30 de abril de 2019

Concentración de miles de venezolanos en el Palacio de Miraflores en rechazo al golpe de estado



Por Tele SUR, Resumen Latinoamericano, RT Noticias y AVN.

Miles de venezolanos se manifiestan frente al Palacio de Miraflores, sede del gobierno venezolano, en apoyo al Presidente Nicolás Maduro y a la revolución bolivariana luego de que el diputado opositor Juan Guaidó, acompañado del reo Leopoldo López y de un reducido grupo de militares y efectivos del Sebin, anunciaran la proclamación del golpe de Estado de ayer en el Distribuidor Altamira en el este de Caracas, cerca de la base militar de La Carlota, la cual permanece bajo el control del gobierno bolivariano.

Diosdado Cabello, Presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, denunció el golpe de Estado fracasado por ese grupo de opositores y algunos militares engañados.

El ministro de comunicación, Jorge Rodríguez, el comandante de la Fanb, Vladimir Padrino López, afirmaron en las primeras horas que la base de La Carlota no estaba tomada, y que en todos los cuarteles del país se mantenían en respaldo al presidente Nicolás Maduro.

El tristemente títere opositor Guaidó, confirmó que se trataba de la fase definitiva de lo que ha denominado la “operación libertad”. El intento militar contó con el respaldo público internacional del gobierno norteamericano, a través de Mike Pompeo, del presidente de Colombia Iván Duque, del gobierno de Argentina a través del canciller Jorge Faurie, el secretario de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, el presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani, entre otros.

El gobierno de España, por su parte, rechazó el intento violento: “Debe quedar claro que España no respalda ningún golpe militar”.

La situación en Caracas, a excepción de los dos epicentros y de las redes sociales, presenta una tensa tranquilidad. El chavismo al movilizarse frente al Palacio de Miraflores para respaldar al presidente Nicolás Maduro y la democracia, rechaza el nuevo intento de golpe de Estado.

La presidenta del Consejo Nacional Electoral (CNE) de Venezuela, Tibisay Lucena, rechazó la tentativa de golpe de Estado de este martes y condenó este nuevo intento de la derecha opositora de arrebatar la voluntad del pueblo venezolano.

“El Poder Electoral, como siempre ayudando a la constitucionalidad del pueblo de Venezuela, rechaza la violencia en contra de la dignidad y la soberanía del pueblo”, expresó Lucena a través de un contacto telefónico con Venezolana de Televisión (VTV).

Asimismo, informó que con estas acciones antidemocráticas de la ultradrecha venezolana, bajo el auspicio de fuerzas extranjeras, traicionan la democracia, la soberanía y a los venezolanos y venezolanas.

Finalmente, la presidenta del CNE aseveró que el pueblo venezolano decidió el destino del país, lo cual se demostró de manera democrática a través del voto en las elecciones del pasado 20 de mayo del 2018.

En este sentido, dirigentes políticos se han pronunciado en respaldo al presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, y han hecho público un llamado a la paz, la calma y a la defensa de la soberanía del pueblo convocando la movilización hasta el Palacio de Miraflores, en Caracas.


29 de abril de 2019

Historia Ilustrada: Abril de 1917, rumbo a la revolución socialista



Abril de 1917: Rumbo hacia la revolución socialista

El 3 de abril, día en que Lenin regre­só a la patria, fue una verdadera fiesta de la Rusia revolucionaria. Cuando se supo la noticia de su llegada a Petrogra­do, el CC del partido y el Comité petro­gradense tomaron medidas urgentes pa­ra avisar a todos los distritos, empresas, unidades militares de la capital, a Kronstadt, y los arrabales.

Era día de Pascua. Las empresas no trabajaban, no salían los diarios. En los distritos capitalinos de Víborg, Moscú, Narva, Vasilevski Ostrov, Petrogrado y Lituano (nacional), se celebraron reuniones de los bolcheviques comunicán­dose la próxima llegada de Lenin. Los bolcheviques del distrito de Víborg recorrieron las calles con la pancarta: 

“¡Hoy llega Lenin!” En Vasílevski Os­trov se pegaron octavillas indicando la hora y el lugar de reunión para dirigirse a la Estación de Finlandia. En el distrito de Narva se visitaron los domicilios de los obreros. Los bolcheviques del distri­to de Moscú convocaron urgentemente un mitin dedicado a la inminente llega­da de Lenin.

Por la tarde, como escribió el perió­dico Pravda, acudieron a la Estación de Finlandia decenas de miles de personas, fundamentalmente obreros, para recibir a Lenin. La muchedumbre, endominga­da, se agrupaba en torno a las banderas de sus empresas. Kronstadt envió un destacamento para recibir solemnemen­te y proteger al fundador del Partido Bolchevique. Junto con la milicia obre­ra y los guardias rojos había también soldados.

Al frente de la muchedumbre se en­contraban delegaciones del CC, del Co­mité petrogradense del partido y de la redacción del Pravda.

En el informe noticioso sobre el en­cuentro en la Estación de Finlandia, se comunicó: “A las 23.10 llegó el tren. Lenin salió y fue saludado por sus ami­gos y camaradas del antiguo trabajo partidario. Bajo las banderas del parti­do, avanzó por la estación… Avanzó an­te las tropas formadas en la estación que le presentaban armas, y ante la milicia obrera. Por doquier era recibido con entusiasmo".

En la estación le esperaban miembros del CC, del Comité petrogradense, diri­gentes de las organizaciones distritales de los bolcheviques y una delegación del Soviet de Petrogrado. Chjeídze le pre­sentó un saludo en nombre del Soviet de la capital. La aparición de ese líder de los mencheviques y presidente del mayor Soviet del país, que entonces de­sempeñaba el papel de centro de los So­viets de toda Rusia, era una muestra de que los conciliadores se veían obligados a contemplar la influencia cada vez más creciente del partido político más gran­de del país y no podían rehusar el en­cuentro con su guía. Lenin escuchó a Chjeídze, pero dirigió su discurso a los bolcheviques petrogradenses, a los re­presentantes de las fábricas y unidades militares; a continuación salió a la plaza frente a la Estación. Como se había reu­nido tanta gente y todos deseaban verle, el automóvil que debería servir de tribuna para su intervención fue sustituido por un vehículo blin­dado.

Ante la enorme multitud, pronunció un discurso en el que saludó al proleta­riado revolucionario ruso y al ejército revolucionario que habían logrado no sólo liberar a Rusia del despotismo za­rista, sino también iniciar la revolución social a nivel internacional. Lenin ter­minó su intervención con las palabras “¡Viva la revolución socialista!” Miles de personas le hicieron eco. El soldado M. S. Oganián condujo lentamente el vehículo a través de un mar de personas. Durante el trayecto, Lenin se dirigió varias veces a las columnas de obreros, soldados y marineros.

El mitin se reanudó frente al Palacio de Kshesínskaia, sede del CC y del Co­mité petrogradense del POSD(b)R. Desde el balcón Lenin hizo uso de la pa­labra reiteradas veces. Se reunieron sus amigos y camaradas, miembros del CC y del Comité petrogradense de los bol­cheviques, funcionarios activos de la or­ganización partidaria de Petrogrado. Ante ellos pronunció un discurso de ho­ra y media, basado en el borrador de las tesis escritas durante el viaje. Se trataba de la primera de las famosas Tesis de Abril. La profundidad del análisis y nuevo planteamiento de las cuestiones desconcertaron a muchos. La reunión concluyó muy entrada la noche.

Lenin se alojó en el tranquilo aparta­mento Nº 24 de la casa 48/9, en la calle Shirókaia, donde vivía su hermana Ana Uliánova-Elizárova. Llegó por la maña­na temprano y pronto se marchó. Junto con sus familiares visitó las tumbas de su-madre y de su hermana Olga en el ce­menterio Vólkov. A continuación, co­mo si no hubiera pasado una noche en vela, comenzó su primera jornada de trabajo en Rusia después de una larga ausencia forzosa.

El proletariado petrogradense con­memoraba ese día el quinto aniversario de los acontecimientos del Lena (el fusi­lamiento de los obreros de las minas del Lena en 1912). En muchas fábricas se celebraban mítines y manifestaciones. En el Campo de Marte, frente a las tumbas de los mártires de la Revolución de Febrero, hicieron uso de la palabra ora­dores obreros. Se entonaron canciones revolucionarias.

A eso de las 12 del día, Lenin se pre­sentó en el Palacio de Táurida, donde se celebraba una reunión de los bolchevi­ques participantes en la Conferencia de los Soviets de Diputados Obreros y Sol­dados de toda Rusia. Allí planteó con plena firmeza sus tesis, en las que daba una apreciación clara de la situación, in­dicaba los objetivos hacia los que había que orientarse y las vías por las que se debía avanzar.


Lenin pronunciando las Tesis de Abril en el Palacio de Táurida en Petrogrado

Del Artículo del Lenin Las tareas del proletariado en la presente revolución: Publico estas tesis personales acom­pañadas únicamente de brevísimas notas explicativas, que en mi informe fue­ron desarrolladas con mucha mayor amplitud.
  1. En nuestra actitud ante la guerra, que por parte de Rusia sigue siendo in­discutiblemente una guerra imperialista, de rapiña, también bajo el nuevo Go­bierno de Lvov y Cía, en virtud del carácter capitalista de este Gobier­no, es intolerable la más pequeña concesión al “defensismo revolucio­nario”.
El proletariado consciente sólo puede aprobar una guerra revolucionaria, que justifique verdaderamente el defensismo revolucionario, bajo las siguientes con­diciones: a) paso del poder a manos del proletariado y de los sectores más po­bres del campesinado a él adheridos; b) renuncia de hecho, y no de palabra, a todas las anexiones; e) ruptura com­pleta de hecho con todos los intereses del capital.

Dada la indudable buena fe de gran­des sectores de defensistas revoluciona­rios de filas, que admiten la guerra sólo como una necesidad y no para fines de conquista, y dado el engaño por la bur­guesía, es preciso aclararles su error de un modo singularmente minucioso, pa­ciente y perseverante; explicarles la ligazón indisoluble del capital con la guerra imperialista y demostrarles que sin derrocar el capital es impo­sible poner fin a la guerra con una paz verdaderamente democrática y no con una paz impuesta por la vio­lencia.

Organizar la propaganda más amplia de este punto de vista en el ejército de operaciones.
Confraternización en el frente.
  1. La peculiaridad del momento ac­tual en Rusia consiste en el paso de la primera etapa de la revolución, que ha dado el poder a la burguesía por carecer el proletariado del grado necesario de conciencia y de organización, a su se­gunda etapa, que debe poner el poder en manos del proletariado y de las capas pobres del campesinado.
Este tránsito se caracteriza, de una parte, por el máximo de legalidad (Ru­sia es hoy el más libre de todos los países beligerantes); de otra parte, por la ausencia de violencia contra las masas y, finalmente, por la confianza inconsciente de éstas en el Gobierno de los capita­listas, Ios peores enemigos de la paz y del socialismo.

