Los éxitos de la mayor obra de transformación social realizada en la era contemporánea.-
La Revolución de Octubre de 1917 supuso en primer triunfo duradero de
la clase obrera, que inició la era de la Revolución Socialista. La
clase obrera, aliada con el campesinado democrático, afrontó la
construcción del Estado proletario y la resistencia ante los envites de
los capitalistas, tanto en el interior como en el exterior, a la vez que
se preparaba económicamente para dar el gran salto hacia el socialismo.
El Gran Viraje, la industrialización del país y la colectivización de
la agricultura, representó ese Gran Salto esperado, que podría definirse
como una segunda revolución, en el que se desarrollaron
extraordinariamente las fuerzas productivas a la vez que se
transformaban las relaciones sociales de producción. Además en un ciclo
de tiempo muy corto se consiguieron unos logros inmensos fruto de la
implicación entusiasta de las masas obreras y campesinas. El gran logro
de unidad de objetivos hacia el socialismo de los trabajadores
soviéticos, dirigidos por su Partido, consiguió la mayor transformación
social conocida. Bajo otro régimen social no hubiera sido posible.
Los logros de la industria.-
En un mundo enmarcado en una gran crisis económica, mientras decrecía
la producción y el PIB en los grandes países capitalistas, en la URSS
crecía la producción industrial un 66,7% en 1932 y en un 311,1% en 1937,
y el PIB en un 6,9% y un 70,2%, respectivamente.
Desde que se aceleró la industrialización en 1928 se alcanzaron cotas
extraordinarias, que pusieron a la URSS en 1937 como el segundo
productor industrial global del mundo. Se había convertido en una
superpotencia industrial.
En 1928 los obreros representaban el 12,4% de la población activa y
en 1939 el 33,5%; mientras la burguesía y los kulaks eran el 4,6% en
1928 y casi el 0% en 1939. Al finalizar el Segundo Plan Quinquenal
podría hablarse efectivamente de que el socialismo, con el poder
soviético, había acabado con la burguesía de la ciudad y el campo,
económicamente hablando.
Los logros industriales que alcanzaron los trabajadores soviéticos
son admirables. Se triplicó la producción de gas, cemento y acero en el
período comprendido entre 1928 y 1932; se duplicó la de petróleo y casi
se multiplica por diez la de abonos minerales; etc. Y en el período
1928-1940, se multiplicó casi por cinco la producción de carbón, casi
por diez la de electricidad y por treinta la de tractores.
En tan solo doce años la renta nacional se multiplicó por cinco, la
producción industrial bruta por ocho y la agraria se duplicó.
Terminado el ciclo del Primer Plan Quinquenal, se consiguió acabar
con el paro forzoso y se instauraron jornadas de 7 horas para los
trabajos normales y de 6 horas para las empresas nocivas para la salud.
Había merecido la pena la emulación socialista. Fue la primera vez en la
historia, que un Poder demostró que era capaz de prestar a las masas
campesinas una ayuda constante en materia de producción. La alianza
obrera y campesina se fortaleció en su forma nueva, en la apuesta por el
socialismo.
Los logros de la agricultura.-
No hubiera sido de ninguna manera posible la colectivización sin que
hubieran estado de acuerdo con ella los campesinos pobres y los
campesinos medios, si hubiesen mostrado su oposición o si la
colectivización hubiese sido forzada. Más tarde o más temprano hubiera
habido una revuelta masiva, tal como demuestra la experiencia histórica.
En cambio no la hubo y eso demuestra principalmente a ojos del mundo, y
también de los investigadores si no tuviesen una visión ideológica
marcada la mayoría todavía por el anticomunismo, que las masas
campesinas en su inmensa mayoría estuvieron de acuerdo con las haciendas
colectivas, incluso, que fueron en numerosas ocasiones sus promotores y
protagonistas activos. No cabe duda que hubo excesos y descontentos,
incluso pueblos enteros, pero fueron minoritarios. Con quienes sí hubo
violencia y represión, y no podía ser de otra manera pues era una lucha
de clases para liquidarlos como clase, como decíamos más arriba, fue con
un capitalistas del campo, los kulaks; y por supuesto también hubo su
resistencia, incluidos el sabotaje y el terrorismo.
