Por Cuba Información. Basado en un artículo de Luis Britto Garcia, publicado en Aporrea.
Fidel Castro le dijo una vez a Hugo
Chávez que ninguna revolución reciente –tampoco la cubana- había
logrado, en tan poco tiempo, tantos logros sociales en favor de los
sectores desfavorecidos como la Revolución Bolivariana. Y añadió: pero
parece que Vds. “no quieren sacar provecho político de esos logros”.
En Venezuela, se ha multiplicado por
cuatro el número de personas que estudian de manera gratuita. Se han
construido 10.000 consultorios médicos o 900.000 viviendas públicas
equipadas. Y se siguen subsidiando desde los alimentos básicos a los
ordenadores escolares portátiles.
Pero al margen de la guerra mediática
sobre estos avances -en forma de silencio o de manipulación-, lo cierto
es que no ha habido una verdadera campaña educativa para concienciar a
la población sobre lo que supondría su pérdida. Algo que ya se anticipa
tras el descalabro electoral que ha entregado el Parlamento nacional a
la derecha opositora.
Una derecha que no ha crecido
electoralmente -apenas ha ganado un 4 % de votos-, pero que ha obtenido
su victoria de los casi 2 millones de votantes chavistas que han dejado
de serlo. Y que lo hicieron como castigo a un Gobierno que no ha
combatido con contundencia y a tiempo la corrupción, la especulación y
el acaparamiento.
La oposición ahora tiene instrumentos
para destruir todo lo conquistado en 17 años de poder bolivariano: un
previsible referendo revocatorio contra el Presidente; la destitución de
ministros mediante votos de censura; la derogación de las leyes de
protección laboral y social; la restitución de la Nómina Mayor de PDVSA,
despedida en 2002 tras el golpe petrolero; la reprivatización de
empresas estratégicas nacionalizadas, incluida una parte de la industria
petrolera…
Y, a su debido tiempo –pocos lo dudan- darán el jaque mate a las Misiones Sociales, que hoy se llevan la mitad del gasto público.
La falta de una política comunicacional
correcta y de un castigo ejemplar a corruptos y especuladores van a
costar muy caro a Venezuela… y a toda América Latina.
Hoy la izquierda, los movimientos
populares y el gobierno bolivariano deberán actuar, en uno de los peores
escenarios, con inteligencia, humildad y firmeza. Y empezar por la más
convincente de las políticas: la ciencia del ejemplo, como definió el
Che al socialismo.
Texto original
Por ahora
No hubo derrota popular más dura que el 27 de febrero de 1989. Al
rebelarse contra el Paquete Económico del Fondo Monetario Internacional,
millares fueron asesinados en las calles, sin que izquierda ni
oficialidad patriótica pudieran coordinar esfuerzos para defenderlos.
Casi tan grave como la precedente fue la derrota del 4
de febrero de 1992. Ni masas ni izquierda lograron organizar
movilizaciones en su apoyo; decenas de militares patrióticos perdieron
vidas o carreras; el triunfo de la derecha parecía definitivo.
Por ahora.
No nos engañemos. La disputa por el poder político en
Venezuela es sólo un medio para el control de la quinta parte de los
hidrocarburos del planeta.
En esa lucha la oposición acaba de obtener 112 de 167
escaños en la Asamblea Nacional. Tres de ellos corresponden a
representantes indígenas, a quienes el bolivarianismo concedió más
derechos que cualquier otro gobierno. Son más de las 2/3 y las 3/5
partes que la Constitución exige para medidas de gravedad extrema. No
corresponden a un crecimiento de la derecha, que en la elección
presidencial de 2013 obtuvo 7.363.980 sufragios y ahora junta
7.707.322, apenas un 4,22% más. Se trata de una abstención del voto
bolivariano ante la inacción del gobierno contra corruptos,
acaparadores y especuladores.
En Los cuentos del Arañero narra Hugo Rafael
Chávez que Fidel le dijo: “Mira, una conclusión que he sacado, tú
dijiste en el discurso...”. Y peló por el discurso, el discurso mío lo
tenía completico, y un resumen, y analizado por su propia letra, notas y
números. Me dijo: “Tú dijiste en tu discurso una frase, una cifra, que
hace diez años había en Venezuela seiscientos mil estudiantes
universitarios, hoy hay dos millones cuatrocientos mil”. Eso es cierto,
un crecimiento de cuatrocientos por ciento. Pero él tenía una lista
larga de avances en educación, de salud, todo lo que hemos logrado, los
avances sociales en estos diez años. Y me dijo: “He sacado una
conclusión, Chávez. Ninguna Revolución que yo conozca, ni la cubana,
logró tanto por su pueblo en lo social, sobre todo en tan poco tiempo
como la Revolución Bolivariana”. ¿Saben cuál es la segunda? Así me lo
dijo: “He concluido que ustedes no quieren sacarle provecho político a
estos avances sociales”.
Como en tantas otras cosas, Fidel tenía razón.
En
Venezuela arrastramos una tremenda carencia de formación ideológica. No
ha habido experiencias consistentes de escuelas de formación de cuadros.
