En vísperas del 1 de mayo, día del
trabajo, las autoridades ucranianas han realizado una nueva operación
policial para desmantelar “células terroristas” que planeaban
“provocaciones” en tan señalada fecha. Pese a que el 1 de mayo tiene su
origen en Estados Unidos, y es un día de reivindicación de los derechos
laborales que se celebra en una gran cantidad de países, el nacionalismo
ucraniano ve en la celebración del día del trabajo una amenaza, un
resto de la “ocupación rusa” o una herencia soviética, por lo que es una
costumbre que no solo debe ser abolida sino públicamente reprimida.
Policía de Odessa exige a los miembros del partido comunista que retiren las banderas soviéticas.
“El 1 de mayo, que este año coincide con
la pascua ortodoxa, Rusia prepara con toda certeza algún truco sucio en
Ucrania. ¿Qué puede hacer usted al respecto, ciudadano común?”, se
preguntaba estos días una web política ucraniana.
Poco importa que no haya nada de cierto en esas suposiciones, pero a
falta de realidad siempre se puede apelar al miedo. El artículo
proseguía utilizando el habitual argumento de la posibilidad de ataques
rusos, principalmente en la zona de Mariupol e insistía en la “oleada de
ataques terroristas e incidentes callejeros que literalmente han
cubierto el sur de Ucrania, de Odessa a Genichesk”. El artículo
terminaba exigiendo organización a los ciudadanos y el uso de la fuerza
al SBU.
En Odessa, la respuesta a esta
inexistente amenaza de provocación, rusa o no, se ha traducido en la
llegada de miles de agentes de la Guardia Nacional, muchos de ellos
jóvenes de escasa experiencia que esconden su juventud tapándose la cara
con balaclavas. También ha llegado a la ciudad, el batallón Azov, que
desde hace dos días patrulla a pie las calles de la ciudad.
En Lviv, al noroeste del país, feudo del
nacionalismo más radical, que mezcla a la perfección el odio a todo lo
ruso con su perpetuo anticomunismo, una operación policial ha dado al
traste con los “provocadores” planes de una célula comunista y otra
anarquista. A los detenidos se les ha aplicado algunos artículos del
Código Penal que resultan acordes con los tiempos de represión de toda
oposición política que vive el país.
Los anarquistas arrestados han sido
acusados de conspirar para cambiar la estructura del Estado, mientras
que a los comunistas se les han aplicado las leyes anticomunistas
aprobadas por la Rada en abril de 2015 para acusarles de terrorismo.
La prensa ucraniana resaltaba que los
detenidos planeaban acciones contra el Estado ucraniano y pasaban a
relatar las “provocaciones” que, en este caso, se limitaban a la
impresión e intento de distribución de octavillas de temática acorde a
la fecha en cuestión y a la ideología de los grupos. “La clase obrera se
alzará por la libertad”, afirmaba una de esas octavillas.
Según
informan medios ucranianos, la denuncia
partió del partido de extrema derecha Svoboda, que mantiene varias
alcaldías importantes en Ucrania occidental. El partido pedía además que
se prohibieran todos los actos del 1 de mayo alegando que una
organización “neocomunista” (que es en realidad anarquista) preparaba
una “provocadora” manifestación.
Un intento de celebrar el 1 de mayo, algunas imágenes de Lenin o
lemas a favor de los derechos de los trabajadores de la industria, es
suficiente para terminar en prisión bajo la acusación de terrorismo en
la ciudad de Lviv, la misma en la que pueden verse uniformes nazis en
despedidas de viejos compañeros de la lucha.
Esta misma semana, junto a
otras organizaciones nacionalistas de extrema derecha, Svoboda
conmemoraba a la División Galicia de las SS. En sus últimos días, bajo
el nombre de Ejército Nacional Ucraniano, la División vivió sus últimos
días luchando por la libertad de Ucrania intentando evitar el avance de
los partisanos de Tito y el Ejército Rojo al sur de Austria. Su combate
terminó con la rendición ante los aliados angloamericanos después de
combatir hasta la derrota final junto a las demás tropas de la Alemania
de Hitler.
Las leyes de condena de los regímenes
totalitarios, comunista y nazi, debían prohibir por igual materiales
soviéticos y nazis. Fechas y actos como el de Lviv, promovido por
Svoboda, dejan claro que las leyes de condena de los regímenes
totalitarios no se aprobaron para condenar a organizaciones neo-nazis de
extrema derecha, ni para prohibir el enaltecimiento de grupos que
lucharon hasta la derrota final al lado de la Alemania Nazi. Se
aprobaron para perseguir actos reivindicativos como el 1 de mayo.
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