Al existir y crecer el movimiento koljosiano el estado soviético se
implicó completamente con él, lo fomentó y el Partido Comunista lo
dirigió. Las partidas presupuestarias que organizaba el gobierno
destinadas a la agricultura aumentaron de manera acelerada año tras año,
para subvencionar las semillas, maquinarias, las estaciones de
tractores, para dar créditos a las colectividades, para investigación y
para constituir, organizar y fortalecer las haciendas colectivas.
La colectivización del campo fue un proceso acelerado, pero en la
mayoría de los casos realizado con unas pautas planificadas, aunque
también hubo en otros casos sus desequilibrios, sus burocracias,
violencias y excesos. Pero no fue la norma y cuando se descubrieron
estos excesos fueron corregidos por el Partido, quitando de sus cargos a
los dirigentes aventureros o represores. Al final fue el movimiento
koljosiano el que marcó los ritmos fundamentalmente, que sobrepasaron
las expectativas de los Planes. En tan solo diez años se pasó de una
economía agraria tradicional con 26 millones de fincas, a una economía
agraria mecanizada y moderna con 250.000 haciendas colectivas en 1937.
Las plantaciones de cereales fueron siempre en la URSS un problema
esencial, porque cumplían una función básica de alimentación, también
del ganado, y de exportación para cambiarlos por maquinaria moderna para
la industria. Las formas semi-medievales de cultivo no podían dar la
capacidad necesaria. Además estaba el problema de la retención del grano
por los propietarios para jugar con el mercado y el problema de las
malas cosechas debidas a causas ambientales y que provocaban hambrunas y
racionamiento. Acabar con estas situaciones tenía mucho que ver
colectivizar la tierra. A partir de ese punto los cereales comerciales
estaban asegurados.
Además de los cereales, era de vital importancia desarrollar la
producción de los llamados cultivos industriales, que son los que pasan
por una fase industrial para después llegar al consumo. Por ejemplo, de
las plantas oleaginosas se sacaba aceite, comestible o industrial; la
remolacha azucarera, principalmente para la producción de azúcar; y el
algodón y el lino para la industria textil.
Para transformar la agricultura era imprescindible mecanizarla, o
sea, desarrollarla sobre una nueva base técnica. Y ese fue un empeño que
se iba haciendo al unísono de la creación de haciendas colectivas. Cada
sovjós tenía su propia maquinaria y sus propios tractores. Para nutrir
de maquinaria a los koljós se crearon las estaciones de máquinas y
tractores que funcionaban a petición de los koljós de su zona. En 1933
se pusieron en servicio 2.860 estaciones de máquinas y tractores, en las
que se invirtieron 2.000 millones de rublos. Los tractores que había en
las estaciones de máquinas pasaron de 2.400 en 1929 a 122.000 en 1933 y
394.000 en 1938; y en los sovjós, de 9.700 en 1929, a 81.800 en 1933 y
85.000 en 1938.
Los logros para el desarrollo de la educación y la sanidad.-
Desde el mismo día de la toma del poder por parte de la clase obrera
se convirtió en una prioridad la liquidación del analfabetismo, en un
país en el que se cifraba en un 80 %, para cuya tarea se destinaron
grandes esfuerzos por parte del Comisariado de Instrucción Pública,
dirigido por Lunacharsky. El poder de los soviets y el proceso de
desarrollo hacia el socialismo necesitaban un pueblo instruido. Para
ello se puso en marcha desde el primer momento la campaña LIKBEZ
(liquidación del analfabetismo), a cuyo frente actuó N. Kruskaya. Esta
inmensa tarea consiguió éxitos hasta situar en 1930 el número de
personas alfabetizadas del 20 % al 67 %. Con todas las masas populares
movilizadas en la industrialización, la colectivización y el desarrollo
socialista, la alfabetización se aceleró considerablemente. Solamente en
tres años se consiguió llegar al 90 %.
También en el período de industrialización y colectivización se hizo
un gran esfuerzo por multiplicar los centros educativos y los alumnos,
sobre todo los de enseñanza secundaria, técnica y universitaria. La
construcción del socialismo necesitaba trabajadores con alto nivel
técnico y cultural.
