14 de mayo de 2015

El ataque sorpresa de la aviación soviética contra la Alemania nazi en 1941

En el 70º Aniversario, revelamos una de las impresionantes acciones de la Fuerza Aérea Soviética. En el recuerdo de aquella proeza. También hemos incluido de las memorias del Almirante Kuznetsov, responsable de la operación, como se realizó.

Por Russia Beyond the headlines.

Los bombarderos soviéticos atacaron Berlín en agosto de 1941. Esta arriesgada operación militar tenía como objetivo mostrar al enemigo y a todo el mundo que era pronto para dar por vencida a la aviación soviética.

El 7 de agosto de 1941, cuando se cumplía el 47º día de combates de la Unión Soviética contra Alemania, quince bombarderos DB-3 e Il-4 despegaron de la base aérea del archipiélago Moonsund, ubicado en el mar Báltico, en dirección a Berlín. Los aviones soviéticos debían sobrevolar 1.765 kilómetros sobre territorio enemigo y hacer frente a una defensa aérea muy bien organizada para lograr su objetivo: bombardear el corazón del Tercer Reich.

El Ejército Rojo, que se batía en retirada desde hacía más de un mes, en aquel entonces defendía con gran esfuerzo Smolensk y Kiev. Aviones de la Luftwaffe llevaban bombardeando Moscú desde el 21 de julio.
Su comandante, Hermann Göring, que había conocido numerosas pérdidas a causa de la aviación de la URSS y de la pasividad de los ingleses, declaró de un modo presuntuoso que “ninguna bomba caería sobre la capital del Reich”.  Estas palabras fueron todo un desafío. Las explosiones de las bombas soviéticas en Berlín tenían que demostrar al adversario y al resto del mundo que se habían apresurado al considerar inofensiva a la aviación soviética.
Para que los aviones pudieran volar a la máxima altura hasta Berlín y volver luego a casa, despojaron a los DB-3 de su blindaje. Además tuvieron que despegar desde una pista corta, construida para los cazas.
El trayecto desde la isla de Saaremaa, en Estonia, hasta Szczecin, en Polonia, y luego a Berlín duró siete horas. Para evitar la defensa antiaérea se vieron forzados a volar a una altitud de 7.000 metros, en que la temperatura exterior alcanzaba los 40 grados bajo cero. Los pilotos tuvieron que trabajar  con máscaras de oxígeno todo el tiempo. Volaban con el combustible justo, por lo que no había margen de error: si se desviaban del itinerario la tripulación corría el riesgo de no poder volver a la base.

Soñaban con bombardear el Reichstag

Avión de bombardeo soviético de largo alcance Il4
Para los alemanes, en la retaguardia, el ataque de los bombarderos de la URSS fue toda una sorpresa. En la capital de Alemania se llevaba una vida  tranquila y pacífica en que sólo los soldados y las empresas de defensa  hacían pensar en los combates que se libraban en algún lugar lejano. Hay testigos que llegaron a afirmar que las fuerzas de defensa antiaérea nazis descubrieron los aviones, pero los tomaron por suyos y les sugirieron que se dirigieran al aeródromo más cercano.
Berlín fue bombardeada por apenas cinco de los quince aviones que partieron en misión: a los restantes la acción de las defensas antiaéreas y la falta de combustible les obligó a atacar las afueras de la ciudad, pero las tripulaciones cumplieron su objetivo político con creces. En la madrugada del 8 de agosto el radiotelegrafista Vasili Krotenko transmitió desde una de las aeronaves soviéticas: “Mi lugar es Berlín. Tarea cumplida. ¡Volvemos a la base!”.
Los ataques causaron incendios y el pánico en la ciudad. Incluso desde una gran altura, los DB-3 soviéticos pudieron escoger los objetivos en la gran y bien iluminada ciudad. Hasta un minuto después del inicio del ataque no se dio la orden de oscurecer la capital.
El escritor y corresponsal militar Nikolái Mijailovski, que participó en la cobertura de los acontecimientos, describió lo ocurrido a bordo de uno de los aviones:
“Nuestro objetivo son las fábricas Siemens-Shuckert, pero los pilotos sueñan con llegar al Reichstag o a la Cancillería del Reich. Vania Rudakov  se congeló inmóvil con la ametralladora. Las manos de Preobrazhenski se congelan a los mandos. Pero no importa.  Lo principal es que estamos próximos al objetivo. Nuestro sueño era llegar a toda costa. ¡Y lo conseguimos! A 7 kilómetros de altitud es visible la gran ciudad.  Cubierta por miles de luces se extendía como una araña. No nos esperan.  La voz del piloto: “¡Sobrevolamos el objetivo!”. El avión se estremece, tras saltar ligeramente hacia arriba. En la cabina penetra el característico olor del accionamiento de las llaves de las bombas que, pesadas, caen…”.
“Estos son ingleses”

