15 de noviembre: la reunión conjunta del
Comité Ejecutivo Central de los Soviets de toda Rusia, el Congreso
Extraordinario de los Soviets de Diputados Campesinos de toda Rusia y
el Soviet de Petrogrado aprueba una resolución que reconoce los
decretos del Gobierno soviético.
26 de octubre-10 diciembre: el II Congreso
de los Soviets de Diputados Campesinos de toda Rusia exhorta al
campesinado trabajador a apoyar todas las medidas del Poder soviético.
El Poder soviético triunfó en Petrogrado y comenzó su marcha triunfal por todo el país.
En muchas ciudades de la Zona Industrial Central
(lvánovo-Voznesensk, Oréjovo-Zúievo, Shúia, Kíneshma, Kostromá, Tver,
Briansk, Yaroslavl, Riazán, Vladimir, Kovrov, Kolomna, Sérpujov, Podolsk
y otras), los Soviets locales ostentaban el poder desde antes de la
insurrección armada de Octubre. Esta sólo legalizó y consolidó la
situación. El establecimiento del nuevo poder en Kaluga y Tula se
alargó hasta finales de noviembre y mediados de diciembre, y en los
distritos, hasta la primavera de 1918, debido a la predominancia de los
partidos pequeñoburgueses en los Soviets.
Guardias rojos de la ciudad de Ekaterinburgo (hoy Sverdlovsk, en los Urales). En la bandera: “¡Viva la Guardia Roja!"
En la Zona Central de Tierras Negras, donde los eseristas tenían
gran influencia, la contrarrevolución intentó organizar una resistencia
activa, pero fue aplastada con relativa rapidez y los Soviets tomaron
el poder en Vorónezh (30 de octubre), Oriol (25 de noviembre), Kursk
(26 de noviembre), Penza (21 de diciembre), Tambov (31 de enero de
1918). Entre octubre y noviembre se estableció el Poder soviético en la
mayoría de las ciudades de los Urales.
El nuevo poder en las regiones del Volga se instauraba en medio de
combates: el 26 de octubre, los soldados revolucionarios y los
guardias rojos aplastaron en Kazán acciones contrarrevolucionarias; al
día siguiente, en Sarátov, y sólo en Astrakán se dilató la lucha hasta
enero de 1918. En las demás ciudades del Volga, el Poder soviético se
estableció por vía pacífica: Samara (26 de octubre), Tsaritsin (28 de
octubre-4 de noviembre), Sizran (28 de octubre), Simbirsk (10 de
diciembre).
Del llamamiento del nuevo Soviet
Provincial de Diputados de Kazán dirigido a la población de la
provincia, acerca del paso del poder a manos del Soviet
7 de noviembre de 1917
Cumpliendo la voluntad de la democracia
revolucionaria, expresada en el II Congreso de los Soviets de Diputados
Obreros y Soldados de toda Rusia, el Soviet de Diputados Obreros,
Soldados y Campesinos de Kazán se encarga, a partir de este momento, de
la administración de la provincia.
…Todo ciudadano tiene que tomar
conciencia de su deber ante la revolución y el país, y en aras de los
intereses revolucionarios comprometerse a permanecer en su puesto de
trabajo, sin abandonarlo y sin sembrar cizaña en las filas del
proletariado y el campesinado revolucionarios.
Puede considerarse que Krasnoyarsk fue una de las primeras ciudades
de Siberia donde se proclamó el Poder soviético, el 28 de octubre. A
fines de diciembre triunfó en toda la provincia del Yeniséi. Hasta
finales de noviembre se luchó en Omsk para detener la
contrarrevolución, a pesar de que formalmente el Soviet había tomado
el poder el mismo día que en Krasnoyarsk.
En los primeros días de diciembre se estableció el Poder soviético en
Siberia Occidental; hacia febrero de 1918, en casi todo el Altai. A
mediados de diciembre de 1917 pasó a ser bolchevique el Soviet de
Irkutsk, pero sólo logró ostentar el poder en las postrimerías de ese
mes, después de librar una lucha armada contra los sublevados.
En febrero de 1918 se estableció el Poder soviético en Chitá,
Verjneudinsk y después en toda Transbaicalia. Hacia el mes de marzo de
ese año triunfó la dictadura del proletariado en el Extremo Oriente.
En Ucrania, Bielorrusia, Ciscaucasia, Transcaucasia, Asia Central,
Kazajstán, Moldavia y provincias del Báltico, los Soviets trataban de
tomar el poder en una enconada lucha con la contrarrevolución y el
nacionalismo burgués. No siempre, ni en todas partes, los éxitos se
lograban de repente: aún eran fuertes las supervivencias patriarcales y
feudales; la burguesía nativa jugaba hábilmente con los sentimientos
nacionales de las personas ignorantes en el sentido político; la
contrarrevolución local recibía ayuda abierta del capital
internacional.
De la declaración del Comité
Territorial Transcaucásico del POSD(b)R sobre la organización del poder
en Transcaucasia, emitida en la reunión conjunta de organizaciones
partidarias y sociales, celebrada en Tiflís
11 de noviembre de 1917
El Comité Territorial Caucasiano del POSD(b)R declara:
- Todo el poder pasa a los Soviets en el centro y las localidades, tal y como lo decidió el II Congreso de los Soviets de toda Rusia los días 25, 26 y 27 de octubre de 1917.
- Los Soviets locales eligen en su congreso el Centro Territorial, que designa de su composición —sobre la base de la representatividad proporcional de los partidos presentes en él— el Comité Ejecutivo del Territorio, como poder local.
- Todos los Soviets locales, incluido el Centro Territorial, formarán parte del Congreso de los Soviets de toda Rusia.
En la madrugada del 3 de noviembre, el poder de los Soviets alcanzó
la victoria total en Moscú, hecho trascendental para que la revolución
proletaria se afirmase en todo el país.
La insurrección en la segunda capital del país se dilató debido a que
sus dirigentes, ante todo el Comité Militar Revolucionario, cometieron
varios errores de carácter político y militar: admitieron a
mencheviques en la composición del CMR; ponían sus miras en un acuerdo
pacífico con el contrarrevolucionario Comité de Seguridad Pública; en
las primeras jornadas la insurrección no tenía carácter ofensivo. Al
adversario no se le cogió desprevenido y pudo reorganizar sus fuerzas,
proponiéndose crear en esta ciudad, el centro nacional de lucha contra
el Poder soviético.
El primer comunicado sobre los acontecimientos en Petrogrado se recibió en Moscú en la mañana del 25 de octubre.
En el CMR, formado en la tarde de ese mismo día en la reunión
conjunta de los Soviets de Diputados Obreros y Soldados de Moscú,
entraron cuatro bolcheviques, dos mencheviques y un unificador; como
miembros suplentes, cuatro bolcheviques y dos unificadores. Esta
composición se modificó varias veces. La cooptación posterior permitió
al CMR moscovita liberarse de los conciliadores, y casi todos sus
miembros fueron bolcheviques. La actividad del CMR estaba dirigida por
el Centro del partido, organizado poco antes en la reunión conjunta de
los siguientes organismos de la ciudad: Buró Regional, Comité y Comité
Provincial del POSD(b)R. A nivel formal el Centro del partido no formaba
parte —como sucedió, por ejemplo, en Petrogrado— del Comité Militar
Revolucionario. Sin embargo, todos sus miembros trabajaban en el CMR y
actuaban como sus representantes.
