En 1913, la participación de Rusia en la producción industrial
mundial era alrededor del 4%.
En 1937 ya representaba el 10%. A mediados
de los años 70 este indicador aumentó al 20% y se mantuvo en este nivel
hasta el inicio de la perestroika. En historia de la Unión Soviética,
los períodos más dinámicos fueron los años 30 y los años 50. El primer
período fue el de la industrialización, llevada a cabo en las
condiciones de la “economía de movilización”. A mediados de los años 30,
la Unión Soviética se convirtió en el primer país de Europa y el
segundo del mundo en términos de producción industrial, justo detrás de
los Estados Unidos, pero muy por delante de Alemania, Gran Bretaña y
Francia. En tres planes quinquenales incompletos fueron construídas 364
nuevas ciudades, erigidas y colocadas en funcionamientos nueve mil
grandes empresas, lo cual es un número colosal: ¡dos grandes
empresas por día!
Naturalmente, la economía de movilización exigió sacrificios y la
máxima utilización de todos los recursos. Sin embargo, en vísperas de la
guerra, el nivel de vida del pueblo era sustancialmente más alto que en
el inicio del primer plan quinquenal. Todos recordamos la famosa frase
de Stalin de que la URSS sufría un retraso de 50 a 100 años en relación a
los países industrializados y que la historia nos concedía una década
recuperar este retraso, de lo contrario seríamos aplastados. Estas
palabras, pronunciadas en febrero de 1931, son sorprendentes por su
rigor histórico: el desfase es de apenas cuatro meses.
El segundo período es el del desarrollo económico en la base del
modelo que se formó después de la II Guerra Mundial, en cuya definición
Stalin participó activamente. Por inercia, este modelo económico
continuó funcionando durante años después de su muerte (hasta el momento
en que se iniciaron las “experiencias” de cierto modo de N. S.
Jruschov). En el período de 1951-1960, el Producto Interior Bruto de la
URSS creció dos veces y media, la producción industrial más de tres
veces y la producción agrícola cerca del 60%. Si en 1950 el nivel de
producción industrial de la URSS representaba el 25% en comparación con
los Estados Unidos, en 1960 constituía ya el 50%. El Tío Sam daba
señales de nerviosismo, dado que estaba a punto de perder
definitivamente la competición económica con la Unión Soviética. El
nivel de vida de los soviéticos crecía de manera ininterrumpida, a pesar
de que el país destinaba para inversión una parte del PIB mucho más
importante que los Estados Unidos y otros países occidentales.
El período de 30 años de nuestra historia (comienzos de los años 30 a
comienzos de los años 60) puede ser calificado como “milagro económico”
soviético. En este período se incluyen los años de la II Guerra Mundial
y de la posterior reconstrucción de la URSS. Nuestro país fue capaz de
vencer a Hitler y a todo su coalición. Esto no fue sólo una victoria
militar, sino también económica. Después de la guerra, en el período de
la reconstrucción del país, fuimos capaces de recuperar el nivel
anterior a la guerra más rapidamente que los países europeos, así como
para crear un “escudo nuclear”, que tenía una importancia vital para el
país en las condiciones de la “guerra fría” declarada por Occidente. En
los años 60 comenzamos a perder la dinámica económica que había sido
creada durante el período precedente. Y, a mediados de los años 70,
comenzaron a hacerse visibles las señales del llamado “estancamiento”,
con pérdidas en la fuente de desarrollo interno que eran camufladas con
petrodólares que inesperadamente entraron en nuestro país. A partir de
mediados de los años 80 comenzó a ser destruido lo que aún quedaba del
modelo económico creado en los años del “milagro económico”.
Stalin, un tema tabú
No soy el primero en tratar el “milagro económico de Stalin”. Para
explicarlo, otros autores señalan, con razón, que fue creado un modelo
fundamentalmente nuevo, distinto del modelo de “economía de mercado” de
Occidente (modelo de economía capitalista).
Los primeros años de la historia soviética estuvieron marcados por la
economía de “comunismo de guerra” (1917-1921). Se trata de un modelo
particular, que evidentemente no tiene nada en común con el “modelo de
mercado” (más que eso, es considerado como la antítesis del mercado).
Pero tampoco puede ser llamado soviético. Algunos autores, por
incomprensión o deliberadamente, tratan de colocar un signo de igualdad
entre la economía del “comunismo de guerra” y la “economía de Stalin”.
