En
este mundo donde impera el capitalismo y el imperialismo salvaje, la
mujer trabajadora ocupa el último eslabón de la cadena.
Sobre ella recae una triple explotación:
primero dentro del ámbito familiar,
segundo dentro del ámbito laboral
y, por último, dentro del ámbito
social.
La
Revolución Soviética
El
cambio de estatus de la mujer ha sido una de las transformaciones
sociales más importantes en todas las regiones de la URSS. La
Revolución trajo consigo la plena igualdad legal y política para
las mujeres: la industrialización proporcionó la base económica
para un salario igual. Pero en cada pueblo y aldea las mujeres aún
tuvieron que luchar contra costumbres centenarias. Por ejemplo,
llegaron noticias de un pueblo de Siberia en el que, después de que
las granjas colectivas otorgaran la independencia económica a las
mujeres, éstas convocaron una huelga en protesta por el maltrato
físico a las mujeres y acabaron con esa costumbre consagrada en una
semana.
Las
trabajadoras iniciaron la Revolución en Febrero del 17
El
8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, las mujeres
de Petrogrado salieron a las calles a demandar igualdad de derechos,
el sufragio universal y el fin de la autocracia. “En
febrero de 1917, el 47% de la clase obrera de Petrogrado eran
mujeres.
Muchos hombres estaban en el frente”. “Las
obreras eran mayoría en la industria textil, del cuero y del caucho,
y numerosas en oficios que antes habían tenido vedados: los
tranvías, las imprentas o la industria metalúrgica, donde había
unas 20.000. Las obreras eran también madres: debían garantizar el
pan de sus hijos. Y, antes de ir a la fábrica, hacían interminables
colas (unas 40 horas semanales) para conseguir algo de comida,
acampando durante la noche, en pleno invierno ruso”.
“Unos
50.000 trabajadores, obreras y obreros respondieron al llamamiento
bolchevique para exigir al gobierno “paz y pan”; respondieron a
sus llamadas a manifestarse y declarar la huelga. Las protestas se
sucedieron durante semanas, sin que la represión lograse aplacarlas.
Antes que disparar a los manifestantes, algunos de los soldados
prefirieron fusilar a sus oficiales y unirse a los motines.
“A las exigencias de 'Pan' se le unen las consignas de
'Abajo el zar' y 'Abajo la guerra', la policía hubo levantado los
puentes que separan los barrios obreros del centro, pero el río Neva
todavía está helado y miles de huelguistas se atreven a cruzarlo”.
“Las
obreras tomaron la iniciativa, rodearon a los cosacos con una
compacta cadena humana.
Gritaban: “Nuestros esposos, padres y hermanos están en el frente”.
“Y aquí soportamos el hambre, la carga de trabajo, los
insultos, las humillaciones y los abusos. Ustedes también tienen
madres, esposas, hermanas e hijos, ¡exigimos pan y el fin de la
guerra!”.
Los
oficiales, temiendo la influencia de la agitación sobre los
cosacos, dieron una orden. Los cosacos se prepararon. Todos
corrieron a cubrirse, agarrando piedras o piezas de metal, listos
para lanzarlos. Sin embargo, los cosacos cabalgaron,
pasaron sin atacarnos; luego dieron media vuelta y regresaron.
Las masas los saludaron con gritos de “¡Viva!, pese a que el
corazón no podía creerlo y la mente dictaba precaución”.
Después de extenderse las huelgas por la capital y
Moscú, abdicó el zar.
Según
el testimonio de Clara Zetkin, los bolcheviques concedían mucha
importancia a lo que entonces se denominaba “la cuestión de la
mujer”, aunque en los años anteriores a la revolución se negaron
a crear organizaciones específicas dentro de su partido por temor a
alentar divisiones en la unidad de la clase trabajadora. Los hechos
de 1917 corrigieron definitivamente ese error.
