Por Valeri Rashkin. Servicio de prensa del PCFR. Traducido del ruso por Josafat S. Comín
Valeri Rashkin |
Ha comenzado un nuevo año, pero no me abandona la sensación de que el país está abandonado a su suerte. No se ve ningún movimiento por parte del primer ministro Putin y su gobierno.
Una vez más, uno de nuestros barcos sufre un accidente. Esta vez el conservero “Irina”, al que falló el motor. Lo mismo pasa con nuestro país en este año que comienza: estamos sin motor, sin timón, velas ni dirección. De nuevo tenemos que hablar de accidentes y desastres en grandes infraestructuras. No tiene nada de sorprendente, pues en su mayoría seguimos utilizando la misma infraestructura soviética, que no para de envejecer. Incluso los barcos de recreo que han sido reparados completamente, acaban en desuso.
Y qué decir del sector de la industria aeroespacial. Durante el año pasado se produjeron ocho lanzamientos fallidos. Lo que en época soviética eran casos excepcionales, tras los que seguía una minuciosa investigación, en la cosmonáutica rusa, por desgracia, se han convertido en fenómeno habitual. Hemos llegado a un punto, en que los lanzamientos de naves espaciales sin incidencias, son una excepción.
Estamos viendo estos días como en la región de Magadán, con temperaturas de 50 bajo cero, una de las poblaciones se ha quedado sin energía eléctrica, y cerca de tres mil personas están sin luz ni calefacción. Y de nuevo no vemos ninguna reacción por parte del gobierno.
Se ha vuelto a producir un nuevo escándalo. En Polonia ha sido detenido el ayudante del fiscal de la región de Moscú, Alexánder Ignatenko, quien aquí mismo, al ladito del Kremlin y la Fiscalía General, se dedicaba a hacer de tapadera para el negocio del juego. Pienso que se debería haber hecho todo lo posible para evitar que saliese del país, poner en marcha una rápida investigación y darle un castigo ejemplar. En lugar de eso, se ha dejado que se marchase libremente.
Al estar en año electoral, en este 2012 el gobierno no ha hecho a los ciudadanos el tradicional “regalo” de año nuevo en forma de subida generalizada de todas las tarifas. Pero echemos una ojeada a lo que nos espera dentro de medio año, cuando hayan pasado las presidenciales. Ya está aprobado que el aumento se produzca a partir de junio y será bastante significativo: Por ejemplo la factura del agua en Moscú crecerá en un 9,9% (hasta los 25,61 rublos/m3), la electricidad un 6% (hasta los 4,02 rublos/kW), el gas subirá hasta un 15% (hasta los 39,01 rublos/m3). Lo gastos de comunidad subirán un 25% (hasta los 5,98 rublos/m2). Las tarifas por el mantenimiento y reparación de viviendas también subirán un 25%. La tarifa telefónica también subirá un 7,1%. Eso es lo que espera a los ciudadanos si en el país no cambia nada después de las elecciones.
Mientras tanto la popularidad del señor Putin continúa cayendo. Es algo que señalan tanto los medios y analistas extranjeros, como los servicios sociológicos cercanos al Kremlin. Pienso que de mantenerse esa tendencia, Putin podría incluso no alcanzar la segunda vuelta. Aunque para eso deberemos hacer el máximo esfuerzo: Esa será nuestra respuesta al aumento de precios y tarifas, al abandono de las infraestructuras (por ejemplo el 70% de la maquinaria que atiende el mantenimiento de los principales suministros a las viviendas en Moscú, necesita ser urgentemente sustituida), a la permanente degradación de nuestra economía, a que nuestro país siga colgado de la “aguja gasopetrolera”. Estoy absolutamente convencido de que Putin no podrá vencer en las elecciones sin el recurso administrativo y el fraude masivo.
En Moscú tendrán lugar elecciones el 4 de marzo a los órganos locales de gobierno. Estamos viendo como el “partido de los ladrones y los delincuentes” hasta tal punto está cayendo, que ya no promueve siquiera a sus candidatos: se presentan por iniciativa propia, porque temen desvelar su pertenencia a “Rusia Unida”. A diferencia de “RU”, los comunistas de Moscú han elegido en su Conferencia a sus más de 1000 candidatos para los 1500 asientos en los órganos locales de gobierno. Vamos bajo la bandera del PCFR y su líder, Guennadi Ziugánov. Nuestro programa es un programa constructivo. Sabemos cómo resolver los problemas que se han acumulado hoy en Moscú. Sabemos cómo hacer frente a los interminables atascos de la capital. En nuestro programa está prevista la congelación de las tarifas de los servicios comunales, la prohibición de nuevas edificaciones en zonas verdes. Daremos un salario digno a todos los que están en nómina del estado y prestaciones sociales a todos los que dependen de ellas.
Nuestro programa es bien recibido por los moscovitas. Levantamos bien alto la bandera roja con la hoz y el martillo, con el lema: “Trabajo, Poder Popular, Socialismo”. El PCFR continúa ganando autoridad. Estoy convencido de que Guennadi Ziugánov se convertirá el 4 de marzo en presidente de Rusia y en Moscú ganaremos en las elecciones a los órganos locales de gobierno.
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