Este año (hoy 17 de junio) se cumple el
65 aniversario del llamado propagandísticamente por Occidente
“levantamiento de 1953”, una serie de revueltas supuestamente
“populares” que acontecieron en varias ciudades de la República
Democrática alemana contra el gobierno del país. El descontento de un
sector de los trabajadores por la difícil situación económica de la RDA,
país que había partido desde un contexto desfavorable tras la II Guerra
Mundial, fue aprovechado por un numeroso grupo de agitadores venidos de
Berlín occidental, previamente adiestrados para la realización de
sabotajes y actos terroristas, quienes pretendieron desestabilizar y
cambiar el curso socialista del país. No sólo en los medios de
comunicación, sino también en los libros de historia de la República
Federal de Alemania y, en general, de Occidente, hoy se difunden amplias
falsedades de lo que fue el intento de golpe contrarrevolucionario en
la RDA, el 17 de junio de 1953, cuyo objetivo no era otro que el de
provocar la anexión “expréss” de la RDA a la RFA e integrarse en el área
de influencia de EEUU y la OTAN.
En los textos escolares de Alemania, y en
los libros de historia occidentales, se pueden leer falsificaciones
como las siguientes: “Los trabajadores de la RDA exigieron libertad política, elecciones libres y secretas y la retirada del Ejército Rojo”.
Esto es completamente falso ya que esas demandas provinieron,
fundamentalmente, de los agentes provocadores que EEUU y la RFA enviaron
a la RDA, a través de Berlín Occidental, para radicalizar las protestas
y cometer violencia en varias ciudades alemanas orientales, de modo que
condujesen a la caída del gobierno comunista. Gracias a la intervención
del ejército soviético y la firme determinación de la mayoría del
pueblo de la RDA se pudo evitar un golpe de Estado. Pero el rodillo
capitalista se ha encargado siempre de dar una versión sobre el golpe de
1953, y sobre la historia de la RDA, absolutamente manipulado.
Resulta cuanto menos curioso cómo la
versión de aquellos acontecimientos de 1953 propagada por la Alemania
Federal-Unificada es coincidente con la de algunos criminales de guerra
nazis como el caso del que fue comandante de las SS en Italia, Erich
Priebke, (quien ordenó la matanza de 335 civiles en las Fosas ardeatinas
de Roma) cuando éste, en una alocución dada en el Colegio Alemán-nazi
de Bariloche (Argentina), en 1975, donde estaba prófugo, dijo que el
“levantamiento de 1953 fue un acto pacífico y popular” al mismo tiempo
que se atrevía a recordar a las supuestas “víctimas” de aquellos hechos.
De las suyas, en Italia, nunca se acordó, claro. Pero lo que
verdaderamente recordaba y homenajeaba Priebke era a sus amigos nazis
reclutados como grupos terroristas por Alemania Occidental (el Grupo de
Lucha contra la Inhumanidad, entre otros) que fueron enviados a Berlín
Este para ejecutar la fallida contrarrevolución fascista con el apoyo de
los que estaban infiltrados en los comités de huelga, muchos de ellos
con pasado nazi.
De lo que no cabe la menor duda es que el
“experimento” occidental del “levantamiento” de la RDA, de 1953, sirvió
como modelo a Occidente para ser puesto en práctica años después en
Hungría (1956), Checoslovaquia (1968), en la guerra de EEUU, Alemania y
la OTAN contra Yugoslavia (años 90) y más modernamente en las llamadas
“revoluciones de colores” (Georgia o el golpe nazi de Maidan, en
Ucrania, apoyado por EEUU y la UE), el derrocamiento de Gadafi en Libia o
en la campaña terrorista de EEUU, Israel y la OTAN en Siria apoyando a
sus diferentes marcas “yihadistas”.
