
Por la Asociación Sancho de Beurko, Elkartea.
Mucho es lo que se ha escrito sobre los niños de la Guerra Civil Española (GCE) evacuados a la Unión Soviética (URSS), pero aun hay historias desconocidas, no pocas de ellas relacionadas con la Segunda Guerra Mundial (SGM).
La hecatombe del Ejército Rojo a causa de la engrasada maquinaria bélica nazi a partir del 22 de junio de 1941 —fecha del comienzo de la invasión alemana de la URSS— dio paso a un apresurado éxodo de las diferentes casas en las que vivían los niños de la España republicana, a quienes siempre acompañaron sus maestros y maestras. Los más mayores, ya mocitos, habían comenzado los grados de secundaria y los que no deseaban seguir estudiando habían pasado a las escuelas de artes y oficios (ramiesli uchilisa). Un grupo de estos, que se encontraba en el ramiesli de Stalingrado, perdería la vida junto al aviador Félix José Allende Santa Cruz, observador de una escuadrilla de SB-2 katiuskas reconvertido en maestro en la URSS.
La imagen de la fuente Barmaley de Stalingrado tomada por Evzerikhin en 1942 representa como ninguna otra la tragedia de la ciudad bombardeada. Sus niños danzantes entre las llamas, como si fuesen ajenos a la destrucción que les rodea, simbolizan a una infancia que sobreviviría a la batalla más decisiva de la guerra, aunque muchos dejasen allí la vida.
Nuestro primer contacto con esta historia fue el testimonio de Alejandra Soler Gilabert que citamos en un artículo del blog Historias de Trapagaran (1), pero hemos de reconocer que sobre ella todavía planean muchos interrogantes. La biografía de Allende (Maliaño de Camargo, 1906) fue publicada por Antonio Otelo en el boletín de la Asociación de Aviadores de la República (2) y recoge dos versiones diferentes sobre su muerte. La primera es del piloto Francisco Meroño Pellicer (3) y la segunda —sin duda la más creíble— hace referencia a un testigo directo de aquellos hechos: un muchacho llamado Jesús Sordo Peña que se encontró con que su maestro y sus compañeros habían sido enterrados por la explosión de una bomba alemana. A falta de hacer un cribado de todas las fuentes relacionadas con el exilio español en la URSS, nadie ha memorializado aún a estos muchachos, que de este modo resultaron sepultados dos veces: una en la ciudad del Volga y otra para la historiografía. Todavía existe alguna versión más, aunque es totalmente inverosímil (4).
Fotografía del matrimonio formado por Félix Allende y Francisca Gómez en la URSS hacia 1940. Ambos coincidieron como educadores en la Casa de Niños n.º 2, situada en Krasnovidovo, a 120 km de Moscú (cortesía de Claudine Allende).
La valenciana Alejandra Soler, que fue maestra en la URSS, relató en su libro La vida es un río caudaloso con peligrosos rápidos como atravesó Stalingrado con otro grupo de 15 jóvenes a los que salvó de perecer en aquella ciudad cuando las vanguardias alemanas estaban ya a las puertas, y también lo sucedido con el grupo de Allende (5). Pero en este sentido resultan mucho más interesantes sus entrevistas, especialmente la que le hicieron en Radio Nacional de España (RNE) en 2010. Un testimonio que tiene toda la credibilidad de quien conoció aquellos hechos en primera persona en el contexto de la batalla más decisiva de la SGM. Ella habla de una decena de chicos, pero nosotros creemos que los que fallecieron realmente no fueron tantos; ya explicaremos el porqué:
"En Stalingrado estaba un grupo de chicos españoles de nuestra casa con un maestro, que era el que les llevaba, que estaban trabajando de obreros en una estación, en una fábrica de guerra. Esta gente, en un bombardeo tremendo, se metió el grupo, que eran ocho o diez chicos y un mayor que se llamaba Félix Allende, y que he sido yo la única que he podido afirmar que murió allí. Su familia no lo ha sabido más que por mí, porque después de eso no se supo nada más. Un follón espantoso. Se metieron en una zanja para resguardarse de las bombas. En la zanja no cayó una bomba, pero cayó al lado, y hubo un corrimiento de tierras y murieron todos aplastados. Los diez chicos y el maestro, que había sido en España aviador de la República. Eso lo supimos porque pasó delante de nuestras narices" (6).
