24 de septiembre de 2015

Solo hay un país en Europa con un 1% de paro

Por Oriol Sabata

Por eso lo quisieron destruir y hablamos en pasado porque esa puerta ya se cerró para el fascismo imperialista ¿Sabes qué país es?


Se trata de la República de Bielorrusia, conformada por casi 10 millones de habitantes y presidida actualmente por Alexander Lukashenko. Este país formó parte de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) hasta 1991.

Tras la desintegración de la Unión Soviética, Bielorrusia se declaró independiente y mantuvo en su mayoría el control estatal de la economía. Por ejemplo, la banca extranjera está prácticamente excluida del país, los bienes y servicios básicos están subvencionados por el Estado, los precios de venta al por menor están regulados y el gobierno sigue apostando por las empresas estatales. De hecho, el 51,2 por ciento de los bielorrusos trabajan en compañías estatales, el 47,4 por ciento son empleados de empresas privadas nacionales y el 1,4 por ciento trabajan para empresas de capital extranjero afincadas en el país.

El propio semanal británico The Economist, haciendo referencia a un informe sobre Libertad Económica de la Heritage Foundation dice en uno de sus artículos que “Lukashenko sigue una política de intervención del Estado omnipresente en la economía” y que “el gobierno niega los derechos de propiedad sobre los bienes comunes, conservando los recursos naturales, aguas, bosques y tierras bajo control público”

El Washington Post, por su parte, informa que “la economía de Bielorrusia sigue siendo controlada por el Estado y los alimentos de la nación se cultivan en granjas colectivas.” 

Al parecer, este conjunto de políticas de redistribución de ingresos serían las responsables de los exitosos niveles de igualdad en la sociedad bielorrusa.

Según informaciones del diario ucraniano Rabochaya Gazeta, el porcentaje de población de Bielorrusia con unos ingresos inferiores al baremo que marca el umbral de la pobreza en la república, descendió por siete en el periodo comprendido entre el 2001 y el 2008, pasando del 41,9 por ciento al 6,1 por ciento. Los ingresos reales de la población en ese periodo se multiplicaron por 3. La correlación entre el 10 por ciento de los ciudadanos más acomodados y el 10 por ciento de los más desfavorecidos, en el 2009 fue de 5,9 puntos (en Rusia llega al 34). También es un indicador significativamente inferior que el que registran otros países de la antigua URSS.

Antonius Broek, representante del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) declaró durante la presentación del Informe sobre Desarrollo Humano de 2011 que “en Bielorrusia apenas hay pobreza”. Broek aclaró que según el índice internacional de pobreza, Bielorrusia posee el índice casi cero.

Estos datos contrastarían con los altos índices de pobreza y desigualdad social que mantienen otras ex repúblicas soviéticas como Polonia, Ucrania, Hungría, Rumanía o Letonia, que realizaron una “transición” hacia el capitalismo.

Un ‘mal ejemplo’ a seguir

Estos datos socio-económicos son censurados en los medios de comunicación de masas que se encuentran controlados por el Gran Capital y que evidentemente responden a intereses capitalistas.

Estados Unidos y Europa ven a la República de Bielorrusia como un mal ejemplo a seguir por sus países vecinos. Se trata de la todavía vigente batalla ideológica entre Capitalismo y Socialismo. No es casualidad que a menudo la prensa capitalista catalogue como “dictador” o “autoritario” al presidente Lukaschenko. De hecho, el Departamento de Estado de EEUU ha ido más allá y en 2011 financió a cinco partidos políticos y 566 activistas de la oposición bielorrusa, y apoyó la formación de más de 70 organizaciones de la sociedad civil, 71 periodistas antigubernamentales y 21 medios de comunicación opositores.

Pero más allá de la manipulación mediática y el acoso de Washington es importante dejar claro que Bielorrusia es una democracia pluripartidista y con sufragio universal. Desde el año 2007, 98 de los 110 miembros de la Cámara de Representantes de Bielorrusia no están afiliados a ningún partido político y de los otros doce miembros, ocho de ellos pertenecen al Partido Comunista de Bielorrusia, tres al Partido Agrario de Bielorrusia, y uno al Liberal Partido Democrático de Bielorrusia. La mayoría de los no-partidarios representan un amplio abanico de organizaciones sociales como trabajadores, asociaciones públicas y organizaciones de la sociedad civil.

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