En la mañana del 25 de octubre, el Centro del partido no emprendió
acciones diligentes, ni intentó poner en movimiento a las masas
obreras, ni se ocuparon puntos estratégicos. Sólo se establecieron
retenes en Correos y Telégrafos. Los principales centros de la
contrarrevolución —la Duma urbana y el Estado Mayor de la Región
Militar de Moscú—no fueron controlados. Se perdió esa primera
oportunidad.
El 26 de octubre, el CMR de Moscú publicó una orden notificando el
triunfo de la insurrección armada en Petrogrado; exhortó a los obreros
moscovitas y a los soldados de la guarnición a apoyar a los proletarios
petrogradenses; exigió que las unidades de la guarnición se pusieran en
disposición combativa y que no se cumpliera ninguna orden o
disposición sin la sanción del CMR.
Del Comité Militar Revolucionario de los Soviets de Diputados Obreros y Soldados de Moscú
26 de octubre de 1917
Los obreros y soldados revolucionarios
de la ciudad de Petersburgo, encabezados por el Soviet de Diputados
Obreros y Soldados de Petersburgo, han comenzado la lucha resuelta
contra el Gobierno Provisional que ha traicionado a la revolución. Es
deber de los soldados y obreros moscovitas apoyar a los camaradas
petersburgueses en esta brega. Para dirigirla, el Soviet de Diputados
Obreros y Soldados de Moscú ha elegido el Comité Militar
Revolucionario.
El Comité Militar Revolucionario declara:
- La guarnición moscovita debe ponerse, de inmediato, en disposición combativa. Cada unidad militar debe estar preparada para entrar en acción en cuanto se lo ordene el Comité Militar Revolucionario.
- No se cumplirá ninguna orden o disposición que no parta del Comité Militar Revolucionario o que no esté avalada con su firma.
En la sesión matutina del Comité Ejecutivo del Soviet de Diputados
Obreros de la Provincia de Moscú se informó que todas las organizaciones
obreras provinciales se habían puesto al lado del CMR de Petrogrado tan
pronto se recibieron los comunicados sobre los acontecimientos
petrogradenses, y establecieron el Poder soviético. A los Soviets
subdistritales y distritales se les proponía suspender toda relación
con los órganos del Gobierno Provisional, impedir la propaganda y
agitación contrarrevolucionarias, controlar el traslado de tropas por
ferrocarril e informar al Soviet provincial sobre la situación y las
acciones de la contrarrevolución. Mientras tanto, la Duma de Moscú se
preparaba para atacar a los bolcheviques. Por iniciativa suya, el 25 de
octubre se creó el Comité de Seguridad Pública, cuya tarea única era
aplastar la acción armada de los proletarios moscovitas y los soldados
revolucionarios. En la sesión extraordinaria del Comité Ejecutivo del
Soviet, los dirigentes eseristas del Soviet de Diputados Campesinos de
la Provincia de Moscú lograron que se aprobara una resolución contra la
entrega del poder a los Soviets y dispusieron apoyar al Comité de
Seguridad Pública. La situación se complicaba. Era inminente la lucha
contra un enemigo serio y experimentado, al que la indecisión del CMR
de Moscú permitió reorganizarse.
Por la tarde, el CMR reunió a los comisarios distritales para
analizar la coordinación de las acciones; se decidió reforzar la
guarnición del Kremlin, integrada por soldados del 56 Regimiento de
Reserva. En la madrugada del 26 de octubre se apostó allí una compañía
del 193º Regimiento de Reserva.
A su vez, el Comité de Seguridad Pública, ubicado en la Duma urbana,
también concentraba sus fuerzas alrededor del Kremlin. Los cadetes
ocuparon el picadero y cercaron la fortaleza.
En nombre de este Comité, el coronel Riábtsev, que maniobraba para
ganar tiempo, inició conversaciones con el CMR. El hecho de que el CMR
mantuviera esas conversaciones era, de por sí, un error. Pero fue aún
mayor el error cuando firmó —confiando en Riábtsev— un acuerdo por el
que la compañía del 193º Regimiento se retiraba del Kremlin. A cambio de
ello, los cadetes levantarían el cerco a la fortaleza.
El CMR retiró la compañía del Kremlin en la mañana del 27 de octubre.
Después de que el Cuartel General le aseverara el posible apoyo con
tropas del frente, Riábtsev suspendió las conversaciones con los
insurrectos en la tarde del 27 de octubre. Declaró la ciudad en estado
de sitio, exigió con urgencia, la disolución inmediata del Comité
Militar Revolucionario, la retirada del 56ª Regimiento del Kremlin y el
desarme de las tropas revolucionarias. El ultimátum concedía un plazo
de 15 minutos.
Sólo como respuesta a este ultimátum, el CMR de Moscú ordenó a los
guardias rojos y a los soldados revolucionarios comenzar las acciones
combativas. Exhortó a los obreros de la ciudad a declarar la huelga
general y luchar con las armas por el poder de los Soviets. En la tarde
de ese mismo día se produjo un gran choque armado en la Plaza Roja. Se
ordenó que un destacamento de dvinskistas (se llamaban “dvinskistas” a
los soldados del Frente Norte recluidos en la cárcel de la ciudad de
Dvinsk, hoy Daugavpils, por actuar contra el Gobierno Provisional; a
comienzos de septiembre fueron trasladados a la prisión Butírskaia, de
Moscú, y en la segunda quincena del mismo se les excarceló por exigencia
de los bolcheviques) se desplazara del distrito de Zamoskvorechie al
edificio del Soviet de Moscú, en la Plaza Skóbelevskaia, hoy
Sovétskaia.
La patrulla de cadetes permitió que los dvinskistas atravesaran el
Puente Moskvoretski, cortándoles la retirada. Los cadetes exigieron la
entrega de las armas. Los dvinskistas se negaron, y para evitar el
derramamiento de sangre, pidieron desalojar el camino. Como respuesta
sonaron disparos. Los dvinskistas lograron romper las filas de los
cadetes y abrirse paso hacia el Soviet, pero en el tiroteo perecieron
cerca de 70 personas, incluido el bolchevique E. N. Sapunov, jefe del
destacamento. Después de triunfar la revolución se concedió el nombre de
Sapunov a un callejón en el centro de Moscú, frente al Kremlin. Así
comenzaron los combates armados en Moscú.
Durante la noche, destacamentos de cadetes y oficiales se hicieron
fuertes en el edificio del gobernador de la ciudad, en el bulevar
Tverskói; se consolidaron en la calzada Sadóvaia, desde el Puente de
Crimea hasta el mercado Smolenski, y penetraron en los bulevares del
centro de la ciudad. Ocuparon el edificio de Correos y Telégrafos.