Alejandra Soler tenía una sólida formación cuando se exilió en la URSS tras la Guerra Civil junto a su marido Arnaldo Azzati. Convertida en maestra, asumiría con determinación la responsabilidad de los menores a su cargo en las más duras condiciones, especialmente en Stalingrado. Allí supo de la muerte de Félix Allende (La vida es un río caudaloso con peligrosos rápidos).
Los bombardeos alemanes de finales de agosto de 1942
El primer bombardeo masivo de Stalingrado tuvo lugar por la tarde del 23 de agosto de 1942 y duró horas, durante las cuales se produjeron hasta 2.000 salidas de aviones de la 4ª Flota de la Luftwaffe bajo el mando del general Wolfram Von Richthofen, que había sido jefe de Estado Mayor de la Legión Cóndor durante las operaciones de ruptura del frente vasco de la primavera de 1937. La tragedia de la ciudad del Volga fue de grandes dimensiones; las fuentes rusas hablan de miles de muertos y una destrucción considerable de edificios de viviendas y fábricas que fueron pasto de las llamas (7).
Vista panorámica de la ciudad desde el otro lado del Volga durante los bombardeos del 24 de agosto de 1942 (RIA Novosti).
El mariscal Andréi Ivánovich Eriómenko describiría como “enormes columnas de llamas se elevaron al cielo en el área de las instalaciones de almacenamiento de petróleo. Corrientes de petróleo y gasolina ardientes se precipitaron al Volga. El río ardía, los barcos de vapor ardían en la grada de Stalingrado. El asfalto de las calles y plazas apestaba. Los postes de telégrafo centelleaban como fósforos […] el chirrido de las bombas se mezclaba con el rugido de las explosiones, el estrépito de los edificios que se derrumbaban, el crepitar del fuego furioso. Los moribundos gemían, las mujeres y los niños lloraban de rabia y pedían ayuda” (8). Estos bombardeos se prolongaron hasta el día 26 de agosto.
Agosto de 1942, fábrica de tractores de Stalingrado. Tanques T-34 preparados para partir al frente, que ya está muy cerca de la ciudad. En ese momento trabajaban allí algunos muchachos, que completaban sus estudios en ramiesli, quienes cubrían turnos de doce horas para atender la urgente necesidad de blindados del Ejército Rojo (www.rostec.ru).
En los días previos 100.000 de los 400.000 habitantes habían sido ya evacuados y los que quedaban, tanto adultos como menores, estaban dedicados a tareas de fortificación. Por todas partes se afanaban frenéticamente en levantar barricadas y cavar trincheras y zanjas antitanque preparándose para la lucha. La milicia local había creado batallones de obreros en las fábricas. Una de las más comprometidas por el avance alemán al norte de la ciudad era la de tractores “Félix Dzerzhinsky” o STZ (9), donde también se fabricaban los carros de combate T-34. En ella trabajaban una veintena de muchachos como Jesús Sordo Peña (Bilbao, 1925 [10]) y Ángel Muñiz Rodríguez (Gijón, 1927). Este último se había ofrecido para combatir, pero no fue aceptado en razón de su corta edad:
"Durante la semana trabajábamos en turnos de doce horas diarias construyendo carros en la fábrica y los domingos cavábamos trincheras en las calles. Cuando venía la aviación alemana nos escondíamos en los refugios […] Los aviones (la fábrica era bombardeada cada noche) venían en manadas, soltaban las bombas y se iban. Me recordó el ruido de la guerra en Gijón […] Nosotros nos teníamos que racionar (la comida, que les daban una vez al día: 700 gramos de pan, sopa y carne). Pero yo me lo comía todo de golpe y, claro, después pasaba un hambre atroz" (11).
Ángel Muñiz en su domicilio de Campello (Alicante) en 2002 cuando fue entrevistado por Josep M. Soria para el dominical de La Vanguardia. (vía Tatiana Velázquez).
