Por Guenady TURÉTSKY, publicado en el periódico “Soviétskaya Rosiya” del 28 de agosto de 2010
Traducido por Marina Svetlova
Las palabras del encabezamiento componen la estrofa de
En los días de trabajo de las grandes obras,
En un alegre fragor,
entre las luces y los tañidos,
¡Hola, país de héroes, país de soñadores, país de científicos!
En estas palabras está el profundo nervio de aquellos tiempos, grandes tiempos de los años de anteguerra de los 30, un fenómeno único.
Era cuando de los ciudadanos soviéticos, - respondiendo a la actividad enérgica del partido que diariamente diariamente, con subordinación a unos determinados objetivos, hacía un trabajo ideológico y de organización -, con un entusiasmo extraordinario construían una nueva sociedad. Es cierto que la mayoría de ellos vivía aun humildemente, a muchos les faltaba la vivienda, todavía no estaba liquidado del todo el analfabetismo. Pero todos ellos ¡TODOS! tenían trabajo, ¡mucho trabajo! Para ellos se construían nuevos barrios, poblados, ciudades. Donde ya se podía vivir, tenían al lado de las viviendas un centro sociocultural o un cine, un ambulatorio o un hospital, una escuela o una biblioteca, donde podían estudiar, curarse, desarrollar su creatividad, crecer espiritualmente. Y en todo ello, cada uno veía el nacimiento de un nuevo mundo, y participaba personalmente en su creación. Y por ello originaba su entusiasmo, un entusiasmo de millones, reforzado con la confianza en las ideas de Octubre. Esas personas, antes de llegar a ser héroes, efectivamente, eran unos soñadores y científicos: ellos soñaban con mejorar su vida y la vida de su país, y sobre la práctica aprendían hacerlo.
Cómo conseguirlo, se lo enseñaba el partido. “El objetivo de la emulación socialista consiste en… abrir un amplio campo de acción para el despliegue de la energía e iniciativa creativa de masas, revelar unos colosales reservas que se esconden en el seno de nuestro sistema… Unas masas de obreros consideran el asunto de la emulación como suyo propio. Es precisamente eso lo que explica el extraordinario entusiasmo de producción que abarcó unos millones de trabajadores” (I. Stalin, 11 de mayo de 1929).
He aquí tan solo uno de los ejemplos del “asunto propio” de aquellos años. En 1931, en el Magnitostroy, existía la semana laboral de 5 días: 4 días laborales y el 5º, de descanso; el día laboral constaba de 6-7 horas. Pero casi nadie utilizaba los días de descanso, y pocos eran quienes abandonaban el trabajo al cabo de su turno. Todo ello, en su mayoría, se hacía de forma voluntaria, y el tono lo daban los comunistas y los miembros del Komsomol. Así lo recuerda el entonces jóven de 22 años Alexei Isáev, futuro constructor espacial, el más próximo colaborador de S.Koroliov, que en aquellos años trabajaba en el Magnitosroy: “Hace poco, a causa de un atraso, nos quisieron regalar una bandera de estera. Pues muchos mineros lloraron en la reunión y juraron trabajar unas 12-16, y si hiciera falta, unas 36 horas seguidas pero no admitir el deshonor. En toda el área de construcción, diariamente tienen lugar miles de casos de un auténtico heroísmo. El obrero es todo. Es el centro, es el dueño. ¡Los periódicos no inventan nada! Soy feliz porque vivo en
El 1935 fue, en algún sentido, un año de confín para la regularización organizativa de todos aquellos múltiples, espontáneos y cada vez más amplios focos de emulación socialista, en un único movimiento de
Impetuosa por su ritmo y grandiosa por sus escalas, la industrialización soviética atraía hacia la producción industrial avanzada también a los millones de excampesinos que, al emprender su camino laboral, pasaban sus universidades políticas en los más grandes bastiones de la industria soviética, se volvían iniciadores de la emulación socialista, gracias a la cual tales conceptos como el plan, (plan quinquenario) con el socialismo, se fusionaban.