Si quisiéramos personificar la primera, entonces deberíamos llamarla
economía de Lenin-Trotski.
Elementos del modelo de “economía de mercado” existían sólo en el
período inicial de la historia de la URSS (el período de la NEP:
1921-1929) y en su fase final (la perestroika de M. S. Gorbachov:
1985-1991). Es decir, a lo sumo cerca de 15 años. Si quisiéramos
personificar este modelo, entonces podríamos calificarlo simbólicamente
de economía de N. Bujarin-M. Gorbachov. Recuerdo que Nikolai Bujarin era
considerado en los años 20 el ideólogo principal del Partido y luchó
por la construcción del socialismo y del comunismo con base en los
principios del mercado. Después se convirtió en un miembro activo de la
“nueva oposición”, que combatió fuertemente el modelo propuesto por
Stalin y sus partidarios (el “modelo de Stalin”).
Hay un intervalo de tiempo de aproximadamente 25 años (1961-1985), el
período del llamado “estancamiento”, en el que no estaba aún en vigor
el modelo de mercado, pero el modelo soviético estaba siendo lentamente
minado desde dentro, con la ayuda de diferentes “mejoras parciales”, que
no aumentaron su eficiencia, sino que la desacreditaron. Todo para que
al final de la existencia de la URSS los “jefes de la perestroika”
pudiesen decir a viva voz: “el modelo soviético es ineficiente, es necesario sustituirlo por el modelo de mercado“.
Si quisiéramos personificar la “economía de estancamiento”, entonces
deberíamos llamarla economía de Jhruschov-Brezhnev-Andropov-Chernenko.
De este modo, de toda la historia de los 74 años de existencia de la
Unión Soviética (1917-1991), el período del “milagro económico” no duró
más de tres décadas. Este período se caracteriza por la permanencia en
el poder del I. V. Stalin. Es verdad que entre 1953 y 1960, Stalin ya no
existía. Pero la economía creada por él continuaba funcionando sin
sufrir grandes alteraciones. Por eso, este período de 30 años
(1930-1960) puede ser llamado la época de la “economía de Stalin” y los
logros económicos de este período de “milagro económico de Stalin”.
Hoy, en nuestro país, domina el supuesto “pluralismo” de opiniones.
Es natural que algunos encuentren defectos en el modelo soviético y
prefieran el modelo de la “economía mercado”. Pero no deja de ser
sorprendente que el 99,99% de toda la información sobre economía sea
dedicada a la “economía de mercado”, y sólo el 0.01% de la información
esté relacionada con el modelo soviético. Además de eso, en los
materiales publicados, artículos y libros, no hay prácticamente una
descripción detallada de este modelo, lo que resulta todo en una
“crítica” vacía y en la tradicional conclusión: “es una economía de
comando-administrativo”. No se encuentra una definición inteligible de
“economía de comando-administrativo”, con excepción de que es la
antítesis de la “economía de mercado”.
Parece que fue el economista Gravil Popov, uno de los más acérrimos
defensores del mercado, el que inventó esta etiqueta en los albores de
la perestroika. “Economía de comando-administrativo” es una especie de
veredicto que no necesita justificación. Creo que el silencio alrededor
del tema del “modelo económico soviético” tiene un explicación muy
simple: un análisis comparativo serio de los dos modelos es
extramadamente desfavorable a los que proclaman la ideología de la
“economía mercado”. Tal es la política del “Comité del Partido de
Washington”.
Intentar evaluar la economía de Stalin en base a los criterios de la
“economía de mercado” y a los principios del liberalismo económico es un
ejercicio inútil. Estaba en curso una guerra contra la URSS, que por
veces se hizo visible y tangible (la Guerra de Finlandia, Jaljin Gol,
la II Guerra Mundial), otras veces tomó formas implícitas y camufladas.
Ganar tal guerra bajo las reglas de la “economía de mercado” sería lo
mismo que si un boxeador gana una pelea en el ring con los ojos tapados.
