Me
sucede que cuando escribo o cuando hablo, me dicen que lo hago como
aldeana y no como profesional (la gente tiene equivocado el concepto de
profesionalismo no tiene nada que ver con títulos universitarios) cuando
hablo me dicen que lo hago como alguien de pueblo y me exigen que hable
como capitalina letrada. Paso. Yo soy vendedora de mercado y mi esencia
es irrefutable. Hablo fuerte, directo, claro y sin pretensiones y a
quien no le guste que se vista y que se vaya. Soy aldeana, soy
pueblerina y soy arrabalera. ¿Qué quieren, que cambie mi esencia? Jamás.
Es difícil ser guatemalteca fuera de la patria, requiere un nivel de
responsabilidad. La identidad se pone a prueba día a día, la memoria y
el amor. La integridad y la consecuencia.
No
ha sido fácil para mí ser guatemalteca en el extranjero, pero más
difícil aún ha sido manejar la luz que me han dado las letras, mi vida
cambió desde que comencé a escribir y también la percepción que tienen
las personas de mí. Y algo que no comprenden es que escribo y que no es
algo del otro mundo y que también limpio casas y que soy como los
millones que viven en las sombras, que también día a día estoy expuesta a
una deportación, y que me enfado, me deprimo, que exploto por perder
oportunidades de desarrollo por no tener los papeles que me permitan la
locomoción libre, que también he sufrido innumerables humillaciones por
ser indocumentada, negra y latinoamericana.
Dejé
de ir a eventos sociales, a eventos comunitarios, a esos eventos
culturales, dejé de ir a fiestas de cumpleaños y esas cosas, porque las
personas han cambiado conmigo, la luz de las letras me ha expuesto y
quieren utilizarme, ya no me ven como la Ilka que limpia casas y es
indocumentada, que es como todos, ahora soy plataforma y me invitan con
el único interés de que escriba de sus eventos y los publique, y los
alardee. Y no es mi percepción es que me lo han dicho en mi cara, ¿por
qué no escribiste del evento? ¿Por qué no publicaste de tal fiesta?
Últimamente al salir de los eventos me decían que esperaban sin falta el
artículo publicado al siguiente día. En plena fiesta me preguntaban si
había llevado mi libreta para anotar y que no se me escaparan detalles.
Ya
no me invitaban como persona, como parte de la comunidad. Hay personas
que tienen mi apellido en común y dicen que son mis familiares, pero
antes cuando no escribía ni me volteaban a ver.
No
soporto estar rodeada de gente que habla pestes de Guatemala, que la
denigran, que la escupen. Gente que por tener papeles estadounidenses se
cree superior. Gente que por que habla inglés pretende haber olvidado
el español. Me cuesta porque soy real como para vivir de pretensiones. Y
lo peor de todo es que no me puedo quedar callada y cuando hablo lo
hago con toda honestidad, la mayoría no lo soporta. Entonces me tachan
de arrogante, de agrandada, de no sé qué tantas cosas más. Yo soy pueblo
del que está pegadito a la tierra, no me siento cómoda codeándome con
pretensiones, finuras falsas o arrogancias. En cambio sí voy a chiniques
que nada tienen que ver con directivas, organizaciones y cívicas, donde
están los que cortan grama, construyen casas, trabajan en fábricas,
limpian casas, cuidan niños, ahí soy es el único lugar donde me siento
libre, nadie me anda preguntando de letras ni de ni mierda, ahí soy una
empleada doméstica como los millones en este país. Ahí nadie me anda
pidiendo que escriba una crónica del evento porque ni idea tienen que
escribo porque apenas les queda tiempo para respirar, porque trabajan
extenuantes jornadas laborales como los millones de indocumentados.
Porque muchos apenas saben escribir su nombre, porque trabajan día y
noche para enviar las remesas que esperan sus familiares puntual. No soy
de aceptar recibir reconocimientos de organizaciones, colectivos,
directivas ni cívicas. En cambio soy de tomarme una cerveza a gusto con
cualquier huele paga que llegó a este país y perdió el norte y se quedó
sin sur.
Cada
día me exigen más, cada día me piden que deje de escribir con modismos,
que trabaje en la gramática, que me enfoque en la secuencia. Que le
baje el tono a mi voz, que modere lo que digo. Cada día me invitan más a
eventos sociales como “orgullo centroamericano” no voy, porque orgullo
centroamericanos son los millones que se parten el lomo trabajando en
las sombras y a ellos nadie los anda invitando para darles
reconocimientos. Escribir no me hace extraordinaria ni luminaria. Cuando
me preguntan qué haré cuando me deporten (porque la deportación un día
llegará eso es así) “porque en Guatemala no hay nada” yo les digo que
regresaré al mercado que me vio crecer, lo mejor que sé hacer en la vida
es vender helados, será un placer volver a mi Alma Mater y abrazar a
mis colegas vendedores, a quienes me arroparon en los años de mi
infancia. ¿Ahuevarme? Jamás, que no me morí de hambre de niña mucho
menos lo haré hoy de mujer adulta. Estoy consciente que mi estadía en
este país es pasajera, así como instantánea es la vida, por eso la vivo
ambas con pasión absoluta.
Me
preguntan por qué no publico en medios guatemaltecos si mis textos
viajan por los cinco continentes, lo que sucede es que los que se han
acercado a invitarme para que escriba en sus plataformas me ponen de
límite no decir en mi perfil que limpio casas y soy indocumentada,
porque eso (me han explicado) les resta relevancia. Jamás negaré que soy
vendedora de mercado, que limpio casas y que soy indocumentada. Me
preguntan por qué no he publicado libros en editoriales guatemaltecas,
toqué puertas y no se abrieron, las que se dignaron a contestarme me
dijeron que no podían publicar a empleadas domésticas y mucho menos a
indocumentados. Las otras ni siquiera me contestaron. Lo intenté, quise
publicar primero en mi país pero mi país no me quiso publicar porque se
avergüenza de quienes emigramos y trabajamos en oficios y somos
indocumentados. Porque para ellos lo importante es la alcurnia y los
codeos y los títulos universitarios.
Los
medios internacionales que me publican tienen mi fidelidad y mi
entrega, tienen mi honestidad y mi agradecimiento, porque ellos sí
valoran mi trabajo.
Tal
vez nunca publique un libro en papel con el sello de una editorial,
(los que he publicado tienen el sello de la editorial de Amazon y son
publicaciones de autor, tienen mi firma que es lo que los hace únicos)
pero tampoco lo necesito, no me quita el sueño, lo que me hace escritora
es escribir no publicar con el sello de editoriales reconocidas. No es
fácil ir a contracorriente, pero lo fácil en esta vida no vale ni la
pena ni la alegría.
Fui,
soy y seré vendedora de mercado, indocumentada y empleada doméstica.
Así mis circunstancias de vida cambien. No soy capitalina, soy ni más ni
menos que Comapense de pura cepa, y crecí en mi gran amor, Ciudad
Peronia, lujo de arrabal. Y siento un orgullo hijueputa por lo que soy y
mi honradez no se vende ni por un costal de tuzas. Mi blog tiene las
puertas abiertas pero no obliga a nadie a que lo lea. Están los que
tienen que estar y son más que suficientes. Pasen adelante que está sin
tranca.
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