En la mañana del 28 de octubre, los cadetes, que mediante una
estratagema lograron apoderarse del Kremlin, en cuyo arsenal había
armas, tomaron sangrientas represalias contra los soldados del 56º
Regimiento. Esta matanza estimuló la ofensiva amplia y activa de las
fuerzas revolucionarias. En el llamamiento del CMR, publicado ese mismo
día, se subrayaba: “En Petrogrado son fuertes el poder y el orden
revolucionarios. Un esfuerzo más, y en Moscú obtendremos lo mismo. Se
deciden los destinos del país y de la revolución. ¡A las armas! ¡A las
armas! Ha llegado la hora del combate, último y decisivo”.
En la mañana del 29 de octubre los destacamentos de guardias rojos
pasaron a la ofensiva. Las unidades revolucionarias expulsaron a los
cadetes y a la guardia burguesa (entonces se comenzó a llamarla
“blanca”) de la calle Tverskáia (hoy calle Gorki), el Teatro Mali y la
casa del gobernador en el callejón Leóntievski (hoy calle Stanislávski).
En la zona del Kremlin se libraron enconados combates.
A las nueve de la noche, las tropas revolucionarias ocuparon la Central Telefónica y comenzaron a tirotear el hotel Metropol.
En este momento acudió en ayuda de la contrarrevolución el Comité
Ejecutivo eserista-menchevique del Sindicato Ferroviario de toda Rusia y
declaró que decretaría la huelga general de los ferroviarios si
continuaban los combates en las calles de Moscú. El Comité Militar
Revolucionario cometió otro error al conceder una tregua hasta las 12 de
la noche del 30 de octubre. Esto permitió a la contrarrevolución ganar
tiempo, en espera de unidades aptas para el combate, procedentes del
frente y de Oriol. Además, Riábtsev envió al Estado Mayor de la Región
Militar de Minsk un telegrama solicitando enviar cuanto antes al
destacamento que se encontraba en Kaluga a disposición del jefe del
Frente Oeste, con vehículos blindados, en ayuda de las fuerzas
contrarrevolucionarias de Moscú.
En la noche del 31 de octubre, el CMR declaró la terminación de la
tregua y llamó a los soldados revolucionarios y a los guardias rojos a
emprender acciones resueltas.
Comenzaron violentos combates para
liquidar los principales puntos de resistencia de la contrarrevolución
en el centro de la ciudad.
Durante el 31 de octubre, el CMR envió órdenes a los distritos de la
ciudad, a las unidades militares y a las regiones vecinas en las que
solicitaba refuerzos, transporte, armas y pertrechos. Se preparaba el
asalto decisivo y último.
A las seis de la mañana del 2 de noviembre, el CMR recibió del
Comité de Seguridad Pública una declaración afirmando que “en estas
circunstancias, considera necesario terminar la lucha armada en Moscú”. Y
aunque el CMR comenzó a negociar y discutir las condiciones de la
capitulación de los blancos, las hostilidades no cesaban.
A eso de las once de la mañana se tomó el hotel Metropol; a
continuación se ocuparon la Duma urbana y el Museo Histórico. Los
guardias rojos del distrito Zamoskvorechie asaltaban el Estado Mayor de
la Región Militar de Moscú. Cerca de las tres de la tarde, el Kremlin
estaba cercado por completo y los cañones emplazados en la calle
Nikólskaia (hoy calle 25 de Octubre) disparaban a tiro directo contra
las Puertas Nikolskie. Al declinar el 2 de noviembre, los blancos no
tenían en sus manos más que el Kremlin, la Escuela Militar
Alexándrovskoe, en la calle Známenka, y la 5ª Escuela de Alféreces, en
la zona del mercado Smolénski.
El Comité de Seguridad Pública capituló a las 5 de la tarde de ese mismo día.
Acuerdo entre el Comité Militar Revolucionario y el Comité de Seguridad Pública
2 de noviembre de 1917, 5 de la tarde
- El Comité de Seguridad Pública cesa su existencia.
- La guardia blanca devuelve las armas y se disuelve. A los oficiales se les dejan las armas que les fueron concedidas al graduarse. En las escuelas de cadetes quedarán sólo las armas necesarias para la instrucción. Los cadetes entregarán las demás. El CMR garantiza la libertad e inviolabilidad individual.
- Para efectuar el desarme, de lo cual se trata en el punto 2, se organizará una comisión integrada por representantes del CMR, del personal de mando y de las organizaciones que participaron en la mediación.
- En el momento de firmarse el tratado de paz, ambos bandos dan orden inmediata de cesar los tiroteos y los combates, adoptándose medidas resueltas para el cumplimiento consecuente de la orden en todas partes.
- Al firmarse el acuerdo, todos los prisioneros de ambos bandos son puestos en libertad.
Representantes del Comité Militar Revolucionario: Smidóvich, V. M. Smirnov
Representantes del Comité de Seguridad Pública: Rúdniev, Studenetski, Sorókin
Representantes de las tropas unificadas que permanecieron fieles al Gobierno Provisional: teniente Yakúlov, cadete Kobro, cosaco Kungurtsev
A las nueve de la noche del 2 de noviembre, el CMR firmó la orden de cesar las hostilidades y la envió a los distritos.
En la madrugada del 3 de noviembre, los destacamentos revolucionarios
entraron en el Kremlin. Por la mañana se rindió la 5ª Escuela de
Alféreces y, a las cuatro de la tarde, se comenzó a desarmar a los
cadetes de la Escuela Militar Alexándrovskoe. El poder de los Soviets
alcanzó en Moscú la victoria total.
A pesar de las complejidades y dificultades, la clase obrera de
Moscú, junto con los soldados revolucionarios, dirigidos por el Comité
Central del POSD(b) y la organización del partido de los bolcheviques de
la ciudad, hicieron su aporte —decisivo en muchos aspectos— al
triunfo de la revolución.
Entre quienes luchaban a favor de la revolución en Petrogrado, Moscú y
en otras ciudades, había representantes de muchos países: los polacos
S. Bobinski, R. Muklevicz, K. Swiercsynski, S. Piestkowski; los
finlandeses K. Rovio, H. Jalava; los búlgaros S. Cherkezov, G.
Mijailov-Dobrev; el yugoslavo M. Canak: el chino San Fuyan; el alemán
H. Zebrowske; el eslovaco R. Garasin; húngaros, austríacos, checos y
otros internacionalistas. De entre ellos salió toda una pléyade de
destacadas personalidades del movimiento obrero y comunista
internacional: Béla Kun, John Reed, Tibor Szamuely, Julian
Leszczynski-Lenski, Mustafa Subhi, Ferenc Münnich, Josip Broz Tito,
Johann Koplenig, Mihai Bujor, Jeanne Labourbe y muchísimos más. Estos
nombres, como los de todos quienes en las jornadas de Octubre
materializaron la consigna de la gran fraternidad internacional de los
pueblos, quedaron inscritos para siempre en la historia de la
revolución rusa.