A pesar de que, junto con las bombas, se tiraron folletos, el mando alemán trató de ocultar el hecho de que los aviones soviéticos habían cruzado el cielo de su capital. Las emisoras de radio alemanas transmitieron lo ocurrido como un intento fallido de 150 aviones ingleses de llegar a Berlín.
Según la prensa alemana, sólo unos cuantos aviones lo consiguieron y seis de ellos fueron abatidos, provocando incendios. En realidad los pilotos soviéticos sólo tuvieron que lamentar la pérdida de una aeronave en esa misión. La BBC desmintió que aviones ingleses sobrevolaran Berlín aquella noche. Los aviones ingleses hacía tiempo que no aparecían en el cielo de Berlín, desde enero de 1941, cuando su mando se percató de que el Tercer Reich estaba reagrupando sus fuerzas aéreas para atacar el este de Europa.

 S. F. Zhavoronkov
El 8 de agosto el Sovinformburó, el Gabinete de Información Soviético, informó a todos los ciudadanos que los bombardeos sobre Moscú del 22 y el 24 de julio, en los que habían perecido cientos de ciudadanos, habían sido vengados. Los miembros de la tripulación de la aeronave comandada por el coronel Preobrazhenski recibieron el título de héroes de la Unión Soviética.
Stalin firmó un decreto en virtud del cual cada miembro de la tripulación obtendría un premio en metálico por valor de 2.000 rublos. Esta cantidad de dinero cuadriplicaba la recompensa habitual por un bombardeo exitoso.
Los siguientes vuelos de las tripulaciones soviéticas no corrieron la misma suerte. El factor sorpresa sólo podía funcionar una vez. Despegando desde las islas próximas a Leningrado, los pilotos realizaron hasta el 5 de septiembre nueve misiones en los que participaron 86 aviones y se tiraron 21 toneladas de bombas, que se saldaron con la pérdida de 18 aviones debido a la artillería antiaérea y diversas negligencias.
Estos vuelos exigían una tensión física máxima y gran fortaleza de espíritu. A veces, junto al mismísimo aeródromo, las manos de los pilotos perdían la capacidad de dirigir los mandos, los ojos se les cerraban del cansancio. A sólo unos cientos de metros de la pista de aterrizaje los aviones a veces caían, se estrellaban. Así murió la tripulación del teniente mayor Nikolái Dashkovski.
Los vuelos soviéticos se interrumpieron después del inicio de los combates  por la isla Moonsund, el 7 de septiembre de 1941, pero cuando se produjeron los ataques “decisivos” contra Alemania, en julio de 1942, los habitantes de la capital del Reich volvieron a ver aviones con estrellas rojas en las alas.

De las memorias del Almirante Kuznetsov:

Almirante Kuznetsov



 "Quisiera hacer una especial mención a la rama aérea de la Flota del Báltico la que actuó desde el primer día de la guerra. Los cazas, cubriendo en la medida de sus fuerzas nuestras bases, nuestros buques y nuestras carreteras.. Durante las incursiones de la Luftwaffe sobre Kronstadt, tallin y Hanko nuestros cazas lucharon furiosamente. 

