18 de junio de 2015

El milagro económico soviético

Por Valentin Katassonov (5). Enviado desde Cultura Proletaria

En 1913, la participación de Rusia en la producción industrial mundial era alrededor del 4%. 

En 1937 ya representaba el 10%. A mediados de los años 70 este indicador aumentó al 20% y se mantuvo en este nivel hasta el inicio de la perestroika. En historia de la Unión Soviética, los períodos más dinámicos fueron los años 30 y los años 50. El primer período fue el de la industrialización, llevada a cabo en las condiciones de la “economía de movilización”. A mediados de los años 30, la Unión Soviética se convirtió en el primer país de Europa y el segundo del mundo en términos de producción industrial, justo detrás de los Estados Unidos, pero muy por delante de Alemania, Gran Bretaña y Francia. En tres planes quinquenales incompletos fueron construídas 364 nuevas ciudades, erigidas y colocadas en funcionamientos nueve mil grandes empresas, lo cual es un número colosal: ¡dos grandes empresas por día!
 


Naturalmente, la economía de movilización exigió sacrificios y la máxima utilización de todos los recursos. Sin embargo, en vísperas de la guerra, el nivel de vida del pueblo era sustancialmente más alto que en el inicio del primer plan quinquenal. Todos recordamos la famosa frase de Stalin de que la URSS sufría un retraso de 50 a 100 años en relación a los países industrializados y que la historia nos concedía una década recuperar este retraso, de lo contrario seríamos aplastados. Estas palabras, pronunciadas en febrero de 1931, son sorprendentes por su rigor histórico: el desfase es de apenas cuatro meses.

El segundo período es el del desarrollo económico en la base del modelo que se formó después de la II Guerra Mundial, en cuya definición Stalin participó activamente. Por inercia, este modelo económico continuó funcionando durante años después de su muerte (hasta el momento en que se iniciaron las “experiencias” de cierto modo de N. S. Jruschov). En el período de 1951-1960, el Producto Interior Bruto de la URSS creció dos veces y media, la producción industrial más de tres veces y la producción agrícola cerca del 60%. Si en 1950 el nivel de producción industrial de la URSS representaba el 25% en comparación con los Estados Unidos, en 1960 constituía ya el 50%. El Tío Sam daba señales de nerviosismo, dado que estaba a punto de perder definitivamente la competición económica con la Unión Soviética. El nivel de vida de los soviéticos crecía de manera ininterrumpida, a pesar de que el país destinaba para inversión una parte del PIB mucho más importante que los Estados Unidos y otros países occidentales.

El período de 30 años de nuestra historia (comienzos de los años 30 a comienzos de los años 60) puede ser calificado como “milagro económico” soviético. En este período se incluyen los años de la II Guerra Mundial y de la posterior reconstrucción de la URSS. Nuestro país fue capaz de vencer a Hitler y a todo su coalición. Esto no fue sólo una victoria militar, sino también económica. Después de la guerra, en el período de la reconstrucción del país, fuimos capaces de recuperar el nivel anterior a la guerra más rapidamente que los países europeos, así como para crear un “escudo nuclear”, que tenía una importancia vital para el país en las condiciones de la “guerra fría” declarada por Occidente. En los años 60 comenzamos a perder la dinámica económica que había sido creada durante el período precedente. Y, a mediados de los años 70, comenzaron a hacerse visibles las señales del llamado “estancamiento”, con pérdidas en la fuente de desarrollo interno que eran camufladas con petrodólares que inesperadamente entraron en nuestro país. A partir de mediados de los años 80 comenzó a ser destruido lo que aún quedaba del modelo económico creado en los años del “milagro económico”.

Stalin, un tema tabú


No soy el primero en tratar el “milagro económico de Stalin”. Para explicarlo, otros autores señalan, con razón, que fue creado un modelo fundamentalmente nuevo, distinto del modelo de “economía de mercado” de Occidente (modelo de economía capitalista).

Los primeros años de la historia soviética estuvieron marcados por la economía de “comunismo de guerra” (1917-1921). Se trata de un modelo particular, que evidentemente no tiene nada en común con el “modelo de mercado” (más que eso, es considerado como la antítesis del mercado). Pero tampoco puede ser llamado soviético. Algunos autores, por incomprensión o deliberadamente, tratan de colocar un signo de igualdad entre la economía del “comunismo de guerra” y la “economía de Stalin”. Si quisiéramos personificar la primera, entonces deberíamos llamarla economía de Lenin-Trotski.

