29 de septiembre de 2023

"¡NO PASARÁN!", arengó también Octavio Paz, contra el fascismo.

Por Esteban Zúñiga

 
"... Al grito de ¡el fascismo no pasará, no pasarán los verdugos de octubre!... los obreros y campesinos de distintas provincias de España se incorporan a la lucha contra los enemigos de la República alzados en armas. Los comunistas, los socialistas y anarquistas, los republicanos demócratas, los soldados y las fuerzas fieles a la República han infligido las primeras derrotas a los facciosos, que arrastran por el fango de la traición el honor militar de que tantas veces han alardeado.
 
Todo el país vibra la indignación ante estos desalmados que quieren hundir la España democrática y popular en un infierno de terror y de muerte.
Pero ¡NO PASARÁN!...".
 
Palabras de la dirigente comunista Dolores Ibárruri "Pasionaria", lanzadas, el 19 de julio de 1936, por radio y desde los micrófonos del Ministerio de Gobernación, en las que realizaba un llamamiento a luchar contra el levantamiento militar y así detener la ofensiva militar de los fascistas sublevados contra la República española.
 
Hace ochenta y siete años, nos encontraríamos con uno de los pocos poemas de compromiso político y social que publicaría el escritor mexicano Octavio Paz, cuando tenía tan solo veintidós años y escrito en el mismo México basándose en las noticias que llegaban hasta allí de la guerra en España contra el fascismo y la reacción, por medio de la editorial Simbad y bajo el título de "¡NO PASARÁN!".
 
"Esta edición, que consta de tres mil quinientos ejemplares, terminada en los Talleres Gráficos de la Nación, fue cedida al Frente Popular Español, en México, en prenda de simpatía y adhesión para el pueblo de España, en la lucha desigual y heroica que actualmente sostiene.
México, septiembre 30 de 1936."
 
 
Sería su segunda publicación poética -la primera "Luna silvestre" publicado en 1933-, tras estar tres años sin publicar nada; con la intención de mostrar su compromiso con el pueblo español y con la República españolas. En unos versos que significarían una arenga política y de marcado carácter antifascista,; y que posteriormente sería publicados, en 1937, en España por medio de la revista "Hora de España", siendo muy reconocidos estos versos por los defensores de la República españolas.
 
Unos versos -desde un punto de vista marxista del que Octavio Paz era seguidor en aquellos momentos y luego abandonaría- que querían acompañar, solidariamente, al pueblo español injustamente agredido y que, además, es una muestra de rabia e indignación ante el ataque a un Gobierno de la República democrático.
 
Un hecho importante a destacar es que como con otros poemas y escritos de su juventud, este poema sería olvidado y escondido por el propio Octavio Paz; no recuperándolo hasta más de cuarenta años después con una edición en 1980 de sus Obras Completas. Por cierto sin ninguna corrección.
 
"¡NO PASARÁN!
 
Como pájaros ciegos, prisioneros,
como temblantes alas detenidas
o cánticos sujetos,
suben amargamente
hasta la luz aguda de los ojos
y el desgarrado gesto de la boca,
los latidos febriles de la sangre,
petrificada ya, e irrevocable:
 
No pasarán.
 
Como la seca espera de un revólver
o el silencio que precede a los partos
escuchamos el grito;
habita en las entrañas,
se detiene en el pulso,
asciende de las venas a los labios:
 
No pasarán.
 
Yo veo las manos frutos
y los vientres feraces,
oponiendo a las balas
su ternura caliente y su ceguera.
 
Yo veo los cuellos naves
y los pechos océanos
naciendo de las plazas y los campos
en reflujos de sangre respirada,
en poderosos vahos,
chocando ante las cruces y el destino
en marejadas lentas y terribles:
 
No pasarán.
 
Hay una joven mano contraída,
un latir de paloma endurecido
y labios implacables
cerrados a los besos.
 
Un son de muerto invade toda España
y llora en toda España
un llanto interminable.
 
En Badajoz los muertos, camaradas,
revueltos en las sombras sus sollozos,
os gritan que no pasen,
de toda Extremadura,
de las plazas de toros andaluzas
la sangre encadenada,
de Irún, árbol sin brazos,
silencioso, insepulto, calcinado,
de toda España, carne, rama y piedra,
un viento funeral, un largo grito,
os piden que no pasen.
 
Hay inválidos campos
y cuerpos mutilados,
vidas secas y cenizas dispersas,
cielos duros llorando,
los huesos olvidados.
 
Hay un terrible grito en toda España,
un ademán, un puño insobornable,
gritando que no pasen.
 
No pasarán. 
 
No, jamás podrán pasar.
 
De todas las orillas del planeta,
en todos los idiomas de los hombres,
un tenso cinturón de voluntades
os piden que no pasen.
 
En todas las ciudades,
coléricos y tiernos,
los hombres gritan, lloran por vosotros.
 
No pasarán.
 
Amigos, camaradas,
que no roce la muerte en otros labios,
que otros árboles dulces no se sequen,
que otros tiernos latidos no se apaguen,
que no pasen, hermanos.
 
Detened a la muerte.
 
A esos muros siniestros, sanguinarios,
oponed otros muros,
reconquistad la vida detenida,
el correr de los ríos paralizados,
el crecer de los campos prisioneros,
reconquistad a España de la muerte.
 
No pasarán.
 
¡Cómo llena ese grito todo el aire
y lo vuelve una eléctrica muralla!
 
Detened al terror y a las mazmorras,
para que crezca, joven, en España,
la vida verdadera,
la sangre jubilosa,
la ternura feraz del mundo libre.
 
¡Detened a la muerte, camarada!

 

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