12 de marzo de 2011

Las dos Ucranias


Extraído del blog de Josafat S. Comín




El 25 de febrero se cumplió un año justo desde que Víctor Fiódorovich Yanukóvich se convirtiese en presidente de Ucrania. En ese magnifico día el presidente se comunicó con el país en directo. El programa televisivo “Charla con el país” se prolongó bastante, y solo hubo una cosa que me detuvo a cambiar de canal: ¿Y si de repente dice algo inteligente, agudo, de relevancia...? pero no, no hubo nada de eso. En el post factum de los que estuvieron viendo la “charla con el país” se pudo oír: a Yanukóvich se le hicieron preguntas previamente preparadas, insípidas, por lo que no hubo ninguna “charla”.
En mi opinión, hubo preguntas bastante distintas. Incluidas algunas comprometidas. Simplemente el presidente no respondió a ninguna de ellas. Víctor Fiódorovich se lo pasó en grande: estuvo cantando, disfrutando como un chiquillo, cuando un coro infantil dirigido por un cura cantó en su honor, se conmovió al escuchar como sus paisanos le quieren dedicar un museo...Después de que el presidente informase de que la corrupción en Ucrania afecta solo al 5% de la población, y nos abrió los ojos a los ucranianos sobre las particularidades geográficas del país (“por desgracia, los ucranianos no viven en un planeta aparte”) quedó claro que Yanukóvich y nosotros vivimos en países diferentes.

Ese pensamiento ya me vino a la cabeza la víspera de la “Charla con el país”, cuando nuestro primer ministro Nikolai Azárov, después de investigar a fondo el tema del trigo sarraceno, llegó a la conclusión de que éste había desaparecido de las tiendas debido al incesante crecimiento del nivel de vida del pueblo. Por lo visto los productores no pueden hacer frente a la demanda: Es decir, los “enriquecidos” en un abrir y cerrar de ojos ucranianos se lanzan sobre los estantes de los supermercados, arrasando con lo más valioso que hay en ellos: el trigo sarraceno. Lo que no quedó claro fue por qué esta gente tan “acomodada”, para satisfacer sus crecientes necesidades, eligieron precisamente el trigo sarraceno en vez de la carne, el queso o las gambas.

Además el primer ministro del “país de Yanukóvich” considera que en Ucrania no hay prácticamente inflación. Contra ella se combate de un modo férreo por parte del gobierno, bajo la dirección directa del primer ministro, mediante la regulación de precios, y más concretamente, mediante su brusco descenso en determinados tipos de artículos. Al responder a las preguntas de los periodistas sobre a qué artículos se refería, Azárov les recomendó visitar alguna tienda de electrónica. Un dirigente tan cualificado y experimentado como Nikolai Yánovich Azárov, no puede concebir al parecer, que la bajada de precios en el sector de la electrónica es una característica propia de ese ramo. En primer lugar en función del progreso técnico, que tiene como consecuencia una rápida sustitución de los modelos. Cualquier alumno ucraniano de primaria sabe que un teléfono móvil que acaba de salir al mercado, al cabo de medio año será un 20% más barato, y dentro de un año un 50%. La conclusión viene sola: el alumno de primaria y el primer ministro con sus sienes canosas viven en países diferentes. O en dimensiones diferentes, por cuanto en el mapa Ucrania solo hay una. De un modo u otro nos enfrentamos a un caso de sinsentido geopolítico: parece que nos están gobernando desde el extranjero, aunque los tengamos al lado.

Así pues, existe la Ucrania de Yanukóvich y Ucrania sin más. O Ucrania para la gente (lema de campaña del Partido de las Regiones de Yanukóvich. N de la T) y Ucrania. En la Ucrania para la gente siempre hace buen tiempo. Allí la gente se traslada en helicóptero, celebran sus cumpleaños con presupuestos multimillonarios, se inventan escudos nobiliarios, les compran a sus queridas islas en Oceanía, hacen traer del extranjero a un peluquero para su púdel, se intercambian regalos en forma de fábricas o minas...Allí los relojes que no sean “Rolex” no existen, y los “Mercedes” por debajo de la categoría “S” no se consideran medios de transporte.
En la Ucrania sin más, todo es al revés. Y no es que sea el reflejo del espejo, más bien es otra dimensión, a la que nos han enviado los que se encuentran en la Ucrania para la gente. Los que viven en esa dimensión compaten entre ellos sus pensamientos y desgracias y quisieran sinceramente que la gente de la Ucrania para la gente los oyera. Y no solo que los oyese, sino que además les comprendiese. El único hilo de unión pudo haber sido esa “Charla con el país”. Sin embargo no resultó, no hubo una charla franca. En primer lugar por esa falta de voluntad de la gente de la Ucrania para la gente de hacer simplemente algo para la gente de la Ucrania sin más.

