Por Marco Teruggi. Publicado en Resumen Latinoamericano.
comuneros
Eliel García está de pie sobre una ladera andina. Detrás suyo dos hombre aran con un buey. El cielo pesa sobre los sombreros. En frente suyo crecen fresas y moras, un río caído de una laguna. Eliel cuenta su historia, que es la de muchos. Una historia con las manos abiertas sobre el mañana, hundidas en la tierra.
comuneros
Eliel García está de pie sobre una ladera andina. Detrás suyo dos hombre aran con un buey. El cielo pesa sobre los sombreros. En frente suyo crecen fresas y moras, un río caído de una laguna. Eliel cuenta su historia, que es la de muchos. Una historia con las manos abiertas sobre el mañana, hundidas en la tierra.
Él es originario de este sitio, de Táchira, de esta precisa montaña de la cual se fue hace varios años a trabajar a la ciudad, para luego regresar a organizar, con un proyecto colectivo. Así se hizo –lo eligieron- vocero del Parlamento Comunal de este ensayo, esta realidad fundada: la Ciudad Socialista Juan Pablo Peñaloza.
También es militante de la Corriente Revolucionaria Bolívar y Zamora, el movimiento social y político que impulsó esta experiencia. La Corriente que, explica Eliel, “no va adelante ni atrás, sino al lado del pueblo, acompañándolo, formando, ayudando, movilizando”.
El primero en comenzar el trabajo de organización en esta zona fue Eduardo Cifuentes, un hombre que trajo la experiencia acumulada en la Ciudad Comunal Campesina Socialista Simón Bolívar, situada en el alto Apure, la primera de las tres ciudades socialistas impulsadas por la Corriente en el país.
“Cuando llegamos en el 2008 encontramos una parroquia donde la derecha tenía espacio, donde electoralmente se perdía 60 a 40. Hoy en día, en las últimas elecciones del 14 de abril, la Revolución ganó 75 a 25”, cuenta con su hija en brazos, nacida en Juan Pablo Peñaloza.
Desde entonces se construyeron las cinco comunas que conforman Juan Pablo Peñaloza, integradas por 19 consejos comunales que agrupan un total de 1000 familias. “Por ahí va la vaina aunque nos digan que la ley no está, nosotros empezamos con los consejos comunales y la ley no estaba, luego con las comunas y tampoco estaba”, explica Eliel. “Si nos equivocamos lo hacemos con el pueblo, no desde una oficina”, agrega. Detrás suyo el arado continúa su avance lento y obstinado.
Un paso en el camino
Primero los consejos comunales. Luego las comunas. Ahora una ciudad socialista. Cada instancia de organización popular –y su agregación- está pensada en un sentido: el Estado Comunal, el nuevo Estado proyectado para sustituir al actual, capitalista. Así lo describe Eliel nombrando al Plan de la Patria, el plan de gobierno para el ciclo 2013-2019 que en su presentación indica que se debe: “Pulverizar completamente la forma Estado burguesa que heredamos, la que aún se reproduce a través de sus viejas y nefastas prácticas, y darle continuidad a la invención de nuevas formas de gestión política”.
La nueva institucionalidad entonces, con ensayos, errores y aciertos, que se crea –y recrea-, entre muchos. Allí donde debe regir el gobierno comunal. Ese es el horizonte que atraviesa los proyectos y prácticas de la Ciudad Socialista, el sentido con el que se dan los pasos, y se conformó cada comuna, “que es tan importante para el socialismo como para el ser humano el agua”, al decir de Eduardo.
Eduardo
Por eso hablan de autogobierno, y buscan darle forma, darle vida en las comunidades. “Cuando la Ciudad Comunal se conforma, al mismo tiempo que se iba dando el proceso de las comunas, se arma el autogobierno. Todavía no existía la Ley de las Comunas, el autogobierno era un vocero por cada consejo comunal y ese era el autogobierno de la Ciudad Comunal. Después aparece la Ley de las Comunas y se le nombra Parlamento Comunal”.
