Lo que sucede en Francia en este momento va más allá de las fronteras francesas.
Mientras que, por un lado, la reforma al mercado del trabajo viene a
confirmar que la precarización es un problema, al menos, de escala
europea, por otro lado, la lucha en contra de la «loi travail y su
mundo» ha resultado en justo aquello a lo que habíamos estado aspirando:
una huelga social sin precedentes. Ahora más que nunca, resulta
necesario resolver la cuestión sobre cómo dar a esta lucha y a este
levantamiento una escala transnacional.
Este paso es imprescindible e inevitable. La «loi travail» es
tan sólo un pedazo de un proyecto más ambicioso cuyo fin, en todo
lugar, es despojar a millones de personas de la posibilidad de rechazar
un presente y un futuro de explotación. Sea el paquete de
austeridad en Grecia, la reforma laboral en Italia, el Hartz IV alemán o
la ley Peeters en Bélgica, todos son ejemplos que ilustran la dirección
en la que se nos dirige: recortes en salarios y beneficios, la
financialización de las pensiones, la creación de una mano de obra
maniatada puesta a trabajar bajo cualquier condición y a cualquier
precio so pena de no obtener su permiso de trabajo o de no poder pagar
la deuda adquirida a través de programas de bienvenida, la creación de
una mano de obra desechable a merced de patrones institucionalmente
dotados de poderes despóticos. Incluso ahora con la salida del Reino
Unido de la UE, serán los trabajadores tanto en Europa como en Reino
Unido, quienes sufran las consecuencias del referéndum.
Las pólizas nacionales ya han dejado de ser simplemente nacionales. El
aumento de la mobilidad en el empleo y la organización transnacional de
la producción hacen que cada ciudad, país o lugar de trabajo adquiera
una dinámica transnacional. La precarización afecta a todas las
generaciones y a todos los sectores; es una condición general alimentada
por diferencias y jerarquías que atraviesa – así como también produce –
fronteras.
Posicionándonos en contra de la convergencia de las pólizas de empleo
europeas, en contra de la ilusión de que la renacionalización de las
iniciativas políticas y anti-inmigratorias es la respuesta, en contra
del capitalismo y del neoliberalismo, tenemos que construir una
convergencia de luchas transnacional. Este es el mensaje del levantamiento francés que justo ha logrado materializar la esencia de una huelga social.
Huelgas en todos los sectores y servicios han sido vinculados a
movilizaciones masivas en la metrópolis, incluyendo a trabajadores en la
precariedad que no son representados por ningún sindicato, y se han
logrado interrumpir la producción de valores y la generación de
ganancias. Experimentos de este estilo estos últimos años – la huelga
ante el empleo de inmigrantes, las huelgas en el sector de logística y
en las cadenas de producción así como en el sector de cuidados – han
sido llevados a escalas masivas en Francia. La lógica de la solidaridad
ha triunfado y la divisiones entre las luchas de dentro y fuera del
espacio de trabajo han sido superadas gracias a la fijación de un
objetivo político común.
Las demandas a favor de más democracia,
de justicia y derechos sociales, en contra de la represión policial,
yuxtapuestas al despotismo del salario y de los patrones, han encontrado
un punto de convergencia y una prioridad política. Ahora es
cuando debemos elevar estas conquistas a un nivel superior puesto que
sabemos que la lucha en contra de la precarización no es ni puede ser
viable mientras nos sigamos oponiendo a leyes nacionales.
Partiendo así de este mensaje de revuelta de Francia que resuena en cada rincón de Europa, y, luego de una primera asamblea en París, la
Plataforma Huelga social transnacional invita a trabajadores,
activistas, sindicalistas y otras redes a una nueva reunión en París del
21 al 23 de octubre para discutir cómo la huelga social en
Francia puede asfaltar el camino hacia un levantamiento transnacional de
la mano de obra viva en contra de la precarización. Necesitamos
consolidar un espacio de convergencia común donde gente precaria,
inmigrantes, trabajadores de la industria, todos, se reconozcan a sí
mismos y donde distintas formas de precaridad se encuentren y se
confronten; necesitamos un espacio en donde podamos construir un
discurso común que se pueda transformar en punto de referencia para
millones de personas que rechazan día a día la explotación y la
precaridad, aquí en Europa y más allá.
Para aprovechar el
potencial transnacional de las movilizaciones actuales necesitamos traer
Europa a Francia, y así poder llevar Francia a Europa y más allá,
en un día transnacional de acciones y huelgas en el que se dé un paso
adelante en la organización de un levantamiento de la mano de obra viva
en Europa y más allá.
Fuente:
Resumen Latinoamericano
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