Por Miguel Urbano Rodrigues *
La evolución de la crisis griega transmite lecciones muy importantes
para las fuerzas progresistas que en decenas de países luchan en
contextos diferentes contra el imperialismo.
La principal: confirmó la imposibilidad de lo que sectores de la social democracia llaman «la reforma humanizada del capitalismo».
La victoria de Syriza en las elecciones griegas sembró ilusiones. Los
discursos de Tsipras durante la campaña , llenos de promesas,
contribuyeron para que los partidos socialistas en Europa y América
Latina identificasen a Syriza como un «partido de izquierda radical»,
preparado para introducir grandes transformaciones en la sociedad
helénica. El gobierno Syriza–Anel recibió inclusive el apoyo de algunos
partidos comunistas europeos. Pero después de iniciar las negociaciones
con las instituciones europeas (nuevo nombre de la troika) quedó
transparente que Tsipras aceptaba la mayoría de las exigencias de
Bruselas.
Durante una visita de dos semanas a Grecia, en Mayo, me he dado
cuenta de que su gobierno se proponía dar continuidad a la política de
sumisión al imperialismo de la coalición de la Nueva Democracia con
Pasok, limitándose a introducirle alteraciones cosméticas.
Sus continuas concesiones a las propuestas de los representantes de la
Troika en Bruselas no han impedido que ellos aplazaron sucesivamente el
acuerdo que permitiría al gobierno de Atenas recibir 7.200 mil millones
de euros (la ultima cara del segundo plan de «ayuda») evitando el colapso inminente.
Días antes del termino del plazo para pagar al FMI 1500 mil millones de euros, Tsipras convocó un referendo. El pueblo
tenia que responder se aceptaba o rechazaba las ultimas propuestas
presentadas por el Eurogrupo. En un discurso dramático Tsipras pidió a
los electores que votasen NO.
La ciudadanía atendió su llamamiento; el No obtuvo mas del 61% de los
votos emitidos. El gobierno interpretó ese NO como apoyo a la política
de Tsipras.
El referendo, repudiado por el Partido Comunista, fue una maniobra teatral del primer ministro.
Al retomar las negociaciones en Bruselas, el primer ministro griego
traicionó la confianza de los electores pidiendo un nuevo rescate de 53
mil millones de euros y presentó al Eurogrupo propuestas aun peores que
las ultimas que había rechazado.
Recusaron la austeridad, pero días después propusieron una
austeridad reforzada .Es significativo que Syriza, Pasok y Potami hayan
publicado un comunicado conjunto al día siguiente al referendo, un
consenso expresivo de la política de clase del gobierno.
Pero al contrario de lo que esperaba Tsipras, el Eurogrupo aplazó
sucesivamente el Acuerdo. Su actitud no resulta de la nueva propuesta
griega y si de las contradicciones internas de los países miembros.
Alemania, Finlandia, Holanda y otros países desean excluir a Grecia del
Euro; antagónica es la posición de Francia.
El gobierno Syriza-Anel está desesperado. En el momento en que
escribo esta crónica el Acuerdo se presenta como muy difícil pese a su
capitulación total que confirmó las previsiones del KKE
(odiario.info.30.06.15)
CHILE,VENEZUELA, GRECIA
La conciencia de que el capitalismo no encuentra soluciones para su
crisis estrcutural contribuyó para un aumento de la agresividad
imperialista (Gascao,odiario.info,3.07.15).
Esa opción muestra de forma transparente la estrategia de los EEUU,
dispuestos a agredir a los pueblos que no se someten incondicionalmente a
su proyecto de dominación planetaria.
El bloqueo a Cuba, las guerras contra los pueblos de Iraq, Afganistán
y Libia, la ayuda militar y política a las organizaciones terroristas
sirias, el apoyo a las agresiones del estado fascista de Israel, y las
amenazas a Irán expresan bien esa política.
Nunca la solidaridad de las grandes potencias imperialistas en defensa del Orden del Capital fue tan transparente.
La evolución de la crisis griega confiere actualidad a las lecciones de Chile. La respuesta imperial a la opción socialista de la Unidad Popular de
Allende cuando participaban del gobierno un partido socialista marxista y
el partido comunista fue un golpe militar bárbaro.
Transcurridos más de 40 años, desaparecida la URSS, el mundo, hegemonizado por el capitalismo, es muy diferente.
Hoy es suficiente que un político en el poder decida contestar mismo
tímidamente la dictadura del capital para que lo consideren enemigo del
sistema.