El primero en comenzar el trabajo de organización en esta zona fue Eduardo Cifuentes, un hombre que trajo la experiencia acumulada en la Ciudad Comunal Campesina Socialista Simón Bolívar, situada en el alto Apure, la primera de las tres ciudades socialistas impulsadas por la Corriente en el país.
Eduardo
Por eso hablan de autogobierno, y buscan darle forma, darle vida en las comunidades. “Cuando la Ciudad Comunal se conforma, al mismo tiempo que se iba dando el proceso de las comunas, se arma el autogobierno. Todavía no existía la Ley de las Comunas, el autogobierno era un vocero por cada consejo comunal y ese era el autogobierno de la Ciudad Comunal. Después aparece la Ley de las Comunas y se le nombra Parlamento Comunal”.
Eso lo explica Yanina Settembrino. Ella es argentina. Antes de continuar hablando explica: “La Revolución Bolivariana tiene que ver no solamente con un proyecto venezolano, sino que abrió la condición de posibilidad para todos los latinoamericanos”.
El autogobierno es la práctica que debe ser transversal en toda la Ciudad Socialista. En cada una de sus instancias. Desde esa mirada de la Corriente, el órgano principal de decisión debe ser la asamblea de ciudadanos y ciudadanas de cada consejo comunal, mientras que el Parlamento Comunal debe ser una instancia de articulación más que de toma de decisión.
Con el tiempo de aprendizaje colectivo lograron avanzar en esa dirección, como explica Yanina:“Buscamos que exista un autogobierno que pueda decidir, que lleve la vocería de 1000 familias para ejecutar la política pública. Aquí no llegan funcionarios sin que el Parlamento esté enterado, no llegan recursos sin que se discuta en la comunidad”. El camino para ello tiene una dirección: de abajo para arriba.
Consolidando la economía comunal y campesina
En las montañas de Táchira la mayoría de los habitantes son campesinos, productores. Muchos, como Eliel, durante décadas emigraron para buscar trabajo. Así poblaron cerros de Caracas y de las grandes ciudades del país. Pocos regresaron. Por eso entre los proyectos principales de la Ciudad Socialista existe una necesidad transversal: la producción y la distribución de los alimentos.
Para debatir cada uno de los proyecto se realizaron mesas de trabajo. De ellas nacieron dos demandas que se hicieron conquistas: el primer Agropatria Comunal del país, y la instalación de una Empresa de Propiedad Socialista, el Centro de Acopio y Distribución.
Dos herramientas para responder a necesidades centrales de los campesinos: conseguir los insumos para producir –vendidos a través del Agropatria-, y la posibilidad de avanzar hacia un sistema de distribución organizado colectivamente, que pueda terminar con el problema de los intermediarios. Dos instancias para avanzar en la autogestión, en la independencia comunal del Estado existente.
“Con el Agropatria Comunal son los mismos productores quienes atienden a los productores -992 en total-, y el consejo comunal quien les hace seguimiento”, explica Eliel. En cuanto a la perspectiva del Centro de Acopio y Distribución que pronto comenzará a funcionar, Eduardo explica que éste deberá tener “un desarrollo productivo endógeno, como hablaba el Comandante en el 2006, la EPS, lo decía, tiene que generar su excedente para el propio sustento de su espacio territorial, y después que logren consolidar su espacio territorial expandirse hacia otras comunas, ciudades comunales”.
Además de esos dos pilares, la Ciudad Socialista consiguió otro proyecto importante: la otorgación de 100 viviendas. Javier Mauricio Valderrama, vocero del Parlamento y beneficiario de una de ellas cuenta como fue el proceso: “Se hicieron asambleas en los consejos comunales y las comunas y se buscó a las personas más necesitadas, luego se discutió en el Parlamento Comunal”.
Eliel
Esto lo narra sentado en una plantación de fresas con su hijo sobre las rodillas, y subraya: “Nosotros mismos las vamos a ejecutar, como beneficiarios”. Resolver las demandas –la deuda histórica- con protagonismo popular en cada una de las discusiones, decisiones y ejecuciones, esa es la hoja de ruta de la Ciudad Comunal.
