Venezuela
es, definitivamente, una dictadura muy extraña. Celebran elecciones,
auditadas por miles de observadores del mundo entero, y en las que los
partidos de oposición son capaces de sacar millones de votos y hasta
gobernar en cientos de ciudades, pueblos y estados del país. Hay marchas
de la oposición legalizadas sin el menor problema por […]
Venezuela
es, definitivamente, una dictadura muy extraña. Celebran elecciones,
auditadas por miles de observadores del mundo entero, y en las que los
partidos de oposición son capaces de sacar millones de votos y hasta
gobernar en cientos de ciudades, pueblos y estados del país. Hay marchas
de la oposición legalizadas sin el menor problema por el gobierno cada
dos por tres que movilizan a miles de personas en las calles. Tienen
decenas de medios de comunicación que hacen una labor furibunda
contra el gobierno y cuyos directores incluso viajan por el mundo para
contar, de primera mano, lo mal que está todo en Venezuela (sin ir más
lejos el director de El Universal, principal diario de Venezuela, hace
un par de semanas en la 13TV). Expresidentes de diferentes países
latinoamericanos como Colombia o Bolivia, Andrés Pastrana y Jorge
Quiroga, que dejaron a sus respectivos países en la miseria durante sus
mandatos, pueden ir al país y hacer megaruedas de prensa diciendo de
todo al gobierno legítimo de Venezuela, lanzando todo tipo de proclamas
contra el chavismo, participando en las marchas de la oposición y no
pasa absolutamente nada. La mujer del preso golpista Leopoldo López
puede viajar por el mundo reuniéndose con todo tipo de personajes y
mandatarios institucionales haciendo un brutal campaña contra el
gobierno de su país,. y luego regresar al país sin ningún problema y
ponerse al frente de las movilizaciones de la oposición para convocar
marchas y ejercer de lideresa de las mismas, y sin problemas. Yo me
imagino una dictadura de verdad, como la de Franco en España o la de
Videla en Argentina o la de Pinochet en Chile, y pienso, ¿en serio es
posible siquiera pensar que algo así pudiera pasar en esos sitios? No
sé, no creo que sea tan difícil de entender la comparación.
Venezuela
tiene una constitución que es de las más democráticas y avanzadas del
mundo, tiene unas elecciones, como decimos, auditadas internacionalmente
en las cuales la oposición concurre sin problemas y hasta es capaz de
ganar algunos gobiernos locales y estatales sin que vaya nadie a
fusilarlos por ello, no solo tiene en vigencia tres poderes del estado
separados entre sí, sino que tiene cinco poderes que ejercen como tales y
son elegidos de manera democrática, todos los procedimientos ejecutivos
son activados mediante respaldo legal-constitucional y los legislativos
lo mismo, tiene hasta la posibilidad de activar revocatorios para todos
los cargos electos, existe una relativa descentralización que, entre
otras cosas, permite que las competencias en materia de seguridad estén
en muchos municipios casi copadas por los aytmos. locales en manos de la
oposición, los movimientos opositores están legalizados y no son
perseguidos en ningún caso (salvo, obviamente, cuando actúan de forma
violenta y/o golpista), los opositores entran y salen del país al gusto
sin que nadie se lo impida, líderes de la derecha internacional entran y
salen del país al gusto, los medios de comunicación están en su mayoría
en manos de la iniciativa privada y son duramente críticos con el
gobierno, existe libertad de expresión, de información, de culto, de
manifestación y de reunión, menuda dictadura extraña, ya digo.
Claro
que la permanente campaña golpista que los opositores vienen
desarrollando desde que Chávez asumió el poder puede llevar al gobierno a
cometer algunos excesos para defenderse de tales intentos, por ejemplo,
lo puede llevar a abusar del procedimiento constitucional de las “leyes
habilitantes”, y claro que es verdad que con frecuencia los “chavistas”
usan sus mayorías parlamentarias, obtenidas en las urnas, para legislar
con el objetivo de cercar a la oposición en sus estrategias
desestabilizadoras, y tampoco se puede negar que hay ciertas prácticas
gubernamentales que no se deberían dar de esa manera si el país viviera
en una deseable situación de normalidad democrática, tales como el
control absoluto que el gobierno ejerce sobre los medios públicos o el
abuso de los recursos del estado para apoyar la labor gubernamental con
campañas de autobombo, etc., pero es que la situación en tal país no es
precisamente de normalidad democrática, y muchas de estas cosas además,
que condenaríamos en cualquier país del mundo si un gobierno al que no
apoyamos los usara contra nosotros, se empiezan a dar después del
intento fallido de golpe de 2002 que sacó ilegalmente al Presidente
Chávez del gobierno durante dos días, en el momento en que el gobierno
entiende su debilidad frente a los poderes fácticos que durante décadas
habían gobernado con mano de hierro Venezuela y que ya entonces se
negaban a dejar el poder en manos de un gobierno de “advenedizos” y
“parias” que estaban desafiando algunos de sus privilegios. No lo
justifica ni lo legitima, pero, desde luego, sirve para poner la
situación del país en su contexto real.