De las escuelas construidas, lo hicieron únicamente en el Segundo
Plan Quinquenal 1933-1937, 20.607. Además se hizo una inmensa red de
guarderías y casas-cuna, dentro de los centros educativos, en las
empresas, en las granjas colectivas y en los barrios que acogían a los
niños en edad prescolar. Era una de las mejores ideas para que las
mujeres con hijos saliesen del trabajo doméstico y se incorporasen al
trabajo productivo, como rezaba la propaganda constante que hacían los
soviets y el Partido Comunista. Los niños que asistían a centros de
instrucción preescolar pasaron de 838.000 en 1929, a casi 6 millones en
1933.
El desarrollo industrial, técnico y agrario, el cambio de las
relaciones de producción, tenía que ser acompañado con un nivel cultural
alto y una mejora científica y de la salud. Todo esto tendría mucho que
ver con el bienestar de toda la población. En tan solo doce años había
casi el triple de hospitales, que llegaron a todas las regiones de la
Unión Soviética.
Conclusión.-
El odio tan feroz a Stalin y a la Unión Soviética se debe a su gran
triunfo frente al capitalismo. Para poder ‘enterrar’ el marxismo, lo
mejor para los capitalistas es atacar su fundamento revolucionario y
dejarlo en una simple teoría inocua. Y su fundamento revolucionario se
concreta en su parte más práctica, la experiencia del triunfo del
socialismo sobre el capitalismo, de la clase obrera sobre la burguesía.
La Revolución Bolchevique y la ‘segunda revolución’ que supuso la
industrialización y la colectivización, demostró el ‘sí se puede’ del
socialismo y su superioridad social frente al capitalismo. La revolución
social no es un simple acto de toma del poder, sino que es un proceso
complejo en el que se precisa una transformación de las relaciones
sociales de producción. Octubre de 1917 fue el primer acto del proceso
de la revolución socialista, la gran industrialización y la
colectivización dieron otro salto cualitativo en el proceso de
desarrollo revolucionario hacia el socialismo. Es admisible llamarlo
“segunda revolución” o segunda fase de la revolución, porque es el
momento más crucial en la transformación de las relaciones de producción
acercándose hacia el socialismo, a la vez que desarrolla inmensamente
las fuerzas productivas. Si no se hubiera desarrollado la
colectivización no hubiera sido posible desarrollar las fuerzas
productivas al nivel y con la rapidez que se hizo, pues las relaciones
de producción lo impedían.
Diversos críticos del período en el cual Stalin dirigió al Partido
Comunista, quieren hacer leña, diciendo que todo el proceso de los años
treinta fue una transformación desde arriba y, por tanto, no puede ser
revolucionaria sino todo lo contrario. Tratan la cuestión mimetizándola
como con cualquier gobierno burgués o como si se tratase del gobierno de
Bismarck. Pero no quieren darse cuenta cuando plantean estas cuestiones
que aquellos gobiernos representan a una clase social opresora, en
cambio el gobierno soviético y el Partido Comunista representan la toma
del poder de la clase obrera que está desarrollando su revolución y
desarrolla la revolución desde el poder, después de tomarlo
violentamente a los opresores. No puede hacerlo de otra manera. El poder
de la clase obrera siempre desarrolla las transformaciones “desde
abajo”, porque en realidad las hace con la movilización de las masas,
tal como se hizo en los años 30, pero con el poder político en sus
manos. De lo que se trata al final es de la derrota del enemigo de
clase.
La inmensa obra de construir el socialismo, seguro que no estuvo
exenta de errores, pero la experiencia positiva es mucho más potente
para el futuro de la clase obrera a nivel mundial.
Con los primeros planes quinquenales y los éxitos de la
industrialización y la colectivización no se acabó la historia ni la
lucha de clases en la URSS. Vino el reto terrible de la invasión
imperialista alemana, que si no es por el desarrollo revolucionario
realizado durante los años treinta, difícilmente se hubiera producido el
triunfo de la Unión Soviética. Una nueva demostración del acierto en
afrontar la industrialización y colectivización aceleradas y, también,
el acierto en afrontar la lucha de clases interna contra los elementos
internos saboteadores, traidores y terroristas.
