Richard Sorge, El Agente “Ramsey”, el hombre que salvó Moscú
Extraído de Tribuna Popular
Nacido el 4 de octubre en Bakú, de padre alemán y madre rusa, su padre fue militante de la primera internacional, llegando a ser secretario de Karl Marx.
Sorge vive desde los 3 años en Berlín, en un ambiente muy conservador; siendo joven se alista en el ejército alemán durante la I guerra mundial y vive los horrores de las trincheras, producto de la disputa de las burguesías europeas por el reparto del mundo.
La guerra influye en el futuro político de Sorge, quien primero se inscribe en el Partido Socialdemócrata Alemán Independiente en 1917 y luego en 1919 pasa a ser miembro fundador del Partido Comunista Alemán, el mismo de Rosa Luxemburgo, Liebknecht y Thälmann.
Terminada la I guerra mundial Sorge se doctora en ciencias en la Universidad de Hamburgo; se emplea como profesor, pero al tiempo se hace obrero en una mina para cumplir mejor su labor de militante comunista.
En 1925 viaja a la URSS y se hace militante del PCUS y por su condición de ruso y alemán y el buen manejo de varios idiomas, Sorge es un cuadro ideal para el trabajo de combatiente especial del OGPU (Directorio Político del Estado) para enfrentar las maquinaciones de las potencias fascistas y militaristas que ya empezaban a cerrar sus garras sobra la primera patria de los trabajadores.
En 1930 arriba en una misión a Shangai, la de reconstruir las redes de información en el extremo oriente; allí bajo los nombres códigos de: “Fix”, “Sontel”, “Inson”, “Schmidt”, “Jonhson” y el célebre “Ramsay”. En Shanghai actuaba bajo la figura de corresponsal de la revista alemana “Soziologishe Magazine”.
En China, Sorge sigue de cerca las acciones de agresión que el militarismo japonés siempre efectúa en sectores de la frontera chino- soviética, bajo ocupación japonesa.
Será en Shangai donde Sorge conocerá a dos personajes fundamentales en la futura y heroica labor en las entrañas del imperialismo japonés: el alemán antifascista Max-Gottfried Klausen, un excelente “pianista” (en argot del servicio secreto, un radio-operador); el otro hombre será el comunista japonés Ozaki Hozumi, intelectual de familia aristocrática, pero un valiente y heroico antifascista...
En 1932, el audaz agente soviético regresa a Moscú, en donde recibe nuevas instrucciones, se le encomienda la misión de establecer una red de información en Tokio y vigilar todas las posibles acciones de la camarilla imperialista japonesa; para tal fin Sorge se valdrá de su origen alemán para infiltrarse dentro de la jerarquía nazi y ser enviado al Japón. Se hace corresponsal en Tokio de los diarios alemanes “Frankfürter Zeitung” y “Teschnische Rundscheau”.
Sorge parte de Alemania hasta Canadá, de allí pasa a los EEUU, y luego el 6 de septiembre de 1933 llega a Tokio bajo la figura de un refinado e intelectual periodista alemán. Richard Sorge accede rápidamente a los más exclusivos niveles de la aristocracia japonesa y de la embajada alemana en Japón. Eugene Ott, alto funcionario nazi en Tokio, se hace su amigo de parrandas y le cuenta cuanta cosa importante hay en la relaciones entre la Alemania nazi y el Japón imperialista, llegando incluso a rogarle a Sorge que asuma la jefatura de prensa de la embajada alemana en Tokio, que acepta luego de hacerse el despreocupado. Sorge será quien redacte los informes secretos que los agregados navales y militares alemanes envían a Berlín.
En 1935 Sorge viaja secretamente a Moscú y vuelve acompañado de Max-Gottfried Klausen, su radioperador estrella, y la esposa de éste, Anna Vallennius (quien cumplirá una valiosa labor en la red). Klausen transmitirá a Moscú, la valiosa información obtenida por Sorge, la cual siempre es escuchada por el servicio secreto japonés pero el cual jamás pudo descifrar.
Richard Sorge llega incluso a infiltrarse en la Gestapo que opera en Japón obteniendo y enviando a Moscú toda la información que esta tenebrosa policía alemana maneja.
Las transmisiones de Klausen son magnificas y de asombrosa rapidez, llegando incluso a simplificarlas pero aumentando el valor de la información; en 1939 envía 23.139 palabras en 60 transmisiones; en 1940 serán 19.179 palabras y en 1941 son 13.103 palabras en 20 transmisiones, siempre evitando que el servicio secreto japonés logre descifrar los códigos.