Venezuela
no es una democracia perfecta (¿lo es algún estado?, ¿lo es España?),
claro que no, el país, además, tiene graves problemas sociales,
políticos y económicos en diferentes ámbitos (inseguridad, corrupción,
desabastecimiento, inflación, etc.) pero llamarlo dictadura es mentir y
hacerle el juego a los verdaderos antidemócratas que en Venezuela no son
precisamente los que apoyan al gobierno. En Venezuela, con más o menos
dificultades, con más o menos problemas, el estado de derecho, el
procedimiento electoral, las garantías judiciales y procesales, y el
control de unos poderes sobre otros sigue plenamente vigente, y decir lo
contrario es negar la evidencia. Se da la paradoja por ejemplo, de ver a
esos opositores que salen en los medios de comunicación rodeados de
decenas de micrófonos de diferentes medios (la mayoría de ellos privados
y opositores como ellos) para decir que en Venezuela no hay libertad de
expresión. Es una metáfora de la estrategia opositora en general.
Denuncian
que el gobierno hace abusos de autoridad, pero llevan 15 años
desarrollando estrategia golpista tras estrategia golpista para
desalojarlo de manera violenta y anticonstitucional, ante lo cual,
suponemos, esperarán que el gobierno reaccione simplemente mirando para
otro lado o “dejándolos estar” aunque ello lleve a incendiar las calles,
sabotear la economía del país o directamente derrocar el orden
constitucional vía golpe de estado. Critican que las elecciones están
amañadas pero se presentan a ellas allí donde creen que pueden vencer y
cuando los resultados le son favorables, entonces no dudan de la
legalidad y validez de los mismos. Cuestionan la legitimidad
constitucional del gobierno en la aplicación de algunas de sus medidas
pero hacen uso del revocatorio cuando han creído que les era favorable a
su estrategia política y ahora andan haciendo todo los posible para
ganar las elecciones legislativas y poder así torpedear, desde la
Asamblea Nacional, la labor ejecutiva del gobierno nacional. Se
presentan como víctimas de una persecución política pero no han dudado
en incendiar las calles o en llamar al asesinato del presidente legítimo
del país cada vez que han tenido oportunidad. Se dicen pueblo y en
cuanto pudieron pusieron en el gobierno del estado al jefe de la
patronal (Pedro Carmona). Se dicen demócratas y lo primero que hicieron
tras tomar ilegalmente el poder en 2002 fue firmar un decreto que
aniquilaba en su conjunto el orden constitucional (dejando sin validez a
la constitución vigente, disolviendo las cámaras legislativas, el poder
judicial,y estableciendo un verdadero vacío legal al más puro estilo
pinochestista que podía haber justificado cualquier barbaridad). Se
llaman patriotas pero apoyan las amenazas y embargos de los EEUU contra
su país y hasta llaman a la intervención militar para acabar con el
gobierno que la mayoría de su pueblo vota. Y así tantas cosas.
Los
políticos encarcelados que ahora tanto resuenan en los medios
internacionales, por cierto, son golpistas, ¡golpistas!, implicados en
intentos de golpe de estado o en llamamientos a sacar de manera violenta
y anticonstitucional al gobierno desde las calles (operación “la
salida”), a ver si nos enteramos de una vez, porque si el caso se diera
en el estado español, primero que, salvo que fuera un complot del propio
estado para salir de una situación indeseada por esa vía
antidemocrática, el castigo sería ejemplar y se aplicaría contra ellos
la máxima dureza penal, pero es que además aquí los demócratas los
llamaríamos poco menos que fascistas. ¿Cuáles son, entonces, las razones
que nos pueden llevar a condenar a Venezuela por simplemente aplicar su
orden legislativo y constitucional vigente? Ya lo digo yo. Más allá de
los intereses políticos que existen para convertir a Venezuela en un
tema de debate continuado en el estado español, ninguna. O al menos,
ninguna que no se dé igual en España.