Esta peculiaridad exige de nosotros habilidad para adaptarnos a las condiciones especiales de la labor de partido entre masas inusitadamente amplias del proletariado, que acaban de despertar a la vida política.
  1. Ningún apoyo al Gobierno Provi­sional; explicar la completa falsedad de sus promesas, sobre todo de la renuncia a las anexiones. Desenmascarar a este Gobierno, que es un Gobierno de capitalistas, en vez de propugnar la inadmi­sible e ilusoria “exigencia” de que deje de ser
  2. Reconocer que, en la mayor parte de los Soviets de Diputados Obreros, nuestro partido está en minoría y, por el momento, en una minoría reducida, frente al bloque de todos los elementos pequeñoburgueses y oportunistas, so­metidos a la influencia de la burguesía y que llevan dicha influencia al seno del proletariado…
Explicar a las masas que los Soviets de Diputados Obreros son la única forma posible de Gobierno revolucionario y que, por ello, mientras este Gobierno se someta a la influencia de la burguesía, nuestra unión sólo puede consistir en explicar los errores de su táctica de un modo paciente, sistemático, tenaz y adaptado especialmente a las necesidades prácticas de las masas.

Mientras estemos en minoría, de­sarrollaremos una labor de crítica y es­clarecimiento de los errores, propug­nando al mismo tiempo la necesidad de que todo el poder del Estado pase a los Soviets de Diputados Obreros, a fin de que, sobre la base de la experiencia, las masas corrijan sus errores.
  1. No una república parlamentaria -volver a ella desde los Soviets de Dipu­tados Obreros sería dar un paso atrás sino una república de los Soviets de Di­putados Obreros, Braceros y Cam­pesinos en todo el país, de abajo arriba…
  2. En el programa agrario, trasladar el centro de gravedad a los Soviets de Diputados Braceros.
Confiscación de todas las tierras de los latifundistas.

Nacionalización de todas las tierras del país. De ellas dispondrán los Soviets locales de Diputados Braceros y Cam­pesinos. Creación de Sovietsde Diputa­dos de los Campesinos Pobres. Hacer de cada gran finca (con una extensión de unas 100 a 300 desiatinas*, según las condiciones locales y de otro género y a juicio de las instituciones locales) una hacienda modelo bajo el control del So­viet de Diputados Braceros y sobre ba­ses colectivas.
  1. Fusión inmediata de todos los bancos del país en un Banco Nacional único, sometido al control de los Soviets de Diputados Obreros.
  2. No implantar el socialismo, como nuestra tarea inmediata, sino pasar úni­camente a la instauración inmediata del control de la producción social y de la distribución de los productos por los Soviets de Diputados Obreros…

Ese mismo día, Lenin volvió a pro­nunciar su informe en la sala semicircu­lar del Palacio de Táurida, donde se habían reunido los bolcheviques, men­cheviques y socialdemócratas indepen­dientes participantes en la Conferencia de los Soviets de toda Rusia, represen­tantes de los centros partidarios, de las organizaciones petrogradenses y nacio­nales, del Comité Ejecutivo del Soviet de Petrogrado, de los periódicos socialdemócratas y antiguos miembros del grupo socialdemócrata en la Duma. Le­nin enfatizó, ante todo, en la tesis dedi­cada a la guerra, destacando tres aspectos fundamentales: 1) conservación del carácter imperialista de la guerra por parte de Rusia, incluso después de de­rrocar a la autocracia ; 2) imposibilidad de terminarla con una paz verdadera­mente democrática, no violenta, sin de­rribar al capital ; 3) necesidad de comba­tir al defensismo revolucionario.

No es casual que la cuestión de la guerra y el defensismo fuera la primera que se planteó, pues era precisa­mente ésta la que mostraba con mayor claridad la diferencia entre los reformis­tas y los revolucionarios.

“Todo el que se contenta con ‘exigir’ de los gobiernos burgueses que concier­ten la paz o que ‘expresen la voluntad de paz de los pueblos’, etc. —escribió Lenin varios días después de pronunciar su discurso en el Palacio de Táurida—, se desliza en realidad al campo de las re­formas. Porque, objetivamente conside­rado, el problema de la guerra sólo se plantea de modo revolucionario”. Y más adelante subrayó: “Para acabar con la guerra, para conseguir una paz demo­crática y no una paz impuesta por la violencia, para liberar a los pueblos del tributo esclavizador que suponen los in­tereses de miles de millones pagados a los señores capitalistas enriquecidos en la ‘guerra’, no hay más salida que la re­volución del proletariado”.

La peculiaridad del momento, como la determinó Lenin en la segunda tesis, consistía precisamente “en el paso de la primera etapa de la revolución, que ha dado el poder a la burguesía por carecer el proletariado del grado necesario de conciencia y de organización, a su se­gunda etapa, que debe poner el poder en manos del proletariado y de las capas pobres del campesinado”.

Al desarrollar estos conceptos en sus trabajos ulteriores, Lenin aclaró: “La dictadura democrática revolucionaria del proletariado y de los campesinos se ha realizado ya… Ha resultado un entre­lazamiento… en. forma extraordinaria­mente original, nueva e inaudita. Exis­ten paralelamente, juntos, simultánea­mente, tanto el dominio de la burguesía (Gobierno de Lvov y Guchkov) como la dictadura democrática revolucionaria del proletariado y de los campesinos, que voluntariamente entrega el poder a la burguesía, convirtiéndose voluntariamente en apéndice suyo”. De ahí que, al indicar las mayores peculiaridades del período de transición —máxima legali­dad en Rusia, ausencia de violencia con­tra las masas y la confianza inconsciente de éstas en el Gobierno de la burgue­sía—, Lenin exigiera la renuncia a todo apoyo al Gobierno Provisional, el desenmascaramiento de la falsedad to­tal de sus promesas, la explicación a las masas de que los Soviets eran la única forma posible del Gobierno revolucio­nario.

La consigna “¡Todo el poder a los Soviets!” abría la posibilidad de liqui­dar por vía pacífica la dualidad de pode­res existente. La crítica de los errores de los Soviets y el cambio de su composi­ción mediante reelecciones conducirían poco a poco también al cambio de su política y su esencia como órganos de poder. Dejarían de ser órganos de la dictadura revolucionario-democrática del proletariado y el campesinado, y se convertirían en órganos de la dictadura del proletariado y los campesinos po­bres, en únicos organismos de poder ab­soluto en el país, que materializarían las reivindicaciones de los trabajadores. El Gobierno Provisional, privado del apoyo de las masas, cedería el poder al nuevo Gobierno revolucionario de los Soviets.

Lenin rechazaba los reproches de al­gunos dogmáticos respecto a que los bolcheviques, al promover esta consig­na, habían renunciado a su propia rei­vindicación —la transformación de la guerra imperialista en guerra civil—, e indicaba: “Pero en Rusia ha terminado la primera guerra civil y pasamos ahora a la segunda guerra : entre el imperialis­mo y el pueblo en armas. Y en este pe­riodo de transición, mientras la fuerza armada se encuentre en manos de los soldados, mientras Miliukov y Guch­kov no recurran a la violencia, esta guerra civil se convierte para nosotros en una labor de propaganda clasista pacífi­ca, larga y paciente…” Y más adelante : “Hay que saber situarse en el punto de vista del marxismo, el cual nos dice que esta transformación de la guerra impe­rialista en guerra civil se basa en condi­ciones objetivas y no en condiciones subjetivas. Nosotros renunciamos de momento a esta consigna, pero sólo de momento. Las armas están ahora en manos de los soldados y de los obreros, y no en manos de los capitalistas. Mientras el Gobierno no rompa las hos­tilidades, predicamos pacíficamente”.
  1. Plejánov escribió en su periódico Edinstvo que las tesis de Lenin eran un “delirio”. I. Tsereteli, uno de los líderes de los mencheviques, miembro del Co­mité Ejecutivo del Soviet de Petrogra­do, defensista y partidario de la coali­ción con la burguesía, expresó con altanería la esperanza de que la vida pronto enseñaría a Lenin la antigua ver­dad marxista: “los individuos pueden equivocarse; las clases, jamás”. La vida no llegó a enseñarle nada al propio Tsereteli.
Pero los acontecimientos de los días siguientes mostraron que Lenin tenía razón tanto en la apreciación de la polí­tica del Gobierno Provisional y el carác­ter de la guerra, como en la determina­ción de las tareas del proletariado revolucionario ante las circunstancias.

 Manifestación del 1 de Mayo en Petrogrado

El 18 de abril (1 de mayo por el nuevo calendario), el pueblo revolucionario celebró por primera vez abiertamente la Jornada Internacional de Solidaridad Proletaria. Numerosos manifestantes, que salieron a las calles de las ciudades de Rusia, llevaban pancartas con las consignas “¡Viva la fraternidad de los pueblos!”, “¡Paz sin anexiones ni con­tribuciones!”, “¡Proletarios de todos los países, uníos!” En el Campo de Marte de la capital, Lenin pronunció un discurso ante los manifestantes, dedica­do al significado del 1 de Mayo y a las tareas de la revolución rusa.

Ese mismo día hizo uso de la palabra en el mitin de los obreros de las fábricas de pólvora de Ojta, celebrado con moti­vo del 1 de Mayo, en la Plaza del Pala­cio. Se realizaron manifestaciones mul­titudinarias en Kronstadt. Rével, Riga, Ivánovo-Voznesensk. Nizhni Nóvgo­rod, Kiev, Járkov, Ekaterinburgo, Tula, Vladimir, Oriol, Penza, Vítebsk, Mo­guiliov, Bakú, Nikoláiev. Gomel, Tsarítsin, Minsk, Viatka, Samara, Sim­ferópol, Feodosia, Zhitómir, Sebasto­pol, Smolensk, Rostov del Don, Odesa, Tashkent, Krasnoyarsk, Tiflís, Poltava, Vorónezh, Blagovéschensk, Tambov, Kutais, Kishiniov, así como en el Don­bás y en muchas otras zonas de Rusia. Mientras que la consigna fundamental de los manifestantes era “¡Paz sin ane­xiones ni contribuciones!”, Miliukov, ministro de Asuntos Exteriores, ordenó a los embajadores rusos, acreditados an­te los Gobiernos de los Estados aliados, confirmarles que el Gobierno Provisio­nal “se apresura a unir su voz a la voz de los aliados” y tiene “plena seguridad en la terminación victoriosa de la guerra actual”.

Cuando la nota de Miliukov apareció en la prensa (el 20 de abril), en las fábri­cas y cuarteles de la capital comenzaron a convocarse mítines de protesta contra la política exterior del Gobierno Provi­sional. Surgió espontáneamente una manifestación multitudinaria de solda­dos, y luego también salieron a las calles los obreros.


1 de Mayo en Petrogrado

Entre las tres y las cuatro de la tarde, frente al Palacio Mariíriski, sede del Gobierno Provisional, se congregaron unos 15.000 manifestantes. Para tran­quilizar a los reunidos, el Comité Ejecu­tivo del Soviet de Petrogrado envió al eserista Gots y al menchevique Skóbe­lev, pero sus intervenciones no tuvieron éxito. Los soldados (en la manifestación participaban soldados de los regimien­tos Finlandski y Granaderos Moskovs­ki, 1 Regimiento de Ametralladoras, 180 Regimiento de Infantería de Reserva, Grupo Acorazado y otras uni­dades militares, así como marinos de la Flota del Báltico) emitieron un comunicado mediante el cual se exigía la dimisión inmediata de Miliukov.

