Este último 15 de Agosto, en la República Popular Democrática de Corea se ha recordado que Japón no ha pedido disculpas al pueblo coreano, después de terminar la guerra por los crímenes contra su población, ni por las esclavas coreanas que utilizó para su ejército. Como en los medios no sale esta noticia, ni saldrá, exponemos la información recibida de la Asociación de Amistad con Corea (KFA).
Por ACNC.
Con motivo del 75º aniversario de la derrota en la guerra del imperialismo japonés que impuso desgracias y sufrimientos a la nación coreana, el portavoz del Comité Coreano por Medidas sobre el Problema de ex Esclavas Sexuales para el Ejército Japonés y Víctimas de Reclutamiento Forzoso publicó el día 15 una declaración que sigue:
Se dice que los recuerdos del pasado se vuelven tenues con el transcurso del tiempo, pero el pueblo coreano tiene frescos en su memoria los anteriores actos criminales de Japón que se obstina en eludir la liquidación.
Los mismos japoneses no olvidarían nunca si hubieran visto a 200 mil mujeres de su país hechas esclavas sexuales de las tropas extranjeras, y a millones de víctimas de reclutamiento forzado muertas en las afueras del archipiélago japonés, y se les hubiera prohibido conversar en la lengua japonesa siendo privados de apellidos y nombres propios.
Después de su derrota en la Segunda Guerra Mundial hasta la fecha, Japón ha multiplicado sólo la enemistad del pueblo coreano aplicando la discriminación y acoso a los coreanos residentes en ese país, y practicando la política hostil a la RPDC, lejos de expiar el expediente criminal.
En nombre de los fallecidos debido a los tremendos crímenes antiéticos cometidos por el imperialismo japonés, los damnificados y sus familiares, el Comité Coreano por Medidas sobre el Problema de ex Esclavas Sexuales para el Ejército Japonés y Víctimas de Reclutamiento Forzoso declara como sigue:
Primero, las autoridades japonesas deben sentir en lo hondo la responsabilidad estatal por sus crímenes de lesa humanidad contra el pueblo coreano, pedir disculpas sinceras e indemnizar, antes de que se haga tarde.
La esclavitud sexual para el viejo ejército japonés, el reclutamiento forzoso de los coreanos y otros actos antiéticos no fueron obras individuales de un militar o funcionario de aquel entonces, sino constituyen un producto de la infame política de exterminio de la nación coreana, planificada y ejecutada por el poder estatal del “gran imperio japonés”.
Segundo, las autoridades japonesas han de dejar ahora mismo sus bochornosas e imprudentes tentativas de tergiversar la historia y reproducir su viejo sueño de la “esfera de coprosperidad de la gran Asia Oriental” apeteciendo las tierras ajenas.
El Comité Coreano por Medidas sobre el Problema de ex Esclavas Sexuales para el Ejército Japonés y Víctimas de Reclutamiento Forzoso grabará en la historia todas las acciones antiéticas cometidas por Japón contra el pueblo coreano luego de perseguirlas e investigarlas hasta el final y desplegará con más vigor el movimiento por demandar la liquidación del pasado, hasta que el gobierno japonés pida disculpas sinceras e indemnice al pueblo coreano.
Por KFA
Japón escribió en la “carta azul de diplomacia” la frase de que “no se debe usar la expresión de esclava sexual para el ejército japonés porque no concuerda con el hecho”.
Así que Japón pretende describir como justa su insistencia en que las víctimas de esclavitud sexual fueron “prostitutas” y “vendieron voluntariamente el cuerpo por el dinero”, etc.
Esta sofistería de país inmoral y sinvergüenza es un insulto intolerable a las víctimas de esclavitud sexual y a toda la nación coreana, que sufrió tantas desgracias y sufrimientos debido a la agresión del imperialismo japonés en el siglo pasado.
La negativa abierta al expediente criminal, se encamina a tergiversar la historia de tantas agresiones y eludir la liquidación del pasado.
En el siglo pasado, Japón sometió a esclavitud sexual para sus tropas agresoras a las mujeres de diferentes países, incluyendo 200.000 coreanas, y violó flagrantemente sus derechos humanos, lo cual deviene un crimen antiético nunca perdonable.
No hubo jamás una barbarie de esta magnitud, aunque se registraron incontables guerras en la historia de humanidad.
El caso es el crimen más inhumano, inmoral y bárbaro entre los otros de guerra cometidos por Japón.