Aún así, el arma aérea de la flota era evidentemente insuficiente. Como ya he señalado una gran parte de ella se dedicó a atacar objetivos terrestres. Esto se debió a la situación general en el frente de batalla. En la Península de Hanko el enemigo bombardeó cada metro cuadrado de tierra. El bombardeo a nuestros aeródromos era constante. A pesar de ello nuestros pilotos siempre nos dieron una fiable cobertura aérea. Sin ella nuestra base naval, que se encontraba rodeada, hubiese caído. Ya durante los primeros días de la guerra nuestro grupo aéreo de bombarderos lanzaron ataques sobre Memel, Danzig, Gdynia y otros puertos enemigos. A partir del 25 de junio de 1941 se bombardearon los aeródromos y puertos de Finlandia (Finlandia luchaba del lado de Alemania).  Se llevaron a cabo raids en Turku, Kotka, y Tampere. También se sembraron minas en las bases navales enemigas y se efectuaron numerosos ataques a sus convoyes.

A fines de julio, los Nazis ejecutaron su primera incursión aérea sobre Moscú. Inmediatamente quisimos corresponder con una incursión sobre Berlín. Pero, ¿cómo? Habíamos planeado ataques desde la base aérea de Pillau pero ahora estaba en poder de los nazis. 

 Un cálculo preliminar puso de manifiesto que desde un aeródromo de Leningrado nuestros aviones podrían llegar a algún lugar más allá de Libau. Pero si se despegaba de la isla de Osel, podrían atacar a Konigsberg. Y si se volaba en el límite de su resistencia, se podría llegar a Berlín. Es cierto que tenían que volar sobre el mar y,que luego de  arrojar su carga de bombas, deberían regresar de inmediato. No podían gastar más de 20-30 minutos en ello, por que de lo contrario no contarían con el suficiente combustible para volver a sus aeródromos. 

Después de consultar a nuestros especialistas descubrimos que, en caso de que los aviones cargaran todo el combustible que pudieran llevar y no más de 750 kilogramos de bombas cada uno, podrían hacer la distancia a Berlín (cerca de 900 kilómetros) en poco más de tres horas y regresar a casa con el mínimo de combustible en sus tanques. 

"Esto parece tentador", pensé. "Pero, ¿no sería acaso una misión sin retorno…? 


Avión de bombardeo de largo alcance soviético DB3

Zhavoronkov, Comandante de la rama aérea naval,  también se encontraba en una situación difícil. Por un lado, dijo que la operación era factible. Aunque el riesgo era grande, pero aún así,  la misión podría ser ejecutada. Por otra parte, asumió la responsabilidad, en caso de que la misión resultara ser un fracaso y todos los aviones se perdieran. Yo le dije: "Voy a informar el caso a GHQ." Cuando comparecí ante el GHQ para mi informe periódico desplegué ante Stalin un mapa del Mar Báltico. En este mapa aparecía la isla de Osel conectada directamente con Berlín por una línea recta. Al final de los análisis se llegó a la conclusión que aviones cargados con una bomba de 500 kilos o dos de 250 podrían llevar a cabo la misión.

Un bombardeo sobre Berlín, en caso de éxito, sería de enorme importancia. Los nazis habían anunciado a todo el mundo que la Fuerza Aérea Soviética había sido destruida. 

El Cuartel General aprobó nuestra propuesta. Me dijeron que  sería responsable en lo personal por el éxito de la misión. 

La operación era muy difícil. En vista de esto, se encargó su ejecución a Zhavoronkov.  El 2 de agosto, voló a un aeródromo cerca de Leningrado, donde el Primer regimiento de bombarderos torpederos estaba estacionado. Por consideraciones de secreto sólo el Comandante de la Flota del Báltico, y el General de la Fuerza Aérea MI Samokhin, fueron notificados sobre el propósito real de la visita de de Zhavoronkov.

 No había tiempo que perder. Por lo tanto, temprano en la mañana del 4 de agosto, 15  bombarderos Ilyushin DB-3F (Il-4)  aterrizaron en el aeródromo de Kagul.. 