Del manifiesto del Comité Militar Revolucionario del Soviet de Diputados Obreros y Soldados de Moscú
…La victoria en Moscú afianza la
victoria histórica mundial del proletariado y la guarnición de
Petrogrado… El poder estatal central pasó a manos del Congreso de los
Soviets de toda Rusia.
Este es el poder del propio pueblo: de
los obreros, soldados y campesinos. Este es el poder de la paz y la
libertad. Este es el poder que ya ha propuesto la paz, entregó la tierra
a los campesinos, derogó la pena de muerte implantada por Kerenski,
quien traicionó a la revolución. Este poder lo promovió el órgano
plenipotenciario supremo de toda la democracia de Rusia. Y quien
levante la mano armada contra él, será abatido por el pueblo
revolucionario… A la clase obrera rusa le ha tocado un gran honor: ser
la primera en derrumbar la dominación de la burguesía. Por primera vez
en la historia de la humanidad, las clases trabajadoras han tomado el
poder, conquistando con su sangre la libertad. Ellas no soltarán de
sus manos esta libertad.
El pueblo en armas protege la revolución.
Gloria a los caídos en esta magna lucha.
Que la causa de ellos sea la causa de los vivos.
Después de aplastar el levantamiento de Kerenski-Krasnov, el Cuartel
General se convirtió en nuevo centro de lucha contra el Poder
soviético. Con el apoyo de los eseristas de derecha, mencheviques y
representantes de las misiones militares de los aliados, el general
Dujonin, comandante en jefe interino desde el 3 de noviembre, se negó a
cumplir la disposición del Consejo de Comisarios del pueblo, del 7 de
noviembre, sobre el armisticio inmediato y el comienzo de las
negociaciones con los países beligerantes para firmar el tratado de
paz. Es curioso el hecho de que precisamente ese mismo día el
menchevique Skóbelev y el “socialista popular” Chaikovski visitaran al
embajador inglés Buchanan, a quien comunicaron que, al parecer, pronto
se formaría el “Gobierno socialista homogéneo” de Rusia, le
solicitaron apoyo a dicho Gobierno y declararon que estaban dispuestos
a discutir los objetivos de la guerra.
La prensa de los países neutrales, que pretendía ser “objetiva” y
“discreta” en la apreciación de lo que sucedía en Rusia, indicaba que “a
un Gobierno normal le es difícil entrar en relaciones con autoridades
de carácter —valga la expresión— volcánico”.
De la nota del Gobierno soviético a los embajadores de los países aliados
8 de noviembre de 1917
Con la presente tengo el honor de
comunicarle, señor embajador, que el Congreso de Diputados Obreros y
Soldados de toda Rusia ha creado —el 26 de octubre— el nuevo Gobierno
de la República Rusa: el Consejo de Comisarios del Pueblo. El
presidente de este Gobierno es Vladimir Ilich Lenin.
Al orientar su atención al texto de las
proposiciones del armisticio y la paz democrática sin anexiones ni
contribuciones, basadas en la autodeterminación de los pueblos,
aprobado por el Congreso de los Soviets de Diputados Obreros y Soldados
de toda Rusia, tengo el honor de rogarle que considere dicho documento
como proposición formal para el armisticio inmediato en todos los
frentes y el inicio inminente de las negociaciones de paz, proposición
con la que el Gobierno plenipotenciario de la República Rusa se dirige a
un mismo tiempo a todos los pueblos beligerantes y a sus Gobiernos.
Admita la aseveración, señor embajador,
del profundo respeto del Gobierno soviético por el pueblo de su país, el
cual sin duda aspira a la paz, igual que todos los demás pueblos
extenuados y desangrados por esta carnicería sin precedente.
Los embajadores de las potencias aliadas celebraron el 9 de noviembre
una reunión convocada por el embajador estadounidense Francis, decano
del cuerpo diplomático en Rusia, en la que acordaron —en conformidad con
la posición de sus Gobiernos— no mantener relaciones con el Poder
soviético.
El desinterés de establecer contactos con el nuevo Gobierno llegaba
hasta el ridículo. Por ejemplo, el embajador inglés prefería ir a pie,
con tal de no solicitar en el Smolni el correspondiente pase para
emplear automóvil. Temía que esto se interpretara como si Inglaterra
“reconociera de facto” al poder del Consejo de Comisarios del Pueblo.
V. I. Lenin, presidente del Consejo de Comisarios del Pueblo, al
convencerse que el Cuartel General se negaba a cumplir la disposición
de comenzar negociaciones inmediatas para firmar el armisticio con las
potencias beligerantes, en la noche del 10 de noviembre, ordenó
destituir a Dujonin y designar a N. V. Krilenko comandante en jefe.
Del llamamiento del Gobierno
soviético a los comités de regimiento, división, cuerpo y ejército, a
los Soviets de Diputados Obreros, Soldados y Campesinos
11(24) de noviembre de 1917
¡Soldados! ¡Obreros! ¡Campesinos!
Vuestro Poder soviético no permitirá que
la burguesía extranjera vuelva a enviarles a la fuerza al matadero. No
teman las amenazas. Los pueblos atormentados de Europa están con
nosotros. Todos ellos desean la paz inmediata. Nuestra proposición de
armisticio suena para ellos como toque de misa de salvación. Los pueblos
de Europa no permitirán que los Gobiernos imperialistas se lancen
sobre el pueblo ruso, que sólo desea la paz y la fraternidad. Y que
sepan todos que los soldados, obreros y campesinos de Rusia no
derrocaron al zar y al Gobierno de Kerenski para continuar siendo carne
de cañón de los imperialistas aliados.
¡Abajo los antiguos acuerdos secretos y los manejos diplomáticos!
¡Viva la lucha honesta y abierta por la paz general!
El 10 de noviembre, el Gobierno soviético se dirigió a los
embajadores de los países neutrales: Dinamarca, España, Países Bajos,
Noruega, Suiza y Suecia. En el llamamiento en nombre del Gobierno, el
Comisario del Pueblo de Asuntos Exteriores escribió: “En cumplimiento
de las resoluciones del Congreso de los Soviets de Diputados Obreros y
Soldados, el 8 de noviembre me dirigí a las embajadas aliadas con la
proposición de comenzar las negociaciones para concluir el armisticio
inmediato en todos los frentes y la paz democrática sin anexiones ni
contribuciones, en base a la autodeterminación de los pueblos.
Al mismo tiempo, el Consejo de Comisarios del Pueblo encomendó a las
autoridades militares y a los delegados del ejército republicano
comenzar las negociaciones previas con las autoridades militares de los
ejércitos adversarios a fin de lograr un armisticio inmediato en
nuestro frente, así como en todos los demás frentes.
… Señor Embajador, tengo plena confianza en que hará todo lo que de
usted dependa para informar con la máxima plenitud necesaria a la
opinión pública del pueblo cuyo Gobierno representa, acerca de las
medidas emprendidas por el Poder soviético a favor de la paz”.
Los embajadores de Noruega, Suiza y Suecia contestaron de un modo
lacónico (todas las respuestas tenían un contenido idéntico) a este
llamamiento del Comisario del Pueblo de Asuntos Exteriores: “He tenido
el honor de recibir su carta del 10 de noviembre y he emprendido los
trámites correspondientes”.