Salieron a las calles de la ciudad gran­des columnas de obreros de las fábricas más grandes de Petrogrado. Lenin escri­bió luego sobre las manifestaciones: “El 20 y el 21 de abril, Petrogrado era un hervidero. Las calles estaban llenas de gente; día y noche se formaban por do­quier grupos pequeños y grandes y se celebraban mítines de variadas proporciones; no cesaban las manifestaciones y demostraciones de masas…

Las manifestaciones empezaron co­mo manifestaciones de soldados con una consigna contradictoria, incons­ciente e incapaz de conducir aparte al­guna: “¡Abajo Miliukov!…”

La burguesía ocupa la Avenida Nevs­ki (la avenida “Miliukov”, como dijo un periódico) y los barrios adyacentes del Petrogrado rico, del Petrogrado de los capitalistas y los funcionarios. Ofí­ciales, estudiantes y “clases medias” se manifiestan a favor del Gobierno Pro­visional y, entre las consignas, se encuentra con frecuencia en las banderas una inscripción: “¡Abajo Lenin!”

El proletariado se lanza a la calle des­de sus centros, los suburbios obreros, organizado en torno a los llamamientos y las consignas del Comité Central de nuestro partido. El 20 y 21, el Comité Central adopta resoluciones que el apa­rato de la organización hace llegar in­mediatamente a las masas del proleta­riado. Las manifestaciones obreras inundan los barrios no ricos y menos céntricos de la ciudad; y, después, pene­tran por partes en la Nevski. Las mani­festaciones de los proletarios se distin­guen a todas luces de las de la burguesía porque abarcan a mayores masas y es­tán más unidas. En sus banderas se lee entre otras inscripciones: “¡Todo el poder al Soviet de Diputados Obreros y Soldados!”
En la Nevski se producen choques.

Resolución del CC del POSD(b)R del 20 de abril (3 de mayo) de 1917 sobre la crisis del Gobierno Provisional del 18 de abril (1 de mayo de 1917)

Teniendo en cuenta lo que antecede, el CC considera;
  1. Que cualquier cambio en la com­posición de este Gobierno (dimisión de Miliukov, revocación de Kerenski, etc.) no sería más que una imitación de los peores procedimientos del republicanis­mo parlamentario burgués, que susti­tuye la lucha de clases por la rivalidad entre camarillas y por los cambios de personas.
  2. Que la única salvación para la ma­sa de población pequeñoburguesa, que pendula entre los capitalistas y la clase obrera, es el paso sin reserva de esta ma­sa al lado del proletariado revoluciona­rio, la única clase capaz de romper real­mente las cadenas del capital financiero y de la política anexionista. Sólo cuando -con el apoyo de la mayoría del pue­blo- el proletariado revolucionario haya tomado todo el poder estatal en sus manos, creará, junto con los solda­dos revolucionarios, bajo la forma de Soviet de Diputados Obreros y Solda­dos, un Gobierno que tendrá la confian­za de los obreros de todos los países y que será el único capaz de poner fin rápidamente a la guerra por medio de una paz verdaderamente democrá­tica.


Manifestación de unidades revolucionarias de la guarnición de Petrogrado del 21 de abril de 1917

En la noche y el día del 21 de abril, en Petrogrado tuvieron lugar, casi sin ce­sar, mítines multitudinarios de soldados y manifestaciones de obreros. El movi­miento de protesta comenzó a extender­se a las provincias y al ejército. Al mis­mo tiempo, los partidarios del Gobier­no Provisional organizaban sus mani­festaciones. Según el periódico Nóvaia Zhizn (“Vida Nueva”), ante los reuni­dos frente a la embajada inglesa intervi­no George Buchanan, el embajador, ex­hortando a apoyar al Gobierno Provi­sional, “sincero defensor de los intereses populares”. Y este “defensor”, que en sus declaraciones juraba que no se emplearían las armas contra el pueblo, en realidad deseaba dispersar la “turba”, como él denominaba a los manifestan­tes, con la fuerza de las armas, pero no pudo. Kornilov mandó emplazar piezas de artillería en la Plaza del Palacio, pero los cadetes de la Escuela de Artillería Mijáilovski se negaron a cumplir la or­ den, declarando que no tenía validez porque no había sido acordada junto con el Soviet de Diputados Obreros y Soldados.

Comunicado del periódico Pravda sobre la orden de L. Kornilov de emplazar pie­zas de artillería en la Plaza del Palacio para aplastar las acciones revoluciona­rias de los obreros y los soldados el 21 de abril

Cerca de las cinco de la tarde, en la Escuela de Artillería Mijáilovski se reci­bió un telefonema del teniente general Kornilov, jefe de la Región Militar de Petrogrado, sobre el envío de dos bate­rías de la escuela a la Plaza del Palacio.

Después de conocer el mensaje, la reunión de oficiales y soldados de la es­cuela dispuso por unanimidad : no cum­plir la orden del general Kornilov y no enviar cañones a la Plaza del Palacio.

Se decidió enviar delegados para con­firmar si el general Kornilov actuaba con el consentimiento del Soviet. Se su­po que la orden se había dado sin la san­ción del Comité Ejecutivo del Soviet de Diputados Obreros y Soldados. El Co­mité anunció que sus órdenes se darían sólo por escrito, con la firma de uno de sus miembros.

Dos horas más tarde, en la escuela se recibió una nueva orden por escrito del general Kornilov, que anulaba la prime­ra.

A las 11, la Avenida Nevski adquirió su aspecto habitual>>.

Resolución del Soviet de Diputados Obreros y Soldados del distrito de Víborg con la exigencia de investigar las acciones contrarrevolucionarias del general L. Kornílov

Después de examinar la orden del ge­neral Kornílov de enviar cañones de la Escuela de Artillería Mijáilovski a la Plaza del Palacio el 21 de abril, el Soviet de Diputados Obreros y Soldados del distrito de. Víborg reconoció que el en­vío de artillería podía suscitar conse­cuencias nefastas en las calles de Petro­grado. Por esta razón, exigimos que la Comisión Ejecutiva del Soviet de Dipu­tados Obreros y Soldados designe una comisión para investigar este hecho que inquieta a todos los obreros. Por su par­te, el Soviet de Diputados Obreros y Soldados del distrito de Víborg felicita a la Escuela de Artillería Mijáilovski por no haber cumplido la orden provocado­ra, orientada a aplastar a las masas re­volucionarias de obreros y soldados>>.

El 20 y 21 de abril, el Soviet de Petro­grado tenía todas las posibilidades para llegar al poder por vía pacífica. Pero la mayoría menchevique-eserista en el So­viet temió la dimisión colectiva del Go­bierno. El Comité Ejecutivo del Soviet de Petrogrado quedó satisfecho con una “aclaración” vaga del Gobierno Provi­sional e hizo todo lo posible para extin­guir el movimiento de protesta en la ca­pital y en el país.

Del llamamiento A todos los ciudadanos, emitido por el Comité Ejecutivo del So­viet de Diputados Obreros y Soldados de Petrogrado

Ciudadanos:

En los instantes cuando se deciden los destinos del país, cada paso imprudente constituye una peligrosa amenaza. Las manifestaciones con motivo de la nota del Gobierno respecto a la política exte­rior condujeron a enfrentamientos en las calles. Hay muertos y heridos.
En aras de salvar la revolución frente a las discordias que la amenazan, nos dirigimos a ustedes con este caluroso llamamiento: ¡Mantener tranquilidad, orden y disciplina!

El Soviet de Diputados Obreros y Soldados examina la situación. Créannos, el Soviet hallará las vías para cum­plir la voluntad de ustedes. Mientras tanto, que nada quebrante el desarrollo pacífico de la vida en la Rusia libre. …Ninguna violencia de un ciudadano contra otro puede admitirse en la Rusia libre.

Sólo a los enemigos de la revolución les convienen las discordias. Quien con­duzca a discordias, es enemigo del pueblo.

Comité Ejecutivo del Soviet de Diputados Obreros y Soldados>>.

Aclaración del Gobierno Provisional a la Nota de Miliukov

En virtud de las dudas surgidas res­pecto a la nota del ministro de Asuntos Exteriores, que acompañaba la entrega a los Gobiernos aliados de la declara­ción del Gobierno Provisional sobre las tareas de la guerra (del 27 de marzo), el Gobierno Provisional considera necesa­rio aclarar :
  1. La nota del ministro de Asuntos Exteriores fue objeto de una discusión minuciosa y prolongada, y su texto fue aceptado por unanimidad.
  2. Es evidente que al hablar de la vic­toria decisiva sobre el enemigo, se tiene en cuenta el logro de las tareas plantea­das en la declaración del 27 de marzo y expresadas con las siguientes palabras: “El Gobierno Provisional considera que es su derecho y su deber declarar hoy mismo que el objetivo de la Rusia libre no es el dominio de otros pueblos, no es arrebatarle su patrimonio nacio­nal ni apoderarse por vía violenta de te­rritorios ajenos, sino la afirmación de una paz sólida en base a la autodetermi­nación de los pueblos. El pueblo ruso no trata de acrecentar su poderío exte­rior a costa de otros pueblos, no se plan­tea la tarea de subyugar ni de humillar a nadie. En aras de los principios supre­mos de la justicia, él arrancó las cadenas que subyugaban al pueblo polaco. Pero el pueblo ruso no admitirá que su patria salga de la gran lucha humillada y que­brantada en sus fuerzas vitales”.
  3. Como “sanciones” y “garantías” de una paz sólida, mencionadas en la nota, el Gobierno Provisional sobreen­tendía la limitación de los armamentos, los tribunales internacionales, etc. El ministro de Asuntos Exteriores en­tregará la presente aclaración a los em­bajadores de las potencias aliadas>>.

 Miliukov

La contrarrevolución se preparaba para probar de nuevo sus fuerzas. El 21 de abril, el vicefiscal de la cámara judi­cial de la capital ordenó al juez de ins­trucción del distrito de Petrogrado in­vestigar el tiroteo, supuestamente, reali­zado contra los manifestantes por los partidarios de Lenin.

El 20 de abril, en el domicilio de Guchkov, ministro de Guerra, sito en la calle Moika, se celebró un encuentro en­tre el general Alexéiev, comandante en jefe del ejército ruso (designado a este cargo el 19 de marzo); el general Korní­lov, jefe de la Región Militar de Petro­grado; y el almirante Kolchak, jefe de la Flota del Mar Negro. Kolchak informó que en su Flota se observaban, aunque con alguna tardanza, los mismos proce­sos que en la Flota del Báltico. Kornílov comunicó que en la ciudad transcurría una demostración armada de las tropas contra el Gobierno Provisional. Consi­deraba que esta acción debería aplastar­se con la fuerza de las armas, pero no se llegó a tener una opinión unánime al respecto.

El 21 de abril, Kornílov intentó debi­litar a las fuerzas revolucionarias de la capital. Para ello ordenó reorganizar las unidades de reserva de la Región Mili­tar y prepararlas para ser retiradas de Petrogrado. Ese mismo día, la reunión de representantes de la guarnición capi­talina acordó subordinarse sólo al So­viet de Petrogrado, mientras que el So­viet del distrito de Víborg exigió que el Comité Ejecutivo investigara el hecho que “inquieta a todos”, teniendo en cuenta que “el envío de artillería a la Plaza del Palacio podía suscitar conse­cuencias nefastas en las calles”.