La esencia de la economía de Stalin
La esencia del modelo soviético (1930-1960) se puede resumir con las
siguientes características principales: propiedad social de los medios
de producción; papel decisivo del Estado en la economía; dirección
centralizada; planificación dirigida; complejo económico nacional
unificado; carácter movilizador; autosuficiencia máxima (sobre todo en
el período que todavía no había campo socialista); prioridad a los
indicadores naturales (físicos), (los indicadores de valor desempeñan un
papel auxiliar); carácter limitado de las relaciones
monetario-mercantiles; aceleración del desarrollo de las ramificaciones
de la industria del grupo A (producción de medios de producción) en
relación a las ramificaciones del grupo B (producción de bienes de
consumo); combinación de incentivos materiales y morales al trabajo;
inadmisibilidad de rendimientos no provenientes del trabajo y
acumulación individual excesiva de bienes materiales; garantía de la
satisfacción de las necesidades vitales a todos los miembros de la
sociedad y aumento incesante del nivel de vida; apropiación social de
los resultados de la producción, etc.
El carácter planificado de la economía merece especial atención.
Ciertamente, los detractores del modelo de Stalin, al utilizar el
término despectivo “sistema de comando-administrativo”, se refieren
principalmente a la planificación de la economía nacional, la cual se
opone al llamado “mercado”, expresión que esconde una economía orientada
hacia el lucro y enriquecimiento. En el modelo de Stalin, de lo que se
trata es justamente de una planificación dirigida, en la que el plan
maestro tiene el estado de ley y su cumplimiento es obligatorio. Esto lo
distingue de los llamados planes indicativos que fueron utilizados
después de la II Guerra Mundial en los países de Europa Occidental y en
Japón, los cuales tenían un carácter orientador bajo la forma de
recomendaciones a los agentes económicos. Por cierto, los planes
dirigidos no son sólo característicos de la “economía de Stalin”. Hoy en
día todavía existen. ¿Dónde? Te preguntarás. En las grandes
corporaciones. Por eso, los detractores del “modelo de Stalin” que les
gusta tanto la expresión “sistema de comando-administrativo”, deberían
criticar también con el mismo fervor las grandes corporaciones
transnacionales como IBM, BP, General Electric o Siemens. En todas
ellas, en pleno siglo XXI, existe un estricto sistema de
comando-administrativo, sin cualquier tipo de impureza “democrática” o
de participación de los trabajadores en la administración.
En una entrevista, el 29 de enero de 1941, Stalin señaló que fue
precisamente el carácter planificado de la economía soviética lo que
permitió asegurar la independencia económica del país:
“Si no tuviésemos en nuestro país (…) un centro de planificación
que asegura la autonomía de la economía nacional, la industria se habría
desarrolló por un vía completamente diferente. Todo habría comenzado
por la industria ligera y no por la industria pesada. Dimos una vuelta a
las leyes de la economía capitalista, las pusimos cabeza abajo.
Comenzamos por la industria pesada y no ligera, y ganamos. Sin una
economía planificada eso sería imposible. Después de todo, ¿cómo se
desarrolló la economía capitalista? En todos los países las cosas
comenzaron con la industria ligera. ¿Por qué? Por que la industria
ligera proporciona más beneficios. ¿Qué interés tiene para los
capitalistas aislados desarrollar la metalurgia, la siderurgia, la
industria petrolífera, etc.? Lo que les importa es el lucro, y era sobre
todo la industria ligera la que proporciona beneficios. Nosotros, por
el contrario, empezamos por la industria pesada, y aquí radica la razón
por la cual no somos un apéndice de las economías capitalistas. (…) La
rentabilidad es una cuestión que en nuestro país está subordinada a la
construcción, en primer lugar, de la industria pesada, la cual exige
grandes inversiones por parte del Estado y, naturalmente, no es rentable
en el período inicial. Si, por ejemplo, se entregase la construcción de
la industria al capital -la industria de harinas es la que da mayores
beneficios, y después le sigue, por lo que parece, la producción de
juguetes- entonces, el capital comenzaría por aquí a construir la
industria“.(1)
El desarrollo acelerado de las ramificaciones del grupo A (producción
de medios de producción) con respecto a las ramificaciones del grupo B
(producción de bienes de consumo), no es sólo un slogan de la época del
“gran comienzo” de los años 30. Es más bien un principio permanentemente
en vigor, dado que no se trata aquí de la “sociedad socialista” en
abstracto. De lo que se habla es de la economía concreta de la URSS, que
se encontraba (y se encontrará en un futuro) bajo el cerco capitalista
enemigo. Un cerco que procurará destruir la Unión Soviética tanto por
medios económicos como militares. Sólo un alto nivel de desarrollo de
las ramificaciones del grupo A podrá garantizar una lucha eficaz de la
URSS contra el cerco capitalista enemigo. La consideración ulterior del
referido principio significa, de hecho, que el modelo de Stalin es el
modelo de la economía de movilización. No podía ser de otro modo. Stalin
argumentó esto de una manera absolutamente justa al formular la
siguiente tesis geopolítica: El contenido fundamental de la época actual
es la lucha entre dos sistemas socioeconómicos, el socialista y el
capitalista.