Más tarde se recibió la misma respuesta del embajador de Dinamarca.
Sólo G. Cisneros, embajador de España, reaccionó de una forma más
activa y afectuosa. Respondió el 11 de noviembre con la siguiente nota:
“Me apresuro a comunicarle, señor Comisario, que, de acuerdo con Su
justo deseo, transmitiré hoy mismo, por telégrafo, a mi Gobierno el
contenido de la mencionada nota, y que sea puesta en conocimiento del
pueblo español y aplique, por su parte, todos los esfuerzos necesarios
para contribuir a la firma de la paz que tanto ambiciona toda la
humanidad”.
Pero el Gobierno español no aceptó las acciones de su embajador y, por si fuera poco, lo retiró de Rusia.
El 14 de noviembre se recibió un comunicado afirmando que el alto
mando alemán estaba dispuesto a comenzar las negociaciones sobre el
armisticio. Ese mismo día, el Gobierno soviético se dirigió de nuevo a
los Gobiernos y pueblos de los países beligerantes con la proposición
de unirse a las negociaciones, pero no se recibió respuesta alguna de
las potencias aliadas.
El Comisariado del Pueblo de Asuntos Exteriores declaró el 17 de
noviembre que las conversaciones deberían comenzar en Brest el 19 de
noviembre y que la Rusia revolucionaria deseaba negociaciones y paz
generales. “Que los gobiernos aliados y sus representantes diplomáticos
en Rusia —el Gobierno soviético planteó una vez más la misma cuestión—
tengan la bondad de contestar si desean participar en las
negociaciones…”
Pero los países de la Entente no se pronunciaron.
El 19 de noviembre, la delegación de paz del Gobierno soviético llegó
a Brest-Litovsk. Integraban la delegación: N. Obújov, obrero de
Petrogrado, bolchevique; R. Stashkov, campesino sin partido, miembro del
CEC de toda Rusia; N. Beliakov, funcionario de la Organización Militar
adjunta al Comité Central del Partido Bolchevique, soldado (primer
suboficial); F. Olich, marinero bolchevique, miembro del Presidium del
CEC de toda Rusia; de los grupos partidarios en el CEC de toda Rusia,
los bolcheviques L. Kámenev y G. Sokólnikov, los eseristas de izquierda
A. Bitsenko y S. Máslovski (Mstislavski). El Gobierno soviético
designó como presidente de la delegación a Adolf Ioffe, miembro del CEC
de toda Rusia y del Soviet de Petrogrado, uno de los
“interregionalistas” que ingresó en el Partido Bolchevique en el VI
Congreso. En las jornadas de octubre, Ioffe era miembro del Comité
Militar Revolucionario de Petrogrado. El secretario de la delegación
era L. Karaján, bolchevique, igual que Ioffe, desde el verano de 1917,
miembro del CEC de toda Rusia de la primera legislatura, y desde el mes
de agosto, miembro del Presidium y secretario del Soviet de Petrogrado,
participante activo en la insurrección armada de octubre en la capital.
Al grupo de expertos militares de la delegación lo encabezó el
contralmirante Vasili Altfater, uno de los primeros oficiales superiores
de la antigua flota que apoyó abiertamente al nuevo Gobierno.
Como resultado de las conversaciones con la delegación del bloque
austro-alemán, en cuya composición entraban también representantes de
Bulgaria y Turquía, se acordó cesar el fuego durante diez días. El
Gobierno soviético aprovechó esta tregua para intentar otra vez más
convertir las negociaciones separadas con Alemania en conversaciones
para alcanzar la paz democrática general.
En la segunda quincena de noviembre, el Partido Socialdemócrata
Noruego propuso al Comité de Premios Nobel otorgar el premio de la paz
de 1917 a V. I. Lenin, presidente del Consejo de Comisarios del Pueblo
de la República Soviética. “Hasta el momento actual —se decía en el
argumento—, quien más ha hecho para que triunfen las ideas de la paz ha
sido Lenin, quien no sólo hace con todas sus fuerzas propaganda en
favor de la paz, sino que también adopta medidas concretas para
alcanzarla”.
El Comité de Premios Nobel declinó la proposición, aduciendo que
había tardado (en el Comité se examinaban las proposiciones que habían
ingresado antes del 1 de febrero de 1917) y acordó: “Si el existente
Gobierno ruso logra establecer la paz y la tranquilidad en el país, el
Comité no tendrá nada en contra de conceder a Lenin el premio de la paz
el próximo año…”
En los instantes cuando el Gobierno soviético llevaba a cabo una
tensa brega por la paz, Dujonin no sólo se negó a cumplir la disposición
del Gobierno, sino que intentó incluso alzarse contra él, reuniendo
—junto con el Comité de Salvación de la Patria y la Revolución— en la
zona de Luga un puñado de hombres armados para asestar el golpe a
Petrogrado; concentrando tropas en zonas alejadas de los principales
centros revolucionarios, o situando destacamentos de contención en las
vías de retirada de las tropas al interior del país.
El 12 de noviembre, Dujonin se dirigió a todos los partidos
políticos y a los aliados con el llamamiento de cohesionar las fuerzas y
formar un Gobierno “de todo el pueblo”.
Para ocupar el Cuartel General se envió de Petrogrado a Moguiliov un
destacamento de soldados del Regimiento Litovski y marineros de la
Flota del Báltico. Salieron en ayuda también unidades de los ejércitos
del Frente Oeste. En el propio Moguiliov, sede del Cuartel General, se
formó en la noche del 19 de noviembre el Comité Militar Revolucionario,
en el que predominaban los bolcheviques N. Jojlov, suboficial del
Batallón Gueórguievski; el alférez S. Zobkov y el soldado V.
Feierabend, ambos representantes del 3º Ejército.
Por la mañana temprana del 19 de noviembre, el generalato
contrarrevolucionario intentó desplazar el Cuartel General a Kiev, pero
al enterarse de estos preparativos, los soldados del Batallón
Geórguievski se hicieron presentes en el lugar donde se cargaban los
medios de transporte, arrojaron a la calzada los expedientes y las
maletas y declararon que el Cuartel General no saldría a ninguna parte.
El Comité Militar Revolucionario de Moguiliov consideraba que una de
sus tareas fundamentales era impedir la partida de Dujonin, pues ello
podía conducir a la organización de un “nuevo centro de poder”.
Lo último que logró hacer Dujonin fue poner en libertad a los
cabecillas del motín contrarrevolucionario de agosto, conservándolos
—desde su punto de vista— para el “gran trabajo” futuro. En la noche
del 20 de noviembre, el Cuartel General organizó la fuga de los
generales contrarrevolucionarios que se encontraban en Bijov: Denikin,
Lukomski, Erdeli, Márkov y otros. Igual que Kornilov, cabecilla del
levantamiento contrarrevolucionario de agosto, se dirigieron al sur,
donde el general Kaledin anunció que no reconocía al Poder soviético y
declaró la región del Don en estado de sitio. En el Don se presentaron
también el general Alexéiev, Rodzianko, Miliukov y otros. Allí se
formaba el centro nacional de lucha contra el Poder soviético.