ANTECEDENTES HISTÓRICOS: LA GUERRA ENCUBIERTA DE OCCIDENTE CONTRA LA RDA
El 7 de octubre de 1949, el primer estado
socialista se había fundado en suelo alemán con la constitución de la
República Democrática Alemana. A diferencia de la “otra” Alemania, en
la RDA los criminales nazis fueron barridos casi en su totalidad (por
supuesto, quedaron simpatizantes o ex militantes del NSDAP) y no se les
permitió que accediesen a ningún tipo de responsabilidad gubernamental
sino que, al contrario, recibieron su justo castigo en los Juicios de
Waldheim siendo condenados y sus bienes expropiados, algo que,
obviamente, sentó muy mal en Alemania del Oeste que se había convertido
en un cómodo refugio para miles de criminales de guerra nazis y
fervientes militantes de la causa nacionalsocialista (aunque ahora
integrados, la mayoría de ellos, en las siglas conservadoras del
CDU-CSU).
La revancha contra los que iniciaron
aquellos juicios contra el nazismo en la RDA, se materializó tras la
ilegal anexión de la RDA en 1989, lo que hizo posible que se abriesen
procesos penales contra jueces y fiscales de la RDA, como Otto Fuchs,
(del que hablaré en la segunda parte del genocidio silencioso contra la
RDA) que habían condenado a criminales de guerra nazis. Otro elemento
revanchista lo constituyó el hecho de que en la RDA, tras la
constitución como Estado, se había iniciado una reforma agraria que
supuso que a los grandes terratenientes, industriales y bancos, la
columna vertebral crucial del régimen de Hitler, les fueran expropiados
sus bienes sin compensación alguna. Tras la “reunificación” alemana en
1990 aquéllos bienes fueron reintegrados a sus antiguos propietarios
nazis.
EEUU, nada más terminar la II Guerra
Mundial, comenzó su andadura anticomunista, cerrando el falso teatro
anti-nazi de Nuremberg con la ejecución de los más relevantes del III
Reich, y empezó a hacer borrón y cuenta nueva con el acopio de notables
nazis que habían dirigido o ejecutado asesinatos masivos de civiles
(sobre todo en el frente oriental) con el objetivo de utilizarles en la
demolición del bloque soviético. En particular, servicios de espionaje
como la CIA, y su aliado neohitleriano, el BND de la República Federal
de Alemania, más el MI6 inglés, reclutaron ex miembros de la Gestapo y
ex soldados las Waffen SS como tropas mercenarias de combate. La
política exterior de EEUU y sus lacayos imperialistas de Europa
Occidental se encaminó a la tarea de “liquidar” el comunismo a cualquier
precio.
La estrategia operativa anticomunista de Washington fue encabezada por los hermanos Dulles, el que era jefe de la CIA, Allen Dulles (quién dijo, en plena II Guerra Mundial, en referencia a los nazis “nos hemos equivocado de enemigo”) y John Foster Dulles,
a la sazón Secretario de Estado, cuya tarea fue la de hacer creer a la
opinión pública estadounidense que el plan de lucha contra el comunismo
no era otra cosa que una “cruzada por la libertad”. La doctrina era bien
nítida: era legítimo interferir en los asuntos internos de otros
países, especialmente los socialistas, mediante cualquier método, ya
fuese el uso del terrorismo u otros tipos de intimidación para socavar
el orden comunista.
Para hacer efectiva esta doctrina había
que cercar a los países socialistas a través del uso, por ejemplo, de
bases militares y tratados bilaterales que reforzasen la presencia
estadounidense en Europa. La creación, en 1949, de un instrumento
militar agresivo, neocolonial e imperialista como fue la OTAN sirvió
para este pretexto, consolidando, al mismo tiempo, el dominio
estadounidense sobre sus vasallos europeos. Esta fue la principal
herramienta de ataque contra los países socialistas en el área europea e
incluso para extender la influencia imperial incluso mucho más allá y
el punto de partida para la creación de nuevos sistemas de pactos en
otras partes del mundo, donde el imperialismo estadounidense decidió
reforzar su dominación sobre otras regiones, como se ha podido ver
recientemente con la adhesión de Colombia a la OTAN.