Es ampliamente conocido (de las obras de los clásicos del marxismo)
que la principal contradicción del capitalismo es la contradicción entre
el carácter social de la producción y la forma privada de apropiación.
Por lo tanto, el principio más importante de la economía Stalin es el
carácter social de la apropiación, lo que elimina la “maldita”
contradicción existente en el capitalismo. El principio de la
distribución según el trabajo es complementado con el principio de la
apropiación social. En concreto, esto significa que el sobreproducto
creado por el trabajo es distribuido de forma bastante pareja entre
todos los miembros de la sociedad, a través del mecanismo de la
reducción de los precios de venta de los bienes de consumo y servicios y
a través de la dotación de fondos sociales de consumo.
La prioridad que se da en primer lugar a los indicadores naturales
(físicos) durante la planificación y la evaluación de los resultados de
la actividad económica es otro principio clave. En primer lugar porque
los indicadores en valor eran poco fiables (sobre todo en la esfera de
la producción, no en el comercio al por menor). Después porque tenían un
papel auxiliar. Las ganancias no eran el indicador más importante. El
criterio más importante de la eficiencia era, no el aumento del
beneficio financiero, sino la reducción del costo unitario de
producción.
La economía de Stalin como una enorme corporación
El modelo soviético puede ser equiparado a una corporación gigante
llamada “Unión Soviética”, que está compuesta de diferentes secciones y
sectores de producción, los cuales trabajan para la creación de un
producto final. En la calidad del producto final se analiza, no el
resultado financiero (beneficio), sino el conjunto de bienes concretos y
servicios que satisfagan las necesidades personales y de la sociedad.
El indicador del producto social (y sus elementos) expresado en valor
desempeña sólo un papel orientador en la realización de los planes
anuales y quinquenales, y en la evaluación de los resultados del
cumplimiento de los planes. Gracias a la división del trabajo, la
especialización y la estrecha cooperación se obtiene la máxima
eficiencia de la producción de toda la corporación. No tiene sentido que
exista cualquier tipo de competencia entre secciones y sectores de
producción. Tal competencia sólo desorganiza el trabajo de toda la
corporación y genera costos innecesarios. En lugar de la competencia hay
colaboración y cooperación en el cuadro de proceso común. Determinadas
secciones y sectores producen materias primas, energía, prefabricados y
componentes, de los que al final se forma el producto social. Después
este producto común es distribuído entre todos los participantes en la
producción. La distribución y la redistribución del producto social no
se efectúa a nivel de las secciones y sectores, excepto en lo que está
establecido.
Toda esta enorme producción, intercambio y distribución son
administrados por los órganos dirigentes y de coordinación de la
corporación “URSS”. Esto incluye el gobierno, varios ministerios y
departamentos. En primer lugar los ministerios de ramas de producción. A
medida que la estructura de la economía nacional se iba volviendo más
compleja, su número crecía constantemente. Dentro de cada ministerio de
la Unión aún había subsecciones, llamadas direcciones principales, y
diferentes instituciones territoriales en las regiones (en particular
los ministerios de las repúblicas de la Unión). Órganos como el Gosplan
de la URSS, el Ministerio de Finanzas, el Banco Estatal de la URSS y
otros, desempeñaban también un papel de coordinación y control. También
tenían su red territorial, particularmente con departamentos con
designaciones idénticas al nivel de las repúblicas de la Unión.
Se refiere a la forma en que las grandes compañías occidentales
(especialmente las transnacionales), conectadas al sector real de la
economía, usan un esquema similar de organización y administración. No
hay cualquier relación de mercado en su interior, sólo hay una
contabilidad nominal basada en precios de “transferencia” (dentro de la
corporación). La diferencia fundamental entre el modelo de las
corporaciones Occidentales y el modelo de Stalin es el hecho de que la
corporación pertenece a los propietarios privados y su actividad se
dirige, en primer lugar, a la obtención de resultados financieros
(beneficio). Además de eso, los resultados no son distribuídos entre los
trabajadores, sino apropiados por los propietarios de la corporación.