Lenin,
en conversación con Clara Zetkin reafirmó estos hechos:
“En
Petrogrado, aquí en Moscú, en otras ciudades y centros industriales
las mujeres actuaron espléndidamente durante la revolución. Sin
ellas no habríamos salido victoriosos. Apenas. Ésa es mi opinión.
¡Qué valientes fueron y qué valientes son!” “Es
importante para las mujeres y el mundo: demuestra la capacidad de las
mujeres, el enorme valor que su trabajo tiene en la sociedad”,
aseguraba. “Muy pocos hombres, incluso en el proletariado, se dan
cuenta de cuántos esfuerzos y problemas podrían ahorrar a las
mujeres, e incluso eliminar, si prestasen ayuda en el 'trabajo
femenino' [doméstico]”,
“Debemos
erradicar la vieja idea del viejo 'dueño y señor' hasta su última
raíz,
por pequeña que sea, en el partido y entre las masas. Ésa es una
nuestras tareas políticas, así como la urgentemente necesaria tarea
de formar una plantilla de camaradas, hombres y mujeres, entrenados
en la teoría y en la práctica, para desarrollar la actividad del
partido entre las mujeres trabajadoras”.
Alexandra
Kollontái, en la
Primera Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas celebrada en
Stuttgart en 1907 ya
pronosticó:
“Un
nuevo peligro amenaza la dominación de la burguesía, las
trabajadoras están adoptando con decisión el camino de la
organización internacional de clase. Los oprimidos, los esclavos
sumisos humildemente inclinados ante la omnipotencia del Moloch
moderno del capital están, bajo la influencia de la reactivación de
la doctrina socialista, levantando la cabeza y levantando su voz en
defensa de sus intereses como mujeres y sus intereses comunes de
clase”.
El
cambio bolchevique a nivel mundial en cuanto a la Liberación
Socialista de las trabajadoras.
Ya
se han cumplido los CIEN AÑOS del triunfo de la REVOLUCIÓN
BOLCHEVIQUE y con ella el triunfo de las mujeres soviéticas sobre la
opresión del zarismo y el capital como obreras y campesinas. La
lucha por alcanzar la igualdad política de las mujeres obreras es
parte de la lucha global de la clase obrera. Y con el triunfo de esta
lucha todas las mujeres alcanzan sus derechos.
En
1917, con el poder de los Soviets (Consejos obreros/as y
campesinos/as), guiados por el Partido Comunista Bolchevique, por
primera vez en el mundo, una mujer -Alejandra Kollontay- forma parte
del Gobierno de un Estado y con la responsabilidad no poco importante
de Comisaria del Pueblo para la Asistencia Pública
(Ministra).
Por
primera vez, se introduce el Matrimonio voluntario y el
Derecho al Divorcio a requerimiento de cualquiera de los
conyugues y no solo del hombre; la obligación de manutención del
padre hacia los hijos hasta los 18 años aunque la relación con
la madre hubiese sido breve. Se elimina la distinción entre hijo
legítimo e ilegítimo asegurando con ello la no discriminación
de menores ni de madres.
En
las grandes propiedades, el Estado Socialista construyó comedores y
lavanderías populares, casas de maternidad, guarderías y
parvularios, escuelas, centros de planchado y reparación de ropas,
etc., liberando a la mujer de las tareas domésticas. Estas pasaban
así a manos del Estado liberando a la mujer de la esclavitud del
hogar. Para ello, ayudó la abolición del derecho de herencia y con
ello se posibilitó que los niños y niñas, no solo de los ricos,
fueran criados en ambientes sanos y alegres, eliminando en las madres
los estados de ansiedad que crea el cuidado y la atención de los
hijos.
En
1920, se despenalizó el aborto pasando a ser un derecho
gratuito a realizarse por el servicio público de salud.
Se potencia la importancia del parto sano para la mujer. Como
el hombre, ella tiene el derecho de participar activamente como
fuerza productiva y para ello debe estar en las mejores condiciones
posibles de salud. Tiene el derecho de recibir del Estado lo mismo
que el hombre. La mujer deja de ser solo el instrumento para criar
hijos al formar parte integrante de los deberes y derechos del
colectivo social del Estado de las trabajadoras y trabajadores.