El vínculo decisivo en la estrategia
neocolonial estadounidense contra los estados socialistas del Este de
Europa fue la Alemania Federal del canciller Konrad Adenauer,
un personaje del que cabe recordar fue blanqueado su pasado por los
Aliados occidentales para comandar el país heredero del III Reich.
Adenauer, siendo alcalde de Colonia, había sido muy condescendiente con
la parafernalia nazi (desfiles, estandartes nazis en el Ayuntamiento,
etc), además de pertenecer a la pronazi Orden Teutónica, cuya simbología
copió el régimen nacionalsocialista, y de estar presuntamente implicado
en el intento de golpe pro-nazi del ex Secretario del Ministerio de
Propaganda de Goebbels, Werner Naumann, en 1953. La
idea imperialista del Secretario de Estado norteamericano de Eisenhower
en los años 50, John Foster Dulles, para la RDA era la siguiente: “Al
llevar a Alemania Oriental a la esfera occidental de poder, se podría
obtener una posición estratégica avanzada en Europa Central que
socavaría las posiciones militares y políticas comunistas soviéticas en
Polonia, Checoslovaquia, Hungría y otros países vecinos”
Con este fin, los EEUU diseñaron una
campaña de agresión dirigida contra la RDA, la República Popular de
Polonia, la Unión Soviética y Checoslovaquia con la que pretendían
liquidar el sistema socialista y reorganizar territorialmente Europa
Central y Oriental. El gobierno neohitleriano de Bonn (RFA), con el
Canciller Adenauer, consideró que esta “política de fuerza” era el
principal instrumento para la plasmación de sus objetivos agresivos y
revanchistas. Esta fortaleza debía lograrse mediante el poder económico,
la remilitarización y la potenciación de sus propios poderes sobre la
OTAN, donde la RFA, a través de la influencia militar de los criminales
de guerra nazis de Hitler (Erich Von Mannstein o Adolf Heusinger,
entonces en la cúpula militar del ejército heredero de la Wehrmacht, el
Bundeswehr) estaba buscando puestos de mando.
Después de 1949, en la RFA esperaban que
la RDA pudiera ser “engullida” rápidamente debido a su menor territorio,
población y poder económico. En la RFA se esforzaron en presentar a la
RDA como un Estado que no existía en el Derecho internacional, que no
tenía legitimidad alguna y que pertenecía por derecho a la RFA. La
llamada “doctrina Hallstein” (en honor a su promotor, el ex nazi Walter Hallstein,
uno de los fundadores de la Comunidad Europea, luego Unión Europea,
otro personaje al que también le fue blanqueado oportunamente su pasado
nazi) propugnaba el aislamiento y el no reconocimiento de la RDA en los
foros internacionales.
La llamada “crisis de Berlín de 1961”
(un conjunto de provocaciones militares de Occidente destinadas a
desestabilizar el territorio de la RDA que hizo que el líder soviético Jrushchov emitiese un ultimatúm a las potencias occidentales para que
retirasen de Berlín Occidental todas sus tropas mlitares y la ciudad se
convirtiera en zona neutral) fue abortada por la determinación del poder
de los trabajadores y campesinos de la RDA, así como por la unidad del
resto de países socialistas que fraternalmente dieron su apoyo a la RDA y
que culminó con la construcción de la Barrera Protectora Antifascista en agosto de 1961 (llamada despectivamente en Occidente “Muro de Berlín” o de la “vergüenza”).