Evacuación y muerte del grupo de Allende
La cercanía al frente de la fábrica de tractores y lo desesperado de la situación hizo que los blindados T-34 que allí se iban reparando partiesen directamente al combate con tripulaciones de mecánicos (12) y en apenas unos días la lucha había llegado a las propias instalaciones, que fueron defendidas por los trabajadores, ganando un tiempo precioso para que se evacuase al otro lado del Volga la maquinaria y muchos operarios y sus familias. Toda la ciudad estaba ya comprometida por la presión del ejército alemán cuando llegó el turno de los muchachos españoles, que eran un total de 62 sumando a los que trabajaban en STZ y en otras empresas. Una responsabilidad que recayó en su maestro Félix Allende. De nuevo tenemos que recurrir al testimonio de Muñiz:
"El día 13 de septiembre (de 1942), salimos de madrugada para caminar los 18 kilómetros hasta el centro para embarcar en los tranvías (barcazas) fluviales. Nos mandaba un aviador republicano, Félix Allende, que era el responsable de nuestro grupo, una veintena de niños. Durante aquel trayecto, de vez en cuando teníamos que buscar refugio o tirarnos al suelo para protegernos de los bombardeos. Había destrucción y muerte por todas partes […] Una enorme multitud pretendía cruzar el Volga, pero había muy pocos tranvías que no daban abasto. Allende y los cinco compañeros míos de más edad fueron en busca del salvoconducto para cruzar el río, mientras el resto nos quedamos refugiados en un parque. Cuando salían de la oficina, se presentó una escuadrilla de aviones que dejó caer su carga. Murieron Allende y otros cuatro compañeros. Solo se salvó Salvador Viella" (13).
Salvador Viella formaba parte del grupo de Allende junto a Jesús Sordo. Su padre y su tío habían fallecido en el naufragio del vapor “Ciérvana” en 1930 y fue enviado a la URSS en 1937. Tras repatriarse, se estableció en Sestao con su mujer Araceli Noval. Militante antifranquista, estuvo en la prisión de Larrínaga junto a Nicolás Redondo (www.ninosderusia.org).
Sin embargo, la parte final de la historia —la que hace referencia a la muerte de Allende y otros cuatro compañeros al salir de esa supuesta oficina donde debían recoger los salvoconductos— no se corresponde exactamente con la realidad, y tampoco nos consta que Salvador Viella Recuero (Gijón, 1924) dejase constancia de lo vivido aquel día. Para ello, además del ya citado de Alejandra Soler, tenemos el testimonio de Jesús Sordo, aunque se nos plantea el problema de que no se extendió en detalles al contar la historia a sus hijos. Ni les habló de sus compañeros ni citó a su maestro, solo les dijo que sobrevivió a un bombardeo:
"Estaban en una trinchera (refugiándose de las bombas) y como era el más pequeño le mandaron a por agua. Cuando regresó estaban todos muertos" (14).
Ficha de evacuación a la URSS de Jesús Sordo emitida por el departamento de asistencia social del Gobierno Vasco (vía José Antonio Soto).
Jesús Sordo le cuenta la verdadera historia a Ángel Belza
Si bien Sordo no dio detalles a sus hijos y nietos al hablar de lo sucedido aquel día, si lo hizo con Ángel Belza Ventura (Donostia/San Sebastián, 1926), un antiguo compañero de la Casa de Niños n.º 12. Sucedió cuando ambos coincidieron en un vuelo de Moscú a Zurich a comienzos de los años 90. A pesar de que no se habían visto en cincuenta años, se recordaban perfectamente el uno al otro. Sordo, que había entrado al avión después de Belza, se sentó a su lado y comenzó a hablar. En un momento de la conversación le puso al corriente de lo sucedido aquel aciago día en Stalingrado:
"Me contó un episodio que me conmovió: Un grupo de compañeros de nuestra casa había sido enviado a estudiar al Remeslenyi a Stalingrado. No pudieron ser evacuados a tiempo como otros tantos civiles. En septiembre del 42, en plena ofensiva nazi, durante un terrible bombardeo la casa donde residían fue destruida y un grupo de españoles con el educador se tuvieron que refugiar en una trinchera cerca del río Volga. Durante varias horas quedaron inmóviles en el fondo, hasta que echaron a suertes quien iría a buscar agua al río, situado cerca de la trinchera. Le tocó a Jesús y a otro de sus compañeros (Salvador Viella). Bajo una lluvia de balas y proyectiles lograron llenar unas cantimploras y de regreso al punto de partida encontraron que todos sus compañeros habían sido sepultados por la explosión de una bomba" (15).
