Por Francisco Farina
Este domingo se celebrarán elecciones en Cuba. Como cada dos años y medio, se elegirán las y los delegados y candidatos para la Asamblea de Poder Popular. Aquí, un recorrido por esta costumbre prácticamente desconocida o intencionadamente tergiversada.
Cuando se marca un contexto de elecciones, los señalamientos respecto de la “falta de democracia que reina en Cuba” parecen derrumbarse ante un proceso democrático altamente participativo. Gusanos (o intentos de ello) abstenerse, la Isla viene desarrollado un espacio democrático y popular (también en las urnas) que no es muy difundido por los grandes medios, pero que vale la pena conocer de cerca.
El capítulo 3 de la Constitución lo explica bien claro: “En la República de Cuba la soberanía reside en el pueblo, del cual dimana todo el poder del Estado. Ese poder es ejercido directamente o por medio de las Asambleas de Poder Popular”. Allí también se agrega que “el socialismo y el sistema político y social revolucionario establecido en esta Constitución (…) es irrevocable, y Cuba no volverá jamás al capitalismo”. Este fragmento surgió luego de un plebiscito popular que tuvo lugar en junio de 2002, cuando 8.198.237 personas ratificaron el carácter socialista de la Constitución frente a manifestaciones injerencistas y ofensivas del presidente de los Estados Unidos.
De la misma forma lo explicó Raúl Castro en la última Cumbre de las Américas: “El 77% de la población cubana nació bajo los rigores que impone el bloqueo, más terribles de lo que se imaginan, incluso, muchos cubanos, pero nuestras convicciones patrióticas prevalecieron, la agresión aumentó la resistencia y aceleró el proceso revolucionario”. Para luego agregar que “eso sucede cuando se hostiga al proceso revolucionario natural de los pueblos. El hostigamiento trae más revolución, la historia lo demuestra y no sólo en el caso de nuestro continente o de Cuba”.
Las vías de la democracia participativa
Pasemos ahora a la metodología y forma de democracia en la isla. Para la prensa y los intelectuales hegemónicos, el unipartidismo en Cuba es sinónimo de “dictadura”, “régimen” o, en el mejor de los casos, “falta de libertades políticas”. Es cierto que existe un solo partido: el Partido Comunista de Cuba que, también, según la Constitución en su capítulo 5, se lleva adelante como la “vanguardia organizada de la nación cubana, es la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado, que organiza y orienta los esfuerzos comunes hacia los altos fines de la construcción del socialismo y el avance hacia la sociedad comunista”.
Sin embargo, la democracia en Cuba es aún mucho más participativa y representativa que en los sistemas parlamentarios o presidenciales que llevan adelante en los países del “primer mundo”. También es cierto que la “democracia” –como se la entiende en occidente– adopta diversos mecanismos en su forma representativa; por ejemplo, en la Argentina la población vota a su presidente de forma directa, mientras que en Estados Unidos se vota a representantes de partidos para que estos, posteriormente, voten por un presidente.
Respecto de Cuba, el proceso electoral pos revolución data de 1976. A diferencia de diversos lugares del mundo, en Cuba el voto es libre y no obligatorio. A pesar de eso, el porcentaje de participación siempre ha sido mayor al 95%. En 1992 se modificó la ley electoral y se estableció la metodología actual y que tendrá su próxima cita este 19 de abril.
Este domingo entonces se realizarán elecciones parciales (realizadas cada dos años y medio), en las que se elige a los delegados a las Asambleas Municipales del Poder Popular y sus presidentes y vicepresidentes. Pero el proceso es algo más extenso: en primer lugar, se realizan asambleas en los distintos barrios –más específicamente en las circunscripciones, unidades que abarcan unas once manzanas promedio– para la nominación de candidatos. No se trata de políticos de profesión, sino de ciudadanos elegidos y reconocidos por sus vecinos para representarlos y viabilizar la solución de los problemas.
“Más de 46 mil 300 asambleas de nominación de candidatos a delegados al Poder Popular se han realizado”, detalla el portal CubaDebate. “Es este el momento más importante de la elección, incluso mayor que el acto de votar, pues si no se propone al que mejor se desempeñará, no podrá ser elegido”, puede leerse. “Con una asistencia a las asambleas de nominación del 75.46 % de los electores, se nominaron 27.379 candidatos y de ellos son mujeres 9.815 y jóvenes 5 448, el 35.84 % y 19.89%, respectivamente” informó el diario Granma. También existen elecciones generales, que se realizan cada cinco años y en las que se elige, principalmente, a los diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular.
Siguiendo con los lineamientos a los que nos acostumbra la democracia por estos pagos, hay dos aspectos que resultan llamativos del proceso democrático en Cuba. Por un lado, la inexistencia de publicidad y campaña electoral paga. La única propaganda resulta ser la propia historia de vida y biografía del nominado. El mismo artículo de CubaDebate explica que “concluido el proceso de nominación, los días 30 y 31 de marzo se publicarán las biografías y fotos de los candidatos en lugares de mayor afluencia, para el conocimiento de los electores”.
Por otro lado, a diferencia de los países donde en las elecciones entra en juego un lugar de poder económico y de gestión de negociados por lo que las urnas están custodiadas por las fuerzas de seguridad, en Cuba las urnas están resguardadas por niños, niñas y adolescentes con su uniforme escolar.
Otro rasgo de este proceso electoral es la necesidad, para ser elegido delegado, de obtener más del 50% de los votos. En caso contrario se realiza una segunda vuelta con los candidatos más votados. Por último, están estipulados distintos periodos de rendición de cuentas para con los vecinos a lo largo del mandato con la posibilidad de revocabilidad del delegado.
Este domingo, más de ocho millones de cubanas y cubanos van a dejar su voto en las urnas. Una vez más, Cuba refrendará su revolución y el socialismo.
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