
‘régimen de Indira Ghandi en sus últimos años) en la que las amplias
capas de la población no tienen posibilidad alguna, al menos en el marco
oficial, de defenderse de tal política. Pero incluso en una democracia
parlamentarista es peligroso jugar a la demogogia como se ha hecho en la
India en los últimos años. Los cambios habidos, al menos en lo que
respecta a los partidos que forman el gobierno pueden ser un indicio de
que incluso ciertos sectores de la clase dominante consideraban
peligroso el argumentar con metas que son contrarias a las de la clase
en el poder.
En contraposición a la situación en la “mayor democracia del mundo”,
como se califica a menudo a la India, encontramos que los cambios
substanciales que tuvieron lugar en China fueron la consecuencia de la
estancia en el poder del “legislativo revolucionario”.
La eliminación de la propiedad privada sobre los medios de producción y
la formación de las cooperativas fueron acompañadas de un aumento
constante de la producción agrícola, con lo que no sólo se aseguraba el
poder revolucionario, sino que además se conseguía una base amplia que
asegurara la industrialización del país.
Los cambios socio-económicos influyeron ampliamente sobre el desarrollo
de la producción agrícola, pues estos hacían posible la participación
del campesinado en tareas que ahora consideraban suyas, como podrían ser
trabajos de ampliación de regadíos, incremento de la superficie
cultivada etc.
El bajo nivel de la ‘producción industrial china en el año 1949 hizo
necesario llevar a la práctica una política económica que hiciese
posible:
- a) una profunda reestructuración de la producción, con lo que se pretendía forzar el crecimiento y el desarrollo económico utilizando la capacidad de producción existente y que a corto plazo se podría considerar como constante. Esta es la base de la política: con lo mismo producir más de lo que más se necesita por la mayoría.
- b) un aumento constante de la tasa de inversión. De los aspectos cuantitativos del desarrollo de la RP China es este sin duda el que más discusión provoca, entre otros motivos debido al alto nivel alcanzado por la tasa de acumulación que supera con mucho a la de los demás países subdesarrollados.
Un reflejo del bajo nivel de desarrollo de la economía china (por
analogía también el de la hindú) nos lo ofrece el hecho de que en el año
1956, el fabricar un nuevo par de zapatos para cada habitante hubiera
significado que la renta nacional aumentase en un 6%. [1]
El problema fundamental a solucionar era pues, como satisfacer las
necesidades primarias de la población lo antes posible; asegurar en un
corto plazo de tiempo una oferta suficiente de alimentos per cápita,
viviendas y una asistencia médico-sanitaria y una cultura adecuada.
La estructura de la producción existente en el año 1949 no era la más
apropiada para poder salir en el espacio de tiempo más corto posible del
atraso económico en que se encontraba. El peso excesivo de la industria
de bienes de consumo tuvo que ser contrarrestada por una alta tasa de
inversión, sin la cual el desarrollo y el crecimiento económico no podía
estar asegurado. Esta es otra de las características que más
diferencian la alternativa china de la de la India: mientras que el
proceso de industrialización chino es equilibrado —entendiendo por
“equilibrado”, una situación en la que ni el sector de bienes de consumo
ni el de bienes de inversión muestre una preponderancia tal que impida
el desarrollo económico — no se puede decir lo mismo del desarrollo
industrial de la India, que está caracterizado por una preponderancia
del sector de bienes de consumo, y dentro de éste por un acentuado peso
de la industria de artículos de lujo. Esto condujo a la economía hindú a
prescindir constantemente de un crecimiento y un desarrollo más alto y
que bajo otras condiciones político-económicas hubiese podido ser
alcanzado.
Esta estructura propició un desabastecimiento permanente de amplias
capas de la población con artículos de primera necesidad. Como
consecuencia se constata que el abastecimiento de bienes de consumo per
cápita es menor que en China, a pesar de que la participación de la
industria ligera en la producción global es mayor en India que en China.