Uno de ellos fue Alexei Stajánov que vino desde su aldea, no para establecer unos récords mundiales, sino tan sólo para ganar un sueldo con que poder comprar un caballo. Un palomino, con que soñaba su abuelo, su padre, él mismo y toda su pobre familia de unos campesinos, desprovista de caballos. Pero no volvió a su aldea, sino poco a poco se arraigó en el colectivo de mineros donde, gracias a su innato amor al trabajo y perseverancia, sobresalió por su destreza y maestría. Su trabajo y el trabajo de los millones iguales a él ya no consistía en “currar” para un dueño explotador, no para sobrevivir biológicamente, sino era un trabajo por el futuro: el de uno mismo y el de su país, por la felicidad de éste. Y cada uno veía claramente los resultados de su trabajo, de una nueva forma, dentro del trabajo conjunto de millones. Un trabajo así les instigaba, como en
“¿Lo nuestro es permanecer parados?
En nuestra audacia siempre tenemos razón.
¡Nuestro trabajo es un punto de honor,
es un asunto de valentía y un heroísmo de gloria!”
Esta nueva actitud, manera de ser socialista hacia el trabajo, daban luz unos logros nunca vistos antes, regalaban unos ejemplos de heroísmo de gloria. Tales como el récord mundial del treintañero minero Alexei Stajánov que la noche del 31 de agosto de 1935, en la mina Central-Írmino, a lo largo de su turno, picó 102 toneladas de carbón, superando 14 veces la norma común. Y por la mañana se reunió el comité del partido de la mina. Discutieron tan solo una cuestión: la del rendimiento del trabajo del minero Stajánov Alexei Grigórievich.
He aquí algunos fragmentos de la resolución:”Inscribir su nombre en el Cuadro de Honor de los mejores trabajadores de la mina. Entregarle un premio en cantidad de un salario mensual. Para el 3 de septiembre, entregarle un piso e instalar en éste el teléfono. Concederle, para el uso particular, un caballo de silla con una calesa sobre ruedas de goma. A partir del 1 de septiembre, asignar en el club dos asientos nominales para Stajánov y su esposa; hacerles las entradas gratuitas para todas las sesiones de cine y diversas representaciones».
El comité del Partido hizo un llamamiento: ” A todos los jefes de las secciones, los secretarios de las organizaciones de base del Partido y los organizadores sindicales, hasta el 2 de septiembre deben estudiar la experiencia de Stajánov y al día siguiente, convocar una reunión especial de mineros, con una obligada participación de los “triángulos” (grupo, formado por el presidente y el secretario de un organismo del Partido y el presidente local de sindicatos, - nota del traductor), donde oír el informe de Stajánov acerca de cómo asimiló éste, la alta técnica de trabajo con el martillo y estableció un récord mundial de productividad del trabajo. Iniciar una emulación del mejor minero de la mina, para que tras el camarada Stajánov surjan nuevos héroes».
Y ellos surgieron al instante. Ya al día siguiente, 40 mineros manifestaron su deseo de participar en la emulación. La iniciativa de Stajánov despertó en ellos un auténtico auge productivo y la aspiración de batir el récord de su camarada. La noche del 4 de septiembre, el minero de la misma mina, Mirón Diukánov, al cabo de la tanda consiguió extraer ya 115 toneladas de carbón. El 6 de septiembre, el miembro de Komsomol, Dmitriy Kontsedálov, subió el récord hasta 125 toneladas. El 9 de septiembre les adelantó el mismo Stajánov: 175 toneladas. Pero y este índice fue superado el 11 de septiembre en la mina “Kochegarka” por Nikita Izótov: 240 toneladas. El mismo día, en el periódico “Pravda”, todo lo ocurrido por primera vez fue llamado MOVIMIENTO ESTAJANOVISTA, y desde entonces el país entero casi a diario descubría los nombres de sus nuevos héroes: el del herrero de la fábrica de automóviles de la ciudad de Gorkiy, Alexandr Busyguin; el del trabajador de la fábrica leningradense de calzado “Skorojod”,Nikolai Smetanin; el del fundidor de acero de Mariúpol, Makar Mazái; los de las tejedoras de trabajo simultáneo en varios bastidores, Evdokía y María Vinográdova; el de la organizadora de las primeras brigadas femeninas de tractoristas, Pasha Anguélina, con su lema “100 mil amigas ¡a los tractores!”, etc.