Elementos del modelo de “economía de mercado” existían sólo en el período inicial de la historia de la URSS (el período de la NEP: 1921-1929) y en su fase final (la perestroika de M. S. Gorbachov: 1985-1991). Es decir, a lo sumo cerca de 15 años. Si quisiéramos personificar este modelo, entonces podríamos calificarlo simbólicamente de economía de N. Bujarin-M. Gorbachov. Recuerdo que Nikolai Bujarin era considerado en los años 20 el ideólogo principal del Partido y luchó por la construcción del socialismo y del comunismo con base en los principios del mercado. Después se convirtió en un miembro activo de la “nueva oposición”, que combatió fuertemente el modelo propuesto por Stalin y sus partidarios (el “modelo de Stalin”).

Hay un intervalo de tiempo de aproximadamente 25 años (1961-1985), el período del llamado “estancamiento”, en el que no estaba aún en vigor el modelo de mercado, pero el modelo soviético estaba siendo lentamente minado desde dentro, con la ayuda de diferentes “mejoras parciales”, que no aumentaron su eficiencia, sino que la desacreditaron. Todo para que al final de la existencia de la URSS los “jefes de la perestroika” pudiesen decir a viva voz: “el modelo soviético es ineficiente, es necesario sustituirlo por el modelo de mercado“. Si quisiéramos personificar la “economía de estancamiento”, entonces deberíamos llamarla economía de Jhruschov-Brezhnev-Andropov-Chernenko.

De este modo, de toda la historia de los 74 años de existencia de la Unión Soviética (1917-1991), el período del “milagro económico” no duró más de tres décadas. Este período se caracteriza por la permanencia en el poder del I. V. Stalin. Es verdad que entre 1953 y 1960, Stalin ya no existía. Pero la economía creada por él continuaba funcionando sin sufrir grandes alteraciones. Por eso, este período de 30 años (1930-1960) puede ser llamado la época de la “economía de Stalin” y los logros económicos de este período de “milagro económico de Stalin”.

Hoy, en nuestro país, domina el supuesto “pluralismo” de opiniones. Es natural que algunos encuentren defectos en el modelo soviético y prefieran el modelo de la “economía mercado”. Pero no deja de ser sorprendente que el 99,99% de toda la información sobre economía sea dedicada a la “economía de mercado”, y sólo el 0.01% de la información esté relacionada con el modelo soviético. Además de eso, en los materiales publicados, artículos y libros, no hay prácticamente una descripción detallada de este modelo, lo que resulta todo en una “crítica” vacía y en la tradicional conclusión: “es una economía de comando-administrativo”. No se encuentra una definición inteligible de “economía de comando-administrativo”, con excepción de que es la antítesis de la “economía de mercado”.

Parece que fue el economista Gravil Popov, uno de los más acérrimos defensores del mercado, el que inventó esta etiqueta en los albores de la perestroika. “Economía de comando-administrativo” es una especie de veredicto que no necesita justificación. Creo que el silencio alrededor del tema del “modelo económico soviético” tiene un explicación muy simple: un análisis comparativo serio de los dos modelos es extramadamente desfavorable a los que proclaman la ideología de la “economía mercado”. Tal es la política del “Comité del Partido de Washington”.

Intentar evaluar la economía de Stalin en base a los criterios de la “economía de mercado” y a los principios del liberalismo económico es un ejercicio inútil. Estaba en curso una guerra contra la URSS, que por veces se hizo visible y tangible (la Guerra de Finlandia, Jaljin Gol, la II Guerra Mundial), otras veces tomó formas implícitas y camufladas. Ganar tal guerra bajo las reglas de la “economía de mercado” sería lo mismo que si un boxeador gana una pelea en el ring con los ojos tapados.


La esencia de la economía de Stalin


La esencia del modelo soviético (1930-1960) se puede resumir con las siguientes características principales: propiedad social de los medios de producción; papel decisivo del Estado en la economía; dirección centralizada; planificación dirigida; complejo económico nacional unificado; carácter movilizador; autosuficiencia máxima (sobre todo en el período que todavía no había campo socialista); prioridad a los indicadores naturales (físicos), (los indicadores de valor desempeñan un papel auxiliar); carácter limitado de las relaciones monetario-mercantiles; aceleración del desarrollo de las ramificaciones de la industria del grupo A (producción de medios de producción) en relación a las ramificaciones del grupo B (producción de bienes de consumo); combinación de incentivos materiales y morales al trabajo; inadmisibilidad de rendimientos no provenientes del trabajo y acumulación individual excesiva de bienes materiales; garantía de la satisfacción de las necesidades vitales a todos los miembros de la sociedad y aumento incesante del nivel de vida; apropiación social de los resultados de la producción, etc.

El carácter planificado de la economía merece especial atención. Ciertamente, los detractores del modelo de Stalin, al utilizar el término despectivo “sistema de comando-administrativo”, se refieren principalmente a la planificación de la economía nacional, la cual se opone al llamado “mercado”, expresión que esconde una economía orientada hacia el lucro y enriquecimiento. En el modelo de Stalin, de lo que se trata es justamente de una planificación dirigida, en la que el plan maestro tiene el estado de ley y su cumplimiento es obligatorio. Esto lo distingue de los llamados planes indicativos que fueron utilizados después de la II Guerra Mundial en los países de Europa Occidental y en Japón, los cuales tenían un carácter orientador bajo la forma de recomendaciones a los agentes económicos. Por cierto, los planes dirigidos no son sólo característicos de la “economía de Stalin”. Hoy en día todavía existen. ¿Dónde? Te preguntarás. En las grandes corporaciones. Por eso, los detractores del “modelo de Stalin” que les gusta tanto la expresión “sistema de comando-administrativo”, deberían criticar también con el mismo fervor las grandes corporaciones transnacionales como IBM, BP, General Electric o Siemens. En todas ellas, en pleno siglo XXI, existe un estricto sistema de comando-administrativo, sin cualquier tipo de impureza “democrática” o de participación de los trabajadores en la administración.

En una entrevista, el 29 de enero de 1941, Stalin señaló que fue precisamente el carácter planificado de la economía soviética lo que permitió asegurar la independencia económica del país:

Si no tuviésemos en nuestro país (…) un centro de planificación que asegura la autonomía de la economía nacional, la industria se habría desarrolló por un vía completamente diferente. Todo habría comenzado por la industria ligera y no por la industria pesada. Dimos una vuelta a las leyes de la economía capitalista, las pusimos cabeza abajo. Comenzamos por la industria pesada y no ligera, y ganamos. Sin una economía planificada eso sería imposible. Después de todo, ¿cómo se desarrolló la economía capitalista? En todos los países las cosas comenzaron con la industria ligera. ¿Por qué? Por que la industria ligera proporciona más beneficios. ¿Qué interés tiene para los capitalistas aislados desarrollar la metalurgia, la siderurgia, la industria petrolífera, etc.? Lo que les importa es el lucro, y era sobre todo la industria ligera la que proporciona beneficios. Nosotros, por el contrario, empezamos por la industria pesada, y aquí radica la razón por la cual no somos un apéndice de las economías capitalistas. (…) La rentabilidad es una cuestión que en nuestro país está subordinada a la construcción, en primer lugar, de la industria pesada, la cual exige grandes inversiones por parte del Estado y, naturalmente, no es rentable en el período inicial. Si, por ejemplo, se entregase la construcción de la industria al capital -la industria de harinas es la que da mayores beneficios, y después le sigue, por lo que parece, la producción de juguetes- entonces, el capital comenzaría por aquí a construir la industria.(1)

El desarrollo acelerado de las ramificaciones del grupo A (producción de medios de producción) con respecto a las ramificaciones del grupo B (producción de bienes de consumo), no es sólo un slogan de la época del “gran comienzo” de los años 30. Es más bien un principio permanentemente en vigor, dado que no se trata aquí de la “sociedad socialista” en abstracto. De lo que se habla es de la economía concreta de la URSS, que se encontraba (y se encontrará en un futuro) bajo el cerco capitalista enemigo. Un cerco que procurará destruir la Unión Soviética tanto por medios económicos como militares. Sólo un alto nivel de desarrollo de las ramificaciones del grupo A podrá garantizar una lucha eficaz de la URSS contra el cerco capitalista enemigo. La consideración ulterior del referido principio significa, de hecho, que el modelo de Stalin es el modelo de la economía de movilización. No podía ser de otro modo. Stalin argumentó esto de una manera absolutamente justa al formular la siguiente tesis geopolítica: El contenido fundamental de la época actual es la lucha entre dos sistemas socioeconómicos, el socialista y el capitalista.