Los líderes del Soviet de Petrogrado se vieron obligados a plantear que sus representantes controlaran las disposi­ciones de Kornilov y se adoptara una orden especial sobre el particular. Kornílov decidió hacer una “aclara­ción” a los soldados del “indisciplina­do” Regimiento Finlandski con motivo de su acción revolucionaria del 20 de abril y demostrarles la necesidad de continuar la guerra hasta la victoria fi­nal. Ordenó realizar una revista el 29 de abril, pero el Regimiento no se presentó; sólo salieron a la plaza los quintos, aun­que ellos tampoco permitieron al jefe de la Región Militar terminar su interven­ción y arrancaron el banderín de su auto­móvil. Esto no lo pudo soportar el al­tivo general. El 2 de mayo, el periódico Rech publicó un comunicado sobre la dimisión de Kornílov “de acuerdo con su insistente petición”. Según círculos competentes, él argumentaba que “nin­guna organización ajena, incluso una como el Comité Ejecutivo del Soviet de Diputados Obreros y Soldados, puede ni debe ser un mediador, y menos aún un obstáculo, en el cumplimiento de las órdenes directas del jefe a las unidades militares a él subordinadas”.

El 29 de abril, Guchkov declaró tam­bién que abandonaba la cartera de mi­nistro de Guerra y Marina. Tres días después, el Gobierno Provisional acep­tó la dimisión de Miliukov, en ausencia de éste. Esta fue la primera crisis políti­ca que, como señalara Lenin, reflejó en la explosión de las masas del 21 y 22 de abril, explosión espontánea, sin la me­nor organización, el creciente descon­tento con la política burguesa del Go­bierno Provisional.

La reacción de los mencheviques y eseristas era característica. Al principio acusaban a los bolcheviques y a los de­mócratas constitucionalistas de obstina­ción, de extremismo, de exacerbar los ánimos, “llegando —como indicara Le­nin— hasta el colmo de acusar a los bol­cheviques (por disparatado que ello pa­rezca) de haber provocado el tiroteo en la Avenida Nevski; y cuando el movi­miento tocó a su fin, esos mismos eseristas y mencheviques escribieron en las columnas de su órgano central y oficial, Izvestia, que el “movimiento popular” “había barrido a los imperialistas de Miliukov y otros”, es decir, ¡¡alababan el movimiento!!”

Al aprobar la formación de un Go­bierno de coalición, los lideres eseristas y mencheviques afianzaron la posición de la burguesía. La crisis fue superada, pero “las causas de la crisis -escribió Lenin al respecto- no han sido suprimi­das y es inevitable la repetición de crisis semejantes”.

Del artículo de Lenin Las enseñanzas de la crisis, publicado en el periódico Pravda el 23 de abril 1917

El 18 de abril, el Gobierno Provisio­nal aprobó su nota, tristemente célebre, confirmando los rapaces objetivos ane­xionistas de la guerra con claridad sufi­ciente para provocar la indignación de las amplias masas, que habían creído de buena fe en los deseos (y la capacidad) de los capitalistas de “renunciar a las anexiones”. El 20 y 21 de abril Petro­grado era un hervidero. Las calles esta­ban llenas de gente; día y noche se for­maban por doquier grupos pequeños y grandes y se celebraban mítines de va­riadas proporciones; no cesaban las ma­nifestaciones y demostraciones de ma­sas. Según parece, la crisis, o al menos su primera etapa, ha terminado ayer, el 21 de abril, por la noche. El Comité Eje­cutivo del Soviet de diputados obreros y soldados, y a continuación el propio So­viet, han declarado satisfactorias las “explicaciones”, las enmiendas a la no­ta, las “aclaraciones” del Gobierno (que se reducen a frases que no dicen absolu­tamente nada, ni cambian nada, ni obli­gan a nada) y han dado por “terminado el incidente”.

El futuro mostrará si las amplias ma­sas del pueblo consideran “terminado el incidente”. Nuestra tarea consiste ahora en estudiar con mayor atención qué fuerzas, qué clases se han revelado en la crisis y sacar de ello enseñanzas para el partido del proletariado. La gran importancia de toda crisis consiste en que pone al descubierto lo oculto, deja a un lado lo convencional, lo superficial y mezquino, barre la escoria política y re­vela los verdaderos resortes de la lucha de clases que se libra en realidad>>.

Por la mañana del 22 de abril se cele­bró una reunión del Comité Central del partido, en la que se aprobó la resolu­ción leninista que caracterizaba la esen­cia de la crisis, las tareas del proletaria­do y las principales consignas del mo­mento. “Esencia de la crisis —se indica­ba en las tesis—: la masa pequeñobur­guesa vacila entre la confianza antigua, secular, en los capitalistas y la irritación contra ellos, la tendencia a confiar en el proletariado revolucionario”.

Manifestación en Petrogrado en el Campo de Marte, Abril del 17.

Objetando contra la táctica aventure­ra de un pequeño grupo en el comité de los bolcheviques de Petrogrado (Bagdá­tiev y otros), que durante la manifesta­ción de abril había promovido la con­signa del derrocamiento inmedianto del Gobierno Provisional, contrariamente al curso del partido hacia el desarrollo pacífico de la revolución, Lenin subrayó en la resolución aprobada por el Comité Central:

“La consigna ¡Abajo el Gobierno Provisional! no es justa ahora, porque sin una mayoria firme (es decir, cons­ciente y organizada) del pueblo al lado del proletariado revolucionario, esa consigna, o no es más que una frase, o se reduce, objetivamente, a tentativas de carácter aventurero.” Consideraba que las consignas fundamentales del mo­mento eran : 1) explicar la línea prole­taria y el camino proletario para poner fin a la guerra; 2) criticar la política pe­queñoburguesa de confianza en el Go­bierno de los capitalistas y de concilia­ción con él; 3) hacer propaganda y agitación de grupo en grupo en cada re­gimiento, en cada fábrica, sobre todo entre la parte más atrasada de las ma­sas, personal de servicio doméstico, ob­reros no cualificados, etc., pues precisa­mente en ellos ha tratado de apoyarse la burguesía durante la crisis; 4) orga­nizar, organizar y una vez más orga­nizar al proletariado…”
El 24 de abril se inauguró en Petrogrado la VII Conferencia (de Abril) de toda Rusia del POSD(b)R, que fue la primera conferencia del partido en con­diciones legales.
Debido a las divergencias que surgie­ron en el CC respecto a la apreciación, las perspectivas de la revolución y las ta­reas del partido, se decidió por unanimi­dad discutir abiertamente esa cuestión. El material para el debate fueron las Te­sis de Abril de Lenin, publicadas en el Pravda el 7 de abril. De ese modo, las organizaciones locales tenían la posibili­dad de debatir previamente las cuestio­nes incluidas en el orden del día, revelar la actitud hacia ellas de los miembros de base del partido.
El oponente de Lenin en la conferen­cia era L. Kámenev, uno de los redacto­res del Pravda y representante de los bolcheviques en el Soviet de Petrogra­do, quien ya en marzo había exhortado al partido a apoyar de manera condicio­nal al Gobierno Provisional, sin plan­tear la cuestión del paso de todo el po­der a los Soviets. Su posición en la apreciación de la guerra se aproximaba al defensismo revolucionario. Antes de regresar Lenin a Rusia, la táctica de pre­sionar los Soviets sobre el Gobierno Provisional en la cuestión de la paz la apoyaba también Jose Stalin, que en aquellos días era miembro del Buró Ru­so del CC con voto consultivo y corre­dactor del Pravda. En la conferencia se rechazó la proposición de Kámenev y sus reducidos partidarios de limitarse a controlar al Gobierno Provisional bur­gués por parte de los Soviets eserista­-mencheviques.
El significado histórico de la VII Conferencia (de Abril) consistía en que ella aprobó el programa leninista de la transición a la segunda etapa de la revo­lución en Rusia, trazó el plan de lucha por la transformación de la revolución democrático-burguesa en revolución so­cialista, promovió la exigencia de transmitir todo el poder a los Soviets. Bajo esa consigna, los bolcheviques prepara­ban a las masas para la revolución proletaria.
El Comité Central del partido movili­zaba todos los medios para difundir las resoluciones de la conferencia. En todas partes transcurría la discusión : en Mos­cú, los Urales, Ucrania, regiones del Volga, Bakú, Tiflis. Los delegados que regresaban de la conferencia explicaban el curso leninista, exhortaban a realizar labor partidaria en el espíritu de las re­soluciones de la conferencia.

26 de abril de 2019

Andrei Zhdánov: sobre los principios subyacentes de la literatura y el arte soviéticos 2ª Parte


Andrey Zhdanov 


Por el Partido Comunista de Gran Bretaña (Marxista Leninista). Tradución Maribel Coixidó, redacción Nestor Guadaño. 

El siguiente extracto está tomado del informe de Andrei Zhdanov sobre las revistas Zvezda y Leningrado, 1947.

"Sabemos por la historia de la literatura rusa que las tendencias literarias reaccionarias a las que pertenecían los simbolistas y los akmeistas intentaron una y otra vez iniciar una cruzada contra la gran tradición revolucionaria-democrática de la literatura rusa y contra sus principales representantes, intentaron privar a la literatura. de su alto significado ideológico y social, y de arrastrarla hacia la marea de la falta de sentido e insignificancia.

Todas estas tendencias "de moda" han sido envueltas y enterradas con las clases cuya ideología reflejaron. ¿Qué ha quedado, en nuestra literatura soviética, de todos estos simbolistas, akmeistas, camisas amarillas, jacks-o-diamonds y nichevoki ("los que nada tienen")?

Nada de nada, a pesar de sus cruzadas contra los grandes representantes de la literatura democrático-revolucionaria rusa, Delinsky, Dobrolyubov, Chernyshevsky, Herzen, Saltykov-Shchedrin, pues se lanzaron ruidosa y pretenciosamente, y tan estrepitosamente fracasaron.

Los akmeistas proclamaron que su lema era "no mejorar la vida de ninguna manera, ni caer en la crítica". ¿Por qué estaban en contra de mejorar la vida de alguna manera? Porque les gustaba la antigua vida aristocrática burguesa, mientras que el pueblo revolucionario se preparaba para construir su vida.

En noviembre de 1917, tanto las clases dominantes como sus teóricos y cantantes, fueron lanzados al basurero de la historia.

Y ahora, en el año 29 de la revolución socialista, algunos especímenes que se conservaban en los museos reaparecen de repente, y aspiran a enseñar a nuestros jóvenes cómo vivir. Las páginas de un diario de Leningrado están abiertas para Ajmátova, y se le da carta blanca para envenenar las mentes de los jóvenes con el espíritu dañino de su poesía.

Uno de los temas de aparecido en la revista de Leningrado, contiene una especie de compendio de las obras escritas por Ajmátova entre 1909 y 1944. Entre este cesto de escoria, hay un poema que ella escribió durante la evacuación en la Gran Guerra Patriótica. En este poema describe su soledad, la soledad que tiene que compartir con un gato negro, cuyos ojos que la miran son como los ojos de los siglos. Este no es un tema nuevo: Ajmátova también escribió sobre un gato negro en 1909. Este ambiente de soledad y desesperanza, que es ajeno al espíritu de la literatura soviética, recorre toda la obra de Ajmátova.