Pero la situación en el país había cambiado bastante. La
contrarrevolución no tenía apoyo en las masas, mientras que los
bolcheviques fortalecían con plena seguridad el poder revolucionario,
respaldándose en el pueblo trabajador.
Decreto sobre la reducción de los efectivos del ejército
10(23) de noviembre de 1917
El Gobierno Obrero y Campesino de Comisarios del Pueblo dispuso:
Comenzar la reducción gradual de los
efectivos del ejército, para lo que se licenciará de inmediato a la
reserva permanente a los ciudadanos soldados de la quinta de 1899. La
orden para licenciar a los reclutas de otras quintas se emitirá en lo
sucesivo. Al licenciarse, entregarán las armas a los comités de
regimiento, responsables de su manutención.
El comandante en jefe anunciará en el acto esta orden en el ejército.
Presidente del Consejo de Comisarios del Pueblo:
V. Uliánov (Lenin)
Comisarios del Pueblo para Asuntos Militares:
V. A. Ovséenko (Antónov)
N. Krilenko
Decreto del Comité Ejecutivo
Central de toda Rusia y del Consejo de Comisarios del Pueblo sobre la
abolición de los estamentos y rangos civiles
11(24) de noviembre de 1917
Art. 1. Quedan abolidos todos los
estamentos y divisiones de los ciudadanos, así como los privilegios,
restricciones, organizaciones e instituciones estamentales, al igual
que todos los rangos civiles que existían hasta el momento en Rusia.
Art. 2. Quedan abolidas todas las
condiciones (noble, mercader, pequeño-burgués, campesino, etc.), títulos
(príncipe, conde, etc.) y denominaciones de los rangos civiles
(consejeros secretos, de Estado y otros), y se establece una
denominación general para toda la población de Rusia: ciudadano de la
República Rusa.
Art. 3. Los bienes de las instituciones
estamentales nobiliarias se entregarán, de inmediato, a las
correspondientes secciones autoadministrativas de los zemstvos.
Art. 4. Los bienes de las sociedades de
mercaderes y pequeñoburgueses ingresarán, en el acto, a disposición de
las correspondientes secciones municipales.
Art. 5. Todas las instituciones
estamentales, sus expedientes, contaduría y archivos se entregarán, de
inmediato, a disposición de las correspondientes secciones
autoadministrativas urbanas y de los zemstvos.
Art. 6. Quedan derogados todos los correspondientes artículos de las leyes vigentes hasta el momento.
Art. 7. El presente decreto entra en
vigor el día de su publicación, y los Soviets locales de Diputados
Obreros, Soldados y Campesinos comenzarán a cumplirlo inmediatamente.
Notificación del Comité Militar Revolucionario de Petrogrado
24 de noviembre de 1917
A los empleados Públicos:
Con la presente se notifica que quienes
hayan abandonado el servicio en entidades gubernamentales y públicas, o
que hayan sido despedidos de allí a causa del sabotaje y por no
haberse presentado en el plazo determinado para cumplir sus funciones,
pero que han recibido por adelantado el sueldo por un tiempo que no
han trabajado, deberán devolver dicho sueldo, a más tardar el 27 de
noviembre, a las entidades dónde prestaban servicio.
En caso de incumplimiento, a estos
individuos se les acusará de desfalco a los bienes del tesoro público y
se les entregará al tribunal militar revolucionario.
Comité Militar Revolucionario
En contraposición al Comité Ejecutivo del Sindicato de Ferroviarios
de toda Rusia, el 23 de noviembre se formó el Consejo del Nudo
Ferroviario de Petrogrado, que prestó apoyo total y activo al poder de
los Soviets. Cesaron las negociaciones con el CESFR, el cual exigía la
entrada en el Gobierno soviético de representantes de los partidos
pequeño-burgueses. Fue rigurosamente reprobada la minoría oposicionista
en las filas de los bolcheviques, que violaba con gran negligencia las
indicaciones del Comité Central del partido (como, por ejemplo, Kámenev,
quien no sólo estaba de acuerdo con formar un Gobierno en el que los
bolcheviques sólo tuvieran la mitad de las carteras, sino que tampoco
se pronunciaba contra la proposición eserista-menchevique de excluir a
Lenin del Gobierno).
De la resolución del CC del POSD(b)R sobre los opositores en el seno del Comité Central
2 (15) de noviembre de 1917
El Comité Central reconoce que la
presente reunión tiene una importancia histórica, por lo que es preciso
fijar las dos posiciones reveladas aquí.
- El Comité Central reconoce que la oposición existente en el seno del CC se aparta por completo de todas las posiciones básicas del bolchevismo y de la lucha de clase proletaria en general…
- El Comité Central hace recaer sobre esa oposición toda la responsabilidad por el freno de la labor revolucionaria y por las vacilaciones, criminales en el momento presente; propone a dicha oposición que traslade su discusión y su escepticismo a la prensa, apartándose de la labor práctica, en la que no cree…
- El Comité Central confirma que es imposible renunciar al Gobierno puramente bolchevique sin traicionar a la consigna del Poder soviético, por cuanto la mayoría del II Congreso de los Soviets de toda Rusia, sin excluir a nadie del Congreso, entregó el poder a dicho Gobierno.
- El Comité Central ratifica que, sin traicionar a la consigna del poder de los Soviets de Diputados Obreros, Soldados y Campesinos, es imposible pasar al regateo mezquino con el propósito de incorporar a los Soviets organizaciones que no son de tipo soviético, es decir, organizaciones que no representan uniones voluntarias de la vanguardia revolucionaria de las masas que luchan por derrocar a los terratenientes y capitalistas.
- El Comité Central ratifica que hacer concesiones ante los ultimátums y amenazas de la minoría de los Soviets significa abjurar por completo no sólo del Poder soviético, sino también de la democracia, pues semejantes concesiones equivalen al temor de la mayoría a aprovechar su condición de mayoría, equivalen al sometimiento a la anarquía y a la repetición de los ultimátums por parte de cualquier minoría.
- El Comité Central ratifica que, sin excluir a nadie del II Congreso de los Soviets de toda Rusia, está plenamente dispuesto también ahora a reconocer a quienes han dimitido y a unirse con ellos en el marco de los Soviets; que, por consiguiente, son por completo falaces las afirmaciones de que los bolcheviques no quieren compartir el poder con nadie.
Cuando el CC del partido aprobó el 2 de noviembre una resolución
especial respecto a la oposición, Kámenev y Zinóviev se pronunciaron en
contra de ella en el Comité Ejecutivo de los Soviets. Entonces, la
mayoría del Comité Central del partido presentó un ultimátum a los
oposicionistas, exigiendo la estricta observancia de la disciplina
partidaria. Como respuesta, Kámenev, Zinóviev, Rikov, Miliutin y
Noguín se retiraron del Comité Central; Ríkov, Miliutin, Noguín y
Teodoróvich dimitieron de sus cargos de Comisarios del Pueblo. A su
declaración se unieron Riazánov, Larin y algunos otros funcionarios
soviéticos. En el Llamamiento del Comité Central del POSD(b)R a todos los miembros del partido y a todas las clases trabajadoras de Rusia, publicado el 7 de noviembre, se condenó esta conducta como deserción.