Ángel Belza se encontraba en Leninsk, a 50 kilómetros de Stalingrado, cuando comenzaron los bombardeos sobre la ciudad, pero fue evacuado a Saratov. Años más tarde dejaría escrito en sus memorias el testimonio de Jesús Sordo (www.ninosderusia.org).
Memoria de una tragedia
Tras la muerte de Allende se hizo cargo de los muchachos otro aviador de la República llamado Pablo de Bergia Álvarez, que al igual que el cántabro había sido educador de la Casa de Niños n.º 2. Los supervivientes consiguieron cruzar el Volga, despidiéndose de una ciudad de cuyo sino dependería el resultado de la guerra. El cribado de fuentes del exilio republicano en la URSS de Ángel Luis Encinas Moral y otras (16), incluyendo la ayuda de amigos muy vinculados a esta memoria, nos ha permitido poner nombre a los fallecidos aquel día, ya que sabemos que aquellos educadores jamás dejarían a nadie atrás. Ni siquiera ante el riesgo de perder la vida, como así sucedió. Y después de cotejar toda esta información resulta que hay cinco chicos y una chica que no salieron nunca de Stalingrado, por lo que solo pueden ser ellos (17).
Los aviones alemanes bombardean las barcazas atestadas en Stalingrado. Para los educadores que acompañaban a los muchachos no había más esperanza que cruzar el Volga. Una terrible responsabilidad que asumieron con gran coraje haciéndose un hueco entre los soldados del Ejército Rojo (www.rodina-history.ru).
Allende dejaría a Pablo de Bergia a cargo del grupo más grande, cuando se adelantó hasta el puerto con la intención de asegurar el pasaje de todos para cruzar el río. Le acompañaban —además de Sordo y Viella, que sobrevivieron a la tragedia— Jesús Cordovilla Flores (Barakaldo, 1925), Ignacio García Franco (San Sebastián, 1926), Jesús González Prida (Grado, 1924), Félix Ibáñez Fernández (Bilbao, 1924), Alejandro Barrera Martínez (Rentería, 1927) y María Luisa Loche Rosal (Gijón, 1925). Enterrados en aquella zanja bajo la explosión de una bomba cuando esperaban a que amainase la tormenta de fuego y metralla, han tenido que pasar 82 años para reivindicar su memoria y ponerles al fin nombre ¡Cuánto trabajo tenemos aún por delante!
El baracaldés Jesús Cordovilla y el bilbaíno Félix Ibáñez en las fotos de carnet que presentaron sus padres al departamento de asistencia social del Gobierno Vasco en 1937. Ambos desaparecieron en Stalingrado junto a Félix Allende (vía José Antonio Soto).
Testimonio de Pablo de Bergia
Gracias a su hijo Eduardo conocemos el testimonio de Pablo de Bergia Álvarez (Madrid, 1918), que se encontraba en Kirovabad como alumno-piloto de la 4ª Promoción cuando terminó la GCE, y tuvo que quedarse en la URSS. Después de coincidir con Allende en la Casa n.º 2, estaba en Leninsk de permiso cuando tuvo conocimiento de que 62 muchachos habían quedado aislados en Stalingrado bajo responsabilidad del aviador cántabro, que estaba muy mal de salud en aquellos momentos. Pablo se ofreció voluntario para acudir a la ciudad, atravesó las líneas alemanas y una vez allí contactó con Allende, a quien ayudó a reunir a los distintos grupos de muchachos dispersos por todas partes. Tras dejarlos en un refugio, acudió a la máxima autoridad de Stalingrado para conseguir el permiso necesario para evacuar a todos. Después los condujo de trinchera en trinchera, tratando de llegar al Volga, lo que supuso “varios días en medio del infierno de aquella batalla.” (18). En la ribera del río Allende se adelantó con siete u ocho muchachos, “los más fuertes y mayores, el resto irían conmigo”, dejó escrito Pablo en sus memorias (19).
Y cuando el grupo del aviador cántabro desapareció bajo las bombas, asumió toda la responsabilidad, les reunió a todos y “cruzó a la otra orilla en una de las barcazas que cruzaban el río junto a los soldados soviéticos heridos. Después de más de veinte días en distintas plataformas de ferrocarril entregó a los supervivientes a las autoridades de la ciudad de Ufá (Urales)” (20).