Es cierto que hoy en día este esquema de organización y administración
de la actividad de las corporaciones está siendo abandonado. La razón es
que, en las condiciones actuales de enorme desarrollo del sector
financiero de la economía, la actividad productiva dejó de ser
competitiva e incluso rentable. Las corporaciones tradicionalmente
ligadas a la producción están reorientando su actividad a los mercados
financieros. Estas corporaciones financieras están organizadas de modo
completamente diferente.
Debo decir que encontré comparaciones de la economía de Stalin con
las grandes corporaciones en una serie de autores nacionales y
extranjeros. He aquí una cita de un trabajo reciente:
“Mucho antes de la aparición de corporaciones nacionales y
transnacionales, la URSS ya era la mayor estructura económica
corporativa del mundo. Los objetivos y funciones económicas corporativas
del Estado estaban consagradas en la Constitución. Como corporación
económica, la URSS desarrolló y puso en práctica un sistema científico
de precios vigentes internamente, que permitían utilizar de manera
eficiente las riquezas naturales en el interés de la economía nacional.
Una de las particularidades de este sistema era, en particular, los
precios reducidos de los combustibles, de la energía y otros recursos
naturales en comparación con el mercado mundial (…)
La visión corporativa de la economía, como organismo integral,
presupone la liberación de amplios recursos para la inversión, la
defensa, el ejército, la ciencia, educación y cultura, a diferencia de
las posiciones egoístas y a corto plazo de los sujetos del mercado, para
los que lo importante es embolsarse rápidamente las ganancias. El
rechazo de la concepción del Estado como corporación económica, la
destrucción de los vínculos entre ramas industriales y entre regiones, y
el aislamiento de las empresas tuvieron un efecto catastrófico en la
economía de Rusia” (2)
Dificilmente se podrá estar en desacuerdo con los autores en lo que
respecta a las consecuencias de la destrucción de la “Corporación
Económica URSS”. Sólo se puede cuestionar si tal destrucción se produjo
instantáneamente, en el momento de la disolución de la URSS, en
Diciembre de 1991. En verdad, el proceso de destrucción comenzó antes,
en los años 60 del siglo pasado, y se prolongó durante casi tres
décadas.
La “economía de Stalin” comprobada por la vida
La economía de Stalin pasó la prueba del tiempo. En el caso de que no
se sea un rival prejuicioso o un enemigo de Rusia, entonces se debe
reconocer que la economía de Stalin permitió asegurar la superación del
atraso económico secular del país, convirtiéndolo, al mismo tiempo que
los EE.UU., en la mayor potencia
económica del mundo; crear un complejo económico nacional unificado que
lo hizo independiente del mercado mundial; vencer a Alemania y a los
países de coalición hitleriana; garantizar el aumento incesante del
bienestar del pueblo sobre la base de la reducción resultante de los
costos de producción; mostrar a todo el mundo la ineficiencia de la
llamada economía de “mercado” (capitalista) y reorientar a muchos países
hacia la llamada “vía no capitalista, de desarrollo”; garantizar la
seguridad militar del país a través de la creación de armas nucleares.
A mí me parece que eso es suficiente para poder comprender con más
detalle lo que es la “economía de Stalin”. Nosotros no lo hacemos por
mera curiosidad, sino porque vemos que Rusia atraviesa una grave crisis
económica. El conocimiento de la economía de Stalin nos permite
encontrar más rápidamente la salida al impasse actual.
Sobre las “deformaciones” y “errores” de la “economía de Stalin”
Naturalmente que una serie de principios, antes mencionados, no han
sido realizados en la práctica real de la construcción de la economía,
en su forma “pura”. Por un lado, debido a ciertas “desviaciones”
conscientes a la línea política de Stalin por parte de algunas figuras
del Estado; por el otro, debido a la debilidad de la “naturaleza humana”
(por ejemplo, debilidades en el control de ejecución), y, finalmente,
porque el propio Stalin hizo algunas correcciones a su línea política.
Estas correcciones fueron hechas de manera intuitiva, al mismo tiempo
que el perfeccionamiento del modelo económico debería haber sido
efectuado sobre la base de la profundización teórica. Stalin trató de
impulsar el proceso de desarrollo de esta teoría, sobre todo al
escribir, en 1952, la obra “Problemas económicos del socialismo en la URSS“.