Es ampliamente conocido (de las obras de los clásicos del marxismo) que la principal contradicción del capitalismo es la contradicción entre el carácter social de la producción y la forma privada de apropiación. Por lo tanto, el principio más importante de la economía Stalin es el carácter social de la apropiación, lo que elimina la “maldita” contradicción existente en el capitalismo. El principio de la distribución según el trabajo es complementado con el principio de la apropiación social. En concreto, esto significa que el sobreproducto creado por el trabajo es distribuido de forma bastante pareja entre todos los miembros de la sociedad, a través del mecanismo de la reducción de los precios de venta de los bienes de consumo y servicios y a través de la dotación de fondos sociales de consumo.

La prioridad que se da en primer lugar a los indicadores naturales (físicos) durante la planificación y la evaluación de los resultados de la actividad económica es otro principio clave. En primer lugar porque los indicadores en valor eran poco fiables (sobre todo en la esfera de la producción, no en el comercio al por menor). Después porque tenían un papel auxiliar. Las ganancias no eran el indicador más importante. El criterio más importante de la eficiencia era, no el aumento del beneficio financiero, sino la reducción del costo unitario de producción.


La economía de Stalin como una enorme corporación


El modelo soviético puede ser equiparado a una corporación gigante llamada “Unión Soviética”, que está compuesta de diferentes secciones y sectores de producción, los cuales trabajan para la creación de un producto final. En la calidad del producto final se analiza, no el resultado financiero (beneficio), sino el conjunto de bienes concretos y servicios que satisfagan las necesidades personales y de la sociedad. El indicador del producto social (y sus elementos) expresado en valor desempeña sólo un papel orientador en la realización de los planes anuales y quinquenales, y en la evaluación de los resultados del cumplimiento de los planes. Gracias a la división del trabajo, la especialización y la estrecha cooperación se obtiene la máxima eficiencia de la producción de toda la corporación. No tiene sentido que exista cualquier tipo de competencia entre secciones y sectores de producción. Tal competencia sólo desorganiza el trabajo de toda la corporación y genera costos innecesarios. En lugar de la competencia hay colaboración y cooperación en el cuadro de proceso común. Determinadas secciones y sectores producen materias primas, energía, prefabricados y componentes, de los que al final se forma el producto social. Después este producto común es distribuído entre todos los participantes en la producción. La distribución y la redistribución del producto social no se efectúa a nivel de las secciones y sectores, excepto en lo que está establecido.

Toda esta enorme producción, intercambio y distribución son administrados por los órganos dirigentes y de coordinación de la corporación “URSS”. Esto incluye el gobierno, varios ministerios y departamentos. En primer lugar los ministerios de ramas de producción. A medida que la estructura de la economía nacional se iba volviendo más compleja, su número crecía constantemente. Dentro de cada ministerio de la Unión aún había subsecciones, llamadas direcciones principales, y diferentes instituciones territoriales en las regiones (en particular los ministerios de las repúblicas de la Unión). Órganos como el Gosplan de la URSS, el Ministerio de Finanzas, el Banco Estatal de la URSS y otros, desempeñaban también un papel de coordinación y control. También tenían su red territorial, particularmente con departamentos con designaciones idénticas al nivel de las repúblicas de la Unión.