Pablo de Bergia, a la izquierda, con dos compañeros durante su estancia en Kirovabad, adonde había acudido para formarse como piloto en 1938, si bien el final de la GCE impidió que terminase sus estudios. Su grupo y el de Alejandra Soler consiguieron cruzar el Volga y ponerse a salvo durante la terrible batalla de Stalingrado (cortesía de Eduardo de Bergia).
Epílogo
Claudine Allende —que vive en la “lejana Bretaña fría”, como ella dice— supo de la suerte de su tío Pepe en Stalingrado a través del libro de Francisco Meroño, pero jamás tuvo ocasión de hablar con Alejandra Soler, a quien no conocía, y ahora ya es tarde, pues falleció en 2017 a los 103 años. Es muy posible que la valenciana si lo hiciese con la viuda del aviador cántabro, Francisca “Paquita” Gómez Ruiz (Málaga, 1918), pero no sabemos cuando, seguramente bastante tiempo después de la SGM. La tía Paquita mantuvo correspondencia entre 1946 y 1947 con su cuñado y padre de Claudine, Fernando Allende, que había sobrevivido a su deportación al campo de Dachau, pero luego no supo más de ella (21). Casada con Ramón Estarelles, ambos regresarían a España en fecha no determinada. Claudine publicó la información que pudo reunir en el blog de la asociación MERE 29, que estudia el exilio republicano en el departamento francés de Finisterre (22).
Los autores quieren destacar la ayuda de Claudine Allende, los hermanos José Antonio y Rubén Sordo, Eduardo de Bergia, José Antonio Soto, Tatiana Velázquez, Carlos Lázaro, Antonio Otelo, David Gesalí y Gorka Zubizarreta, ya que sin ella nada de esto hubiera sido posible. Finalmente, queremos compartir el documental de Javier Codina, cuyo extraordinario trabajo visibiliza esta historia para que pueda llegar a muchas personas, incluyendo una dramatización de nuestro grupo de recreación. A todos ellos nuestro agradecimiento.
NOTAS
(1) Joseba Iribar y Guillermo Tabernilla. (27 de septiembre de 2024). La madre de Pasionaria falleció en Ugarte en casa de su hija Bernardina. La triste historia de los Pérez Ibarruri. Historias de Trapagaran. LA MADRE DE “PASIONARIA” FALLECIÓ EN UGARTE EN CASA DE SU HIJA BERNARDINA. LA TRISTE HISTORIA DE LOS PÉREZ IBÁRRURI – Historias de Trapagaran
(2) Antonio Otelo Gómez: “Félix Allende Santa Cruz” en Ícaro n.º 133 (2020). P. 17 (2020-133-diciembre.pdf).
(3) Francisco Meroño Pellicer. (2005). De nuevo al combate. Memorias de un piloto de caza de la II Guerra Mundial : aviadores republicanos en el cielo soviético. Madrid: Dolores Meroño. P.160. Estas memorias conforman un relato novelado en el que la muerte de Allende es descrita con tintes heroicos y no nos parece en absoluto creíble, aparte de que los muchachos ya no eran unos niños. El autor sitúa en el lugar de los hechos a los pilotos españoles José Pascual, fallecido en combate aéreo el 29 de agosto de 1942, y Domingo Bonilla: “[Allende] vio cómo se aproximaban los aviones enemigos, comenzó a refugiarnos aquí, en esta zanja; quedaban solo dos niños en el camión… -¡Sí, sí! ¡Carmencita y Pepito! - interrumpe una niña, gimoteando y restregándose la cara con las manos embarradas y denegridas. - Cuando los fascistas ya tiraban las primeras bombas, corrió otra vez hacia allá, pero no llegó, la bomba explotó a su lado, el camión se volcó y Carmencita y Pepito todavía están afásicos del susto que se llevaron […] El pobre de Allende pagó con su vida por salvarnos”.
(4) En Enrique Zafra, Rosalía Crego y Carmen Heredia. (1989). Los niños españoles evacuados a la URSS (1937). Madrid: Ediciones de la Torre. P. 88 se recoge otro relato fantástico e igualmente heroico en el que Allende, “para impedir que un ataque aéreo hiriera a los niños que él guiaba en la evacuación, tuvo que lanzarlos a una cuneta donde los cubrió con su cuerpo; un trozo de metralla le mató, pero solo hirió a algún niño”.
