Por eso lo quisieron
destruir y hablamos en pasado porque esa puerta ya se cerró para el
fascismo imperialista ¿Sabes qué país es?
Se trata de la República
de Bielorrusia, conformada por casi 10 millones de habitantes y
presidida actualmente por Alexander Lukashenko. Este país formó parte de
la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) hasta 1991.
Tras la desintegración
de la Unión Soviética, Bielorrusia se declaró independiente y mantuvo en
su mayoría el control estatal de la economía. Por ejemplo, la banca
extranjera está prácticamente excluida del país, los bienes y servicios
básicos están subvencionados por el Estado, los precios de venta al por
menor están regulados y el gobierno sigue apostando por las empresas
estatales. De hecho, el 51,2 por ciento de los bielorrusos trabajan en
compañías estatales, el 47,4 por ciento son empleados de empresas
privadas nacionales y el 1,4 por ciento trabajan para empresas de
capital extranjero afincadas en el país.
El propio semanal
británico The Economist, haciendo referencia a un informe sobre Libertad
Económica de la Heritage Foundation dice en uno de sus artículos que
“Lukashenko sigue una política de intervención del Estado omnipresente
en la economía” y que “el gobierno niega los derechos de propiedad sobre
los bienes comunes, conservando los recursos naturales, aguas, bosques y
tierras bajo control público”.
El Washington Post, por
su parte, informa que “la economía de Bielorrusia sigue siendo
controlada por el Estado y los alimentos de la nación se cultivan en
granjas colectivas.”
Al parecer, este
conjunto de políticas de redistribución de ingresos serían las
responsables de los exitosos niveles de igualdad en la sociedad
bielorrusa.
Según informaciones del
diario ucraniano Rabochaya Gazeta, el porcentaje de población de
Bielorrusia con unos ingresos inferiores al baremo que marca el umbral
de la pobreza en la república, descendió por siete en el periodo
comprendido entre el 2001 y el 2008, pasando del 41,9 por ciento al 6,1
por ciento. Los ingresos reales de la población en ese periodo se
multiplicaron por 3. La correlación entre el 10 por ciento de los
ciudadanos más acomodados y el 10 por ciento de los más desfavorecidos,
en el 2009 fue de 5,9 puntos (en Rusia llega al 34). También es un
indicador significativamente inferior que el que registran otros países
de la antigua URSS.
Antonius Broek,
representante del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)
declaró durante la presentación del Informe sobre Desarrollo Humano de
2011 que “en Bielorrusia apenas hay pobreza”. Broek aclaró que según el
índice internacional de pobreza, Bielorrusia posee el índice casi cero.
Estos datos
contrastarían con los altos índices de pobreza y desigualdad social que
mantienen otras ex repúblicas soviéticas como Polonia, Ucrania, Hungría,
Rumanía o Letonia, que realizaron una “transición” hacia el
capitalismo.
Un ‘mal ejemplo’ a seguir
Estos datos
socio-económicos son censurados en los medios de comunicación de masas
que se encuentran controlados por el Gran Capital y que evidentemente
responden a intereses capitalistas.
Estados Unidos y Europa
ven a la República de Bielorrusia como un mal ejemplo a seguir por sus
países vecinos. Se trata de la todavía vigente batalla ideológica entre
Capitalismo y Socialismo. No es casualidad que a menudo la prensa
capitalista catalogue como “dictador” o “autoritario” al presidente
Lukaschenko. De hecho, el Departamento de Estado de EEUU ha ido más allá
y en 2011 financió a cinco partidos políticos y 566 activistas de la
oposición bielorrusa, y apoyó la formación de más de 70 organizaciones
de la sociedad civil, 71 periodistas antigubernamentales y 21 medios de
comunicación opositores.
Pero más allá de la
manipulación mediática y el acoso de Washington es importante dejar
claro que Bielorrusia es una democracia pluripartidista y con sufragio
universal. Desde el año 2007, 98 de los 110 miembros de la Cámara de
Representantes de Bielorrusia no están afiliados a ningún partido
político y de los otros doce miembros, ocho de ellos pertenecen al
Partido Comunista de Bielorrusia, tres al Partido Agrario de
Bielorrusia, y uno al Liberal Partido Democrático de Bielorrusia. La
mayoría de los no-partidarios representan un amplio abanico de
organizaciones sociales como trabajadores, asociaciones públicas y
organizaciones de la sociedad civil.
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