Los éxitos provocaron una mayor lucha de clases. En esta ocasión las
clases perdedoras tuvieron su representación política en conspiradores
de dentro del mismo Partido. En 1932 la oposición de derecha difundió la
Plataforma Riutin que abogaba por la defensa de los kulaks y por la
eliminación física Stalin y de otros dirigentes del Partido. En 1934 los
opositores trotskistas-zinovievistas que actuaban en la clandestinidad
asesinan al dirigente de Leningrado, Kirov. Entre estas fechas se
producen múltiples sabotajes y nuevos asesinatos. Posteriormente se supo
que los trotskistas habían pasado a la lucha terrorista y la oposición
de derecha apoyaba esta lucha contra los éxitos de la edificación
socialista. Las dos oposiciones habían llegado a un acuerdo sobre la
base de la Plataforma Riutin. Se produce un proceso complejo de lucha de
clases que el Partido tuvo que acometer, posiblemente con errores, para
salvaguardar a la revolución de los intereses capitalistas a nivel
interno e internacional.
¿Quiénes eran la “oposición de derecha”?
El líder de la oposición de derecha era Nikolai Bujarin, el cual era
un teórico muy preparado, pero siempre con posiciones filosóficas
mecanicistas y, como expuso Lenin en 1918, era la representación del
intelectual pequeñoburgués. Esta es una clave de sus posicionamientos
que muestran que no hay un muro de separación entre los oportunistas de
derecha y los ‘izquierdistas’. Bujarin fue ‘izquierdista’ mientras
representaba la rabia y la venganza de la pequeña burguesía (campesina,
urbana e intelectual) frente a los grandes capitalistas (posiciones
iguales a los socialrevolucionarios de izquierda). De hecho Lenin hace
una observación en “Acerca del infantilismo ‘izquierdista’ y del
espíritu pequeñoburgués” (1918) sobre Bujarin cuando era ‘izquierdista’;
dice que sobre el Estado y la revolución, Bujarin “ha observado y
subrayado todo lo que pueden tener en común en el problema del estado el
revolucionario proletario y el revolucionario pequeñoburgués. Bujarin
no ha observado precisamente lo que separa el primero del segundo”.
Deja de ser ‘izquierdista’ cuando aquella rabia pequeñoburguesa se
canaliza y ve la necesidad de construir un Estado pequeñoburgués
burocrático (teoría evolucionista-teoría del equilibrio). Ya empieza a
mostrarlo en la discusión sobre los sindicatos, con el apoyo a la
plataforma de Trotsky, que representaba la burocratización, y después se
aferra a la unión de obreros y campesinos, pero entendiendo a todos los
campesinos como campesinado medio.
En el momento en el que se muestra la oposición Zinoviev-Kamenev a la
línea del partido (el cambio de opinión de Zinoviev-Kamenev sobre la
NEP puede tener algo que ver con ser el primero el dirigente de
Leningrado, ciudad eminentemente obrera, que tenía problemas de
abastecimiento, y toman una línea obrerista ligada a los planteamientos
mencheviques), en ese momento, los bujarinistas (la derecha) expresaban
unos puntos en común con la línea proletaria (Stalin), y aquella
oposición se mostraba como línea burguesa. Más aún era así, cuando la
oposición conjunta. Pero cuando éstos fueron derrotados, pronto salieron
a la luz las contradicciones con la línea Bujarin, que se convirtió en
oposición de derecha, antagónica con la línea proletaria.
Bujarin tenía un gran prestigio como teórico del Partido y mucha
influencia entre los intelectuales y entre la burocracia partidaria y
económica. La oposición de derecha, aunque fue derrotada, se agazapó en
sus puestos, y toda esa influencia del teórico del partido posiblemente
fue invisible en su mayoría para los dirigentes leninistas. Y esto fue
así, a pesar de ser descubiertos en una conspiración, a pesar de ser
derrotados hasta en el debate filosófico a finales de los años 20
(debate entre ‘dialécticos’ y ‘mecanicistas’, estos segundos seguidores
de Bujarin, que eran empiristas y evolucionistas). Pero toda la semilla
generada tuvo sus posteriores frutos con el golpe de estado de Jruschov.
La falta de vigilancia por parte de todo el Partido (como expresó en un
momento Stalin), la falta de una verdadera revolución cultural
(luchando contra la división entre el trabajo intelectual y el manual) y
la complicación que resulta descubrir a una oposición en la práctica
(sobre todo en una primera experiencia de construcción del socialismo),
dieron resultados involutivos.