El acoplamiento de la política agraria y la política industrial hizo
posible que ambos sectores de la economía se apoyasen mutuamente, de
modo que el incremento de la producción industrial (pesada y ligera)
tenía como consecuencia un abastecimiento un aumento de la población con
artículos de primera necesidad.
El desarrollo económico de la China en los últimos 25 años ha demostrado
que sí es posible que un país subdesarrollado consiga simultáneamente
—y bajo determinadas condiciones socio-económicas- dos objetivos de
desarrollo económico que a muchos teóricos en un principio les parece
imposible: industrializar el país a un ritmo acelerado, garantizando al
mismo tiempo un aumento constante del nivel de vida de amplias capas de
la población.
Desde el momento en que el uso de los recursos naturales y el empleo de
las fuerzas productivas en el proceso de producción ya no depende de una
minoría (la clase propietaria que antepone sus intereses particulares a
los de la mayoría de la población) se puede llevar a la práctica una
política económica que estando en función de los intereses de la
sociedad, sin que ello implique un descenso del nivel de vida de la
población, sino todo lo contrario.
Otra diferencia fundamental en el desarrollo de ambos países radica en
las medidas tomadas por sus respectivos gobiernos en lo que respecta a
la actuación de las poderosas empresas extranjeras radicadas en estos
países. Mientras que China siguió una política, cuyo objetivo era
eliminar el poder del capital extranjero, el gobierno de la India, por
el contrario se conformó con garantizar a las empresas extranjeras
operantes en el país el seguir desarrollándose en ramas importantes de
la economía aunque esto tuviese lugar a costa del propio desarrollo de
la economía.
Estas potentes empresas extranjeras no han favorecido el desarrollo, a
lo único a que han contribuido fue a crear una estructura de producción
determinada y a fomentar altas ganancias pero no, por supuesto, a crear
una industria moderna que apoyase el desarrollo industrial de la India.
Los cambios socio-políticos operados en ambos países desde 1949 son
claros: en China tuvo lugar una revolución socialista en el marco de la
cual se llevaron a cabo cambios fundamentales; el problema alimenticio
se resolvió al cabo de pocos años, y el país se encuentra en una vía de
desarrollo que le permitirá en algunos años ser contado entre la grandes
potencias industriales, y no sólo por el volumen de mercancías
producidas, sino también por la tecnología empleada en el proceso de
producción y la propia estructura de ésta.
Además este desarrollo, sin duda peculiar, fue llevado a cabo por la
propia China exceptuando la ayuda de la Unión Soviética durante los años
50, lo que no deja de ser simbólico, pues se ha demostrado en la
práctica que todo pueblo, por muy atrasadas que sean sus estructuras y
por mucha población de que disponga puede salir por sus propias fuerzas
de una situación de hambre, miseria y emigración.
Los índices de desarrollo de la producción industrial para ambos países
nos dan una idea del desarrollo, así como la diferencia de crecimiento
general entre ambos países.
Estos datos estadísticos no nos deben hacer olvidar el hecho de que
todavía hoy China es un país subdesarrollado; sin embargo como dice un
conocido refrán chino: "la marcha más larga comienza dando un primer
paso". Y ésta es la tarea histórica que tiene planteado el socialismo
chino en la actualidad.
En la India por el contrario se opera a menudo con frases sin “ningún
contenido real”, como puede ser el de “socialistic pattem of society”,
conceptos —-que como ya hemos expuesto arriba— no dejan de ser simples
“slogans publicitarios” de un sistema que se niega a presentarse tal y
como es. Ante esto cabe preguntarse, cuándo llegará el día en que los
obreros y los campesinos de la India tomen a sus gobernantes en serio y
se pronuncien por la construcción del “camino socialista característico
de la India” tan cacareado por los políticos pero que, lógicamente, no
existe todavía como tal. Pensamos que el pueblo hindú no podrá ser
eternamente engañado por los mismos señores. No es nuestra misión, sin
embargo hacer futurología: el pueblo tiene la palabra.
[1] S.J. Patel, Growth in lncome and lnvestment in India and China,
1952-60, en: The Indian Economic Review, Nº 3, Vol. III, 1957, pág. 63.
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