El llamado “Muro” fue una necesidad histórica del país, no sólo para cerrar el paso a las redes nazi-fascistas del Oeste (la Organización Gehlen y otras como el Grupo de Combate contra la Inhumanidad,
que actuaba disfrazada de organización de “derechos humanos”),
impermeabilizando con una frontera el paso de terroristas, sino también
para evitar una invasión de la OTAN quien tenía planes preparados para
ello (el llamado plan DECO II) y, sobre todo, para acabar con el
ignominioso contrabando económico que estaba afectando gravemente a la
economía de la RDA. Occidente dio otro relato propagandístico a la
“crisis de 1961”: la RDA quería impedir la fuga de sus ciudadanos del
país.
El peligro inmediato de una nueva guerra,
que habría convertido a Alemania en un infierno 16 años después del
final de la Segunda Guerra Mundial, fue evitado por la prudencia de la
RDA de construir la barrera antifascista de 1961.
LA CRISIS DE 1953 Y EL FRACASO DEL GOLPE DE ESTADO DE ALEMANIA FEDERAL Y EEUU CONTRA LA RDA
El comienzo del rearme de la República
Federal de Alemania a principios de los años cincuenta, su inclusión en
el sistema de alianzas occidentales y la campaña de Occidente de pasar a
la “acción” contra el socialismo en detrimento de la política de
“contención”, requirió contramedidas apropiadas en los países
socialistas y en la RDA. Para la RDA, esto significaba la necesidad de
hacer nuevos planes, a través de la tarea adicional de desarrollar sus
propias fuerzas de defensa en una medida mucho mayor de lo planeado.
Como no había recursos financieros y laborales disponibles para esta
tarea, esto significó recortar todos los demás programas presupuestarios
del plan económico. Las dificultades a las que vió abocada la economía
de la RDA se evidencian claramente en un borrador de una carta del
Comité Central del SED dirigida al Gobierno de la URSS en enero de 1953.
De este modo, El 20 de enero de 1953, el
Buró Político del Comité Central del SED confirmó que el proyecto de
presupuestos para 1953 se basaba en un programa de medidas de
austeridad, donde se iba a contener el gasto en administración, cultura,
salud, aumento de precios en varios productos básicos, la supresión de
reducciones en tarifas y otras 33 medidas de austeridad que totalizaron,
finalmente, alrededor de un billón y medio de marcos.
Así pues, ya a comienzos de 1953,
especialmente bajo una fuerte presión política, económica e ideológica
del imperialismo, hubo disrupciones en la economía de la RDA. Esto
ocasionó dificultades en la población, lo que a veces condujo a la
insatisfacción entre las capas pequeñoburguesas de la gente, pero
también entre la clase trabajadora, lo que ocasionó una situación muy
favorable para todas las fuerzas antisocialistas de dentro y fuera de la
RDA. El Politburó del Comité Central del Partido Socialista Unificado
(SED, 9 de junio de 1953) y el Consejo de Ministros de la RDA (11 de
junio de 1953) adoptaron inmediatamente medidas para superar las
dificultades. Bajo estas premisas, las fuerzas reaccionarias
imperialistas decidieron intentar, aprovechando una coyuntura que les
era favorable, un golpe contrarrevolucionario contra la RDA, antes de
que las medidas del partido y el gobierno fueran exitosas.
El 17 de junio de 1953, fue el día
señalado por el Oeste para dar comienzo al golpe de Estado contra la
RDA. Innumerables agentes de varios servicios de inteligencia
occidentales (entre ellos la CIA y el BND de la RFA), fueron
transferidos desde Berlín Occidental a la capital de la RDA (Berlín
Este) y a algunos otros distritos-ciudades del país (recordemos que no
existía la frontera o Muro de defensa antifascista y Berlín Oeste estaba
en territorio RDA). Los agitadores tuvieron éxito, en un principio, en
su cometido, tanto en Berlín Este como en otros lugares de la República
Democrática ya que lograron promover paros temporales y
manifestaciones. Mientras, en algunas ciudades, grupos perfectamente
organizados de provocadores y criminales se dedicaron al saqueo, a
ejecutar incendios, arrancar lemas socialistas e incluso a golpear y
asesinar a trabajadores. También lograron sacar de las cárceles a
criminales de guerra nazis y pidieron el derrocamiento del Estado de
Obreros y Campesinos.