Cientos de miles de víctimas no fueron “consoladoras mentales de los oficiales y soldados del frente”, sino simplemente esclavas de la cabeza a los pies.
Tratadas como animales, los agresores japoneses las violaron cuando y como les daba la gana, y las mataron en masas por doquier fusilándolas o enterrándolas vivas para encubrir la verdad de lo ocurrido.
Esto es el hecho de la historia que no se puede ocultar.
A pesar de que se revela claramente ese crimen a través de los testimonios de las víctimas y los registros de historia, el país nipón lo tachó de los manuales y hace todo lo posible para impedir la instalación de estatuas en diferentes partes del mundo recodando este abominable acto.
Y ahora se porta con tanto cinismo que anota en el documento oficial hasta el párrafo que prohíbe la expresión “esclava sexual”.
La conducta descarada de la banda de Abe, multiplica la voluntad de la nación coreana de ajustar sin falta las cuentas del expediente criminal de Japón, enemigo jurado. La camarilla de Abe debe pedir de rodillas disculpas a la humanidad e indemnizar sinceramente por esta barbarie.
La liquidación del pasado es responsabilidad ineludible de Japón.
Cuando el secuestro era política en Japón.
Japón aun no salda cuentas de sus megacrímenes cometidos contra la nación coreana y otros pueblos asiáticos en el siglo pasado.
El secuestro era su política estatal, uno de los problemas que quedan sin ser resueltos.
Lo comprueban los hechos históricos del siglo XX.
Durante la ocupación militar a Corea (1905-1945), Japón tomó como su política secuestrar y arrestar forzosamente a los coreanos, y la ejecutó de manera organizativa a escala nacional.
Su delito representativo era la esclavitud sexual. Después de la guerra de agresión a Siberia, Japón decidió establecer la esclavitud sexual a base de una anormal teoría militar según la cual “es necesario satisfacer la demanda sexual de los soldados con el fin de mantener la fuerza combativa del ejército”, y secuestró y arrestó abiertamente a las mujeres coreanas desde la década de 1920.
Según una publicación japonesa, su gobierno y autoridades militares formularon un plan para suministrar una esclava sexual a 29 militares, y para este fin adoptaron varias leyes y documentos como el “reglamento de la casa de consoladoras”, y el “decreto del trabajo espiritual de la mujer”.
Los actos criminales de Japón se evidencian a través de un telegrama de tiempo de guerra, enviado en marzo de 1942 al primer ministro Tojo por el comandante de la tropa acantonada en Taiwán, en el que le exigió enviar 50 consoladoras desde el cuartel general del ejército en la región meridional a Brunei.
Los imperialistas japoneses lanzaron asaltos sorpresivos a las casas campesinas avanzada la noche para secuestrar a las mujeres, y arrastraron en camiones a las que trabajaban en los arrozales, pasaban por las calles y lavaban cerca del pozo. Y llevaron a fuerza no solamente a las muchachas de unos veinte años de edad sino también a las madres lactantes y las prometidas, cuya número superó los 200 000.
La política de secuestro y arresto de Japón no se limitó solo a las mujeres.
Cuando se enfrentó a una situación de ser agotados los recursos humanos debido a la escalada de la guerra de agresión, el imperio Japón fabricó y proclamó las leyes draconianas como la “ley de la movilización general del Estado”, “ley de la conscripción laboral de ciudadanos” y “ley de la conscripción laboral de adultos”.
Los libros japoneses escriben que como la “conspiración laboral” se revestía el carácter forzoso, los coreanos escaparon uno tras otro del trabajo forzado. Desde el año 1938 después de haber estallado la guerra China-Japón, los imperialistas japoneses arrastraron a más de 8,4 millones de coreanos para someterlos a los trabajos forzados y servicios militares.
Todos estos hechos testimonian que Japón tomó el rapto y arresto forzado como su política estatal, y que su gobierno y autoridades militares y las entidades subordinadas fueron involucrados para ejecutarla.
Estos delitos cometidos históricamente por Japón dejan un gran dolor en el pueblo coreano hasta la fecha.
En vez de recompensar por su pasado criminal, este país isleño insulta a las víctimas de la esclavitud sexual e intenta tergiversar la historia. Recientemente, se esfuerza desesperadamente por modificar la constitución en un intento de convertirse en un potencia militar y hacer realidad su ambición militarista.
Pero, este proceder lo conduce a su propia ruina.
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