Ya para la celebración del 18º Aniversario de Octubre, los estajanovistas fueron invitados a Moscú. Los retratos de Stajánov, Izótov, Busýguin, de las Vinográdova, de Smetanin, estaban puestos en las ventanas de las tiendas junto con los retratos de los dirigentes del Partido y del gobierno. Después de las fiestas de Octubre, en la sala de Columnas de
Cada uno hablaba cuanto quería. A lo largo de los 4 días intervinieron 83 oradores. Ellos pintaron un brillante cuadro de los cambios revolucionarios en el proceso de la producción, de la organización del trabajo, en la tecnología y en la conciencia humana, de lo que estaba sucediendo. El Pleno del Comité Central de PC(b)US del diciembre de 1935, examinó bajo todos los aspectos, las vías del desarrollo posterior del movimiento estajanovista. En abril de 1936, Stajánov presentó una solicitud de ingreso al Partido y fue admitido sin el período de prueba. Según las palabras del secretario de la célula del Partido, K.Petrov, ´”Él pasó la prueba en una noche, del 30 al 31 de agosto de
En total, en septiembre de 1936, hubo 993 mil estajanovistas; en enero de 1938, 1 millón 593 mil. (Entre ellos, en una grande empresa industrial de Leningrado, estaban mis padres, de la que siempre estaban orgullosos.- G.T.). Según la previsión de Stalin, esta emulación llegó a ser para las masas de los obreros, en realidad, su “propio, entrañable asunto”.
Triunfó y otro lema de Stalin: “La competencia dice: acaba con los regazados para afirmar tu dominio. La emulación socialista dice: unos trabajan mal, otros bien, los terceros, mejor; alcanza a los mejores y consigue un auge común” (I.Stalin, 11 de mayo de 1929).
Gracias a ese auge común en la industrialización del país durante el 2º quinquenio, en los años 1933-1937 nuestro país superó el atraso y, se puso la estructura de la producción industrial,
Y al cabo de 10 años llegó la guerra.
La ideología oficial de Rusia de hoy, es un antisovietismo, dirigido con un odio particular hacia el período del gobierno de Stalin. Indudablemente, si los despachados escritorzuelos cercanos al poder recibieran un encargo de iluminar el tema del movimiento estajanovista, buscarán con mucho celo y deleite, buscarán y encontrarán (sin duda alguna) unos hechos que, al parecer, es que algunos de los estajanovistas lo que querían era simplemente ganar más, que para los récords de algunos creaban unas condiciones prioritarias y que las relaciones entre algunos de ellos eran de ningún modo de camaradería. Quizás, en algunos detalles con estos críticos habrá que convenir: bueno, pudo haber tenido lugar y algo de eso. Se puede no mezclarse siquiera en la refutación de sus novelones sobre los gulags, de que alguien pudo trabajar por miedo.
Pero en lo básico y lo principal, todos ellos nunca, ni nada, podrán entender ni negar aquellos tiempos. Y es que fueron aquellos tiempos de verdad, unos tiempos de un trabajo honesto de masas, para el bien de su Patria, los tiempos de creación y de construcción. Y “ningunos gulags” hubieran sido capaces a obligar a la gente a batir unos récords mundiales, a quedarse a trabajar VOLUNTARIAMENTE después de terminar su turno, a compartir su experiencia en el trabajo progresista y a alegrarse, juntos, de los resultados conseguidos. No, aquellos fueron unos tiempos cuando la gente con sus manos creaba, se acercaba a su futuro mejor, y ese futuro se hacía cada vez más real, más tangible, más accesible.
Y si, en aquel entonces, en unos 13 años todavía no completos de los quinquenios de anteguerra comenzaron a ser levantadas cerca de 9 000 fábricas, minas, estaciones eléctricas, explotaciones de petróleo, y el paro fue totalmente liquidado aun en 1930. Pues… actualmente, en los años de SUS “reformas”, las 70 000 fábricas y otras estructuras industriales en Rusia se cerraron, las pérdidas generales de la riqueza nacional cuentan con 2,7 trillones de dólares y hay 2,2 millones parados según las fuentes oficiales, mientras según
El llamamiento de los entusiastas soviéticos:
¿Es lo nuestro permanecer parados?
En nuestra audacia siempre tenemos razón.
¡Nuestro trabajo es un punto de honor,
Es un asunto de valentía,
Y un heroísmo de gloria!
P. D. En negrita, puesto por la traductora para recalcar algunos conceptos hoy perdidos.
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