Sin duda, se trataba de una prueba de
fuego para el joven Estado socialista de la RDA que, pese a la perversa
propaganda que ha ido vertiendo a lo largo de los años la República
Federal alemana y el resto de Occidente sobre estos acontecimientos, hay
que decir que una mayoría aplastante de la clase trabajadora y el resto
del país se mantuvo al lado del gobierno socialista de la RDA. En
numerosas empresas, las más grandes, como la Eisenhüttenkombinat Ost, en las fábricas de hierro en la parte oeste del país (Calbe), en la industria minera, así como en la acería y las factorías de laminación de Brandenburg, los trabajadores rechazaron enérgicamente a los provocadores.
Para proteger al país del hampa
subversiva de Occidente se organizaron guardias obreros de combate en
las fábricas y los que no estaban, en un principio, al tanto del
carácter golpista de las movilizaciones contrarrevolucionarias luego se
fueron dando cuenta de ello y se distanciaron de los agitadores
violentos. Regresaron al trabajo y ayudaron, en muchos casos, a arrestar
a los delincuentes-provocadores. Gracias a la acción decidida de los
sectores de vanguardia de la clase obrera y sus aliados, junto a las
fuerzas soviéticas y las fuerzas armadas de la RDA, el golpe
contrarrevolucionario fue destruido en 24 horas. El intento de eliminar
por la fuerza a la RDA y el socialismo en suelo alemán había fracasado.
Una
manifestación multitudinaria, el 26 de junio de ese año, en Berlín
Oriental, de cientos de miles de personas mostró su apoyo al gobierno de
la RDA y en contra de las provocaciones golpistas de Occidente. Otto Grotewohl, primer jefe de gobierno de la RDA, dijo del intento de golpe de 17 de junio de 1953: “Muchos
trabajadores con conciencia de clase presenciaron los sucesos y
afirmaron: Hemos visto muchas huelgas, pero donde se destruyen casas de
trabajadores, se saquean empresas nacionales, se derriban banderas rojas
y se incendian allí ya no se habla de una lucha por los intereses de
los trabajadores sino que el enemigo de clase está actuando contra
ellos”.
Sin embargo, a pesar del revés sufrido en
1953, en la RDA, Occidente no abandonó su política agresiva hacia la
RDA. Por el contrario, persistieron en sus acciones hostiles contra la
RDA y el resto de los países socialistas. Dos años después del intento
fallido de golpe de Estado contra la RDA, en la primavera de 1955, se
elaboró en los EEUU un plan de acción detallado contra la RDA para el
cual se crearon organizaciones e instituciones especiales para la
desestabilización del Este socialista de Europa. El principal centro de
propaganda fue el “Comité para una Europa Libre”, que, si bien era
oficialmente considerado como una institución privada, en realidad
estaba financiado y dirigido en su totalidad por el gobierno de los
Estados Unidos. El Comité creó la estación de radio “Europa libre” en
Munich y dirigió innumerables acciones criminales contra los países
socialistas.
El ejemplo de lo sucedido con los
acontecimientos golpistas en Hungría en 1956 puso de relieve el papel
involucionista desempeñado por las naciones imperialistas. La analogía
húngara con la alemana de la RDA en 1953 fue muy similar. La economía
húngara, al igual que las de otros países socialistas, tuvo que luchar
casi en solitario frente al boicot capitalista, por lo que sufrió
fuertes desequilibrios que provocó dificultades de suministro e
insatisfacción entre la población. A estas dificultades de desarrollo
en la construcción del socialismo en Hungría, se añadió el
informe-basura “antiestalinista” del líder soviético, Nikita Jruschov,
en febrero de ese año, durante el XX Congreso del PCUS, que posibilitó
que hubiera un escenario adecuado para Occidente con el que forzar la
propaganda antisoviética dentro del país magiar.