Y
si encima son personas como Aznar o Felipe González quienes abanderan
esa causa y esa petición, simplemente suena a chiste. Los dos mayores
criminales de estado que han pasado por la Moncloa son cualquier cosa
menos ejemplos de defensa en el propio estado español de aquello que
dicen querer defender en Venezuela (los derechos humanos y la defensa de
las libertades). El señor X de los GAL, el que abrazó a Vera y
Barrionuevo a la puerta de una cárcel tras ser aquellos condenados por
secuestro y torturas, el amigo de Carlos Andrés Pérez que bendijo la
masacre del gobierno venezolano en el Caracazo, no puede dar lecciones a
nadie, no. Y el tipo que mintió en el Congreso repetidas veces sobre
aquello de las armas de destrucción masiva solo para legitimar una
guerra que contaba con la oposición de la inmensa mayoría del pueblo, el
que no dudó en intentar usar el 11-M para su beneficio político
tratando de que los medios del mundo entero dijeran que había sido ETA
cuando ya se sabía a ciencia cierta que no lo había sido, el que apoyó
el golpe contra Chávez en 2002 y reconoció como legítimo el gobierno
liberticida, totalitario y antidemocrático de Pedro Carmona, qué vamos a
decir también.
¿Condenar
a Venezuela? Que condenen ellos primero al régimen español y así, de
verdad, nos creeremos que sus intenciones son sinceras y podremos
empezar a planteárnoslo. Que resulta muy fácil pedir que se condene no
se qué ataque a los derechos humanos en Venezuela, pero qué complicado
es para algunos, en cambio, llamar aquí a las cosas por su nombre.
Venezuela no será el paraíso, desde luego que no, pero no creo que haya
absolutamente nada que podamos decir de lo que allí ocurre que no se
pueda decir igualmente, y en mayor medida en muchos casos, aquí. Así que
lancemos un órdago a los partidos que van de “superdemócratas” por la
vida solo porque continuamente se llenan la boca llamando “dictadura” a
Venezuela y pidamos a PP, PSOE, Ciudadanos y todos los demás partidos
“superdemocráticos” del estilo que CONDENEN el régimen dictatorial español. Razones las hay de sobra.
Se
critica que el presidente venezolano pida al parlamento autorización
para gobernar a base de decretos-leyes, sin necesidad de tener que pasar
continuamente sus leyes por dicho parlamento, y se dice que, con ello,
el gobierno “acumula todo el poder”, mediante la aplicación de las
conocidas como “leyes habilitantes”. Decir al respecto nuevamente que,
sin duda, no es lo más apropiado para garantizar un correcto y
normalizado funcionamiento de una democracia, pero sin olvidar que tales
leyes y tal actitud tan “antidemocrática” son, en realidad, el
resultado de un proceso que está legitimado y desarrollado en la propia
constitución, que para ponerlo en marcha hace falta, nada más y nada
menos, que haber ganado las elecciones presidenciales, primero, y tener
mayoría absoluta en la Asamblea Nacional tras haber ganado las
elecciones legislativas, después (que, por si no se sabe, ambos poderes
del estado se votan por separado y en periodos electorales distintos), y
que, por supuesto, están sujetas las leyes que se aprueben mediante tal
procedimiento a las limitaciones constitucionales establecidas en
materia de derechos y libertades. Recordar igualmente que, por un lado,
una situación de mayoría absoluta en las cortes (como ahora tiene el PP)
es en España, de facto, una situación similar que otorga plena
capacidad legislativa al ejecutivo (apoyado en su mayoría
parlamentaria-legislativa) y que, además, también aquí existen
procedimientos similares que permiten al gobierno establecer distintos
tipos de estados de alarma, alerta o excepción si las circunstancias así
lo requieren, habiéndose activado uno de estos en los últimos años,
ante, nada más y nada menos, ¡que una huelga de controladores aéreos!
(situación límite, vaya -sic-), lo que permitió a la Guardia Civil
entrar a punta de pistola a sacar a los controladores de sus puestos de
trabajo (y con un gobierno del PSOE). Si en España se viviera una
situación como la que se vive en Venezuela, todo lo que pasó durante las
guarimbas con las calles ardiendo, multitud de edificios públicos
(incluidos ministerios y hospitales) incendiados, asesinatos de policías
en las manifestaciones, o todo lo que tiene que ver con el contrabando,
el acaparamiento y demás acciones de guerra y sabotaje económico que
están poniendo al país al borde del caos socio/económico -sin pensar en
las consecuencias que ello tiene en la gente-, no quiero ni imaginar lo
que haría el gobierno. Pero si por una huelga de controladores se hizo
eso, imaginemos. Cualquier cosa sería posible y ojalá nunca tengamos que
comprobarlo.