“El desconocimiento de la teoría es fatal“, acostumbraba a
decir Stalin, y desafortunadamente estas palabras resultaron ser
proféticas. El desvío brusco e injustificado de estos principios
provocaron la erosión y socavaron el modelo de Stalin. La erosión se
hizo patente en el período de 1960-1985. Algunos casos ocurrieron
después, en la segunda mitad de los años 50, cuando Jruschov comenzó a
realizar peligrosos experimentos económicos.
Se pueden dar muchos ejemplos de esta erosión. Ya hemos hablamos del
principio de la prevalencia de los indicadores naturales (físicos) en la
planificación y evaluación de los resultados de la actividad económica.
Pues bien, la reforma de Kossíguine en 1965 comenzó a introducir, como
medida principal, el indicador del producto bruto en valor (es decir, el
volumen de producción calculado según el llamado “método de fábrica”).
Se hizo así posible y ventajoso incrementar este indicador, mientras que
la evolución de los indicadores reales (naturales) crecía cada vez más
lejos del producto bruto expresado en valor.
La paradoja es que la orientación con fines de lucro hizo la economía
cada vez más “gastadora”. Los problemas graves en la planificación
fueron camuflados. Formalmente, los planes centralizados comenzaron a
cubrir una lista cada vez mayor de productos intermedios y finales de
las diferentes ramas de la industria, en comparación con la época de
Stalin (esto fue posible gracias a la introducción de las primeras
máquinas de computación electrónica en el Gosplan y en muchos
ministerios). En los diferentes niveles se decía que en la práctica de
la planificación se estaba introduciendo el llamado “método integral programado“.
Sin embargo, en la vida real y a todos los niveles, los indicadores
concretos del plan no eran definidos en términos de objetivos
superiores, sino por el método que partía del nivel “golpeado” del año
anterior (el período planificado).
En toda una serie de aspectos, la economía de Stalin no se encuadra
en el marxismo. No hubo ninguna fundamentación y profundación teórica
previa de este modelo, que fue creado en la práctica según el método de
la experimentación y del error. Por cierto, en aquellos años no había ni
siquiera un manual de economía política del socialismo. Su elaboración
se prolongó durante 30 años, y la primera edición apareció solamente en
1954, después de la muerte de Stalin. Tengamos en cuenta también que el
manual contiene contradicciones, pues se trató de unir las realidades de
la vida (de la economía de Stalin) al marxismo. No fue en vano lo que
Stalin dijo a sus seguidores: “Si para todas las cuestiones buscan las respuestas en Marx, fracasarán. Es necesario pensar por sí mismos“.
El desmantelamiento de la “economía de Stalin”
Desafortunadamente, después de la muerte de Stalin, los dirigentes
del Partido y del Estado se negaron a pensar por sí mismos, prefiriendo
guiarse por dogmas del marxismo o, simplemente, actuar por inercia,
parasitando los logros de la “economía de Stalin”.
Jrushchov consiguió debilitar la economía de Stalin, pero no
consiguió destruirla. Un golpe mucho más grave fue asestado por la
reforma económica de 1965-1969, personificada entonces por el presidente
del Consejo de Ministros de la URSS, A. Kossíguine. A veces también se
le conoce como la reforma de E. Liberman, uno de los consultores de
Kossíguine. El resultado fue un modelo que los críticos más duros
tacharon de capitalismo de Estado. La reforma de 1965-1969 transformó
las empresas socialistas en productores de mercado aislados, orientados
al lucro (el principal indicador del plan), y no a contribuir a la
construcción del resultado del complejo económico nacional unificado. En
sustitución del modo socialista de producción surgió el modo mercantil
de producción.
Después de la reforma de Kossíguine, no hubo prácticamente más
intentos serios de mejoras económicas durante casi dos décadas. Tampoco
hubo intentos de suspender la “experiencia” mortal de
Kossíguine-Liberman. La economía se hundió en el “estancamiento”, a
pesar de que la vida indicaba insistentemente la necesidad de verdaderos
cambios para fortalecer el país.