Yákov
Mijáilovich Sverdlov, en el II Congreso de los Soviets de toda Rusia, fue elegido
presidente del Comité Ejecutivo Central de toda Rusia.
El 8 de noviembre, el CC del partido aprobó la resolución de
destituir a Kámenev del cargo de presidente del Comité Ejecutivo
Central de los Soviets de toda Rusia, al que se le había elegido en el
II Congreso de los Soviets de toda Rusia. Los bolcheviques propusieron a
Yákov Sverdlov, revolucionario experimentado y organizador de talento,
para este cargo. “Su candidatura —recordaba N. Krúpskaia— la promovió
Lenin. La elección fue extraordinariamente acertada. Yákov Mijáilovich
era una persona muy firme. En la lucha por el Poder soviético, contra
los enemigos de la revolución, era insustituible. Además, estaba
próximo a realizarse un trabajo inmenso para organizar el Estado de
tipo nuevo, y aquí se necesitaba un organizador de las mayores
dimensiones. Un organizador así era Yákov Mijáilovich”.
La victoria del ala soviética en el II Congreso de Diputados
Campesinos de toda Rusia, que sesionó en Petrogrado en el mes de
noviembre contrariamente a la voluntad de los líderes de los eseristas
de derecha, refrendó las conquistas de la revolución proletaria, expresó
plena confianza en el Poder soviético, sancionó sus decretos y
reeligió el Comité Ejecutivo, cuya nueva composición entró en el Comité
Ejecutivo Central de los Soviets de toda Rusia.
Comunicado del Comité Ejecutivo
Central de los Soviets de toda Rusia sobre la fusión de este organismo
con el Comité Ejecutivo, elegido en el Congreso Extraordinario
Campesino de toda Rusia 16 (29) o 17 (30) de noviembre de 1917
¡A todos! ¡A todos! ¡A todos!
A todos los Soviets de Diputados Obreros,
Soldados y Campesinos. En la tarde del 15 de noviembre se fusionó el
Comité Ejecutivo Central de los Soviets de Diputados Obreros y Soldados
de toda Rusia con el Comité Ejecutivo elegido en el Congreso
Extraordinario Campesino de toda Rusia. Se celebró una reunión conjunta
del Comité Ejecutivo Central de los Soviets de Diputados Campesinos, de
Diputados Obreros y Soldados, del Congreso Campesino de toda Rusia y
del Soviet de Diputados Obreros y Soldados de Petrogrado. La sesión
ratificó por unanimidad las leyes sobre la tierra y la paz, aprobadas
por el II Congreso de los Soviets de Diputados Obreros, y la ley del
control obrero, adoptada por el Comité Central de los Soviets de
Diputados Obreros.
Presidente del Comité Ejecutivo Central del Soviet de Diputados Obreros y Soldados
Sverdlov
Los eseristas de izquierda, que antes frenaban la estructuración del
acuerdo gubernamental con los bolcheviques, entraron en el Gobierno
Obrero y Campesino. Como Comisario del Pueblo de Agricultura se
designó a Andréi Kolegáev, uno de los líderes de los eseristas de
izquierda, miembro del partido eserista desde 1906, activista y
propagandista. La actividad revolucionaria le impidió —primero como
estudiante de la Universidad de Járkov y, después, en la emigración, en
la Universidad de París— recibir enseñanza superior. No obstante, a
pesar de que en los cuestionarios indicaba siempre que tenia enseñanza
secundaria, era un verdadero intelectual ruso, quien se había
consagrado a prestar servicio al pueblo.
La cartera de Comisario del Pueblo de Correos y Telégrafos la recibió
P. Proshián, uno de los representantes más relevantes del movimiento
eserista de izquierda. Siendo estudiante de la Universidad
Novorossíiski, en Odesa, el muchacho de la pequeña ciudad armenia de
Ashtarak ingresó en 1905 en el partido eserista. Por su actividad
revolucionaria fue condenado por los tribunales zaristas a diez años,
en total, de trabajos forzados. Dos veces cumplió la pena en las más
alejadas zonas septentrionales. Después de la Revolución de Febrero, se
pronunció contra la posición defensista del CC del partido eserista,
por lo que fue expulsado dos veces de sus filas. Por expresarse contra
la política gubernamental y la guerra, en julio de 1917 fue detenido por
el Gobierno Provisional. Lenin señalaba que Proshián se había
destacado desde el primer momento también entre los eseristas de
izquierda por “su profunda fidelidad a la revolución y al socialismo”. Esto
lo escribió en un artículo especial, dedicado a la memoria de Proshián,
cuando éste falleció del tifus en diciembre de 1918. El articulo de
Lenin es interesante no sólo por la apreciación que él dio de su colega
del Gobierno, perteneciente a otro partido, sino también porque el
jefe del Gobierno, líder del partido gobernante, intervino en su órgano
central con una necrología en honor a una persona que entonces se
encontraba en la clandestinidad y estaba condenado en contumacia por el
tribunal soviético a tres años de prisión por participar en la
preparación del asesinato del embajador alemán y en el motín
antisoviético de julio de 1918. La objetividad y el amor de Lenin a la
verdad eran tan altas, que eso no le impidió constatar: “…Hasta julio
de 1918 Proshián hizo más para consolidar el Poder de los Soviets de lo
que hizo después para minarlo”.
En la composición del Gobierno soviético entraron también otros
participantes activos en el movimiento eserista de izquierda : I.
Shtéinberg, Comisario del Pueblo de Justicia; Vladimir Trutovski, para
los Asuntos de Autogestión Local; Vladimir Karelin, para la Protección
de los Bienes de la República; Vladimir Algasov, Comisario del Pueblo
sin cartera.
María Spiridónova, en aquellos días personalidad muy popular en el
movimiento eserista de izquierda y mujer con un destino legendario, fue
elegida presidente de la sección campesina del CEC de toda Rusia. Por
decisión de la organización eserista de la provincia de Tambov, en 1906
mató a uno de los cabecillas de los destacamentos punitivos que
cometían ferocidades en aquella zona después de la derrota de la primera
revolución rusa. Fue condenada a la pena de muerte, sustituida después
por trabajos forzados perpetuos. Después de la Revolución de Febrero
fue, de hecho, la líder de los eseristas de izquierda.