¿Qué tiene esta poesía en común con los intereses de nuestro estado y de nuestra población? Nada de provecho. El trabajo de Ajmátova es una regresión a un pasado lejano, y es ajeno a la vida soviética, y no puede ser tolerado en las páginas de nuestras revistas.

Nuestra literatura no es una empresa privada, diseñada para complacer los gustos fluctuantes del mercado literario. Ciertamente, no tenemos la obligación de encontrar un lugar en nuestra literatura para gustos y formas, que no tengan nada en común con las cualidades morales y los atributos soviéticos.

¿Qué valor instructivo pueden tener las obras de Ajmátova para nuestros jóvenes? No pueden hacer nada más que daño. Estas obras no pueden sembrar nada más que pesimismo, mal humor, depresión, el deseo de escapar de los problemas vitales de la vida social, y alejarse de la amplia vía de la creativa vida, reduciendo la actividad social a un pequeño mundo de experiencias personales.

¿Cómo puede confiarse a estas diatribas, la educación de nuestros jóvenes? Sin embargo, sus poemas se imprimieron fácilmente, a veces en Zvezda y otras en Leningrado, y se publicaron en forma de volumen. Este fue un grave error político.

Es natural, en vista de todo esto, que las obras de otros escritores, que también estaban empezando a adoptar un semblante de cabezas vacías y derrotistas, apareciesen en los diarios de Leningrado. Estoy pensando en obras como las de Sadofyev y Komissarova. En algunos de sus poemas imitan a Ajmátova, cultivando sentimientos de desaliento, aburrimiento y soledad tan queridos para ella.








No hace falta decir que con tales estados de ánimo, o su diletación, solo pueden ejercer una influencia negativa en nuestros jóvenes, y enfilados a envenenar sus mentes con un espíritu vicioso de desorientación, desánimo y falta de conciencia política.

¿Qué hubiera pasado si hubiéramos educado a nuestros jóvenes en un espíritu de abatimiento e incredulidad para nuestra causa? No hubiéramos ganado la Gran Guerra Patria.

Precisamente porque el estado soviético y nuestro partido, con la ayuda de la literatura soviética, elevaron a nuestros jóvenes en un espíritu de optimismo y confianza en su propia fuerza, nos permitieron superar las tremendas dificultades que enfrentamos, tanto en la construcción del socialismo como en derrotar a los alemanes y japoneses.


¿Qué significa esto? Significa que al imprimir en sus páginas obras deprimentes y reaccionarias, sin ideas elevadas, junto con algunas buenas obras de contenido bucólico y tono alegre, Zvezda se ha convertido en una revista sin una política clara, una revista que ayuda a nuestros enemigos a corromper a nuestros jóvenes.

La fuerza de nuestras revistas siempre ha estado en su optimista tendencia revolucionaria, no en el eclecticismo, en el vacío y la falta de comprensión política. Zvezda dio su plena sanción a la propaganda, que está a favor de no hacer nada.

Para empeorar las cosas, Zoshchenko parece haber adquirido tanto poder en la organización de los escritores de Leningrado, que incluso solía gritar a los que no estaban de acuerdo con él, amenazándoles con combatir a sus críticos en una de sus próximas obras. Se convirtió en una especie de dictador literario rodeado por un grupo de admiradores que cantaban sus alabanzas.

Bien puede uno preguntarse, ¿por qué motivos se publicaban? ¿Por qué se permitía que ocurriesen estos hechos, tan antinaturales y reaccionarios?

No es de extrañar que las revistas literarias de Leningrado comenzaran a dar espacio a la literatura burguesa moderna y barata de Occidente. Algunos de nuestros hombres de letras comenzaron a considerarse a sí mismos no como maestros, sino como alumnos de pequeños escritores burgueses, y comenzaron a adoptar una actitud retrógrada y atemorizada hacia la literatura extranjera.

 
¿Se está convirtiendo esta actitud en una disculpa, nosotros los defensores soviéticos que hemos construido la sociedad colectiva, que se eleva cien veces más, y es mejor cien veces, a cualquier orden burgués? ¿Se quiere convertire nuestra
avanzada literatura soviética, la más revolucionaria del mundo por esta obsequiosidad, como la literatura burguesa barata y filistea de Occidente?

Otro grave error en el trabajo de estos escritores, es su ignorancia de los temas soviéticos modernos, que revela por un lado un interés unilateral en temas históricos y, por otro un intento de escribir sobre temas sin sentido, simplemente anodinos.

Para justificar su incapacidad para seguir el ritmo de los grandes temas soviéticos modernos, algunos escritores sostienen que ha llegado el momento de dar a la población unas tramas y una literatura "entretenida", para dejar de preocuparse por el contenido ideológico de la literatura.

Esta concepción de nuestra identidad, de nuestros intereses y necesidades, es totalmente errónea. Nuestra población espera, que los escritores soviéticos comprendan e integren la vasta experiencia que obtuvieron en la Gran Guerra Patriótica, para retratar y estimular con el heroísmo, que influya ante los nuevos retos para afrontar la rehabilitación de la economía nacional del país.

Unas pocas palabras más, en la revista Leningrado la posición de Zoshchenko es incluso más influyente que en Zvezda, como lo es la de Ajmátova. Ambos se han convertido en poderes activos, en ambas revistas. Por lo tanto, Leningrado es responsable de haber puesto sus páginas a disposición de escritores tan ínfimos como Zoshchenko y de otras poetisas de salón como Ajmátova.

La revista Leningrado, sin embargo, también ha cometido otros errores.


Por ejemplo, tomemos la parodia de Evgeny Onegin escrita por un tal Khazin. Esta pieza se llama La vuelta de Onegin. Se dice que se ejecuta con frecuencia en varias salas de conciertos de Leningrado.

Es difícil entender por qué los trabajadores de Leningrado permiten que su ciudad sea vilipendiada desde unas plataformas públicas de tal manera como Khazin la injuria. El propósito de esta "sátira" no es el simple ridículo de las situaciones que le suceden a Onegin, al encontrarse a sí mismo en el moderno Leningrado. El contrasentido de la obra de Khazin, es para comparar nuestro moderno Leningrado en peor calidad cultural, que el San Petersburgo de Pushkin.

Lean con atención unas pocas líneas de esta "parodia". Nada en nuestro moderno Leningrado complace al autor. Burlándose con malicia y menosprecio, calumnia a Leningrado y al pueblo soviético. En su opinión, los tiempos de Onegin era una edad de oro.

Ahora todo es diferente, han aparecido un departamento de rehabilitación de viviendas, tarjetas de racionamiento y permisos de trabajo. Las niñas, esas criaturas etéreas tan admiradas de Onegin, ahora regulan el tráfico y reparan las casas de Leningrado, y así sucesivamente. Permítanme citar solo un pasaje de esta "parodia":

"Nuestro pobre querido Evgeny
Sube a un tranvía.
Nunca había conocido en su adolescencia
tal medio de transporte.

Pero el destino fue amable con Evgeny,
escapó, con solo un pie aplastado,
y solo una vez, cuando alguien lo pinchó
en el estómago, fue llamado idiota.

Recordando las antiguas costumbres,
resolvió buscar la satisfacción en un duelo,
se palpó el bolsillo, pero...
alguien le había quitado los guantes.
Su frustración redujo su iniciativa,
cayendo en el silencio y la docilidad
".

Así se ha convertido para él Leningrado, en  una ciudad miserable, grosera y tosca. Y ese es el aspecto que se le presenta al pobre querido Onegin. Es de esta manera malintencionada como Khazin describe a Leningrado y su población.

La idea, detrás de esta parodia difamatoria es dañina, cruel y falsa.


¿Cómo podría el comité editorial de la revista Leningrado haber aceptado esta calumnia maliciosa de Leningrado y su magnífica sociedad? ¿Cómo se le permitió a Khazin aparecer en las páginas de los diarios de Leningrado?

Tomemos otro líbelo, una parodia sobre Nekrasov, también escrita para ser un insulto directo a la memoria del gran poeta y a su figura pública, un insulto que debería despertar la indignación de toda persona educada. Sin embargo, el comité editorial de Leningrado no dudó en imprimir esta sórdida diatriba en sus columnas.

¿Qué más encontramos en la revista Leningrado? Una anécdota extranjera, aburrida y superficial, aparentemente sacada de libros de anécdotas trillados que datan de finales del siglo XIX. ¿No hay nada más para que la publicación Leningrado llene sus páginas? ¿Realmente no hay nada de qué escribir de Leningrado?

¿Qué tal un tema como la rehabilitación de la ciudad? Se está haciendo un trabajo maravilloso en todo Leningrado, la ciudad está curandose de las heridas infligidas durante el asedio. La población de Leningrado está imbuida del entusiasmo y emoción en la rehabilitación de posguerra.

¿Ha aparecido algo sobre esto en la revista Leningrado? ¿Vivirán las personas de la ciudad a ver el día en que sus hazañas del esfuerzo, se reflejen en las páginas de este diario?

Además, tomemos el tema de la mujer soviética. ¿Es permisible cultivar en los lectores soviéticos los puntos de vista vergonzosos sobre el papel y la misión de las mujeres que son típicos de Ajmátova, y no dar un concepto realmente veraz de la mujer soviética moderna en general, y las chicas y mujeres heróicas de Leningrado en particular, que asumieron sin rodeos, la pesada carga de los años de guerra, y ahora está trabajando con sacrificio para llevar a cabo las difíciles tareas presentadas en la rehabilitación de la vida económica de la ciudad?

 

La situación en la sección de Leningrado de la Unión de Escritores Soviéticos es obviamente tal, que los temas abundantes de vivencias, es ahora insuficiente para llenar dos revistas literarias. El comité central del partido, por lo tanto, ha decidido cesar la publicación de la revista Leningrado, para concentrar todas las mejores fuerzas literarias en Zvezda.

Esto no significa que Leningrado no tendrá, en circunstancias adecuadas, una segunda o incluso una tercera revista. La cuestión será resuelta por la oferta de obras literarias notables. Si aparecen tantas que no haya espacio para ellas en una revista, se podrá iniciar una segunda e incluso una tercera, todo depende de la calidad intelectual y artística de las obras producidas por nuestros escritores de Leningrado.

Tales son los graves errores y fallos que se explican en detalle en la resolución del comité central del Partido Comunista sobre el trabajo de Zvezda y Leningrado.


Leninismo y literatura


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¿Cuál es la causa de estos errores y fallos?

 
Es que los editores de dichas revistas, nuestras mentes de letras soviéticos y los líderes de nuestro frente ideológico en Leningrado, han olvidado algunos de los principios principales del leninismo en lo que respecta a la literatura.

Muchos escritores, y muchos de los que trabajan como editores responsables, o que ocupan cargos importantes en el sindicato de escritores, consideran que la política es asunto del gobierno o del comité central. Cuando se trata de personas que se dedican a las letras, creen que comprometerse en política no es asunto de ellas. Si un escritor ha hecho una buena redacción fina y artística, su trabajo debería publicarse aunque contenga elementos viciosos que puedan confundir y envenenar las mentes de nuestros jóvenes.