En la noche del 7 al 8 de agosto  los 15 fuertemente cargados bombarderos despegaron con gran dificultad. Su única protección contra la artillería antiaérea y los cazas enemigos era la altitud a la que volaban. 

Se me informó acerca de su partida, inmediatamente antes de venir al GHQ a hacer mi informe periódico. Yo estaba seguro de que la primera pregunta que se me haría sería acerca de la incursión sobre Berlín. 

Y yo tenía razón. Me di la satisfacción de informar que la operación ya se había puesto en marcha.
 
Los alemanes jamás habrían imaginado nuestro ataque. A medida que nuestros aviones se acercaban a Berlín, desde tierra se les solicitaba su identificación y su ruta. Ellos pensaban que se trataba de aviones alemanes extraviados. Incluso se les daban las coordenadas para aterrizar en aeropuertos alemanes cercanos. Hipnotizados por la maquinaria de propaganda de Goebbels los puestos de observación de tierra jamás habrían imaginado que eran aviones soviéticos los que volaban sobre sus cabezas. Mientras las hordas germanas acosan Leningrado y Moscú, bombarderos soviéticos se dirigen a la capital del Reich a una altura de 7.000 metros. 

Los bombarderos avistaron las luces de Berlín desde lejos. La ciudad ni siquiera estaba oculta con oscurecimientos. Las incursiones británicas no habían sido muy exitosas por lo que ni siquiera las alarmas aéreas sonaron.
 
 El navegante Khokhiov se orientó por las luces de la ciudad y las características visibles del terreno, tales como ríos, lagos y carreteras, para determinar el curso y para llevar a los aviones a sus objetivos militares en Berlín. A pesar de que nuestros aviones ya estaban sobre sus blancos, aún no había flak Después de haber lanzado su carga de bombas, los 15 bombarderos revirtieron su curso. No podían permitirse el lujo de observar los resultados de la incursión aérea. Se encendieron los focos de búsqueda y se inició un furioso fuego antiaéreo.

La misión estaba cumplida. La Fuerza Aérea Soviética había realizado su primera incursión de Berlín "la primera en la Gran Guerra Patria " Las tripulaciones estaban tan felices que los peligros del vuelo de ida y vuelta y la reserva limitada de combustible en los tanques estaban casi olvidados. 

Los nazis no podían imaginar que eran aviones soviéticos quienes habían bombardeado su capital. Al día siguiente, en los periódicos alemanes apareció un informe del Alto Mando alemán que decía: 

"La fuerza aérea británica bombardeó Berlín. Hubo víctimas muertos y heridos. Seis bombarderos británicos fueron derribados." Al comentar el informe, el Mando Británico comentó: "Ayer el Alto Mando alemán informó que el jueves por la noche, aviones enemigos atacaron lugares en el oeste de Alemania, lanzando bombas sobre Berlín, causando bajas entre la población civil. 

"Declaramos oficialmente que ningún avión de la Real Fuerza Aérea  ha atacado Berlín durante la noche de ayer." 

No hay razón para dudar de este comentario. Los alemanes se vieron obligados a sacar por conclusión de que el ataque fue ejecutado con éxito por los bombarderos soviéticos. 

La primera incursión fue seguida por otras. Pero las dificultades aumentaron.. El enemigo aumentó ostensiblemente su defensa antiaérea. Berlín fue rodeada por un elaborado sistema de Flak. 

El gabinete de Hitler exigió al Alto Mando que  debería  "eliminar las bases aéreas y navales en las islas de Osel y Dago, y sobre todo los campos de aviación de bombarderos soviéticos que lanzaron raids sobre Berlín." Nos vimos obligados a mejorar la protección de los aeródromos. Gran cantidad de armas antiaéreas fueron trasladadas a Osel y Dago.

 El último ataque se hizo el 5 de septiembre. Cuando las fuerzas soviéticas tuvieron que abandonar Tallinn, fue imposible realizar más bombardeos sobre Berlín. Los bombarderos soviéticos realizaron 10 incursiones sobre Berlín. Lanzaron 311 bombas y se registraron 32 grandes incendios comprobados.

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