A pasado ya más de una década desde que Estados Unidos empezó su "cruzada" contra las Fuerzas del Mal, en el Oriente, y solo ha conseguido crear desastre tras desastre, y más enemigos que podríamos contar.
Estados Unidos siempre ha apoyado gobiernos en el mundo árabe que podrían pasar por mafiosos y que, por "el derecho divino de los reyes", gobiernan con represión y tortura.
El gobierno norteamericano se llena la boca hablando de democracia, y con la misma facilidad se traga todas esas palabras cuando sus aliados escogidos abusan sin piedad de sus propios pueblos, atacando a sus gentes como si fueran enemigos extranjeros.
Israel ha sido armado y tiene rienda suelta para atormentar a los palestinos y someterlos a los llamados "arreglos de paz", que darían vergüenza a los Vichy Franceses, que fueron colaboradores de los Nazis durante la Segunda Guerra Mundial.
Y aún cuando Estados Unidos ha gastado trillones de morlacos para juntar su manada de "aliados" locales, las cosas hierven como caldera de lava, y las fuerzas sociales de los pueblos se enfurecen con desprecio y odio contra sus gobernantes.
Las cosas no van bién ni el Medio Oriente ni en Estados Unidos, porque las coronas del neo-colonialismo no son bién vistas en las cabezas de los aliados de Norteamérica.
Los billones y cientos de billones desperdiciados; los miles de soldados muertos --también desperdiciados; y las esperanzas desperdiciadas de los invadidos y ocupados, han sido el pago por esta misión descalabrada de "hacer de nuevo el Medio Oriente".
Las guerras tienen un modo de volver a casa, en las formas más inesperadas.
Éso lo acabamos de ver muy trágicamente en Francia.
Quizás nosotros veamos eventos similares aquí en casa, en Estados Unidos.
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