Exigimos que nuestros compañeros, tanto los escritores en ejercicio como los que ocupan cargos de liderazgo literario, deben guiarse por aquello sin lo cual la sociedad soviética no puede vivir, es decir por la política, para que nuestros jóvenes puedan estar educados no en la innacción sin importales la lucha ideológica, sino con un espíritu optimista y revolucionario de clase.

Sabemos que el leninismo encarna todas las mejores tradiciones de los demócratas revolucionarios rusos del siglo XIX, y que nuestra cultura soviética se deriva de la herencia cultural del pasado asimilada por la crítica, y se nutre de ella.

A través de los labios de Lenin y Stalin, nuestro partido ha reconocido repetidamente el tremendo significado en el campo de la literatura de los grandes escritores y críticos ruso-democráticos revolucionarios Belinsky, Dobrolyubov, Chernyshevsky, Saltykov-Shchedrin y Plejanov.

Desde Belinsky en adelante, todos los mejores representantes de los intelectuales revolucionario-democráticos rusos han denunciado el "arte puro" y el "arte por el arte", y han sido los portavoces del arte para la población, exigiendo que el arte tenga un nivel educativo y social, de digno significado.

El arte no puede separarse del destino de la sociedad. Recuerde la famosa Carta a Gogol de Belinsky, en la que el gran crítico, con toda su pasión nativa, criticó a Gogol por su intento de traicionar la causa de la población y acercarse al zar. Lenin llamó a esta carta una de las mejores obras de la prensa democrática sin censura, ejemplo que ha conservado su tremendo significado literario hasta hoy.

Recuerden los artículos de Dobrolyubov, en los que se demuestra con tanta fuerza la importancia social de la literatura. Todo nuestro periodismo ruso-revolucionario-democrático está impregnado de un odio mortal contra el orden zarista y por la noble aspiración de luchar por los intereses fundamentales del pueblo, su ilustración, su cultura, su liberación de las cadenas del régimen zarista.

Un arte militante que lucha por los mejores ideales del pueblo: así es como los grandes representantes de la literatura rusa contemplaban el arte y la literatura.

Chernyshevsky, que se acerca más al socialismo científico de todos los utópicos y cuyas obras fueron, como señaló Lenin, "indicativo del espíritu de la lucha de clases", nos enseñó que la tarea del arte era, además de proporcionar un conocimiento de la vida, enseñar a las personas cómo evaluar correctamente los fenómenos sociales variados.

Dobrolyubov, su compañero de armas y amigo más cercano, comentó que "no es la vida lo que sigue las normas literarias, sino la literatura que se adapta a las tendencias de la vida", y apoyó firmemente los principios del realismo y el elemento nacional en la literatura, sobre la base de que la base del arte es la vida, que la vida es la fuente del logro creativo y que el arte juega un papel activo en la vida social y en la formación de la conciencia social.

La literatura, según Dobrolyubov, debe servir a la sociedad, debe dar a las personas respuestas a los problemas más urgentes del día, debe mantenerse al tanto de las ideas de su época.


La crítica literaria marxista, que sigue las grandes tradiciones de Belinsky, Chernyshevsky y Dobrolyubov, siempre han apoyado el arte realista con una posición social.

Plejanov hizo mucho para mostrar el concepto idealista y no científico del arte y la literatura, y para defender los principios básicos de nuestros grandes demócratas revolucionarios rusos, quienes nos enseñaron a considerar la literatura como un medio para servir al pueblo.

Lenin fue el primero en declarar claramente qué actitud hacia el arte y la literatura debería adoptar el pensamiento social avanzado. Permítame recordarles el artículo bien conocido, de organización del partido y la literatura del partido, que escribió a fines de 1905, y en el que demostró con su contundente carácter característico, que la literatura no puede existir sin tener una adhesión partidista, y que debe formar la parte más importante de la causa general proletaria.

Todos los principios en los que se basa el desarrollo de nuestra literatura soviética se encuentran en este artículo.

"La literatura debe convertirse en literatura partidista",
escribió Lenin. 'Para contrarrestar las costumbres burguesas, para contrarrestar la prensa burguesa comercial, para contrarrestar la carrera literaria burguesa y la auto-búsqueda, para contrarrestar el anarquismo de caballeros, 'y la búsqueda de ganancias´, el proletariado socialista debe presentar el principio de la literatura partidista, debe desarrollar este principio. Y llevarlo a cabo de la forma más completa e integral".

"¿Qué es este principio de la literatura partidista? Simplemente que la literatura no puede ser para el proletariado socialista, un medio de beneficio para individuos o grupos. En definitiva, la literatura no puede ser un asunto individual divorciado de la causa general del proletariado".

"¡Abajo los escritores que se creen superhombres! ¡Abajo los escritores no partidistas! La literatura debe convertirse en parte integral de la causa general del proletariado ... "


Y más allá, en el mismo artículo: "No es posible vivir en sociedad y permanecer libres de ella. La libertad del escritor, artista o actor burgués es simplemente una dependencia enmascarada (quizás hipócritamente enmascarada) en las bolsas de dinero, en sobornos, en subsidios ".

El leninismo parte de la premisa de que nuestra literatura no puede ser apolítica, no puede ser "arte por el arte", pero está llamada a jugar un papel importante y principal en la vida social. De ahí se deriva el principio leninista de partidismo en la literatura, una de las contribuciones más importantes de Lenin al estudio de la literatura.

De ello se deduce que el mejor aspecto de la literatura soviética es su continuación de las mejores tradiciones de la literatura rusa del siglo XIX, tradiciones establecidas por nuestros grandes demócratas revolucionarios Belinsky, Dobrolyubov, Chernyshevsky y Saltykov-Shchedrin, continuadas por Plejanov, y científicamente elaboradas y fundamentadas por Lenin y stalin.

Nekrasov declaró que su poesía estaba inspirada en "la musa del dolor y la venganza". Chernyshevsky y Dobrolyubov consideraron la literatura como un servicio sagrado para el pueblo.

Bajo el sistema zarista, los mejores representantes entre los intelectuales democráticos rusos perecieron por estas ideas nobles o altas, o se arriesgaron voluntariamente por las sentencias de exilio y trabajo forzoso.


¿Cómo se pueden olvidar estas gloriosas tradiciones? ¿Cómo podemos pasarlos por alto, cómo podemos dejar que las Ajmátovas y los Zoshchenkos difundan el lema reaccionario 'arte por el arte', cómo podemos dejar que detrás de su máscara de imparcialidad, impongan ideas ajenas al espíritu de el pueblo sovietico

El leninismo reconoce la tremenda importancia de nuestra literatura como un medio para reformar la sociedad. Si nuestra literatura soviética permitiera una caída en su esencial papel educativo, el resultado sería un retroceso, un regreso "a la edad de piedra".

El camarada Stalin ha llamado a nuestros escritores ingenieros del almas humanas. Esta definición tiene un significado profundo. Habla de la enorme responsabilidad educativa que soportan los escritores soviéticos, la responsabilidad para la formación de los jóvenes soviéticos, la responsabilidad de velar por que no se toleren las malas obras literarias.

Hay personas que encuentran extraño que el comité central haya tomado medidas tan estrictas con respecto a la literatura. No es a lo que estamos acostumbrados.

Si se ha permitido que se cometan errores en la producción industrial, o si el programa de producción de bienes de consumo no se ha llevado a cabo, o si el suministro de madera se retrasa, entonces se considera natural que las personas responsables sean amonestadas públicamente. Pero si se ha permitido que se cometan errores con respecto a la influencia apropiada de las almas humanas, en lo que respecta a la educación de los jóvenes, entonces como esos errores pueden ser tolerados.

Y, sin embargo, ¿se acepta como una píldora más amarga de tragar el incumplimiento de un programa de producción o el hecho de no llevar a cabo una tarea de producción? 


El propósito de la resolución del comité central es alinear el frente ideológico con todos los demás sectores de nuestro trabajo.

En el frente ideológico, brechas y fallas graves han devenido recientemente. Basta con recordar el atraso de nuestro arte cinematográfico y la forma en que nuestros repertorios teatrales se llenan de obras dramáticas pobres, por no mencionar lo que ha estado sucediendo en Zvezda y Leningrado.

El comité central se ha visto obligado a interferir y firmemente a arreglar las cosas. No tiene derecho a tratar con delicadeza a quienes olvidan sus deberes con respecto a las personas, a la educación de nuestros jóvenes.

Si deseamos llamar la atención de nuestros miembros sobre cuestiones relacionadas con el trabajo ideológico y arreglar las imperfecciones en este campo, para establecer una línea clara en este trabajo, debemos criticar severamente los errores y fallos en el trabajo ideológico, como corresponde a los soviéticos, como hacen los bolcheviques. Solo así podremos arreglar las cosas.

Hay hombres de letras que razonan así: ya que durante la guerra, cuando se imprimieron pocos libros, la gente estaba ansiosa por leer literatura, el lector ahora tragará cualquier argumento, aunque el sabor esté un poco contaminado.

De hecho, esto no es cierto, y no podemos tolerar ningún tipo de literatura antigua que nos puedan introducir de tapadillo algunos autores, editores y literatos premeditadamente retrógrados. De los escritores soviéticos, el pueblo soviético espera armamento ideológico confiable, alimento espiritual para promover el desarrollo de los planes de construcción y rehabilitación, y promover el desarrollo de la economía nacional de nuestro país.

El pueblo soviético desea la satisfacción de sus necesidades culturales e ideológicas, y solicita exigentes tareas a los hombres de letras.

Durante la guerra, la fuerza de las circunstancias nos impidió satisfacer estas necesidades vitales. La gente quiere entender los acontecimientos actuales. Su nivel cultural e intelectual ha aumentado. A menudo están insatisfechos con la calidad de las obras de arte y literatura que aparecen en nuestro país. Ciertos trabajadores literarios en el frente ideológico no han entendido esto, y no están dispuestos a hacerlo.

Los gustos y demandas de nuestra gente se han elevado a un nivel muy alto, y cualquier persona que no pueda, o no quiera llegar a este nivel se quedará atrás. La misión de la literatura no es simplemente mantenerse al tanto de las demandas de la gente, sino estar siempre en vanguardia.


Es esencial que la literatura desarrolle los gustos de las personas, aumente aún más sus demandas, las enriquezca con nuevas ideas y las lleve hacia adelante. Cualquiera que no pueda seguir el ritmo de la población, satisfaga sus crecientes demandas, y haga frente a la tarea de desarrollar la cultura soviética, inevitablemente no tendrá más demanda.

La falta de principios ideológicos mostrados por los principales trabajadores de Zvezda y Leningrado ha llevado a un segundo error grave. Algunos de nuestros principales trabajadores tienen, en sus relaciones con varios autores, intereses personales, intereses de amistad, por encima de los de la educación política del pueblo soviético o las tendencias políticas de estos autores.

Se dice que muchas ediciones ideológicamente dañinas y literarias débiles pueden ser publicadas porque al editor no le gusta herir los sentimientos del autor. A los ojos de tales trabajadores, es mejor sacrificar los intereses del pueblo y del estado, que herir los sentimientos de algún autor.

Este es un principio totalmente equivocado y políticamente peligroso. Es como ganar un millón de rublos por un kopek.

