Publicado en Diario Octubre.
«Me
imagino los rayos del sol cuando, pasada la tormenta, se vuelven
cálidos; pero junto al sol flota en el aire un gran rectángulo oscuro
–tomo este epíteto del vocabulario de los videntes–. Este rectángulo,
fragmento de una especie de masa de materia compacta, se acerca
lentamente al sol y acaba por ocultar la cálida radiación. En la calle
percibo enseguida la transformación del aire, el descenso de temperatura
que se produce en cuanto el sol se vela. Es precisamente este cambio de
temperatura lo que me permite formarme una idea de lo que son las
nubes.»
Olga Skorojodova nació el 24 de mayo de 1911 en el pueblo de
Bielozerka (óblast de Jersón, actualmente Ucrania) en una humilde familia
campesina. Su padre fue enviado en 1914 al frente. Nunca regresó. A
partir de entonces, su madre fue el único sustento de la familia formada
por los hermanos y hermanas del padre de Olga y el abuelo enfermo.
Trabajaba como empleada doméstica de un sacerdote desde el amanecer,
dejando a su hija al cuidado del abuelo.
Olga enfermó de meningitis en el verano de 1919. Su abuelo ya había
fallecido y sus tíos habían cambiado de residencia, así que su madre
quedó sola al cuidado de la niña. Estuvo enferma hasta el otoño. Las
secuelas de la infección fueron atroces: había perdido la vista y estaba
prácticamente sorda. La Guerra Civil
impidió que recibiera tratamiento. Los médicos especialistas en ojos y
oídos de Jersón solo pudieron aconsejar a la madre que no se desanimara.
En otoño de 1922, tras la muerte de su madre por tuberculosis, Olga
vivió un corto período de tiempo con una de sus tías. Pronto la enviaron
a una escuela para niñas y niños ciegos en Odesa. Allí permaneció hasta
1924. Con una limitada capacidad auditiva en su oído derecho y nadie
que pudiera ocuparse de ella individualmente, Olga no asistía a las
clases al no poder oír las explicaciones del maestro. En 1925 quedó
completamente sorda. Pasaba sola los días en su habitación. Su sentido
del equilibrio se había deteriorado, no podía caminar sola y nadie podía
acompañarla a pasear.
Saliendo del aislamiento
Uno de sus maestros se puso en contacto con el profesor Ivan A.
Sokolyansky, que estaba a punto de abrir una institución para niñas y
niños sordociegos en Járkov. Olga ingresó en la clínica en 1925 y allí
su vida cambió.
Ella y los otros cinco pacientes estaban bien atendidos en un entorno
acogedor con un personal dedicado a su cuidado. Cuando se acostumbró a
sus nuevas rutinas, comenzó su aprendizaje. Recuperó casi por completo
el habla, aquella que había olvidado durante su forzado aislamiento en
el colegio de Odesa.
Había ocho alumnos en la escuela Sokolyansky cuando estalló la Gran Guerra Patria
de 1941-1945. Los nazis que ocuparon Járkov asesinaron a seis de los
niños de la escuela. Olga fue una de las dos que sobrevivieron. La vida
en la escuela no fue fácil en el periodo de ocupación: los nazis habían
nombrado como responsable a un exdirector del Ejército Blanco,
Utkin, que arrebató a Olga su máquina de escribir en Braille, la
incomunicó y destruyó sus papeles. En 1943 las tropas soviéticas
liberaron Járkov y Utkin fue arrestado.
Iván A. Sokolyansky y Olga Skorojova.
Como Olga había cursado la educación secundaria a través de un
programa individual, pudo ingresar a una universidad pedagógica. En 1944
se mudó a Moscú, donde, consiguió un trabajo en el Instituto de
Defectología (rama de la medicina que se ocupa de las personas que
carecen de autonomía propia) liderado por Sokolyansky, con el que Olga
trabajó hasta el fallecimiento de su tutor.
Con la ayuda de su maestro, comenzó a describir por escrito sus
acontecimientos cotidianos, reescribiéndolos sin descanso hasta
conseguir crónicas precisas. Sin ediciones por parte de sus
instructores, Olga realizó un minucioso trabajo en el que detallaba su
experiencia como persona sordociega. Sus escritos se transformaron en un
material original y singular que condujo a una guía metodológica en los
campos de la psiquiatría, psicología y pedagogía. En 1961 Olga defendió
su tesis de grado en psicología, pasando a ocupar un puesto de
investigadora en el laboratorio dirigido por Sokolyansky.
"Una cosa es tocar, percibir, ‘mirar’ un objeto con las manos. Eso no es muy difícil. Es mucho más complicado describir el objeto en palabras exactamente como lo percibo, es decir, dar una imagen completa del objeto. Cuando los sordos, mudos y ciegos describen sensaciones, percepciones y conceptos en el lenguaje de las personas videntes, siempre debe tenerse en cuenta que sus impresiones se obtienen a través de diferentes órganos sensoriales, aunque se describen en las palabras de las personas que ven y oyen. Cuando una persona vidente ve una vaca a la distancia, dice: “Estoy mirando a la vaca, tiene manchas y grandes ojos hermosos”. La descripción de esa misma vaca por parte de una persona ciega se expresará con las mismas palabras que utilizan las personas videntes, pero si describiera sus sensaciones y percepciones inmediatas, diría lo siguiente: “He mirado a la vaca con mis manos. Tiene un pelaje liso y suave, sentí sus piernas y su cabeza, y encontré los cuernos. Lo sentí muy duros al tacto".
— Olga Skorojodova, ‘Cómo percibo, imagino y entiendo el mundo que me rodea’.
Cómo percibo el mundo que me rodea
En 1947 publicó su obra Cómo percibo el mundo que me rodea,
que despertó un enorme interés y recibió el premio Konstantin D.
Ushynsky. En 1954, complementó este texto con una segunda parte, Cómo percibo e imagino el mundo que me rodea, que de nuevo fue galardonado con el premio Ushynsky y fue traducido a varios idiomas.
En 1972 se publicó una tercera parte titulada Cómo percibo, imagino y entiendo el mundo que me rodea con la que recibió el Premio de la Academia de Ciencias Pedagógicas de la Unión Soviética.
«Debo decir que debo todo mi conocimiento y discurso literario a la lectura, sobre todo, a la lectura de ficción. La lectura es la salvación de los ciegos o los sordomudos, y especialmente de los últimos. Mis instructores te dirán cómo enseñar a una persona sorda, muda y ciega a leer y escribir. Solo quiero decirte que pienso en la lectura como el único medio de salvación para una persona con discapacidad múltiple como yo.».
— Olga Skorojodova, ‘Cómo percibo, imagino y entiendo el mundo que me rodea’.
Olga Skorojodova investigó durante toda su vida sobre el desarrollo,
el aprendizaje y la educación de niños sordos y ciegos. Su trabajo ayudó
a entender mejor el desarrollo mental de estas personas y mereció la Orden de la Bandera Roja del Trabajo. Falleció el 7 de mayo de 1982.
«Coloqué mis manos encima de la tapa del piano y sentí esas vibraciones que los que oyen llaman sonidos…».
— Olga Skorojodova, ‘Cómo percibo el mundo que me rodea’.
Enlace original:
Este artículo es una versión revisada de Olga Skorokhodova: «Cómo percibo, imagino y entiendo el mundo que me rodea» que se publicó en el blog Mujeres con ciencia de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU el 29 de mayo de 2020.
https://theconversation.com/olga-skorojodova-la-psicologa-sordociega-que-nos-enseno-como-imaginaba-el-mundo-139694
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