(5) Alejandra Soler. (2009). La vida es un río caudaloso con peligrosos rápidos. Al final de todo… sigo comunista. Valencia: PUV. P. 55.
(6) Alejandra Soler. (18 de diciembre de 2010). Huyendo de la batalla de Stalingrado [Transcripción]. Ayer - Alejandra Soler: huyendo de la batalla de Stalingrado - Tercera parte – 18/12/10
(7) 23 августа 1942 года – день бомбардировки Сталинграда - Районные новости - Новости - "Новоаннинские вести". Las cifras de 40.000 muertos que dan algunos autores son muy exageradas y es posible que la destrucción de tantos edificios se produjese en un período de varios días, pero ni siquiera se pudo hacer una contabilidad porque muchos cuerpos no fueron recuperados. Los civiles quedaron atrapados en la ciudad sin escapatoria y decenas de miles morirían hasta la rendición del 6º Ejército alemán en febrero del año siguiente. Así fue como, tras meses de batalla, Stalingrado resultaría completamente destruida (Alejandro Berezin. [27 de agosto de 2021]. ¿Por qué los alemanes nunca destruyeron Stalingrado desde el aire y que sucedió realmente a finales de agosto de 1942? Naked Science. ¿Por qué los alemanes nunca destruyeron Stalingrado desde el aire y qué sucedió realmente a finales de agosto de 1942?).
(8) Ibídem.
(9) David M. Glanz y Jonathan M. House. (2017). A las puertas de Stalingrado. Madrid: Desperta Ferro. P. 427.
(10) Testimonio de sus hijos José Antonio y Rubén a los autores.
(11) Josep M. Soria: “Infancias entre dos guerras” en Magazine, dominical de La Vanguardia del 22 de septiembre del 2002. P. 40. Otros trabajaban en el astillero formándose como técnicos de construcción de barcos; era el caso de Tamara García Santa Ana (Sama de Langreo, 1925).
(12) David M. Glanz y Jonathan M. House. Opus cit. P. 423.
(13) Josep M. Soria. Opus cit. P. 41.
(14) Testimonio de sus hijos José Antonio y Rubén Sordo Marinero a los autores.
(15) Ángel Belza. (2013). Memorias de un niño en Rusia 1937-1957. León: ebooksBierzo. [Kindle version]. Recuperado de amazon.com. Ubicación 2493.
(16) Principalmente el de Ángel Luis Encinas Morán. (2008). Fuentes históricas para el estudio de la emigración española a la URSS (1936-2007). Madrid: Exterior XXI, pero también nos hemos servido de otros trabajos —A. Elpátievsky, M. Arce, Centro Español de Moscú, etc.— que han sido condensados en los listados de la web www.ninosderusia.org
(17) Encinas dice que Cordovilla falleció en un refugio, García Franco se perdió y no ha aparecido, Barrera murió durante la evacuación, mientras que de González Prida, Ibañez y Loche fallecieron en un bombardeo, pero solo en un caso hay fecha (22 de agosto de 1942). Todo resulta muy confuso, como es lógico, en unos momentos en que no era posible identificar los cuerpos, que ni siquiera serían recuperados. Por ello, aunque cabe la posibilidad de que alguno no estuviese con Allende y fuesen cinco en vez de seis, pensamos que debemos memorializarles a todos.
(18) Escrito al ministro de defensa Gustavo Suárez Pertierra de Manuel Sánchez Martín (Bilbao, 1926) y Jesús Fueyo Ramos (Sama, 1927) del 13/2/1996 (cortesía de Eduardo de Bergia).
(19) Extraído de las memorias de Pablo de Bergia (cortesía de Eduardo de Bergia).
(20) Escrito al ministro de defensa...
(21) Testimonio de Claudine Allende a los autores.
(22) Claudine Allende. (1 de febrero de 2017). L’exil en Russie de Félix José Allende Santa Cruz et Francisca Gómez Ruiz. Association MERE 29. L'exil en Russie de Félix José Allende Santa Cruz et Francisca Gómez Ruiz - ASSOCIATION MERE 29
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