El comité central del partido señala en su resolución, el grave peligro de sustituir las relaciones basadas en principios a rebajarse a la amistad personal.

Las relaciones de amistad personal, independientemente del principio que prevalece entre algunos de nuestros hombres de letras, han desempeñado un papel profundamente negativo, llevaron a una caída en el nivel ideológico de muchas obras literarias y facilitaron el acceso de personas ajenas a este campo. Este no es el espíritu de la literatura soviética.

La ausencia de críticas por parte de los líderes del frente ideológico de Leningrado o de los editores de las revistas de Leningrado ha hecho mucho daño. La sustitución de las relaciones de amistad por aquellas basadas en principios de clase, se ha hecho a espaldas  de los intereses de la población.

El camarada Stalin nos enseña que si queremos conservar nuestros recursos humanos, orientar y enseñar a las personas, no debemos temer herir los sentimientos de individuos solitarios o temer críticas audaces, francas y objetivas basadas en los principios de clase.

Cualquier organización, literaria o de otro tipo, puede degenerar sin crítica, cualquier dolencia puede agravarse más profundamente, y se vuelve más difícil de curar.

Solo la crítica constructiva y audaz puede ayudar a nuestro pueblo a superar cualquier error en su trabajo. Donde faltan las críticas, se produce el estancamiento y la inercia, sin dejar margen para el progreso.

El camarada Stalin ha señalado repetidamente que una de las condiciones más importantes para nuestro desarrollo está en que cada ciudadano soviético asuma los resultados de su trabajo todos los días, se evalúe sin temor, analice su trabajo con valentía y critique sus propios errores, faltas se tienen para reflexionar sobre cómo lograr mejores resultados y esforzarse constantemente por la superación personal.

Esto se aplica tanto a los hombres de letras como a cualquier otro trabajador. El hombre que teme cualquier crítica de su trabajo es un cobarde despreciable que no merece el respeto de la gente.

Una actitud no crítica, y la sustitución de las relaciones de amistad personal por aquellas basadas en los principios colectivos, prevalecen en la junta de la Unión de Escritores Soviéticos.

La junta, y su presidente, el camarada Tijonov en particular, son los culpables de la mala situación revelada en Zvezda y Leningrado, ya que no solo no intentaron evitar la influencia perjudicial de Zoshchenko, Ajmátova y otros escritores no soviéticos. En la literatura soviética, inclusive se permiten estilos y tendencias ajenos al espíritu de la literatura soviética para encontrar un lugar en nuestras revistas.

Otro factor que contribuyó a los errores de las revistas de Leningrado fue el estado de irresponsabilidad que se desarrolló entre los editores de estas revistas, ya que la situación era tal, que nadie sabía quién tenía la responsabilidad general de la revista o de sus diversos departamentos, por lo que la responsabilidad concreta ideológica, incluso la más básica, estaba ausente.

El comité central, por lo tanto, en su resolución nombró en Zvezda a un editor responsable, quien supervisará la política de la revista y de su nivel ideológico, y la calidad literaria de sus contenidos.

El desorden y la anarquía no se toleran más en la edición de las publicaciones literarias como en cualquier trabajo. Se debe establecer una responsabilidad clara para la política y para los contenidos de la revista.

Se tienen que restaurar las gloriosas tradiciones de la literatura y el frente ideológico de Leningrado. Es algo triste y doloroso tener que admitir que los diarios de Leningrado, que siempre han patrocinado las ideas más avanzadas, han llegado a albergar ideas vacuas y atrasadas.

El honor de Leningrado, como un importante centro ideológico y cultura,l debe ser restaurado. Debemos recordar que Leningrado fue la cuna de las organizaciones leninistas bolcheviques. Fue aquí donde Lenin y Stalin sentaron las bases del partido bolchevique, la visión del mundo bolchevique y la cultura bolchevique.

Es un punto de honor para los escritores de Leningrado y los miembros del partido restaurar y llevar estas tradiciones gloriosas. Es la tarea de los trabajadores de Leningrado en el frente ideológico, y sobre todo de los escritores, sacar las cabezas perdidas y fenecidas de la literatura de Leningrado, levantar la bandera de la literatura soviética, aprovechar todas las oportunidades para el desarrollo ideológico y literario. Para no  dejar temas actuales sin tratar, para seguir el ritmo de las demandas de la población, para alentar de todas las maneras posibles las audaces críticas de sus propias lagunas, críticas que no contienen elementos de adulación y que no se basan en amistades y lealtades grupales. 




Una crítica bolchevique genuina, audaz, independiente, ideológica.

A estas alturas, debería quedar claro para vosotros que es una supervisión seria del comité del partido de la ciudad de Leningrado, y en particular de su departamento de propaganda y del secretario de propaganda, el camarada Shirokov (quien fue puesto a cargo del trabajo ideológico y era el principal responsable del fracaso de estas revistas), porque ellos han sido los principales culpables.

El comité del partido de Leningrado cometió un grave error político cuando aprobó su resolución a fines de junio, que en el nuevo comité editorial de Zvezda Zoshchenko fuera incluido. La ceguera política es la única explicación posible del hecho de que los camaradas Kapustin (secretario del comité de la ciudad del partido) y Shirokov (el secretario de propaganda del comité de la ciudad) tomasen una decisión tan errónea.

Todos estos errores tienen, repito, que corregirse lo más rápidamente y firmemente posible, para permitir que Leningrado reanude su participación en la vida ideológica de nuestro partido.

Todos amamos a Leningrado. Todos amamos que nuestra organización ideológica de Leningrado sea uno de los destacamentos principales de nuestro partido. Los aventureros literarios de todo tipo que quieran hacer uso de Leningrado para sus propios fines no deben encontrar refugio aquí.

Zoshchenko, Ajmátova y similares no tienen afinidad con el Soviet de Leningrado. Entienden otras formas de relaciones sociales y políticas, y otra ideología que les gustaría verlas atrincheradas aquí. Las visiones que deslumbran a sus ojos son las del viejo San Petersburgo, con el Caballero de Bronce como su símbolo.

Nosotros, por el contrario, amamos el Soviet de Leningrado, el Leningrado como el principal centro de la cultura soviética. Nuestros antepasados ​​son la gloriosa ornada de grandes figuras revolucionarias y democráticas que vinieron de Leningrado y cuyos descendientes directos somos.

Las gloriosas tradiciones de Leningrado moderno son una continuación de esas grandes tradiciones democrático-revolucionarias, que no cambiaríamos por nada más en el mundo.

Dejen que los miembros del partido de Leningrado analicen sus errores con audacia, sin miradas hacia atrás, dejénles aclarar las cuestiones de la mejor manera y lo más rápido posible, para llevar adelante nuestro trabajo ideológico.

Los bolcheviques de Leningrado deben ocupar una vez más su lugar en las filas de los iniciadores, de los líderes en la formación de la ideología soviética y la conciencia social soviética.

¿Cómo podría el comité del partido de la ciudad de Leningrado haber permitido que surgiera tal situación en el frente ideológico? Evidentemente, se había visto tan absorto en el trabajo práctico cotidiano sobre la rehabilitación de la ciudad y el desarrollo de su industria que olvidó la importancia del trabajo ideológico y educativo.

Este olvido le ha costado caro a la organización de Leningrado. El trabajo ideológico no debe ser olvidado. La riqueza espiritual de nuestro pueblo no es menos importante que su riqueza material.

No podemos vivir a ciegas, sin pensar en el futuro, ni en el campo de la producción material ni en el campo ideológico. Hasta tal punto nuestro pueblo soviético se ha desarrollado, que no van a tragar ningún alimento espiritual que pueda desviarle.

Los trabajadores del arte y la cultura que no cambien y no puedan satisfacer las crecientes necesidades del pueblo, perderán la confianza de la población en poco tiempo.

Nuestra literatura soviética vive y tiene que vivir únicamente en interés de nuestro país y de nuestro pueblo. La literatura es una preocupación cercana y querida por las personas. Así que la población ensalza nuestros éxitos, cada obra importante de la literatura, es como una victoria propia. Por lo tanto, cada trabajo exitoso puede compararse con una batalla ganada, o con una gran victoria en el frente económico.

Y a la inversa, cada fracaso de la literatura soviética hiere y tortura profundamente a los trabajadores, al partido y al estado.

Esto es lo que el comité central estaba pensando al aprobar su resolución, ya que el comité central vela por los intereses del pueblo y de su literatura, y está muy preocupado por el estado actual de los asuntos entre los escritores de Leningrado.

Las personas que no han tomado ninguna posición ideológica querrían cortar los cimientos del destacamento de obreros literarios de Leningrado, demoler el aspecto ideológico de su trabajo y privar a la labor de los escritores de Leningrado de su importancia como medio de educación social.

Pero el comité central confía en que los trabajadore de las letras de Leningrado, sin embargo, encontrarán en sí mismos la fuerza para detener cualquier intento de desviarse de la creación constructiva en los diarios literarios de Leningrado, para que no vayan por el surco de la vacuidad y falta de principios, y de la conciencia política.

Se ha establecido que la línea más importante del frente ideológico, se enfrentan a tareas tremendas y de importancia internacional, y esto debería intensificar el sentido de responsabilidad de todo escritor soviético genuino hacia su pueblo, su estado y su partido, y su sentido de la importancia del deber que está llevando a cabo.

Ya sea que nuestros éxitos se ganen dentro de nuestro propio país o en el ámbito internacional, al mundo burgués no le gustan.

Como resultado de la segunda guerra mundial, la posición del socialismo se ha fortalecido. La cuestión del socialismo se ha puesto en la agenda de muchos países de Europa.




Esto disgusta a los imperialistas de todos los matices: temen al socialismo ya avanzado en nuestro país socialista, y que sea un ejemplo para toda la humanidad progresista.

Los imperialistas y sus secuaces ideológicos, escritores, periodistas, políticos y diplomáticos, están tratando de calumniar a nuestro país en todos los aspectos que están abiertos para ellos, para ponerlo bajo falsas tinieblas, para vilipendiar al socialismo.

La tarea de la literatura soviética en estas condiciones no es solo devolver golpe por golpe toda esta vil calumnia y todos estos ataques a nuestra cultura soviética y al socialismo, sino también a hacer un ataque frontal a la degenerada y decadente cultura burguesa.

Por muy bella que sea la apariencia externa de la obra de los modernos escritores burgueses modernos en América y Europa occidental, y de sus directores de cine y productores teatrales, no pueden salvar ni mejorar su cultura burguesa, ya que su base moral es podrida y decadente. Se ha puesto al servicio de la propiedad privada capitalista, de los intereses egoístas y egocéntricos de la capa superior de la sociedad burguesa.

Un enjambre de escritores, directores de cine y productores teatrales burgueses están tratando de llamar la atención de los estratos progresistas de la sociedad de los agudos problemas de la lucha social y política, y de desviarlos a un surco de arte y literatura sin sentido y vacía que trata de mafiosos y coristas, glorificando al adúltero y las aventuras de ladrones y jugadores de casino.

¿Es apropiado que los creadores soviéticos, representantes de la cultura soviética avanzada, desempeñemos el papel de admiradores o discípulos de la cultura burguesa?

Nuestra literatura, que refleja un orden en un nivel más alto que cualquier orden democrático-burgués y una cultura manifiestamente superior a la cultura burguesa, tiene como es lógico, el derecho a enseñar la nueva moral universal a los demás pueblos.