Se refiere a la forma en que las grandes compañías occidentales (especialmente las transnacionales), conectadas al sector real de la economía, usan un esquema similar de organización y administración. No hay cualquier relación de mercado en su interior, sólo hay una contabilidad nominal basada en precios de “transferencia” (dentro de la corporación). La diferencia fundamental entre el modelo de las corporaciones Occidentales y el modelo de Stalin es el hecho de que la corporación pertenece a los propietarios privados y su actividad se dirige, en primer lugar, a la obtención de resultados financieros (beneficio). Además de eso, los resultados no son distribuídos entre los trabajadores, sino apropiados por los propietarios de la corporación. Es cierto que hoy en día este esquema de organización y administración de la actividad de las corporaciones está siendo abandonado. La razón es que, en las condiciones actuales de enorme desarrollo del sector financiero de la economía, la actividad productiva dejó de ser competitiva e incluso rentable. Las corporaciones tradicionalmente ligadas a la producción están reorientando su actividad a los mercados financieros. Estas corporaciones financieras están organizadas de modo completamente diferente.

Debo decir que encontré comparaciones de la economía de Stalin con las grandes corporaciones en una serie de autores nacionales y extranjeros. He aquí una cita de un trabajo reciente:
Mucho antes de la aparición de corporaciones nacionales y transnacionales, la URSS ya era la mayor estructura económica corporativa del mundo. Los objetivos y funciones económicas corporativas del Estado estaban consagradas en la Constitución. Como corporación económica, la URSS desarrolló y puso en práctica un sistema científico de precios vigentes internamente, que permitían utilizar de manera eficiente las riquezas naturales en el interés de la economía nacional. Una de las particularidades de este sistema era, en particular, los precios reducidos de los combustibles, de la energía y otros recursos naturales en comparación con el mercado mundial (…) 

La visión corporativa de la economía, como organismo integral, presupone la liberación de amplios recursos para la inversión, la defensa, el ejército, la ciencia, educación y cultura, a diferencia de las posiciones egoístas y a corto plazo de los sujetos del mercado, para los que lo importante es embolsarse rápidamente las ganancias. El rechazo de la concepción del Estado como corporación económica, la destrucción de los vínculos entre ramas industriales y entre regiones, y el aislamiento de las empresas tuvieron un efecto catastrófico en la economía de Rusia” (2)

Dificilmente se podrá estar en desacuerdo con los autores en lo que respecta a las consecuencias de la destrucción de la “Corporación Económica URSS”. Sólo se puede cuestionar si tal destrucción se produjo instantáneamente, en el momento de la disolución de la URSS, en Diciembre de 1991. En verdad, el proceso de destrucción comenzó antes, en los años 60 del siglo pasado, y se prolongó durante casi tres décadas.


La “economía de Stalin” comprobada por la vida

La economía de Stalin pasó la prueba del tiempo. En el caso de que no se sea un rival prejuicioso o un enemigo de Rusia, entonces se debe reconocer que la economía de Stalin permitió asegurar la superación del atraso económico secular del país, convirtiéndolo, al mismo tiempo que los EE.UU., en la mayor potencia económica del mundo; crear un complejo económico nacional unificado que lo hizo independiente del mercado mundial; vencer a Alemania y a los países de coalición hitleriana; garantizar el aumento incesante del bienestar del pueblo sobre la base de la reducción resultante de los costos de producción; mostrar a todo el mundo la ineficiencia de la llamada economía de “mercado” (capitalista) y reorientar a muchos países hacia la llamada “vía no capitalista, de desarrollo”; garantizar la seguridad militar del país a través de la creación de armas nucleares.

A mí me parece que eso es suficiente para poder comprender con más detalle lo que es la “economía de Stalin”. Nosotros no lo hacemos por mera curiosidad, sino porque vemos que Rusia atraviesa una grave crisis económica. El conocimiento de la economía de Stalin nos permite encontrar más rápidamente la salida al impasse actual.


Sobre las “deformaciones” y “errores” de la “economía de Stalin”

Naturalmente que una serie de principios, antes mencionados, no han sido realizados en la práctica real de la construcción de la economía, en su forma “pura”. Por un lado, debido a ciertas “desviaciones” conscientes a la línea política de Stalin por parte de algunas figuras del Estado; por el otro, debido a la debilidad de la “naturaleza humana” (por ejemplo, debilidades en el control de ejecución), y, finalmente, porque el propio Stalin hizo algunas correcciones a su línea política. Estas correcciones fueron hechas de manera intuitiva, al mismo tiempo que el perfeccionamiento del modelo económico debería haber sido efectuado sobre la base de la profundización teórica. Stalin trató de impulsar el proceso de desarrollo de esta teoría, sobre todo al escribir, en 1952, la obra “Problemas económicos del socialismo en la URSS“.