Por
otro lado, de presos políticos en el estado español vamos sobrados, de
persecución y criminalización de la “disidencia” para qué hablar
(empezando por los sindicalistas procesados por hacer piquetes y
terminando por el acoso y derribo a la juventud vasca independentista,
pasando por muchas otras cosas que bien conocemos quienes nos oponemos a
las políticas “oficiales” del estado español), sobre libertad de
expresión y control de los medios públicos y privados de comunicación
para qué vamos a hablar igualmente (¿cuántos grandes medios opositores
al régimen del 78 existen? Ninguno), sobre ataques a la prensa qué decir
(esta semana mismo la Federación de Sindicatos de Periodistas -FeSP-
hizo público un comunicado denunciando el acosos y derribo del gobierno y
el estado a los medios alternativos, ante los varios casos de
periodistas detenidos, procesados y hasta encarcelados por ejercer su
trabajo -Jaime Alekos, Alicia Armesto, Raúl Capín, Adolfo Luján, Pitu,
Iraitz Salegi, Boro o el ataque de agentes de la Policía autonómica
catalana a la redacción de Directa, etc-), sobre persecución y cierre de
medios de comunicación en Euskal Herria nos pueden decir algo (Egin,
Egunkaria, Ardi Beltza, Apurtu, etc.), y de división de poderes mejor no
hablamos tampoco que nos puede dar la risa (un constitucional que te
tumba la ley andaluza de vivienda pero te legaliza la privatización de
la sanidad de Madrid, o que según mayorías vota a favor o en contra del
estatuto de Catalunya o la legalización-ilegalización de un determinado
partido, una fiscalía que ejerce de manera cotidiana como defensora de
corruptos y otros procesados de “alto nivel”, etc, etc.), y en lo que
viene a ser respetar el derecho a decidir de los pueblos, el uso de los
poderes del estado para impedir la realización del menor movimiento
democrático que pueda llevar a consultar a un determinado pueblo sobre
sus deseos de futuro, es de conocimiento general, aquí y en Plutón, el
talante tan extremadamente “democrático” del estado, con consultas
declaradas ilegales, intentos de amedrentar a presidentes autonómicos
electos con leyes ad-hominen destinadas establecer el marco legal que
permitiese encarcelar a tal presidente en caso de no acatar los mandatos
del estado, la amenaza de enviar al ejército a garantizar el
“cumplimiento de la ley y la constitución”, etc. En fin, si Venezuela es
una dictadura, España debe ser la antesala del infierno totalitario, lo
menos.
Así
que si vamos a condenar a democracias imperfectas que en algún momento
pueden tener algún tipo de tic autoritario asociado a su normal
funcionamiento cotidiano e institucional, vamos a hacerlo con todas. Y
no vale empezar por aquello que está a miles y miles de kilómetros, que
eso es lo fácil y lo cobarde. Empiecen por condenar al régimen español y
sus evidentes conductas autoritarias, totalitarias y antidemocráticas, y
luego ya, si eso, vemos con calma lo de Venezuela para ver qué se puede
hacer o decir al respecto, ¿vale? Mientras tanto, mejor callen y dejen
de hacer el ridículo tratando de tapar la ruina a la que están llevando
al estado español hablando de Venezuela, que aquí ya nos conocemos todos
y sabemos de sobras por dónde van los tiros en ciertos debates
impuestos a golpe de titular de prensa, de programa sensacionalista al
más puro estilo película de terror y demás basura mediática.
Ah por cierto, por si no había quedado claro:
Ni
condeno ni condenaré a Venezuela por hacer lo que hace actualmente. Os
condeno a vosotros por haber vendido la democracia a unos poderes no
electos que legislan a golpe de recomendaciones impuestas y que están
sumiendo al pueblo en el desempleo, la pobreza, la pérdida de
expectativas de futuro, la frustración existencial y la desesperación.
Os condeno por, precisamente, ser incapaces de hacer lo que el gobierno
de Venezuela lleva haciendo quince años: enfrentar a las órdenes de los
ladrones que se esconden tras los “mercados”, las instituciones
financieras internacionales y las grandes potencias capitalistas
mundiales, con política, democracia y soberanía popular. Os condeno, en
definitiva, por ser unos vasallos del poder financiero y haber
renunciado a ejercer cualquier mínima capacidad de resistencia
democrática ante el mismo. Justo, huelga decirlo, por lo que odiáis
tanto a gobiernos como el de Venezuela, porque a su lado no sois más que
vulgares estafadores del pueblo, sucios traidores a vuestra gente. Si
de algo sois ejemplo para Venezuela, es precisamente para saber lo que
alguna vez fueron sus gobiernos y ya nunca más deberán volver a ser por
el bien de sus propios intereses como pueblo.
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