¿Dónde se encuentra otra persona o país como el nuestro? ¿Dónde se pueden encontrar esas espléndidas cualidades humanas, cuando nuestro pueblo soviético lo demostró en la Gran Guerra Patria, y se despliega cada día en el trabajo de convertir nuestra economía, en luchar por el desarrollo pacífico y la rehabilitación material y cultural?

Nuestro pueblo está escalando peldaños de avances sociales más y más cada día. Ya no somos los rusos que éramos antes de 1917. Ya no es lo mismo nuestra Rusia, ya no es el mismo nuestro carácter. Hemos cambiado y crecido junto con los grandes cambios que han transfigurado nuestro país desde sus cimientos.

La tarea de todos los escritores soviéticos conscientes es mostrar estas nuevas y maravillosas cualidades del pueblo soviético, no solo mostrar a nuestra población como es hoy, sino mirar su futuro y ayudar a iluminar el camino a seguir.

Un escritor no puede etiquetar y pasar de largo los acontecimientos. Le corresponde a él marchar en las filas más importantes del pueblo y señalarles el camino de su desarrollo. Debe educar a la gente y armarla ideológicamente, guiándose por el método del realismo socialista. Estudiando nuestra vida, examinando con atención la conciencia colectiva, e intentando obtener una comprensión más profunda de los procesos de nuestro desarrollo.

Al mismo tiempo que seleccionamos los mejores sentimientos y cualidades del ser humano soviético, y le revelamos su futuro, tenemos que mostrarle a nuestra colectividad cómo podría ser, y castigar las supervivencias del atrasado ayer, que obstaculizan el progreso del pueblo soviético. Los escritores soviéticos deben ayudar a la población, al estado y al partido a educar a nuestros jóvenes para que sean optimistas, tengan confianza en sus propias fuerzas y no teman las dificultades.

Mostrar claramente como los políticos y escritores burgueses quieren esforzarse por ocultar la verdad de los logros del sistema soviético y la cultura soviética. Por más que se esfuercen por levantar una cortina de hierro para evitar que la verdad sobre la Unión Soviética para que no penetre en los pueblos del extranjero, emplean todas las tacticas posibles. Porque quieren menospreciar el genuino crecimiento y alcance de la cultura soviética, pero son necios porque todos sus esfuerzos están destinados al fracaso.

Conocemos muy bien la fuerza y ​​las ventajas de nuestra cultura. Basta recordar el gran éxito de nuestras delegaciones culturales en el extranjero, de nuestros desfiles de cultura física, etc. No nos corresponde a nosotros arredrarnos a todo lo que es extraño, o estar pasivamente a la defensiva.

Si en su apogeo, el orden feudal y la burguesía fueron capaces de crear arte y literatura afirmando el establecimiento del nuevo orden y cantando sus alabanzas, los que formamos un nuevo orden socialista que encarna todo lo mejor de la historia de la civilización y la cultura, estamos aún en mejor forma para crear la literatura más avanzada del mundo, superando con creces los mejores ejemplos literarios de tiempos pasados.

¿Qué es lo que el comité central solicita y desea?




El comité central del partido desea que los miembros y escritores del partido de Leningrado entiendan claramente que ha llegado el momento de que elevemos nuestro trabajo ideológico a un alto nivel. Se invitará a la joven generación soviética a consolidar la fuerza y ​​el poder del sistema socialista soviético, a aprovechar al máximo las fuerzas motrices de la sociedad soviética para promover nuestro progreso material y cultural.

Para llevar a cabo estas grandes tareas, la generación joven debe ser educada para ser firme y alegre, no para obstaculizar las dificultades, sino para encontrar y saber cómo superarlas. Nuestro pueblo tiene que estar compuesto por personas educadas en altos ideales, gustos y demandas morales y culturales.

Para ello, es necesario que nuestra literatura, nuestras revistas, no se mantengan alejadas de las tareas del día, sino que ayuden al partido y al pueblo a educar a nuestros jóvenes en el espíritu de la devoción suprema al sistema y al servicio del bienestar soviético en el país. Para proyectar los intereses de clase de la población.


Los escritores soviéticos, y todos nuestros trabajadores ideológicos, están ahora en la primera línea de combate. Nuestras tareas en el frente ideológico, y sobre todo las de la literatura, no se han eliminado, sino que por el contrario, son cada vez más importantes en las condiciones del desarrollo pacífico.

No se trata de eliminar de la literatura el abordaje de los problemas contemporáneos, lo que quiere el pueblo, el estado y el partido, es la incursión activa de la literatura en todos los aspectos de la vida soviética.

Los bolcheviques dan un gran valor a la literatura y tienen una clara percepción de su gran misión histórica de reforzar la unidad moral y política de la población, para educarla y consolidar sus filas. El comité central desea que alimentemos abundantemente el espíritu humano, considerando el logro de la riqueza cultural como una tarea principal del socialismo.

El comité central del partido se siente seguro de que el destacamento de la literatura soviética de Leningrado es moral y políticamente sólido, y rápidamente corregirá sus errores y tomará su lugar en las filas de la literatura soviética.

El comité central se siente seguro de que los errores en el trabajo de los escritores de Leningrado serán superados, y el trabajo ideológico de la organización del partido de Leningrado pronto se elevará al nivel ahora requerido en interés del partido, del pueblo y del estado".


En defensa de la filosofía marxista.

La vida de Andrei Zhdánov fue la vida de un destacado leninista, profundamente marxista. Zhdánov era fiel al marxismo y, como Lenin, emprendió una lucha implacable contra los enemigos del marxismo, que eran los enemigos del proletariado. Nunca se convirtió en lo que despreciaba, un "vegetariano desdentado" en la filosofía.

Uno de sus últimos discursos teórico-prácticos importantes se pronunció en una conferencia de trabajadores de filosofía soviéticos realizada en 1947. Hace un resumen del concepto de la corrupción por parte de la ideología burguesa después de la victoria de la URSS en la Gran Guerra Patriótica, Zhdánov dijo:

"Hoy en día, el centro de la lucha contra el marxismo se ha desplazado a América y Gran Bretaña. Todas las fuerzas del oscurantismo y la reacción se han puesto al servicio de la lucha contra el marxismo.

Traídos de nuevo y puestos al servicio de la filosofía burguesa, se encuentran los instrumentos de la democracia atómica, la anticuada armadura del oscurantismo y el clericalismo: el Vaticano y la teoría racista, el rabioso nacionalismo y la decaída filosofía idealista, la prensa amarilla mercenaria y el arte burgués depravado.

Pero al parecer todo esto no es suficiente. Hoy, bajo el estandarte de la lucha "ideológica" contra el marxismo, se están movilizando grandes reservas. Se reclutan gángsters, proxenetas, espías y elementos criminales.

Déjenme tomar al azar un ejemplo reciente. Como se informó hace unos días en "Izvestia", la revista "Les Temps Modernes", editada por el existencialista Sartre, anuncia como una nueva revelación un libro del escritor Jean Genet, "El diario de un ladrón", que comienza con las siguientes palabras:

Traición, robo y homosexualidad: estos serán mis temas clave. Existe una conexión orgánica entre mi gusto por la traición, la ocupación del ladrón y mis aventuras amorosas.

El autor conoce manifiestamente su negocio. Las obras de teatro de Jean Genet se presentan con mucho brillo en el escenario parisino y el propio Jean Genet recibe una lluvia de invitaciones para visitar América. Tal es la "última palabra" de la cultura burguesa.

Sabemos por la experiencia de nuestra victoria sobre el fascismo, lo que es una filosofía idealista, de callejón sin salida, que ha llevado a naciones enteras. Ahora aparece volver en su nuevo y repulsivamente carácter tétrico, que refleja toda la profundidad de la errática y repugnante decadencia de la burguesía.

Los gansteres y delincuentes depravados como filósofos, este es el límite de la decadencia y la ruina. Sin embargo, estas fuerzas aún tienen vida, todavía son capaces de envenenar la conciencia de las masas.

La ciencia burguesa contemporánea proporciona al clericalismo y al idealismo nuevos argumentos que deben ser expuestos sin piedad. Podemos tomar como ejemplo la teoría del astrónomo inglés Eddington de las constantes físicas del universo, que conduce directamente al misticismo pitagórico de los números que, de fórmulas matemáticas, deducen "constantes esenciales" como el número apocalíptico 666, etc.

Muchos seguidores de Einstein, al no comprender el proceso dialéctico del conocimiento, la relación de la verdad absoluta y relativa, transponen los resultados del estudio de las leyes del movimiento de la esfera finita y limitada del universo. A todo el universo infinito y llevan a la idea de la naturaleza finita del mundo, su limitación en el tiempo y el espacio.

El astrónomo Milne incluso ha "calculado" que el mundo fue creado hace 2 mil millones de años. Probablemente sería correcto aplicar a esos científicos ingleses las palabras de su gran compatriota, el filósofo Bacon, sobre aquellos que convierten "la impotencia de su ciencia en una difamación contra la naturaleza".

En una medida similar, los subterfugios kantianos de los físicos atómicos burgueses contemporáneos, los llevan a deducciones del "libre albedrío" del electrón, y a los intentos de representar la materia como solo una combinación de ondas y otras tonterías similares.

Aquí hay un campo de actividad colosal para nuestros filósofos, que deben analizar y generalizar los resultados de la ciencia natural contemporánea, recordando el consejo de Engels de que "el materialismo con cada descubrimiento de la época, incluso en la esfera de la ciencia natural ... tiene que cambiar su forma". (Frederick Engels, Ludwig Feuerbach, capítulo 2)

¿Sobre quién, si no es sobre nosotros, la tierra del marxismo victorioso y sus filósofos, se encomienda la tarea de encabezar la lucha contra la ideología corrupta y burguesa de base? ¿Quién si no, deberíamos asestar golpes aplastantes contra él? 


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Muerte y legado

El camarada Zhdánov no vivió mucho después de pronunciar este discurso, falleció en agosto de 1948. Sus contemporáneos, Pospelov y Gorkin, vivieron hasta casi la década de 1980, y tuvieron la cima de sus carreras en los años 50 y 60.

Zhdánov murió temprano, al igual que su compañero cercano Shcherbakov, y sus muertes fueron reportadas en 1953 como atribuidas a la conspiración de los médicos, que, después de la muerte de Stalin en marzo de 1953, se dijo que había sido una fabricación de Lavrenti Beria y Viktor Abakumov. .

Zhdánov, Shcherbakov y Stalin parecen haber muerto a la espera de tratamiento médico. Abakumov y Beria murieron por muertes violentas. A Andrei Zhdánov lo sobrevivió su hijo Yuri, quien, como trabajador científico en la URSS, se convirtió en profesor de la universidad de Rostov.

Al repasar la vida de a Andrei Zhdánov, lo recordamos como un gran bolchevique, un estadista soviético y un propagandista talentoso. Fue producto de la Gran Revolución Socialista de octubre, y al llevarlo a su contexto histórico, lejos de disminuir su importancia histórica, lo aumenta


Fuente original:
https://www.cpgb-ml.org/2018/10/23/news/culture/andrei-zhdanov-principles-underlying-soviet-literature-and-art-2/