Se
aplicó el mismo salario para igual trabajo entre hombres y mujeres,
se crearon guarderías en las fábricas así como aseos y comedores,
derechos aun no conquistados plenamente bajo el capitalismo; con la
Revolución de octubre se fomentó la formación de mujeres para
establecer iguales cualificaciones que el hombre y participaron
activamente en los comités de los sindicatos y en los diferentes
comités de control donde llegaron alcanzar un alto porcentaje. La
salud y la educación fueron gratuitas lo que permitió a las niñas
participar en igualdad de condiciones en las escuelas.
Se
tomaron medidas para liberar a las mujeres de tareas como el cuidado
de los niños, cocinar y limpiar. En las décadas de 1920 y 1930,
frecuentemente se permitía a las mujeres tomarse un descanso de unos
cuantos días en forma de licencia menstrual. En la historia de la
protección a la mujer obrera, la
URSS fue probablemente única en esto.
Se establecieron
guarderías y cocinas comunales en barrios y en grandes factorías.
Hacia 1920-21, 12 millones de personas comían en cafeterías
comunales (más del 80% de la población de Petrogrado y 93% de la
población de Moscú).
Inmediatamente
después de la revolución, el gobierno lanzó una campaña para
brindarle a las trabajadoras instalaciones sociales y culturales y
servicios comunales, y para atraerlas a programas educativos y de
capacitación. El Código Laboral de 1918 garantizaba un receso
pagado de media hora al menos cada tres horas para alimentar a un
bebé. Para su protección, durante el embarazo y la lactancia las
mujeres tenían prohibido el trabajo nocturno y las horas extras.
Esto implicó una lucha constante contra algunos administradores
estatales que veían en estas medidas una carga financiera
adicional.
La mayor conquista legislativa de las mujeres trabajadoras fue el programa de seguro de maternidad de 1918 diseñado e impulsado por Alexandra Kollontai, la ley otorgaba ocho semanas de licencia de maternidad plenamente remunerada, recesos para la lactancia e instalaciones de descanso en las fábricas, servicios médicos gratuitos antes y después del parto y bonos en efectivo. El programa estaba administrado por una Comisión para la Protección de Madres e Infantes —adjunta al Comisariato de Salud— y encabezado por la doctora bolchevique, Vera Lebedeva. Con su red de clínicas de maternidad, consultorios, estaciones de alimentación, enfermerías y residencias para madres e infantes, este programa fue quizá la innovación más popular de todas las del régimen soviético entre las mujeres rusas.
La mayor conquista legislativa de las mujeres trabajadoras fue el programa de seguro de maternidad de 1918 diseñado e impulsado por Alexandra Kollontai, la ley otorgaba ocho semanas de licencia de maternidad plenamente remunerada, recesos para la lactancia e instalaciones de descanso en las fábricas, servicios médicos gratuitos antes y después del parto y bonos en efectivo. El programa estaba administrado por una Comisión para la Protección de Madres e Infantes —adjunta al Comisariato de Salud— y encabezado por la doctora bolchevique, Vera Lebedeva. Con su red de clínicas de maternidad, consultorios, estaciones de alimentación, enfermerías y residencias para madres e infantes, este programa fue quizá la innovación más popular de todas las del régimen soviético entre las mujeres rusas.