El 20 de mayo de 1941 Richard Sorge y su operador Max-Gottfried Klausen envían a Moscú el siguiente mensaje: “Hitler esta concentrando de 170 a 190 divisiones. El ataque será el 20 de junio y su objetivo inmediato será Moscú”. El Alto Mando Soviético desestimará esta información considerando que era una maniobra de contra-información alemana, para adelantar la guerra cuando la URSS aun no estaba completamente preparada.
El 22 de junio la Alemania fascista desencadena la invasión de la URSS, la “Operación Barbarroja”. Stalin comprende el error cometido y en la próxima ocasión prestará atención a los informes de “Ramsey” el nombre código de Sorge en Japón.
El 15 de octubre de 1941 Sorge y Klausen transmiten a Moscú otra valiosísima información, este será el mensaje: “El ejercito del Kouantoung no atacara Siberia. Japón ha decidido no atacar más que a los Estados Unidos y a Inglaterra. Repito: neutralidad del Japón asegurada. No atacará a Rusia”. Un mes más tarde el ejército soviético del mariscal Eremenko que custodiaba el extremo oriente de la URSS es enviado a reforzar Moscú, esta acción estratégica salvará la capital soviética y será fundamental en el curso de la Gran Guerra Patria Soviética.
Sorge es arrestado 3 días después de esta transmisión producto de la traición; en una operación de rutina del Kempetai (policía secreta japonesa) contra el partido comunista japonés es detenido Tomo Kitabayashi. Éste delata a Miyagi Yotoku, que a su vez delata a Ozaki Hozumi, quien se mantiene firme pese a las torturas y no dice ninguna palabra a la policía japonesa, pero el Kempetai arma una ratonera en la casa de Hozumi y poco a poco caen los miembros de la red. 35 en total serán los combatientes antifascista detenidos.
Ozaki Hozumi será juzgado y ejecutado, Max-Gottfried Klausen será condenado a cadena perpetua e igual condena tendrá Anna Vallennius. El periodista croata Branko Vukelić, será condenado a cadena perpetua y morirá en la cárcel.
Richard Sorge será ejecutado en la horca el 7 de noviembre de 1944, en el aniversario de la Revolución Bolchevique. Al subir al cadalso exclamó: ¡Por el Partido Comunista! ¡Por la Unión Soviética! ¡Por el Ejército Rojo!
El 4 de septiembre de 1964 un articulo en Pravda decía: “Ha llegado la Hora de hablar de un hombre cuyo nombre será para las generaciones venideras un símbolo de dedicación a la causa por la paz, un símbolo de valor y heroísmo…Richard Sorge”. Se proyecta en Moscú una película sobre su vida: ¿Quién es usted Mr. Sorge? De Yves Ciampi; se le otorga a título póstumo la Orden Héroe de la Unión Soviética a Sorge. A sus colaboradores supervivientes, el radioperador Max-Gottfried Klausen y Anna Vallenius se les condecoran con la Orden a la Bandera Roja además de recibir la Medalla de Oro del Mérito del Ejército Nacional Popular de la RDA.
Pero el mayor homenaje para Richard Sorge y a los valientes miembros de su equipo, es el reconocer que su heroica acción en las entrañas del monstruo imperialista japonés fue una contribución importantísima en la derrota del fascismo en la II Guerra Mundial.
1 comentario:
Si, es verdad, que gracias a unos escritores en la opinión publica de Rusia existe este "mito de Sorge". Aunque la verdad es como siempre un poco más complicada.
Primero, el Alto Mando Soviético no desestimó la información de Sorge ni la de otros agentes... Es que los mensajes de Sorge se contradecián bastante. Y es obvio, que además Sorge sin querer, trabajando con la embajada de Alemania, se hico un canal de la desinformación alemana. Walter Schellenberg se sorpendió mucho, cuando supo, que Sorge había sido detenido.
Segundo, Sorge fue el agente de la US en Japón, entonces los planes de Alemania no fueron su zona de competencia.
Tercero, Sorge no fue el único agente y obviamente el Alto Mando recibió de todos los agentes un montón de los mensajes y analizandolos, los tenía en cuenta todos.
Y claro, que nadie en el Alto Mando tuvo dudas con respecto a la guerra con Alemania. La preparación fue a toda marche.
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