El desconocimiento de la teoría es fatal, acostumbraba a decir Stalin, y desafortunadamente estas palabras resultaron ser proféticas. El desvío brusco e injustificado de estos principios provocaron la erosión y socavaron el modelo de Stalin. La erosión se hizo patente en el período de 1960-1985. Algunos casos ocurrieron después, en la segunda mitad de los años 50, cuando Jruschov comenzó a realizar peligrosos experimentos económicos.

Se pueden dar muchos ejemplos de esta erosión. Ya hemos hablamos del principio de la prevalencia de los indicadores naturales (físicos) en la planificación y evaluación de los resultados de la actividad económica. Pues bien, la reforma de Kossíguine en 1965 comenzó a introducir, como medida principal, el indicador del producto bruto en valor (es decir, el volumen de producción calculado según el llamado “método de fábrica”). Se hizo así posible y ventajoso incrementar este indicador, mientras que la evolución de los indicadores reales (naturales) crecía cada vez más lejos del producto bruto expresado en valor.

La paradoja es que la orientación con fines de lucro hizo la economía cada vez más “gastadora”. Los problemas graves en la planificación fueron camuflados. Formalmente, los planes centralizados comenzaron a cubrir una lista cada vez mayor de productos intermedios y finales de las diferentes ramas de la industria, en comparación con la época de Stalin (esto fue posible gracias a la introducción de las primeras máquinas de computación electrónica en el Gosplan y en muchos ministerios). En los diferentes niveles se decía que en la práctica de la planificación se estaba introduciendo el llamado “método integral programado“. Sin embargo, en la vida real y a todos los niveles, los indicadores concretos del plan no eran definidos en términos de objetivos superiores, sino por el método que partía del nivel “golpeado” del año anterior (el período planificado).

En toda una serie de aspectos, la economía de Stalin no se encuadra en el marxismo. No hubo ninguna fundamentación y profundación teórica previa de este modelo, que fue creado en la práctica según el método de la experimentación y del error. Por cierto, en aquellos años no había ni siquiera un manual de economía política del socialismo. Su elaboración se prolongó durante 30 años, y la primera edición apareció solamente en 1954, después de la muerte de Stalin. Tengamos en cuenta también que el manual contiene contradicciones, pues se trató de unir las realidades de la vida (de la economía de Stalin) al marxismo. No fue en vano lo que Stalin dijo a sus seguidores: Si para todas las cuestiones buscan las respuestas en Marx, fracasarán. Es necesario pensar por sí mismos.


El desmantelamiento de la “economía de Stalin”

Desafortunadamente, después de la muerte de Stalin, los dirigentes del Partido y del Estado se negaron a pensar por sí mismos, prefiriendo guiarse por dogmas del marxismo o, simplemente, actuar por inercia, parasitando los logros de la “economía de Stalin”.

Jrushchov consiguió debilitar la economía de Stalin, pero no consiguió destruirla. Un golpe mucho más grave fue asestado por la reforma económica de 1965-1969, personificada entonces por el presidente del Consejo de Ministros de la URSS, A. Kossíguine. A veces también se le conoce como la reforma de E. Liberman, uno de los consultores de Kossíguine. El resultado fue un modelo que los críticos más duros tacharon de capitalismo de Estado. La reforma de 1965-1969 transformó las empresas socialistas en productores de mercado aislados, orientados al lucro (el principal indicador del plan), y no a contribuir a la construcción del resultado del complejo económico nacional unificado. En sustitución del modo socialista de producción surgió el modo mercantil de producción.

Después de la reforma de Kossíguine, no hubo prácticamente más intentos serios de mejoras económicas durante casi dos décadas. Tampoco hubo intentos de suspender la “experiencia” mortal de Kossíguine-Liberman. La economía se hundió en el “estancamiento”, a pesar de que la vida indicaba insistentemente la necesidad de verdaderos cambios para fortalecer el país.