Con
respecto a la prostitución el Estado Socialista estableció que “una
mujer de la Republica del trabajo soviético es un ciudadano libre
con igualdad de derechos y no puede y no debe ser objeto de
compraventa” (A. Kollontay. ”La prostitución y las formas de
combatirla”. Discurso en 3ª Conferencia de toda Rusia de los
jefes de departamento regional de mujeres, 1921). Se fomentó y
estableció como norma el respeto a las relaciones sanas entre
individuos; se penaban los contactos que indicaran abuso o
utilización de menores y las tendencias al vicio inherentes a la
ociosidad de las clases ricas. Lo importante era el colectivo social
priorizando el cuidado de las madres y los hijos. Por el contrario,
en las sociedades capitalistas, rige el principio del individualismo
que genera un egoísmo tal que, cuando hay crisis en las relaciones
de pareja, este egoísmo desata “las dos características del
hombre moderno: la idea de ‘poseer’ al cónyugue y la creencia de
que los dos sexos son desiguales, que son de valor desigual en todos
los sentidos, en todas las esferas, incluida la esfera sexual”
(A.Kollontay. “Relaciones sexuales y la lucha de clases”.
1921)
Podemos
afirmar que con la Revolución de Octubre se aplicaron por primera
vez todas las reivindicaciones proclamadas en las Conferencias de
Mujeres Socialistas y todas aquellas reivindicaciones reclamadas por
las feministas. Con el Poder de los Soviets, la mujer no solo pudo
votar sino que fue la fuerza que eliminó el analfabetismo y logró
ser médica, científica, maestra, matemática, bióloga, jueza,
abogada, etc.; fue la fuerza que participó activamente en una guerra
como piloto aéreo asegurando con su participación la victoria sobre
el fascismo; la fuerza de la mujer trabajadora en la URSS hizo que
pudiera convertirse en cosmonauta, siendo una soviética la primera
mujer en orbitar la Tierra. El enorme salto cualitativo de la
mujer dado con la Revolución de Octubre y bajo el poder Soviético,
alentó en todos los países a la movilización pero, sobre todo,
sentó las bases para los derechos de la mujeres y los niños y
reafirmó la importancia de la mujer de la clase obrera, de la mujer
trabajadora en la sociedad.
Para
octubre de 1918 la República Socialista Federativa Soviética de
Rusia (RSFSR) legalizó el divorcio y el aborto, despenalizó el
adulterio y la homosexualidad con la abolición del cógido penal
zarista y reconoció a las mujeres igualdad de derechos en la esfera
política y laboral, así como en el matrimonio, y también el
permiso de maternidad, la gratuidad del cuidado de los niños y
medidas para la protección en el trabajo para las mujeres
embarazadas:
– Supresión
del desempleo. Jornada laboral de 7 horas, 6 para especialistas.
Igualdad salarial efectiva.
– Jubilación
a los 60 años (para hombres), a
los 55 para (las mujeres) y,
en trabajos duros (minería, industria pesada…), podía rebajarse a
los 50 años.
– Baja
por maternidad,
desde el inicio del embarazo, y un año tras el parto: unos 20
meses
en total.
– Baja
por enfermedad: 100% del sueldo.
– La
primera vez en la historia en que las mujeres fueron atendidas
mediante parto
sin dolor.
– El
primer sistema educativo totalmente público y gratuito. Comidas
gratis
en los colegios y guarderías
gratuitas
para facilitar la conciliación
laboral-familiar.
Socialización de tareas domésticas.
En
palabras de Lenin:
“Estamos
llevando a las mujeres a la economía social, la legislación y el
gobierno”.
En
la región de Asia Central, de mayoría musulmana, se llevó a cabo
una campaña llamada 'judzhum' (“ofensiva”, en árabe) para la
escolarización y alfabetización de las mujeres y en contra del velo
islámico, de la que se conservan algunas fotografías de quemas
públicas. En 1921 las autoridades soviéticas de Turkmenistán, por
ejemplo, elevaron la edad de matrimonio a 16 y 18 años para mujeres
y hombres respectivamente, y prohibieron los matrimonios infantiles,
los matrimonios forzados y la poligamia.
Así
a partir de 1927, las cosas iban a cambiar. Dentro de las medidas que
se llevaron a cabo, se incluyen:
- Intensa campaña contra el velo y la paranja (tipo de burka para todo el cuerpo).
- Construcción de escuelas y formación de maestros para alfabetizar a toda a la población.
- Se cierran las instituciones tradicionales para mujeres (Otin Bibi) donde se las instruía en las tradiciones islámicas.
