Por Osmany Sánchez, en La Joven Cuba.
Es
imposible que un candidato que se presente como comunista o como
socialista pueda ascender dentro del sistema electoral norteamericano.
No es necesario siquiera presentarse como afiliado a estos partidos,
basta con que el candidato no reciba el respaldo de los grupos de poder
para que no tenga la más mínima posibilidad de ser elegido.
El
sistema no está diseñado para que seas elegido por tus méritos sino por
tu dinero. No importa cuáles sean tus cualidades, sino tienes millones
de dólares para “crear” tu imagen, manipular a los electores y saturar
los medios de comunicación de mensajes a tu favor, entonces no existes.
En
Cuba el sistema electoral, aunque imperfecto, tiene otras
características. En esta etapa en la que estamos ahora, por ejemplo, lo
que decide es la opinión que tengan tus vecinos sobre ti, y tienen la
oportunidad de decir públicamente cuáles son tus virtudes y tus
defectos.
La
gran prensa dedica grandes espacios a desacreditar nuestro sistema
electoral y para eso cuentan con el respaldo de los llamados
“disidentes”, que declaran una y otra vez que no participan en el
proceso porque no es democrático, pero ¿Es esa la verdadera razón de su
negativa a participar?
Para
ser elegidos como delegados, los candidatos deben someterse al criterio
de sus vecinos, que los conocen bien, y a diferencia de la prensa
internacional, a estos no se les puede engañar con tanta facilidad. No
me atrevería a decir que todos los detractores de la Revolución tienen
antecedentes como delincuentes comunes, pero conozco unos cuántos que
pasarían un mal rato si se atreven a presentarse como los que resolverán
los problemas de sus vecinos.
Si
estos “disidentes” se presentaran como candidatos tendrían que cambiar
el discurso que dedican diariamente a Radio Martí o a otros de los
espacios dedicados a tiempo completo a desacreditar a la Revolución
cubana.
Imagínense
ustedes que Martha Beatriz Roque diga en su cuadra frente a todos sus
vecinos que le da lo mismo que los yanquis invadan a Cuba, como ha dicho
en otras ocasiones. Qué pasaría si le dijera a alguien que no lo puede
atender a esa hora porque tiene una citación en la Oficina de Intereses
de Estados Unidos en La Habana para participar en las elecciones de ese país, como hizo en el 2004.
En una carta dirigida al presidente Barack Obama, el “disidente” Manuel Cuesta Morúa le decía:
“Desde
luego, Estados Unidos no comparte ninguna responsabilidad por la crisis
estructural e histórica de Cuba; su única responsabilidad es la de
proporcionar las coartadas que han servido para que el conflicto
Estado-sociedad sea constantemente reemplazado por un conflicto entre
Estados. En tal sentido, las tradicionales políticas norteamericanas han
constituido el mejor estabilizador del gobierno cubano.”
Imaginen
ustedes que Cuesta Morúa le diga eso a sus vecinos y que entre ellos
esté algún familiar cuyo niño no haya podido recibir tratamiento con el
agente anestésico inhalatorio Sevoflurane o que esté ingresado en el
Cardiocentro Pediátrico William Soler sin poder acceder a las válvulas
protésicas por culpa del bloqueo norteamericano. Y estos son solo dos
ejemplos.
El
2 de marzo de 1995 se produce una infiltración por las costas de Puerto
Padre, Las Tunas, de dos terroristas procedentes de Miami. Traían con
ellos 51 libras de explosivo C-4 y otros medios de guerra. La bomba
colocada por ellos en el hotel Sol Palmeras en Varadero pudo ser
desactivada antes de explotar, pero acciones similares han provocado en
nuestro país más de 3478 muertos y 2099 mutilados.
Cuál
sería la reacción de los vecinos de Eliécer Ávila, cuando en su natal
Puerto Padre les diga que él no entiende por qué el estado cubano
destina tanto dinero al Ministerio del Interior. Quizás alguno de los
presentes hubiese sido asesinado por esos terroristas si los hubiese
descubierto en el momento de la infiltración.
No
es por desconfianza con el sistema electoral que estas personas no se
presentan a las elecciones en sus barrios. Si en Cuba se aplicara la
democracia de los millones en campañas electorales y tuvieran a su
disposición a los grandes medios para engañar y confundir entonces lo
hicieran. Lo hicieran igual si fuera un negocio para enriquecerse y no
un compromiso con sus vecinos.
Algunos
nos acusan de actuar en plaza sitiada, pero es que en realidad estamos
en una plaza sitiada. Los cambios y transformaciones que hagamos para
hacer más efectiva nuestra democracia deben hacerse sin olvidar que
contra Cuba hay destinado un presupuesto ilimitado para pagar a los
mercenarios que se dedican a la labor de zapa dentro del país.
Pd: Este artículo lo publiqué hace cinco años
-14 de septiembre de 2012- y lo reproduzco textualmente porque tengo
hoy la misma opinión sobre el tema que hace cinco años atrás. Agrego
algunos puntos:
Los
“disidentes” que se postulan lo hacen bajo el manto de conservar los
logros sociales. Lo mismo le escuchamos decir a Macri en su discurso
para engañar al pueblo argentino y una vez en el poder miren todo lo que
ha hecho. Para entender mejor este punto basta con ver el discurso de
la derecha antes de las elecciones y los hechos una vez ocupado el
poder.
La
contrarrevolución cubana y aquí hago un paréntesis para dejar claro que
ese es su nombre: Contrarrevolución ¿Cómo llamarle a quien quiere
derrocar el gobierno revolucionario? Les decía, la contrarrevolución
cubana sigue el mismo guion de la derecha latinoamericana, porque son lo
mismo. Cambia el país, cambia el contexto, pero los promotores y los
intereses son los mismos.
Dicen
que la forma más fácil de descubrir algo es seguir la ruta del dinero,
bueno en este caso, aunque también podríamos hablar de dinero, vamos a
centrarnos en los patrocinadores.
¿Cómo
me van a convencer de que su objetivo es mantener los logros sociales
cuando los que los invitan a viajar por todo el mundo, les imparten
cursos de capacitación entre otras cosas son personajes que representan a
la más rancia derecha de Europa o Miami?
Sus
patrocinadores son los mismos que décadas atrás apoyaron los actos
terroristas contra Cuba e incluso algunos de ellos participaron en
ellos. Hoy apoyan el bloqueo y se oponen al restablecimiento de las
relaciones entre Cuba y los Estados Unidos.
Me despido con un dato. Los “disidentes” como muestra de su abyección han participado en simulacros de votación
en la entonces oficina de intereses de los Estados Unidos en La Habana,
votando por alguno de los candidatos norteamericanos. Bueno durante las
“elecciones” realizadas en el año 2004 realizaron una encuesta
al centenar de “disidentes-electores” y cuando les preguntaron por sus
prioridades para un gobierno “post Castro” el resultado fue el
siguiente:
El
33% señaló en primer lugar la seguridad nacional, seguida de la salud
(17%) y la vivienda (13%). ¿Son estos platistas los que van a resolver
nuestros problemas?
Para más información sugiero la lectura de estos dos post:
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