En la primera mitad de los años 70, la URSS alcanzó la paridad militar con los EE.UU. y la OTAN. Teniendo esto en cuenta, era posible y necesario corregir las proporciones del desarrollo de los grupos A y B, a favor del segundo grupo de ramas de la industria. Debería haberse acelerado el desarrollo de ramas como la industria ligera, la industria alimentaria, la fabricación de automóviles, la producción de muebles, electrodomésticos y equipos de radio, así como aumentar la escala de la construcción de viviendas. En cambio, las inversiones fueron dirigidas a la construcción de línea ferroviaria de Baikal-Amur, a la unión de los ríos, etc. Tanto más por que en ese momento llegó la “ayuda” de los petrodólares (aumento de  los precios del “oro negro” en el mercado mundial en 1973). Pero en vez de tirar por el Grupo B, se adoptó la línea de eliminar la escasez de una serie de productos de consumo a través de las importaciones. A partir de 1985 comenzó el período de destrucción deliberada de la economía bajo el slogan ingenioso de la “perestroika”. Se inició una turbulenta transición del capitalismo de Estado a otro modelo de capitalismo, que se puede llamar, en la misma medida, “propietarios privados”, “bandolerismo” o “comprador”.


El “factor humano” y los “fines superiores”


El funcionamiento eficiente de la economía de Stalin dependía no sólo del modo consecuente en que los líderes de la economía nacional aplicaban los principios antes enumerados de la “economía de Stalin.” Dependía aún más del grado de preparación de la sociedad y de cada uno de sus miembros para participar en la realización de los planes. Stalin comprendió esto muy bien. Por eso, en su tiempo, formuló la triple tarea de la construcción del comunismo, que incluía:

a) El desarrollo por todos los medios de las fuerzas productivas;
b) El perfeccionamiento de las relaciones de producción;
c) La formación del “hombre nuevo”.

Los principios de la “economía de Stalin” analizados anteriormente indican el tipo de relaciones de producción necesarias, en aquel momento histórico, para el avence del país hacia el comunismo. La tarea de la formación del “hombre nuevo” fue definida por Stalin de forma mucho más pobre que los dos primeros componentes de esta triple tarea. No sólo por el orden en el que aparecen, sino también por la prioridad que le fue dada, ya que parece en tercer lugar. Sin embargo, se ha hecho mucho en la época de Stalin para realizar esta tercera tarea. Los medios de información de masas, la cultura, la ciencia y la literatura subordinaron a su acción el objetivo de formar el “hombre nuevo”. El problema fue que el concepto de “hombre nuevo” se basó en el fundamento metodológico de el materialismo marxista. Se den las vueltas que se quieran dar, pero en los esquemas marxistas el hombre no es un fin, sino un medio. Tanto es así que fue designado con frecuencia como “factor humano”, “factor de producción”, “fuerza de trabajo”, “recurso laboral”. (3)

A mediados de los años 50 surgió una fórmula más elaborada de la ley fundamental del socialismo que definía como objetivo de la economía socialista garantizar el bienestar y el desarrollo integral de todos los miembros de la sociedad a través de la más plena satisfacción de sus crecientes necesidades materiales y culturales, lograda por la vía del crecimiento incesante de la producción socialista, con base en el progreso científico-técnico. El marxismo no logra proponer otros fines más “elevados” (antes que espirituales), simplemente porque es puro materialismo. (…)

Pero hay que decir que en los tiempos de Stalin se ha hecho mucho para que los ciudadanos del País de los Soviets se interesaran de la manera más plena posible por el modelo de “la economía de Stalin”. Se dice que se utilizó métodos coercitivos para imponer esta economía. Sí, al principio esto existió. Me refiero a la colectivización “coercitiva-voluntaria” de la agricultura. Pero no se va muy lejos sólo con métodos coercitivos. El esclavo no puede ser un trabajador eficiente.

Desde mediados de los años 30, Stalin siguió una línea de ascensión por todos los medios del estado de los trabajadores. Los incentivos materiales fueron complementados con estímulos morales. Surgió la emulación socialista (como antítesis de la competencia capitalista). En los años 30, el país fue dominado por el movimiento stajanovista. Fueron instituidos los títulos de “Héroe del Trabajo Socialista”, “Trabajador emérito”, “Figura Emérita”, etc. En todos los niveles se desarrollaba un trabajo de educación, orientado a fortalecer la disciplina en el trabajo, se formó un espíritu de colectivismo, de asistencia mutua, una actitud de cuidado para con la propiedad socialista, etc. Se combatía el parasitismo. De hecho, la lucha consecuente del Estado contra diferentes manifestaciones de riqueza y lujo provenientes de rendimientos ilícitos también consolidó la confianza de la gente en la justicia social y constituía un estímulo al trabajo. Surgió el movimiento de los racionalizadores e inventores, en el cual participaron no sólo los ingenieros y técnicos, sino también millones de simples trabajadores.