- Las escuelas islámicas se empiezan a cerrar. La religión queda apartada del sistema educativo, como en toda la Unión Soviética.
- La edad mínima legal de matrimonio de la mujer se pasa de los 9 a los 16 años y la de los varones a los 18.
- Se prohíbe la poligamia.
- Se prohíbe el secuestro de esposas.
La
campaña encontró una fuerte oposición local: según cifras
oficiales, unas 300 delegadas de Zhenotdel ─el departamento de
mujeres del Secretariado del Comité Central del partido─ fueron
asesinadas en la región de Asia Central sólo en el año 1929.
En
aquellos años la integración de las mujeres en Asia fue
imprescindible para su liberación la Revolución Soviética.
Las
jóvenes trabajadoras textiles escribieron canciones sobre el nuevo
significado de su vida, cuando cambiaron el velo por el tocado o
pañuelo ruso.
Cuando
emprendí el camino a la fábrica
Encontré allí un nuevo pañuelo,
Un pañuelo rojo, un pañuelo de seda,
¡Comprado con el trabajo de mis propias manos!
El rugido de la fábrica está en mí.
Esto me da ritmo.
Esto me da energía.
Encontré allí un nuevo pañuelo,
Un pañuelo rojo, un pañuelo de seda,
¡Comprado con el trabajo de mis propias manos!
El rugido de la fábrica está en mí.
Esto me da ritmo.
Esto me da energía.
Kollontai
advertía que los cambios experimentados en la Rusia soviética iban
más allá de sus fronteras. “Ahora podemos encontrar a la nueva
mujer en todas partes, en cualquier rincón del mundo”,
escribía en un artículo titulado ¿Qué ha hecho la Revolución
de Octubre por las mujeres en Occidente?'.
“La nueva
mujer es un fenómeno de masas, con la excepción, quizá, de las
mujeres en los países semicoloniales y coloniales, donde el
desarrollo de las fuerzas productivas está impedido por el dominio
depredador de los imperialistas”, escribía. Sin embargo,
añadía Kollontái, “incluso allí, dada la lucha por la
autodeterminación nacional y contra el imperialismo, la nueva mujer
está siendo moldeada en el proceso mismo de lucha”. Y
apostillaba: “Es imposible tener éxito en la lucha entre
grupos sociales y clases sin la cooperación de las mujeres.”
“En
todas partes, en todo país la actividad política de las mujeres ha
mostrado un crecimiento sin precedentes en la última década”,
proseguía. “Las
mujeres están convirtiéndose en miembros del gobierno (Bang en
Dinamarca, ministra de Educación; Margaret Bondfield, en el gabinete
de Ramsay McDonald en el Reino Unido), están entrando en el cuerpo
diplomático y convirtiéndose en la fuerza que inspira grandes
movimientos revolucionarios (como, por ejemplo, Sun Tsin-lin, la
esposa de Sun Yat-sen). Las mujeres están aprendiendo a dirigir
departamentos, a estar al cargo de organizaciones económicas, a
guiar la política”.
“¿Hubiera
sido esto posible sin la Gran Revolución de Octubre?”, se
preguntaba Kolontái.
Miles
y miles de comunistas y soviéticas demostraron con su ejemplo que la
sociedad que ansía el Comunismo realiza las más importantes gestas
de la humanidad hasta presente.
Mujeres
como Clara Zetkin. Quien propuso
que el 8 de marzo se celebrara el Día Internacional de la Mujer
Trabajadora. Dedicó su vida al socialismo y logró la unión de
mujeres que compartían esta doctrina en los diferentes países, con
el claro objetivo de alcanzar sus metas. Gracias a sus convicciones
condujo la dirigencia de varios partidos del ala izquierda, fue
influyente para miles de mujeres y una gran líder política que
también le hizo frente al nacionalsocialismo.
