En un mundo que cada día es más inestable, China ajusta los métodos para continuar consolidando su desarrollo.
Hace más de 30 años, bajo la dirección del Partido Comunista chino, el
gigante asiático emprendió la reforma y apertura de su economía con el
objetivo de revitalizar la nación y emprender el camino de la
prosperidad.
El puerto de
Pireo, en Grecia, debe convertirse en la puerta de entrada a Europa del
comercio marítimo que transitará por la Ruta de la Seda
Hoy en día, cuando el crecimiento deseado se hizo realidad y se
convirtió en la segunda potencia mundial, el pueblo y gobierno chinos
diseñan nuevos planes económicos dirigidos a preservar su obra.
Las autoridades del país consideran al proceso de reforma y apertura
como garantía de su desarrollo. Luego de varios años de experimentar un
crecimiento vertiginoso ahora se concentran en algo que llaman una
“nueva normalidad”, consistente en ralentizar la progresión económica a
cambio de la estabilidad.
En ese sentido, el gobierno de Xi Jinping presentó importantes
estrategias basadas en expandir las zonas de influencia de China y dotar
de mucha más fuerza a su ya poderosa economía.
La iniciativa de la Franja y la Ruta de la Seda, el proyecto de
desarrollo coordinado entre Beijing, Tianjin y Hebei y el cinturón
económico del río Yangtsé, destacan entre los planes de China para
asegurar su desarrollo.
Emplazados dentro y fuera de esa extensa geografía asiática, estos
proyectos abarcan la mayoría de las ramas del comercio e implican a
diferentes actores internacionales.
CONECTAR A CHINA CON EL MUNDO
Impulsada por Xi Jinping en el 2013, la iniciativa de la Franja y la
Ruta de la Seda prevé crear una vasta red de comercio que vincule a
China con Europa, el resto de Asia y África.
Mediante vías terrestres y marítimas, el objetivo es reactivar antiguas
rutas de mercadeo para conectar a las economías de diferentes países,
con diversos niveles de desarrollo.
Esta Franja y Ruta de la Seda del Siglo XXI, consiste en una red
regional de infraestructura y comercio que enlaza varios puntos, dígase
puertos y aeropuertos, líneas férreas, zonas francas y centros
financieros destinados a interconectar económicamente a la mayor
cantidad de naciones posible, de hecho hace muy poco el mandatario chino
reveló que más de 70 países y organizaciones internacionales participan
en la construcción de este cinturón.
Según datos oficiales del gobierno hasta el momento se han dispuesto 40
000 millones de dólares para el establecimiento de un fondo destinado a
cubrir cada paso de este propósito conjunto, y las inversiones chinas en
países asociados a la franja y la ruta ascienden a más de 14 000
millones de dólares.
El Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII), un mecanismo
multilateral propuesto por Beijing y que aglutina a más de 50 países,
será el encargado de proveer el financiamiento para la ejecución de este
tejido, capaz de mover diariamente miles de millones de toneladas de
productos entre varios continentes.
DESARROLLO COORDINADO
Además de promover la integración económica a nivel regional y global,
China también se preocupa por interconectar a sus provincias con el
propósito de progresar de manera conjunta.
El proyecto de desarrollo coordinado entre Beijing, Tianjin y Hebei,
territorios de referencia económica para todo el país, ayudará a
reajustar la estructura de comercio de la zona, mediante la recolocación
de algunas actividades, que en la actualidad se ubican en la capital
del país.
China persigue varios objetivos con esta estrategia. A corto plazo,
quiere nutrir a estas urbes de nuevas capacidades para crecer
económicamente y, a largo plazo, evitar o paliar fenómenos como la
sobrepoblación y la contaminación.
De acuerdo con documentos oficiales, Beijing será el “centro nacional de
las actividades políticas, culturales y de intercambio internacional,
así como un centro de innovación tecnológica”, mientras la municipalidad
de Tianjin se convertirá “en una base nacional de investigación y
desarrollo para la industria manufacturera avanzada, un importante
centro naviero en el norte, un área de demostración para la innovación
financiera y un espacio experimental para una mayor reforma y
apertura”.
Por su parte la provincia de Hebei tiene el plan de cristalizar en una
“base nacional de comercio y logística, un área experimental para la
transición y renovación industrial, para la demostración de urbanización
moderna y desarrollo coordinado de regiones urbanas y rurales, y una
zona colchón ecológica”.
Para el próximo año los chinos pretenden conseguir importantes avances
en esta gran región integrada, sobre todo en sectores como el
transporte, protección ambiental y renovación industrial.
Cuando la economía china transita por periodos de ralentización este
plan está diseñado para asegurar el crecimiento a largo plazo. En los
próximos 15 años China busca tener, dentro de sus fronteras, una región atractiva
para inversores extranjeros y un territorio con alto nivel competitivo.
Hasta el momento, los promotores de esta iniciativa solo han revelado
una minúscula parte de este propósito consistente en la construcción de
un aeropuerto de 80 000 millones de yuanes en el sur de Beijing, en el
límite con Hebei.
EL COMERCIO QUE NAVEGA POR EL YANGTSÉ
Enfocadas en lograr una imbricación superior de las capacidades de
desarrollo de sus regiones, las autoridades chinas dibujaron una
plataforma de comercio e intercambio a través del cauce que nace en la
sudoccidental provincia de Yunnan y desemboca en el mar de Shanghai.
Este cinturón comercial que sigue la ruta del río Yangtsé, tercero más
largo del planeta, se propone liderar el mundo de la innovación dentro
de China y reducir la brecha de desarrollo entre las regiones del este,
centro y oeste del país.
La franja económica del Yangtsé, que atraviesa nueve provincias y 27
ciudades y representa más del 40 % del Producto Interno Bruto (PIB) del
gigante asiático, se espera que para el 2030 comande las
transformaciones y la modernización que persigue el país.
Alrededor de sus aguas se aglutina también más del 40 % (dos quintas
partes) de la población china, que espera beneficiarse del boom
económico que puede significar la renovación de sus industrias y sus
formas de producción, tales como la agricultura, y el despliegue de una
mejorada red de servicios.
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