Hay que decir que Stalin consiguió en gran medida elevar el activismo laboral de los soviéticos, los métodos coercitivos jugaron aquí un papel secundario. El pueblo soviético se unió al “modelo de Stalin” (aunque no inmediatamente). Esto sucedió precisamente porque este modelo iba más allá del estricto marco de la economía. Este propósito supra-económico era la defensa del país de las agresiones externas. Después la muerte de Stalin, que legó el arma atómica al pueblo soviético, el sentimiento de amenaza externa pasó a un segundo e incluso a un tercer plano (a pesar de que Occidente nos haya declarado la “Guerra Fría”). En primer plano se colocaron las tareas económicas que derivaron de la referida “ley fundamental del socialismo”. Pero esta es la paradoja: los objetivos puramente económicos no consolidan y no movilizan al pueblo, no revelan su potencial creativo, sino por el contrario, quiebran, se debilitan y anulan su creatividad edificante. Esto, en el mejor de los casos, se transforma en el llamado “espíritu empresarial”. (4)

Con objetivos estrictamente económicos, la “economía de Stalin” no funciona, está condenada a la desaparición y a la sustitución por diferentes variantes del modelo de “economía de mercado”.

¿Podremos regresar a la “economía de Stalin”? Podremos si formulamos fines “superiores”, supra-económicos. Estos fines hoy están en el aire. En este momento sería crucial que alguien fuese capaz de enunciar estos fines en voz alta con el fin de ser escuchados por el pueblo. No sólo podemos, debemos regresar a la economía de Stalin. No debemos engañarnos: “la economía de mercado” condena a Rusia a la extinción.


Notas:

(1) Conversación acerca del “Manual de Economía Política” (registro resumido), 29 de enero de 1941, I.V. Stalin, Obras (en ruso), ed. Pissatel 1997, t. 15, p. 8. (N. Ed.).

(2) I.M. Bratichev, C.N. Krachninnikov, “¡Rusia puede ser rica!“, Ed. Grial, Moscú, 1999, pp. 15-16.

(3) Como es evidente, no suscribimos esta posición del autor, cuyo misticismo religioso tergiversa la esencia del marxismo. Al contrario de lo que afirma, el marxismo es la única doctrina política-filosófica que pone al hombre como un fin, liberándolo de la opresión y la explotación, y abriéndole un horizonte de progreso individual y colectivo. Este ideal fue concretado por primera vez en la URSS, lo que por cierto, paradójicamente, nuestro autor también reconoce. (N. Ed.)

(4) Es cierto que la inminente amenaza externa obligó al pueblo soviético a un esfuerzo hercúleo para construir su defensa y vencer al enemigo. Sin embargo, es una explicación demasiado reducida de la extraordinaria movilización social vista en los años 30. El pueblo soviético era consciente de la amenaza, pero lo que lo movilizaba era la defensa de su sistema político, económico y social, la perspectiva de la construcción del socialismo y del avance hacia el comunismo. Ahí está, pues, el ideal supra-económico que, tras la muerte de Stalin, fue desapareciendo, no por falta de promesas de los líderes, sino porque las palabras dejaron de tener correspondencia en los actos y en la realidad de la vida. (N. Ed.)

(5) Valentín Iúrievitch Katassonov (n.1950), como ya hemos mencionado en otro artículo aquí publicado, no es marxista, ni tampoco materialista en el campo filosófico. Sin embargo, la objetividad de su enfoque, a pesar de ser insuficiente en varios aspectos y de las objeciones específicas que plantea, es una valiosa contribución para el establecimiento de la verdad histórica. El presente texto nace de una compilación de ocho artículos publicados por el autor a lo largo del mes de febrero de 2014 en el portal http://www.km.ru. (N. Ed.)

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