Declaración del Comité Internacionalista para la Solidaridad de Clase (CISC)
(El texto íntegro se encuentra en: http://solidarite-classe.blogspot.com/)
Aniversario tergiversado de la Liberación de París, conmemoraciones groseramente partidistas del Tratado de No Agresión germano-soviético,
de la apertura del Muro de Berlín, de la proclamación de la República
Popular China o de la Revolución Cubana de 1959: arrimando el ascua a su
sardina, truncando los hechos y practicando desvergonzadamente las
amalgamas más indecentes, los estrategas de la contrarrevolución ideológica permanente han organizado
cuidadosamente su ballet mediático hecho de recocido anticomunismo, de
banal antisovietismo, de rusofobia llena de odio y de xenofobia sin
límites.
Están tan seguros de sí mismos que excluyen
“democráticamente” las voces discordantes de los grandes medios
estatales y de la gran prensa privada monopolizada por los amos del gran
capital.
Los objetivos de esta campaña política travestida en “deber de memoria” son claros:
1º) Con respecto a la resistencia armada comunista francesa,
se trata de minimizarla o de criminalizarla directamente, borrando el
hecho principal de que los comunistas franceses comenzaron a resistir al
fascismo mucho antes de la declaración de guerra de 1939 (lanzamiento
del Frente Popular antifascista, organización de las Brigadas
Internacionales de España por iniciativa de la Internacional Comunista y
rechazo de la “no intervención” decretada por Leon Blum, denuncia del
Pacto de Munich, llamamiento clandestino a la resistencia lanzado por
Charles Tillon desde el territorio nacional el 17 de junio de 1940 en
nombre del PCF, Llamamiento Thorez-Duclos del 10 de julio de 1940,
incluida la frase histórica “Jamás un gran pueblo como el nuestro será
un pueblo de esclavos”…) y que, con gran diferencia, fueron las
organizaciones FTPF y FTP-MOI, creadas por iniciativa del PCF
clandestino, la punta de lanza de la Resistencia Armada interior
coronada por la insurrección parisina de Agosto de 1944, sin olvidar a
los maquis del Limousin y la gran huelga patriótica de los mineros del
Norte convocada por el PCF y la CGT en mayo y junio de 1941: además, sin
minimizar de ninguna manera la contribución de las otras fuerzas
resistentes del interior y del exterior, son los comunistas y los
cegetistas quienes más sufrieron los fusilamientos de masas de
Châteaubriant, de la Ciudadela de Arras y del Mont Valérien, por hablar
solo de ellos; el objetivo de los conjurados del anticomunismo
contemporáneo es, sin lugar a dudas, aprovechando la avanzada edad de
los combatientes de la Resistencia, privar a los comunistas franceses de
su legitimidad patriótica: por eso procuran ocultar la contribución
decisiva de los comunistas a la elaboración del programa del Consejo
Nacional de la Resistencia, que dio como resultado los avances sociales y
democráticos de los que los ministros comunistas de 1945/47 fueron los
principales artífices: primera forma de SMIG [salario mínimo], estatuto
de los mineros, estatuto de los funcionarios, nacionalización del
subsuelo (Mauricio Thorez), nacionalización de EDF, Renault y SNECMA
(Marcel Paul, Charles Tillon, François Billoux ), Seguridad social,
pensiones por reparto, Código Laboral, comités de empresa,
generalización de los convenios colectivos (Ambroise Croizat),
renacimiento democrático de la Educación Nacional y de la Investigación
Pública (Henri Wallon, Frédéric Joliot-Curie…), todos estos logros de la
civilización que hizo posible el proyecto del CNR de “poner al mundo
del trabajo en el centro de la vida nacional” son hoy en día destruidos
metódicamente, en nombre de la “construcción” europea, por los sucesivos
gobiernos de Maastrichtianos, los cuales se entiende fácilmente por qué
apoyan de tapadillo las campañas anticomunistas: denigrar y ensuciar el pasado es indispensable para impulsar los retrocesos actuales y futuros…
2º) Con respecto al Tratado de no agresión soviético-alemán de 1939,
se trata de presentarlo tergiversado, como si hubiera consistido en una
“alianza de los totalitarismos contra las democracias”; sin embargo, en
la década de 1930, la URSS no había cesado de proponer una alianza
militar antihitleriana a las democracias burguesas occidentales; pero
éstas habían preferido, por antisovietismo e inconfesable simpatía de
clase hacia los regímenes fascistas violentamente antiobreros,
antisoviéticos y anticomunistas, respaldar a Mussolini, favorecer la
rebelión franquista y dejar que Hitler desplegara todas sus rapiñas,
desde el rearme oficial al Pacto de Munich, pasando por el Anschluss
de Austria. Objetivamente, si no quería verse aislada frente al
conjunto del mundo capitalista –no solo los nazis sino las “democracias”
occidentales en vías de fascistización e incluso optando por la “guerra
extraña” y luego por la derrota en 1939/40-, si además quería evitar
quedar atenazada entre los fascistas occidentales y la dictadura
militar-fascista de Japón (“Pacto Anti-Comintern”), a la URSS no le
quedaba otra posibilidad que dividir el amenazador frente antisoviético
de las potencias imperialistas occidentales, ganar tiempo para armarse,
tratar de alejar lo más a la amenazante Wehrmacht de sus fronteras
occidentales.