Miles
de soviéticas realizaron la gesta de la Revolución Socialista de
Octubre. Sus nombres están grabados la memoria de las trabajadoras a
nivel mundial, la AAHS ha hecho un esfuerzo continuo porque sus
nombres no se olviden. Cada una de sus vidas merece una conferencia:
Alexandra
Kollontai, Nadia Krúpskaia, Larisa Reisner, Yevgenia Bosch, Inessa
Armand, Elena Stasova, Emma Goldman, Claudia Nikolayeva, Várvara
Yakoleva, Liudmila Mokiyevskaya-Zubok, Vera Slutskaia, etc.. Fueron
revolucionarias, obreras, stajanovistas, komsomolas y comunistas.
Cuando
la Unión Soviética tuvo que repeler la agresión nazi, la
educación, la conciencia de clase hizo que la mayoría de las
mujeres soviéticas ayudaron a la victoria contra el fascismo.
Pero
también no se tiene que olvidar, que a mediados de 1942, cuando los
ejércitos soviéticos se habían retirado a una línea que corría
por Leningrado, Mozhaysk, Voronezh, Stalingrado y Mozdok, dejando
áreas densamente pobladas en manos enemigas, se necesitaban nuevos
reclutas. Las mujeres, en masa, se presentaron voluntarias al
ejército y esto hizo posible restaurar, en toda su eficiencia, las
unidades de combate, las fábricas, y toda la administración
socialista.
Habían
unidades enteras (como las baterías antiaéreas y los regimientos
nocturnos de bombardeo PO-2) en las que la mayoría de las artilleras
y sus tripulaciones estaban constituidas por mujeres. Y es de
justicia decir que estas unidades cumplieron sus tareas tan bien como
las unidades en las que predominaban los hombres.
En
Stalingrado las unidades de comunicaciones del 62º Ejército estaba
integramente compuestas por mujeres. Una
de ellas se llamaba Nadia Klimenko. Sus compañeras habían sido
asesinadas o heridas, pero ella permaneció en su puesto y siguió
informando de lo que sucedía en el campo de batalla. Este fue su
último informe al centro de comunicaciones del Ejército: “No
hay nadie más en el puesto. Estoy sola. Obuses explotan alrededor…
A la derecha puedo ver coches con cruces pintadas en movimiento, con
la infantería detrás… Es demasiado tarde para que me vaya. ¡No
me importa que disparen! Continuaré informando del mismo modo.
¡Escuchen! Un coche se aproxima a mi puesto. Dos hombres saltan de
él… Están mirando hacia atrás. Pienso que son oficiales. Vienen
hacia mí. Mi corazón dejó de latir por miedo a lo que pueda
pasar…. ”
Este fue el final.
De los regimientos de aviadoras
de bombardeo nocturno, el 588º
fue el más destacado y fueron
épicas sus hazañas, llamadas por los nazis “Brujas de la noche”.
Treinta
de las “Brujas de la Noche” murieron en combate; muchas de ellas
eran muy jóvenes, algunas incluso adolescentes. Fue el Regimiento de
mujeres con más condecoraciones, y en su apogeo llegó a tener
cuarenta tripulaciones dobles. Para el final de la Guerra, las Brujas
habían realizado alrededor de 23.000 salidas y arrojado
aproximadamente tres mil toneladas de bombas. Se calcula que cada
aviadora realizó más de mil misiones de combate, y veintitrés de
ellas fueron condecoradas con el título de Heroína de la Unión
Soviética, la más alta distinción de la URSS.
Está canción está dedicada a
ellas.
Cuando
cantáis ahí, en la tierra
Música:
E.Krylátov. Letra: E. Evtushenko
Traducción:
Marina Svetlova
Cuando cantáis ahí, en la
tierra
el cielo os acompaña cantando bajito.
Caídas por nuestra Tierra Madre,
seguimos vuestro vuelo eternamente.
Somos un vals y ventiscas calladas.
Somos el viento y el grito de las grullas.
Perecidas en el cielo por la Tierra Madre,
se convierten en un manto sobre ella.