Es interesante recordar que Bujarin fue director de Pravda de 1917 a
1929, teniendo el control de las demás publicaciones principales del
Partido; controlaba el Instituto del Profesorado Rojo y la Academia
Comunista; fue Secretario general de la Internacional Comunista de 1926 a
1935; y editor jefe de Izvestia de 1934 a 1937; además de ser durante
muchos años uno de los principales redactores de documentos partidarios.
La influencia dentro del Partido, entre los jóvenes intelectuales y
futuros dirigentes del Partido, era innegable. Krupskaia hizo una
observación en el XIV Congreso (cuando apoyó a Zinoviev y Kamenev) que
no se tuvo en cuenta y que hoy podemos verla como muy interesante; acusó
a Bujarin de que su peligro aumentaba con sus discípulos, ya que “el
profesorado rojo, agrupado en torno al camarada Bujarin es una línea
sucesoria que se prepara, una escuela de teóricos que determinará
nuestra política”.
Bujarin representa la concentración de todas las desviaciones del
comunismo, de la intelectualidad pequeño-burguesa radicalizada que se
suma al comunismo, pero mantiene su esencia. Su historia muestra que no
existen diferencias insalvables entre el revisionismo de derecha y el
‘izquierdismo’ (es curioso observar, por ejemplo, que en España el
Bloque Obrero y Campesino de Maurín, de tendencia bujarinista, se unió a
Izquierda Comunista, de Nin, de tendencia trotskista, formando el
POUM), que ambos muestran la influencia burguesa (a través de la pequeña
burguesía) dentro del partido.
Estos elementos son importantes para el estudio de la experiencia de
construcción del socialismo, de la experiencia de la derrota y, también,
para la construcción de la línea política de actualidad. Hoy, que lo
general dentro del movimiento comunista son las desviaciones, no existe
una línea proletaria, es interesante tener en cuenta el “caso Bujarin”
para analizar la penetración de esas desviaciones por parte de la
intelectualidad pequeño burguesa en el seno del Partido y como
combatirlas hoy que ya están instaladas y generalizadas.
Pero la oposición de derecha no era solamente Bujarin. Él tenía su
escuela, que había constituido en el Instituto del Profesorado Rojo.
Allí se preparaban jóvenes comunistas para ser profesores o dirigentes
del Partido. Seguidores de cierta importancia eran los intelectuales
Slepkov, Maretskii, Rozit, Tsetlin…
Bujarin dentro del Comité Central encontró como aliados a Rykov,
Presidente del Gobierno Soviético, y a Tomski, Presidente del Consejo
Central de Sindicatos.
De esta manera se formó un grupo de oposición de derecha en el que podríamos distinguir los grupos siguientes:
- Bujarin y sus discípulos, todos jóvenes intelectuales.
- Rykov, Presidente del Gobierno y su influencia sobre los funcionarios del aparato soviético.
- Tomski y su influencia sobre sindicalistas del aparato.
A estos se les unió Uglanov, Secretario de Moscú, y su grupo de
influencia moscovita.
Uglanov había pertenecido también al aparato de
los sindicatos y estaba en cierta medida influenciado por Tomski.
Más tarde, en los juicios de Moscú, se pudo conocer que Yagoda,
Presidente de la NKVD, también estaba en el grupo de la derecha, al
igual que Enukidze, Jefe de Seguridad del Kremlim. El primero amigo de
Rykov y el segundo de Tomski.
Este grupo fue en realidad el inspirador de la Plataforma de Riutin
y, aliados con los trotskistas y un grupo de militares, preparaban un
golpe de Estado. Pero lo que es más importante para reflexionar es la
composición de los dirigentes de la oposición de derecha: simplificando,
un grupo de intelectuales, un grupo de burócratas de la administración y
un grupo de burócratas sindicales.
Puede ser esta una cuestión para reflexionar y analizar su
importancia, la importancia del acomodamiento y conservadurismo de la
burocracia, su pérdida de vista de la dialéctica marxista, de la
política leninista, transformando su visión de las cosas al punto de
vista administrativo, que puede trastocar su posición de clase, y querer
perpetuar el status quo y el Estado como elemento de las relaciones
sociales y jurídicas burguesas.
De cualquier manera, los años 30 en la URSS se caracterizaron por el
triunfo del socialismo sobre el capitalismo, la derrota de la burguesía y
de sus representantes políticos dentro del Partido y del Gobierno.
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- Stalin: “Informe ante el XVII Congreso del Partido (b) de la URSS”. Ibídem.
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