En Honduras, Manuel Zelaya, el presidente constitucional, fue alejado
por un golpe militar organizado en la embajada de EEUU. En el Paraguay depusieron un presidente que defendía tímidas reformas democráticas, que no agradaron a Washington. En Venezuela, Bush y Obama han montado y financiado, sin éxito,
sucesivas conspiraciones para derrocar a Hugo Chávez, pese a que las
estructuras del capitalismo permanecen allí casi intactas. Fallecido Chávez, una campaña mediática masacrante satanizó el
inofensivo «Socialismo del Siglo XXI» , y el presidente Barack Obama
afirmó identificar en la revolución bolivariana una intolerable «amenaza
a la seguridad de EEUU».
En Bolivia, los tímidos matices socializantes del gobierno de Evo
Morales incomodaron tanto a Washington que el embajador norteamericano
organizó una conspiración (fracasada) lo que motivó su expulsión de La
Paz.
LA ALTERNATIVA ES LA REVOLUCIÓN
En la confusión ideológica actual, estimulada por un sistema
mediático manipulador, la sumisión total de Grecia a los sacerdotes del
capital confirmó, insisto, la imposibilidad de la transformación de
sociedades capitalistas en el ámbito del sistema, es decir por vía
institucional.
¿Pero acaso se disiparon las ilusiones sembradas por Syriza y los demagogos populistas Tsipras y Voroufakis? No. En Europa las fuerzas progresistas y algunos partidos comunistas, sobre todo los del Partido de la Izquierda Europea, aunque inscriben en
sus programas el socialismo como objetivo final (rumbo al comunismo)
actúan en el sistema como si les fuera posible llegar al gobierno por
vía electoral.
Obviamente en el actual contexto europeo la conquista del poder
político a través de una revolución es a corto plazo una imposibilidad.
En algunos países de la Unión Europea existen condiciones objetivas para
rupturas revolucionarias, pero no hay condiciones subjetivas.
Por eso mismo no son realistas los programas, a veces muy ambiciosos,
concebidos para una transición en el cuadro de una revolución
democrática y nacional.
En condiciones más favorables que las hoy vigentes la revolución
democrática y nacional portuguesa, inspirada en los valores del 25 de
Abril, fue brutalmente interrumpida por un golpe militar promovido por
la burguesía con el apoyo del imperialismo.
Hoy, desaparecida la Unión Soviética, las grandes potencias de la
Unión Europea, utilizarían la fuerza, si fuera necesario, contra
cualquier país miembro cuyo gobierno democrático, progresista, iniciase
políticas incómodas para el Orden Capitalista.
¿Que hacer entonces?
Las revoluciones no son pre-datadas. Triunfaron casi siempre en situaciones inesperadas, contra la lógica
aparente de la Historia. Ocurrió eso con la Francesa de 1789, con las
Rusas de 1917, con la de China, con la Vietnamita y la Cubana.
El Partido Comunista de Grecia nos ofrece el ejemplo de una
organización revolucionaria que, aunque consciente de que en tiempo
previsible no podrá tomar el poder, aliado a otras fuerzas progresistas,
lucha con firmeza y coraje por la destrucción del sistema capitalista en su país.
Se puede discrepar puntualmente de su discurso, pero su coherencia y
tenacidad en el combate inspiran respeto y admiración a los comunistas
de otros partidos.
Las revoluciones-repito- no tienen fecha en el calendario. Es mi
convicción que el capitalismo no tiene soluciones para su crisis
estructural. Entró ya en una agonía que puede prolongarse por muchos
años.
El polo hegemónico del engranaje, EEUU, mantiene con sus aliados una
enorme capacidad de desencadenar golpes de estado y guerras
imperialistas. Son manifestaciones de desesperación, guerras monstruosas
que provocan una resistencia creciente de los pueblos victimas de ese
terrorismo de estado.
La simultaneidad y convergencia de esas luchas y el ascenso de la
lucha de masas en países de Asia, África, Europa y América Latina pueden
ser decisivas para la disgregación del sistema opresor, minado por
contradicciones internas. Pueden apresurar su derrota final.
En ese combate veo como insustituible la participación de los partidos comunistas revolucionarios.
La alternativa será la construcción del socialismo después de una
etapa de transición dolorosa. prolongada, diferente en cada país.
Una certeza: la via institucional para el socialismo es un imposibilidad, confirmada por ejemplos de la Historia.
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