Respiramos, calentando los nidos de las aves,
acunamos a los niños, cantándoles para que se duerman, a medianoche.
Os parece que en el cielo brillan las estrellas,
y somos nosotras que os miramos desde ellas.
Nos hemos convertido en el cielo y en las nubes
y, mirando desde arriba a nuestro siglo XX,
el cielo os acompaña cantando bajito.
Caídas por nuestra Tierra Madre,
seguimos vuestro vuelo eternamente.
Somos un vals y ventiscas calladas.
Somos el viento y el grito de las grullas.
Perecidas en el cielo por la Tierra Madre,
se convierten en un manto sobre ella.
Respiramos, calentando los nidos de las aves,
acunamos a los niños, cantándoles para que se duerman, a medianoche.
Os parece que en el cielo brillan las estrellas,
y somos nosotras que os miramos desde ellas.
Nos hemos convertido en el cielo y en las nubes
y, mirando desde arriba a nuestro siglo XX,
os
tocamos ligeramente con nuestras manos,
y vosotros creéis que es la nieve.
Somos un vals y las ventiscas calladas,
somos el viento y el grito de las grullas.
Perecidas en el cielo por la Tierra Madre,
se convierten en un manto sobre ella.
y vosotros creéis que es la nieve.
Somos un vals y las ventiscas calladas,
somos el viento y el grito de las grullas.
Perecidas en el cielo por la Tierra Madre,
se convierten en un manto sobre ella.
Durante la guerra, alrededor de 2,5 millones de miembros del Komsomol participaron en los combates.
Especialmente
revelador es el hecho de que entre luchadores por su tierra natal
había un número importante de guerrilleras que fueron contra los
enemigos con ametralladoras, a veces junto a los hombres más
valientes. Hazañas realizadas por Zoe Kosmodemyanskaya,
Chaikinova, Voloshina y otras valientes Komsomolas que permanecerán
para siempre en nuestra historia.
Cerca
de 800.000 mujeres lucharon en el frente durante la Gran Guerra
Patria, y cada una de ellas merece su relato.
Conclusión
Con
la desaparición del Poder Soviético, las mujeres rusas han perdido
derechos valiosos: ha aumentado la comercialización del cuerpo por
las necesidades económicas, alquilan su vientre mercadeando con sus
propios hijos para sobrevivir; han dejado de percibir los salarios
dignos e igualitarios, ya no tienen viviendas gratis ni centros
satisfactorios de salud, ha aumentado el numero de maltratos, las
atenciones dadas por el Estado han descendido o desaparecido y los
niños abandonados en las calles han surgido como nuevo referente de
la existencia del capitalismo.
Mientras
el movimiento feminista afirma reclamar derechos para todas las
mujeres, reprocha a obreras y trabajadoras comunistas de estar
luchando solo por sus intereses de clase y no contra el
“patriarcado”. Pero la práctica ha mostrado precisamente lo
opuesto: en la conquista de los derechos políticos de las obreras,
se abrieron camino también los derechos de todas las mujeres.
Al
cumplirse los Cien Años de la Revolución de Octubre, las mujeres de
la clase trabajadora debemos retomar el camino que nos marcaron las
revolucionarias: participar en los sindicatos luchando contra las
reformas laborales y contra el individualismo y egoísmo en la lucha,
en defensa de los intereses de la clase y por ende de las mujeres
trabajadoras; formarse y prepararse para la lucha que nos queda por
afrontar, la lucha contra el imperialismo capitalista y por el poder
de la clase trabajadora, por la emancipación total ante la ley,
caminando hacia la emancipación ante la vida.
¡HACE
100 AÑOS COMENZÓ EL FUTURO!
1 comentario:
"LENIN se pronunciaba resueltamente contra las organizaciones femeninas burguesas, que desviaban a las mujeres de la lucha de clases y las llevaban a la vía de la lucha entre sexos." ALA SHAPOSHNIKOVA, candidato a Doctora en Ciencias Históricas (URSS).
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