Aunque la contrarrevolución húngara de
1956 ya se trató ampliamente en otra entrada conviene, de nuevo,
recordar, que el imperialismo jugó en Hungría con las mismas bazas
subversivas que en el mal llamado “levantamiento de 1953” en la RDA:
introdujo armas y elementos hostiles golpistas en Hungría, propagó y
diseminó en el país, incesantemente, publicidad agresiva llamando al
derrocamiento del gobierno socialista húngaro a través de Radio Free
Liberty o lanzando propaganda que había sido fabricada en Baviera, en
Alemania Federal, mediante el envío de globos al espacio aéreo húngaro y
también mediante la infiltración de grupos de terroristas (pro-nazis y
pro-occidentales) que cometieron innumerables crímenes contra
funcionarios comunistas húngaros o simples ciudadanos no conformes con
la violencia perpetrada por las bandas nazi-húngaras.
En definitiva, en el levantamiento de
1953 en la RDA no estuvieron en juego ni “elecciones libres”, ni mejorar
el nivel de vida de los germano orientales, ni la manoseada “libertad
capitalista”, sino que grupos bien organizados de provocadores
procedentes de Berlín Occidental se aprovecharon de la buena fe de una
parte de los trabajadores de Berlín Este y otras ciudades de la RDA para
organizar paros armados y manifestaciones violentas de modo que
desembocasen en una represión que hiciera caer al gobierno comunista. El
Politburó del SED aplicó todas las medidas necesarias y correctas para
eliminar las causas de la insatisfacción en la población y mejorar el
sustento de los trabajadores, algo que pretendieron evitar los agentes
terroristas enviados desde el Oeste cuya intentona golpista, finalmente,
fue aplastada por la fuerzas populares de la RDA y el ejército de la
Unión Soviética.
A partir de entonces, el acoso contra la
RDA fue “in crescendo”, con Occidente conspirando, un día sí y otro
también, para derrocar el Estado de obreros y campesinos a través de sus
agentes terroristas y saboteadores, algo que finalmente fue cortado o
evitado en agosto de 1961 cuando las autoridades de la RDA decidieron
poner fín a la campaña de provocaciones terroristas y contrabandismo en
el país con la construcción de la Barrera Protectora Antifascista en
Berlín Oriental, que no evitó, a pesar de ello, ni la construcción de
túneles desde “el otro lado del Muro” ni el asesinato de guardias
fronterizos de la RDA (que cumplían su deber de proteger el país).
Lo que queda en el aire es la cuestión de
por qué el movimiento comunista, tanto en la RDA como en otros países
socialistas, no encontró las fuerzas internas necesarias para poner fin
al proceso revisionista iniciado por Jrushchov en la URSS en 1953, un
proceso que hizo que el bloque socialista (incluida la Unión Soviética)
optara por seguir la senda tramposa de la “coexistencia pacífica” y el
postcomunismo-farsa del prestidigitador soviético y fueran capitulando
por etapas hasta llegar a la implosión precipitada por el agente de
Occidente en la URSS, Mijaíl Gorbachov. en 1985. Tal vez la respuesta, o
una de ellas, esté en que había una inevitable (por tanto, necesaria)
dependencia militar y también económica de los países socialistas con el
gigante soviético que condicionaba cuestionar las directrices del
Kremlin. Una prueba de ello es cuando Stalin falleció: Moscú ordenó que
todos sus retratos y calles fueran retirados/suprimidas en todos los
países del Pacto de Varsovia.
En cualquier caso, como decía el historiador comunista alemán occidental, Kurt Gossweiler “Solo cuando se dé la respuesta correcta, el movimiento comunista volverá a ser una fuerza que dé forma al futuro”.
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