A la redacción de cualquier periódico siempre llega gente a contar sus penas, o simplemente a desahogarse. Nuestro periódico no es una excepción. Poco antes de la “Charla con el país” se acercó a nuestra redacción una persona, un habitante perteneciente a la Ucrania sin más. No vino a contarnos ninguna tragedia, simplemente a compartir hasta que punto estaba ya harto. El hombre de mediana edad que se acercó a nuestra redacción se presento como Leonid Ivánovich Oléinik. Durante bastante tiempo Leonid Oléinik había tenido su propia empresa, se había dedicado a la venta de materiales de construcción. Después de que los ucranianos se “enriquecieran” y comenzaran a arrasar con el trigo sarraceno, la venta de cemento, pintura y mortero se desplomó. Por eso Leonid Oléinik tuvo que echar el cierre de su modesta empresa. Una de las preguntas que le hubiera gustado hacerle al presidente es esta: ¿Cuando terminarán por fin esas vacaciones -que no hemos llegado a empezar- para la pequeña empresa y se podrá trabajar con normalidad?

Mientras, el empresario Oléinik se trasladó a vivir al campo y se dedicó -para no morir de hambre- a las tareas propias en una parcela, a criar gallinas y cerdos. Cuando llegó la hora de dar salida a su producción, descubrió que el campesino no la puede vender por si solo, que está obligado a precios irrisorios a ofrecérsela a los intermediarios. “¿Cuando el estado tomará cartas en este despropósito y obligará a los dueños de los mercados a ofrecer puestos a los campesinos de verdad, en lugar de los intermediarios?”-se pregunta Leonid Oléinik, haciendo recuento de sus pérdidas en esta nueva actividad que ha emprendido.
Al estar estrechamente relacionado con la agricultura, también se interesa por la anunciada reforma agraria: ¿Para qué vender la única riqueza que le queda a Ucrania? Si el reparto de la tierra se realiza al igual que ocurriera con la famosa privatización, cuando a unos les daban papelitos y a otros fábricas, me temo que la gente corriente no verá la tierra y se convertirán en jornaleros”.
Muchas preguntas le surgían a este antiguo empresario Oléinik. Pero lo más triste es que él ya conoce perfectamente las respuestas. La principal respuesta es que hay que cambiar el gobierno, y además de modo radical.
Después de todo nos gustaría que el presidente y su pueblo viviesen en el mismo país. El problema de la existencia de las dos Ucranias no es nuevo. ¿O acaso alguien puede pensar que Los Kravchuk, Kuchma o Yúshenko, tenían los mismos intereses que su pueblo? Con Yanukóvich el problema no ha hecho si no agudizarse. Además ha adquirido tintes de farsa. Ahora nos mienten, de forma descarada, sin disimulo, con humor y elementos de bufón de feria. O simplemente nos ignoran.
Pero es que además no sé por qué me da, que no está muy lejos el día en que le dediquen calles a Yanukóvich, y las estatuas erigidas en su honor aparezcan en las plazas centrales de nuestras ciudades. En cualquier caso este último contacto del presidente con su pueblo, producido en una atmósfera de amor recíproco infinito, me obligó a pensar en ello. La gente del país para la gente se esfuerzan por esculpir a un Yanukóvich convertido en un bondadoso líder virtual para las gentes del país sin más. Pero se olvidan de algo. Mañana, gracias a sus esfuerzos, los ucranianos sencillos se preguntarán: “¿Existe de verdad el presidente Yanukóvich, o es una imagen virtual, creada con ayuda de las nuevas nanotecnologías? ¿Y si es así, para qué nos sirve?...”

No hay comentarios: