5 de mayo de 2016

El VII Congreso y una batalla sin final

Por Iroel Sánchez en La pupila insomne

Pocos eventos en Cuba han sido antecedidos con aspiraciones más diversas, incluso opuestas. Fuera de la Isla, el gobierno norteamericano llegó a preguntar directamente por su agenda, los principales medios de comunicación internacionales hasta editorializaron los resultados que deseaban de él y muchos piensan que el Presidente Barack Obama escogió la fecha de su visita a La Habana pensando influir en sus discusiones.

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Dentro, el VII Congreso del Partido Comunista, fue esperado con gran expectativa que el hecho de que no estuviera precedido por la discusión de sus documentos programáticos, como sucedió en la mayoría de las ediciones anteriores del evento político más relevante entre los que se efectúan en Cuba, no hizo sino multiplicar. Como expliqué a CNN, y respondí a algún forista en mi blog semanas antes del evento, era evidente que el debate  con las bases no dejaría de ocurrir sino que, como sucedió en el Tercer Congreso, en 1986, este se haría con posterioridad al evento y solo después de tomar en cuenta ese proceso serían aprobados.

Los argumentos que dio el Primer Secretario reelecto en el Congreso, Raúl Castro, en la clausura del mismo, parecen fundamentar que el debate que ocurrirá a partir de ahora no es una respuesta coyuntural sino la permanencia de una filosofía de trabajo con larga data de la que emana la legitimidad del propio Partido:
“En un asunto de esta naturaleza es esencial lograr el apoyo consciente de la gran mayoría, para ello es imprescindible escuchar, razonar y tener en cuenta la opinión de la militancia y del pueblo en general.
(…)
“Una Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes, como la definió el compañero Fidel, con una innegable obra social construida, jamás encontrará solución a sus problemas de espaldas al pueblo”.

Antes, en el informe central, Raúl había demostrado el conocimiento profundo del sentir popular sobre  los asuntos que inquietan a los cubanos, y la inconformidad de no pocos con la manera en que se han implementado y controlado algunas de las transformaciones previstas en los Lineamientos y su impacto negativo, especialmente cuando:
“En algunos casos ha faltado sentido de la urgencia cuando los efectos en la práctica no han sido los deseados y hasta, en ocasiones, contrarios al espíritu de las medidas adoptadas, lo que se traduce en que al no enfrentar decididamente una desviación cuando todavía es pequeña, luego de su masificación la justa rectificación se convierte en un problema político”.

La preeminencia de la política sobre la economía, la sensibilidad y el compromiso con el pueblo  en la conducción de los cambios económicos fueron abordados con claridad en sus dos intervenciones.

Al igual que el debate sobre la conceptualización del modelo económico y social y la proyección de desarrollo hasta 2030, otro momento de construcción de consensos será la anunciada discusión de la reforma constitucional con el pueblo y su aprobación en referendo que “previamente deberá ser aprobado por la Asamblea Nacional, en correspondencia con sus facultades constituyentes”.

Los cinco nuevos ingresos al Buró Político electo en la primera reunión del Comité Central que eligió el Congreso, además de la incorporación de los dirigentes de las dos organizaciones representativas de los sindicatos y las mujeres respectivamente,  incorporan a la más alta instancia de decisión política del país los puntos de vista de personas vinculadas al quehacer de la biotecnología, la salud publica, la educación y las Tecnologías e la Información y las Comunicaciones, sectores cuya perspectiva es imprescindible tomar en cuenta para un sociedad cuyo concepto de prosperidad es absolutamente diferente al que pregona el capitalismo. Más cuando el desarrollo de esas actividades en Cuba, elogiadas hasta por Barack Obama, son resultado de haber escogido una opción diferente a la que EEUU ha tratado de imponer en la Isla y, en particular, de la concepción humanista y solidaria que Fidel ha defendido aun en las peores circunstancias; el hecho de que en el Buró Político estén dos mujeres que lideran instituciones de vanguardia científica y tecnológica fundadas por él no es casualidad. Es también su visión de la formación masiva de profesionales -procedentes de los sectores más humildes del pueblo- en todas las ramas la que permite hoy que Cuba pueda proponerse atraer la inversión extranjera en condiciones más ventajosas que cualquier otro país de nuestro entorno.

El hecho de que el Congreso estuviera precedido de la visita de Obama, lejos de una influencia negativa, fue un factor para incentivar la mirada sobre las insuficiencias y desafíos en la actividad ideológica del Partido y de las instituciones de la Revolución ante lo que el canciller cubano, Bruno Rodríguez, describió en una de las comisiones del Congreso como “un ataque a fondo a nuestra concepción, a nuestra historia, a nuestra cultura y a nuestros símbolos”.

La insostenible maniobra de la gran prensa internacional y algunos de sus “analistas” para enfrentar a Raúl con Fidel, a raíz del análisis que este último publicara sobre la visita del presidente estadounidense a Cuba, recibió un golpe mortal con la presencia del líder histórico de la Revolución en la sesión de clausura del Congreso y su felicitación “al compañero Raúl Castro por su magnífico esfuerzo”, dentro de un discurso en el que no faltaron los símbolos y referencias históricas. 

Su frase “el pueblo cubano vencerá”, y su llamado a la lealtad y la unidad es una inyección de optimismo para las grandes batallas -no “la batalla final” a la que cierto obamismo tropical había invitado– que depara el futuro a los cubanos, al venir del hombre que -desde el “Ahora sí ganamos la guerra” en el encuentro de Cinco Palmas tras la dispersión y la derrota en Alegría de Pío en 1956, al “Volverán” que presidió lucha por el regreso  a Cuba de los Cinco antiterroristas cubanos prisioneros en EEUU- anunció premonitoriamente las victorias de los revolucionarios cubanos en los últimos sesenta años.

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