Se ha entregado al pueblo todo: atención médica gratuita, alimentos,
medicinas y combustible subsidiados y 900.000 viviendas equipadas en
los últimos años, 350.000 pensiones, millares de taxis nuevos,
computadoras para los cursantes de educación Primaria y tablets para los
estudiantes de Educación Superior, la cual es casi toda gratuita. Por
falta de una campaña educativa, una parte del pueblo ha llegado a creer
que todo eso cae del cielo, que no presupone un arduo trabajo ni hay que
defenderlo, que podrá superarlo el primer demagogo neoliberal que
cambie promesas por votos.
A la abstención del gobierno de combatir corruptos, especuladores y acaparadores correspondió la abstención del pueblo de votar.
Pero la ultraderecha trabaja incesantemente con sus
errores a favor de la izquierda. Falta un año para las elecciones de
gobernadores y Asambleas Legislativas de los estados.
Durante ese año escaso la derecha proseguirá su
ininterrumpida acción de 17 años para la destrucción del poder
bolivariano. Alegará que la derrota de los bolivarianos es plebiscito
que debe obligar a la renuncia del Presidente; convocará contra éste un
referendo revocatorio; destituirá vicepresidentes y ministros mediante
votos de censura; negará la sanción para la Ley de Presupuesto y
créditos adicionales; derogará la Ley habilitante y todas las que
consagren beneficios sociales; negará la autorización para celebrar
contratos de interés nacional; negará permiso para designar a los jefes
de las misiones diplomáticas permanentes. Nombrará nuevos miembros del
TSJ, nuevos rectores del CNE y nuevos fiscal general, contralor y
defensor del pueblo, en cuanto venza el período de los actuales
titulares o éstos sean destituidos con cualquier pretexto. Legislará la
restitución a sus cargos con salarios caídos de la Nómina Mayor de PDVSA
que intentó destruir la empresa. Dispondrá la reprivatización de todas
las empresas estratégicas nacionalizadas. Intentará destituir al
Presidente con recursos que no detallamos para no darle ideas.
Pero en el año que falta para las elecciones de
gobernadores y Asambleas Legislativas estaduales, la derecha puede
ahuyentar todos los votos que ha obtenido con engaño aplicando de nuevo
las medidas neoliberales que le quitaron el poder y que no puede dejar
de aplicar. Continuará subiendo los precios hasta hacerlos incosteables,
acaparando, desapareciendo bienes, especulando. Oportunas leyes
anularán las prestaciones sociales de los trabajadores, consagrarán los
despidos a capricho del patrón y restablecerán los créditos indexados,
con intereses sobre los intereses. Otras normas liberarán precios,
alquileres, y tasas de interés, aniquilarán progresivamente la
educación gratuita, eliminaran subsidios, dispondrán el fin de las
Misiones y reformularán el Presupuesto para reducir en más de la mitad
el 61% del egreso público que hoy se dedica a inversión social. Leyes
de amnistía devolverán la libertad a terroristas, corruptos, sicarios,
delincuentes bancarios y paramilitares. La parapolítica impune pasará a
ocupar un sitio normal en el cuadro institucional, lista para crear el
cuadro de confrontación violenta que sirva de pretexto para una
intervención foránea.
La falta de sanción para corruptos, especuladores y
contrabandistas de extracción puede así acarrear la pérdida de Venezuela
y la de América Latina ¡Qué cara, qué incomparablemente costosa nos
está saliendo la impunidad de esos compañeritos!
Antes que preguntarnos qué planea la derecha, resolvamos
qué deben hacer las fuerzas progresistas.
Primero que todo: ejercer el
derecho de veto presidencial contra leyes que destruyan derechos
sociales o instituciones indispensables para la soberanía.
Segundo:
terminar con la impunidad de corruptos, acaparadores, especuladores y
contrabandistas de extracción, sancionándolos en forma ejemplar e
implacable, para probar al electorado que se abstuvo, que no hay
complicidad entre esos delincuentes y el gobierno.
Tercero, reformar el
aparato comunicacional que está en su poder para explicar de manera
eficaz al pueblo el verdadero sentido y las ventajas del socialismo, y
hacerle patente lo que el neoliberalismo le arrebatará.
Cuarto, poner en
pie de lucha movimientos sociales, sindicatos y otras organizaciones
contra la venidera arremetida neoliberal, que se traducirá en despidos
masivos, retiro de derechos laborales y de pensiones.
Quinto, hacer
valer la disposición constitucional que pauta que las conquistas
sociales son irreversibles.
Sexto, extremar las medidas policiales y de
seguridad contra el paramilitarismo, que ya se perfila como el brazo
armado del neoliberalismo.
Séptimo, iniciar una profunda
reestructuración del Partido Socialista Unido de Venezuela y de otras
organizaciones del Polo Patriótico, para corregir fallas, ineficiencias,
burocratismos y usos ventajistas del poder.
Octavo, desechar
radicalmente la idea de pactos o componendas “pragmáticas” con el
empresariado y la derecha, en vista de los resultados catastróficos de
la convivencia hasta ahora aplicada.
Noveno, reforzar la formación
ideológica de los militantes, y la del pueblo en general. Décimo:
predicar con el más convincente de los argumentos: el ejemplo.
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