Por colaborar con los bolcheviques, la mayoría de derecha en el IV
Congreso del partido de los eseristas, que sesionó en Petrogrado desde
el 26 de octubre hasta el 5 de diciembre de 1917, consideró necesario
expulsar oficialmente a los eseristas de izquierda de las filas del
partido, que ellos mismos habían abandonado mucho antes, para instituir
—en su Congreso Constituyente, celebrado del 19 al 27 de noviembre— el
Partido de los Socialistas Revolucionarios de Izquierda
(Internacionalistas). Fue distinto el destino de los eseristas de
izquierda después de que en marzo de 1918 salieran del Gobierno
soviético en señal de protesta contra la paz con Alemania, concertada en
Brest, y se sublevaran contra el poder de los Soviets. Algunos se
atrincheraron en la emigración y se convirtieron en frenéticos enemigos
del nuevo régimen. Otros —la mayoría—luchaban honradamente, defendiendo
las conquistas de la revolución en los frentes de la guerra civil y
fueron participantes activos en la construcción socialista. Un
reducido grupo de ellos, incluida María Spiridónova, se apartó de la
actividad política.
El 23 de noviembre se publicó el decreto —propuesto por los
bolcheviques y aprobado unánimemente por el Comité Ejecutivo Central de
los Soviets de toda Rusia— sobre el derecho de revocar del Soviet a los
diputados que no hubieran justificado la confianza del pueblo. En
concordancia con este decreto, en varios congresos de campesinos y del
ejército se acordó revocar de la Asamblea Constituyente a los diputados
demócratas constitucionalistas, eseristas de derecha y mencheviques,
entre otros Avxéntiev, Gots y Miliukov.
El poder de los Soviets se afirmaba en las provincias, distritos,
subdistritos y pueblos, en el centro y en las regiones periféricas del
enorme país. Con el triunfo de Octubre comenzó a crearse la unión
voluntaria de naciones, “…una unión que —como subrayó Lenin— no tolere
violencia alguna de una nación sobre otra, una unión que se base en la
más plena confianza, en la clara conciencia de la unidad fraternal, en
un acuerdo plenamente voluntario”.
El primer paso en esa dirección lo dio el II Congreso de los Soviets
de toda Rusia, el cual declaró que el Poder soviético garantizaba a
todas las naciones que habitan Rusia el verdadero derecho a la
autodeterminación. El Congreso proclamó la ruptura total con la política
de opresión a los pueblos. Para poner en práctica la nueva política
nacional se constituyó el Comisariado del Pueblo para Asuntos de las
Nacionalidades, presidido por I. Stalin. El segundo paso hacia la
creación de la unión voluntaria y sólida de los pueblos de Rusia, basada
en la confianza mutua, fue la Declaración de los derechos de los pueblos de Rusia, proclamada
el 2 de noviembre de 1917, que instauraba la plena igualdad y soberanía
de los pueblos de Rusia, su derecho a la libre autodeterminación,
incluso hasta la separación y formación de un Estado independiente; la
anulación de todos y cualesquiera privilegios y restricciones
nacionales y nacional-religiosas y el desarrollo libre de todas las
minorías nacionales y etnias.
Declaración de los derechos de los pueblos de Rusia
2 (15) de noviembre de 1917
La Revolución de Octubre de los obreros y campesinos comenzó bajo la bandera común de la emancipación.
Los campesinos se emancipan del poder de
los terratenientes, pues ya no existe la propiedad agraria sobre la
tierra: se ha abolido. Los soldados y marineros se emancipan del poder
de los generales autocráticos, pues de aquí en adelante los generales
se elegirán y podrán ser sustituidos. Los obreros se emancipan de los
caprichos y arbitrariedad de los capitalistas, pues de aquí en adelante
los obreros controlarán las fábricas. Todo lo vivo y viable se
emancipa de las detestables cadenas.
Quedan sólo los pueblos de Rusia, que
soportaron y soportan la opresión y la injusticia, a cuya emancipación
se deberá proceder en el acto y cuya liberación deberá efectuarse de
forma resuelta e irrevocable.
En la época del zarismo, los pueblos de
Rusia eran azuzados unos contra otros de manera sistemática. Los
resultados de esa política son conocidos: degollinas y pogromos, por
una parte; y por la otra, esclavitud de los pueblos.
Esta ignominiosa política de azuzamiento
no tiene ní deberá tener retorno. De aquí en adelante será sustituida
por una política de unión voluntaria y honesta de los pueblos de Rusia.
En la época del imperialismo, después de
la Revolución de Febrero, cuando el poder pasó a manos de la burguesía
demócrata-constitucionalista, la política abierta de azuzamiento cedió
el lugar a la política de medrosa desconfianza en los pueblos de Rusia,
de camorras y provocaciones, que se encubría con declaraciones verbales
de “libertad” e “igualdad” de los pueblos. Los resultados de esa
política son conocidos: acrecentamiento de la enemistad nacional,
detrimento de la confianza mutua. A esta política indigna de engaño y
desconfianza, de camorras y provocaciones, se deberá poner fin. De aquí
en adelante será sustituida por una política abierta y honesta, que
conduzca a la confianza mutua y total de los pueblos de Rusia.
Sólo como resultado de esa confianza puede formarse la unión honesta y sólida de los pueblos de Rusia.
Sólo como resultado de esa unión podrán
unirse los obreros y campesinos de los pueblos de Rusia en una fuerza
revolucionaria única, capaz de rechazar cualesquiera atentados de la
burguesía imperialista-anexionista.
A partir de estos puntos, el I Congreso
de los Soviets proclamó en junio del presente año el derecho de los
pueblos de Rusia a la libre autodeterminación.
El II Congreso de los Soviets confirmó
—en octubre de ese año— de manera más resuelta y determinada ese derecho
inalienable de los pueblos de Rusia.
Cumpliendo la voluntad de estos
congresos, el Consejo de Comisarios del Pueblo decidió adoptar los
siguientes principios como base de su actividad respecto a las
nacionalidades de Rusia:
- Igualdad y soberanía de los pueblos de Rusia.
- Derecho de los pueblos de Rusia a la libre autodeterminación, incluso hasta la separación y formación de un Estado independiente.
- Supresión de todos y cualesquiera privilegios y restricciones nacional-religiosos.
- Desarrollo libre de las minorías nacionales y grupos étnicos que habitan en el territorio de Rusia.
Los decretos concretos que dimanan de
aquí, serán confeccionados tan pronto se instituya la Comisión para los
Asuntos de las Nacionalidades.
En nombre de la República Rusa:
losif Dzhugashvili-Stalin,
Comisario del Pueblo para Asuntos de las Nacionalidades
V. Uliánov-Lenin,
Presidente del Consejo de Comisarios del Pueblo
El 20 de noviembre de 1917, el Consejo de Comisarios del Pueblo adoptó el Llamamiento a los trabajadores musulmanes de Rusia y el Oriente, en
el que se proclamó solemnemente que las creencias, costumbres,
instituciones nacionales y culturales de estos pueblos eran libres e
inviolables; que todo el poderío de los Soviets defendería y protegería
los derechos de los pueblos de Rusia. En este llamamiento se declaraba
asimismo que el Poder soviético renunciaba a todos los tratados
secretos del Gobierno zarista, refrendados por el Gobierno Provisional,
respecto a la ocupación de Constantinopla y la división de Persia y
Turquía; que los pueblos de Oriente deberían convertirse en los
verdaderos dueños de sus destinos.
Estos dos documentos asentaron las bases para la colaboración libre y
en pie de igualdad entre los pueblos de Rusia que desde ese momento
fueron libres.
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