31 de mayo de 2016

Sin Dogmas


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Por Julio César Sánchez Guerra (Profesor Universidad Jesús Montané Oropesa), en la Joven Cuba.
Abro el diario de campaña del Che en Bolivia, ojeo la página correspondiente al 26 de julio de 1967; en el último párrafo escribe sobre una lección y una advertencia: “Por la noche di una pequeña charla sobre el significado del 26 de julio: rebelión contra las oligarquías y contra los dogmas revolucionarios”.
Nuestra Revolución socialista ha sido eso, un largo enfrentamiento a los círculos hegemónicos de poder capitalista y un pensamiento irreverente que desterró la anti dialéctica convirtiéndose en herejía para los que preferían el pensar cómodo.
Pero por dentro fuimos armando nuestras pequeñas dosis de dogmas y por eso el Che nos señala que la lucha es doble: contra nuestros adversarios y contra el enemigo complaciente que llevamos por dentro. El Che pudo ver los peligros que muchos no veían; los “ladrillos” dogmáticos de los manuales de marxismo soviético o el hundimiento del socialismo real cuando este se creía invulnerable.
Los desafíos que enfrenta la Cuba de hoy pasan por enfrentar dogmas, formalismos, indiferencias, apoliticismo y desmovilización ideológica. El dogmatismo denota inmovilismo en el pensamiento. Hay dogmas que vienen de la incapacidad de abrir la mente a los cambios que se producen en la sociedad. Alguien ha dicho que la mente es como un paracaídas, si no se abre se rompe. Claro, habría que recordar la frase de un genial científico. “No se puede abrir tanto la mente que se nos caiga el cerebro” En nuestro caso, eso significa la dialéctica del “todo fluye,” sin tener que renunciar a los principios éticos que sostienen la vida de una nación.
Algunos prefieren no cambiar nada porque “todo está bien”, cuadra con la naturaleza de mis intereses personales: mi cuota de poder, el modo como manejo mis atribuciones. Para estos “revolucionarios” nada se discute, no es preciso pensar mucho, solo ejecutar y que la marea se encargue de lo demás. ¡"Que peligrosa manera de dañar a la Revolución”!
El mejor antídoto contra el dogma es aprender a mirar la realidad desde varias perspectivas y discursos, con honestidad y valentía. Estimular desde la escuela la autonomía de pensamiento y la sensibilidad que nos descubra la belleza que hay en la verdad a pesar de su dureza.
No pretendamos nunca, por ejemplo, que los jóvenes sean como nosotros, aprendamos un tilín a ser como ellos para desde su lugar y alegría, nutrirles de la mejor herencia, y que ellos nos enseñen todo lo nuevo que descubran en la marcha.
No hay verdades absolutas, solo relativamente absolutas y cada generación hace su aporte al gran ajiaco de nuestras vidas. Por eso una obra de arte es siempre sugerencia que no se deja atrapar en las redes de los absoluto; por eso para Martí la política tiene que ser arte, esto es, libre del “perro ladrón” del egoísmo y del dogma que nos toma prisioneros.
Envejecer de veras, no es cuando nos tiemblan torpes las manos y las arrugas hacen fiestas en la piel que se nos va. Envejecer es cuando ya no tenemos el corazón de amar y el pensamiento deja de ser águila que registra desde la altura, los silencios del monte o de los hombres.

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