En la primera mitad de los años 70, la URSS alcanzó la paridad militar con los EE.UU.
y la OTAN. Teniendo esto en cuenta, era posible y necesario corregir
las proporciones del desarrollo de los grupos A y B, a favor del segundo
grupo de ramas de la industria. Debería haberse acelerado el desarrollo
de ramas como la industria ligera, la industria alimentaria, la
fabricación de automóviles, la producción de muebles, electrodomésticos y
equipos de radio, así como aumentar la escala de la construcción de
viviendas. En cambio, las inversiones fueron dirigidas a la construcción
de línea ferroviaria de Baikal-Amur, a la unión de los ríos, etc. Tanto
más por que en ese momento llegó la “ayuda” de los petrodólares
(aumento de los precios del “oro negro” en el mercado mundial en 1973).
Pero en vez de tirar por el Grupo B, se adoptó la línea de eliminar la
escasez de una serie de productos de consumo a través de las
importaciones. A partir de 1985 comenzó el período de destrucción
deliberada de la economía bajo el slogan ingenioso de la “perestroika”.
Se inició una turbulenta transición del capitalismo de Estado a otro
modelo de capitalismo, que se puede llamar, en la misma medida,
“propietarios privados”, “bandolerismo” o “comprador”.
El “factor humano” y los “fines superiores”
El funcionamiento eficiente de la economía de Stalin dependía no sólo
del modo consecuente en que los líderes de la economía nacional
aplicaban los principios antes enumerados de la “economía de Stalin.”
Dependía aún más del grado de preparación de la sociedad y de cada uno
de sus miembros para participar en la realización de los planes. Stalin
comprendió esto muy bien. Por eso, en su tiempo, formuló la triple tarea
de la construcción del comunismo, que incluía:
a) El desarrollo por todos los medios de las fuerzas productivas;
b) El perfeccionamiento de las relaciones de producción;
c) La formación del “hombre nuevo”.
Los principios de la “economía de Stalin” analizados anteriormente
indican el tipo de relaciones de producción necesarias, en aquel momento
histórico, para el avence del país hacia el comunismo. La tarea de la
formación del “hombre nuevo” fue definida por Stalin de forma mucho más
pobre que los dos primeros componentes de esta triple tarea. No sólo por
el orden en el que aparecen, sino también por la prioridad que le fue
dada, ya que parece en tercer lugar. Sin embargo, se ha hecho mucho en
la época de Stalin para realizar esta tercera tarea. Los medios de
información de masas, la cultura, la ciencia y la literatura
subordinaron a su acción el objetivo de formar el “hombre nuevo”. El
problema fue que el concepto de “hombre nuevo” se basó en el fundamento
metodológico de el materialismo marxista. Se den las vueltas que se
quieran dar, pero en los esquemas marxistas el hombre no es un fin, sino
un medio. Tanto es así que fue designado con frecuencia como “factor
humano”, “factor de producción”, “fuerza de trabajo”, “recurso laboral”.
(3)
A mediados de los años 50 surgió una fórmula más elaborada de la ley
fundamental del socialismo que definía como objetivo de la economía
socialista “garantizar el bienestar y el desarrollo integral de
todos los miembros de la sociedad a través de la más plena satisfacción
de sus crecientes necesidades materiales y culturales, lograda por la
vía del crecimiento incesante de la producción socialista, con base en
el progreso científico-técnico“. El marxismo no logra proponer
otros fines más “elevados” (antes que espirituales), simplemente porque
es puro materialismo. (…)
Pero hay que decir que en los tiempos de Stalin se ha hecho mucho
para que los ciudadanos del País de los Soviets se interesaran de la
manera más plena posible por el modelo de “la economía de Stalin”. Se
dice que se utilizó métodos coercitivos para imponer esta economía. Sí,
al principio esto existió. Me refiero a la colectivización
“coercitiva-voluntaria” de la agricultura. Pero no se va muy lejos sólo
con métodos coercitivos. El esclavo no puede ser un trabajador
eficiente.
Desde mediados de los años 30, Stalin siguió una línea de ascensión
por todos los medios del estado de los trabajadores. Los incentivos
materiales fueron complementados con estímulos morales. Surgió la
emulación socialista (como antítesis de la competencia capitalista). En
los años 30, el país fue dominado por el movimiento stajanovista. Fueron
instituidos los títulos de “Héroe del Trabajo Socialista”, “Trabajador
emérito”, “Figura Emérita”, etc. En todos los niveles se desarrollaba un
trabajo de educación, orientado a fortalecer la disciplina en el
trabajo, se formó un espíritu de colectivismo, de asistencia mutua, una
actitud de cuidado para con la propiedad socialista, etc. Se combatía el
parasitismo. De hecho, la lucha consecuente del Estado contra
diferentes manifestaciones de riqueza y lujo provenientes de
rendimientos ilícitos también consolidó la confianza de la gente en la
justicia social y constituía un estímulo al trabajo. Surgió el
movimiento de los racionalizadores e inventores, en el cual participaron
no sólo los ingenieros y técnicos, sino también millones de simples
trabajadores.