Por lo tanto, resulta escandaloso (¡y lleno de ingratitud
histórica!) intentar amalgamar bajo el nombre de “totalitarismo” al
Tercer Reich exterminador y al país que, a costa de enormes sacrificios,
destruyó la Wehrmacht desde Stalingrado hasta Berlín, y que soportó
durante mucho tiempo la mayor parte del peso de la guerra antifascista,
la cual le costó casi 30 millones de muertos. Durante ese tiempo, la
burguesía francesa, algunos de cuyos herederos continúan dirigiendo el
aparato estatal y el CAC-40, colaboraba en el desmantelamiento de
Francia, mientras que la SFIO [la socialdemocracia], junto con la
derecha y los radicales, había participado en el persecución
anticomunista en Francia (decreto de Sérol de abril de 1940, castigando
la propaganda comunista ¡con la pena de muerte!), mientras que los
Estados Unidos de América se demoraron en abrir el “segundo frente”
contra Hitler hasta el momento en que el grueso de las fuerzas alemanas
concentradas en el Este ya se estaba derrumbando, de Leningrado a Kursk y
hasta Berlín (gracias a la acción en solitario de los soviéticos ),
ante el irresistible empuje del Ejército Rojo obrero y campesino.
Es
lamentable, vergonzoso para la actual intelectualidad francesa y para
los medios dirigentes de la Educación Nacional que, de ahora en
adelante, la mayoría de los jóvenes franceses puedan creer de buena fe
que Hitler y Stalin fueron amigos durante la guerra (!), que fueron
principalmente los anglosajones quienes ganaron la guerra, que la
Resistencia francesa luchó solo por el honor (cuando asestó golpes muy
duros al ocupante y liberó a París en lo esencial con sus propias
fuerzas) mientras que el general de Gaulle declaró francamente en 1946: “los franceses saben que la Rusia soviética ha jugado el papel principal en su liberación“.
¡Cómo calificar de otra manera que como negacionista esta empresa
permanente de falsificación de la historia que minimiza, niega, incluso
demoniza las hazañas de la URSS sin las cuales el nazi-fascismo aliado
con los militaristas japoneses y apoyado por el llamado “Estado francés”
de Pétain se habría adueñado indudablemente del mundo y sin las cuales
no podríamos discutir libremente hoy en día! (…)
Por la dirección nacional de la CISC , Pierre Pranchère , presidente honorario, ex diputado, ex resistente de FTPF, Jean-Pierre Hemmen , presidente ejecutivo de la CISC, hijo de Resistente Fusilero, Vincent Flament, secretario general y editor en jefe de Solidarité de clase, Madeleine Dupont, tesorera nacional, Georges Gastaud, secretario internacional, hijo de un resistente gaullista.
En particular, se solidarizan con este texto: Léon Landini,
antiguo oficial de FTP-MOI, Medalla de la Resistencia, Oficial de la
Legión de Honor, condecorado por la URSS por actos de la Resistencia,
Presidente de la Amicale Carmagnole-Liberté, Presidente Nacional del Polo del Renacimiento Comunista en Francia (92); Annie Lacroix-Riz, profesora emérita de historia contemporánea, historiadora (París VII); Jacques Kmieciak , periodista, activista de CGT, presidente de la Asociación Amigos de Edward Gierek (62); Annette Mateu-Casado , coordinadora nacional del PRCF, hija de combatientes comunistas antifranquistas (66); Fadi Kassem, subsecretario nacional de la PRCF, asociado de historia (78); Gilda Guibert , asociada de historia, animadora de los Cafés Marxistes (París); Jany Sanfelieu, activista del PRCF, hija de un luchador republicano español antifascista (89); Aurélien Djament, matemático, sindicalista del CNRS (59); Jean-Claude Houseaux, doctor (84); Didier Olmos, activista del PRCF (18); Marie-France Fovet, activista internacionalista (56); Gilliatt de Staërck, conductor, responsable nacional de los Jóvenes por el Renacimiento Comunista en Francia (22); Stéphane Sirot , historiador del sindicalismo y del movimiento social (59); Anna Persichini , activista sindical de la metalurgia (06); Anne-Marie Coustou , profesora de historia jubilada; José Minard, trabajador de la construcción jubilado, gerente de PRCF del Boulonnais;Ekin Tek, activista comunista (75);; Benoit Foucambert , profesor (81); Laurent NARDI, concejal de Passy (74)
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