¿Hasta dónde?
Autogobierno, empoderamiento, gobierno comunal, protagonismo popular, son palabras que forman parte del léxico cotidiano de la Ciudad Socialista. Para lograrlo –es decir darle cuerpo y masividad a esas ideas- han recurrido a una herramienta que definen como imprescindible: la formación política.
Para ello llevan adelante, en otras instancias, la Escuela de Nacional de Formación de Comuneros y Comuneras Oligarcas Temblad. “Trabajamos con la metodología de la educación popular, todas las personas tienen derecho de opinar, de explicar su pensamiento”, explica María Ochoa. Ella es facilitadora de la escuela, y militante de la Corriente Revolucionaria.
Así, al caer la noche envuelta en niebla, son decenas de comuneros y comuneras, jóvenes, adultos, quienes luego de una jornada de trabajo, se acercan a las 3 escuelas donde se desarrolla en simultaneo la formación. “La gente dice que cada día quiere aprender un poco más sobre el proceso revolucionario”, cuenta María antes de entrar a la sala para reflexionar, ese día, sobre el poder popular socialista.
Más, esa es entonces la estrategia. Así han fundado consejos comunales, comunas, y este nuevo paso: una ciudad socialista. ¿Qué sigue? ¿Hasta dónde? ¿Cómo continuar luego de las ciudades socialistas? ¿Seguirán los comuneros y comuneras de Juan Pablo Peñaloza al ritmo de la organización popular sin importar las leyes? ¿Repetirán nuevamente con el poeta Juan Gelman: “¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el hombre, hasta aquí no?”?
Por eso hacen. Cada día. Para ir hacia más, sosteniendo en las manos ese horizonte de Estado Comunal, y avanzar creando, siendo gobierno –“el que manda desde abajo, obedeciendo”-, como dice Yanina. Entonces tal vez algún día la historia marque “hasta aquí”. Y en esa hora el pueblo dirá, ese pueblo empoderado del que forma parte Eliel, que agrega antes de partir, “esto se empieza pero nunca se termina”, dejando la montaña sola con el ruido del arado.
“Con el Agropatria Comunal son los mismos productores quienes atienden a los productores -992 en total-, y el consejo comunal quien les hace seguimiento”, explica Eliel. En cuanto a la perspectiva del Centro de Acopio y Distribución que pronto comenzará a funcionar, Eduardo explica que éste deberá tener “un desarrollo productivo endógeno, como hablaba el Comandante en el 2006, la EPS, lo decía, tiene que generar su excedente para el propio sustento de su espacio territorial, y después que logren consolidar su espacio territorial expandirse hacia otras comunas, ciudades comunales”.
Además de esos dos pilares, la Ciudad Socialista consiguió otro proyecto importante: la otorgación de 100 viviendas. Javier Mauricio Valderrama, vocero del Parlamento y beneficiario de una de ellas cuenta como fue el proceso: “Se hicieron asambleas en los consejos comunales y las comunas y se buscó a las personas más necesitadas, luego se discutió en el Parlamento Comunal”.
¿Hasta dónde?
Así, al caer la noche envuelta en niebla, son decenas de comuneros y comuneras, jóvenes, adultos, quienes luego de una jornada de trabajo, se acercan a las 3 escuelas donde se desarrolla en simultaneo la formación. “La gente dice que cada día quiere aprender un poco más sobre el proceso revolucionario”, cuenta María antes de entrar a la sala para reflexionar, ese día, sobre el poder popular socialista.
Más, esa es entonces la estrategia. Así han fundado consejos comunales, comunas, y este nuevo paso: una ciudad socialista. ¿Qué sigue? ¿Hasta dónde? ¿Cómo continuar luego de las ciudades socialistas? ¿Seguirán los comuneros y comuneras de Juan Pablo Peñaloza al ritmo de la organización popular sin importar las leyes? ¿Repetirán nuevamente con el poeta Juan Gelman: “¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el hombre, hasta aquí no?”?
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