Hay que decir que Stalin consiguió en gran medida elevar el activismo
laboral de los soviéticos, los métodos coercitivos jugaron aquí un
papel secundario. El pueblo soviético se unió al “modelo de Stalin”
(aunque no inmediatamente). Esto sucedió precisamente porque este modelo
iba más allá del estricto marco de la economía. Este propósito
supra-económico era la defensa del país de las agresiones externas.
Después la muerte de Stalin, que legó el arma atómica al pueblo
soviético, el sentimiento de amenaza externa pasó a un segundo e incluso
a un tercer plano (a pesar de que Occidente nos haya declarado la
“Guerra Fría”). En primer plano se colocaron las tareas económicas que
derivaron de la referida “ley fundamental del socialismo”. Pero esta es
la paradoja: los objetivos puramente económicos no consolidan y no
movilizan al pueblo, no revelan su potencial creativo, sino por el
contrario, quiebran, se debilitan y anulan su creatividad edificante.
Esto, en el mejor de los casos, se transforma en el llamado “espíritu
empresarial”. (4)
Con objetivos estrictamente económicos, la “economía de Stalin” no
funciona, está condenada a la desaparición y a la sustitución por
diferentes variantes del modelo de “economía de mercado”.
¿Podremos regresar a la “economía de Stalin”? Podremos si formulamos
fines “superiores”, supra-económicos. Estos fines hoy están en el aire.
En este momento sería crucial que alguien fuese capaz de enunciar estos
fines en voz alta con el fin de ser escuchados por el pueblo. No sólo
podemos, debemos regresar a la economía de Stalin. No debemos
engañarnos: “la economía de mercado” condena a Rusia a la extinción.
Notas:
(1) Conversación acerca del “Manual de Economía Política” (registro resumido), 29 de enero de 1941, I.V. Stalin, Obras (en ruso), ed. Pissatel 1997, t. 15, p. 8. (N. Ed.).
(2) I.M. Bratichev, C.N. Krachninnikov, “¡Rusia puede ser rica!“, Ed. Grial, Moscú, 1999, pp. 15-16.
(3) Como es evidente, no suscribimos esta posición del autor, cuyo
misticismo religioso tergiversa la esencia del marxismo. Al contrario de
lo que afirma, el marxismo es la única doctrina política-filosófica que
pone al hombre como un fin, liberándolo de la opresión y la
explotación, y abriéndole un horizonte de progreso individual y
colectivo. Este ideal fue concretado por primera vez en la URSS, lo que
por cierto, paradójicamente, nuestro autor también reconoce. (N. Ed.)
(4) Es cierto que la inminente amenaza externa obligó al pueblo
soviético a un esfuerzo hercúleo para construir su defensa y vencer al
enemigo. Sin embargo, es una explicación demasiado reducida de la
extraordinaria movilización social vista en los años 30. El pueblo
soviético era consciente de la amenaza, pero lo que lo movilizaba era la
defensa de su sistema político, económico y social, la perspectiva de
la construcción del socialismo y del avance hacia el comunismo. Ahí
está, pues, el ideal supra-económico que, tras la muerte de Stalin, fue
desapareciendo, no por falta de promesas de los líderes, sino porque las
palabras dejaron de tener correspondencia en los actos y en la realidad
de la vida. (N. Ed.)
(5) Valentín Iúrievitch Katassonov (n.1950), como ya hemos mencionado
en otro artículo aquí publicado, no es marxista, ni tampoco
materialista en el campo filosófico. Sin embargo, la objetividad de su
enfoque, a pesar de ser insuficiente en varios aspectos y de las
objeciones específicas que plantea, es una valiosa contribución para el
establecimiento de la verdad histórica. El presente texto nace de una
compilación de ocho artículos publicados por el autor a lo largo del mes
de febrero de 2014 en el portal http://www.km.ru. (N. Ed.)
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